martes, 27 de septiembre de 2016

¿Es el marxismo una "corriente emancipatoria" más?



La Ideología, la Filosofía y la Ciencia del proletariado revolucionario

De uno u otro modo, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud.


El marxismo no es un método de análisis de la sociedad. Pero tampoco, una de las múltiples corrientes emancipatorias que, como el feminismo o el ecologismo, coexisten como "posibles alternativas revolucionarias". Ni un conjunto de apreciaciones y análisis de las que podemos tomar tranquilamente una parte y despreciar o relegar otras. El marxismo es la teoría revolucionaria del proletariado; un cuerpo teórico formado por una ideología, la ideología comunista; una filosofía, el materialismo dialéctico y una ciencia, el materialismo histórico.
Desde buena parte de las filas de la autodenominada izquierda, se nos insiste en colocar como objetivo “el combate al capitalismo salvaje”. Entierran que el norte de la lucha de los pueblos ha estado dirigido en los últimos 150 años por “cambiar el mundo de base”, y sólo pretenden limar las aristas más agresivas del capitalismo, para que este se vuelva “más humano”.

En consonancia con esto, la “ideología revolucionaria” debe surgir de sumar en un totum revolutum todas las luchas contra los excesos del capitalismo, donde el marxismo sería “una corriente emancipatoria más”, al mismo nivel que el ecologismo, el feminismo o el antimilitarismo.

Ejemplo preclaro de esta posición dominante en la izquierda, lo encontramos en el “Documento del PCE para la preparación del Congreso de Noviembre de 2009”, en cuya tesis 17, bajo el título de “Por un entendimiento global de las contradicciones del capitalismo”, se afirma que “necesitamos un partido que elabore alternativas a la realidad actual para superar el sistema capitalista origen de una crisis de civilización a escala planetaria, una organización que de una manera colectiva estudie y analice los porqués, buscando sus causas y que incorpore conocimientos y saberes al movimiento emancipador, que beba del marxismo, de las distintas y valiosas experiencias del movimiento obrero, así como de todas aquellas luchas que se realizan por la libertad, la igualdad y la dignidad a la vez que concreta respuestas. Un partido internacionalista, solidario, que busca la colaboración de los pueblos y defiende la paz, un partido de clase y que como tal afronta las cuestiones ecológicas, climáticas, de producción económica, culturales y de crisis de civilización en su conjunto”.
¿Es esto así? ¿Es el marxismo una más de las fuentes del “movimiento emancipador”? ¿Qué consecuencias tiene partir de esta concepción? ¿A quién le interesa que pensemos así?

El marxismo es la ideología, la filosofía y la ciencia del proletariado revolucionario.

Para afirmar su carácter de clase, en el texto “Tres partes y tres fuentes integrantes del marxismo”, Lenin dice:
“La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una "secta perniciosa". Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad que tiene como base la lucha de clases no puede existir una ciencia social "imparcial". De uno u otro modo, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud. Esperar que la ciencia sea imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma absurda ingenuidad que esperar imparcialidad por parte de los fabricantes en lo que se refiere al problema de si deben aumentarse los salarios de los obreros disminuyendo los beneficios del capital.”

En el mismo texto, Lenin resalta el carácter revolucionario del marxismo y de cómo éste, en sus tres partes integrantes (ideología, filosofía y ciencia), bebe del pensamiento más avanzado de la humanidad:

“Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de la ciencia social muestran con diáfana claridad que en el marxismo nada hay que se parezca al "sectarismo", en el sentido de que sea una doctrina fanática, petrificada, surgida al margen de la vía principal que ha seguido el desarrollo de la civilización mundial. Por el contrario, lo genial en Marx es, precisamente, que dio respuesta a los problemas que el pensamiento de avanzada de la humanidad había planteado ya. Su doctrina surgió como la continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo.
(…) El marxismo es el heredero legítimo de lo mejor que la humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política inglesa y el socialismo francés.”

La filosofía marxista es el “materialismo dialéctico”
A este respecto, sigue Lenin:
“La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y en especial en Francia a fines del siglo XVIII, donde se desarrolló la batalla decisiva contra toda la escoria medieval, contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo se mostró como la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la democracia empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de "refutar", minar, difamar el materialismo y salieron en defensa de las diversas formas del idealismo filosófico, que se reduce siempre, de una u otra forma, a la defensa o al apoyo de la religión. (…)

Pero Marx no se detuvo en el materialismo del siglo XVIII, sino que desarrolló la filosofía llevándola a un nivel superior. La enriqueció con los logros de la filosofía clásica alemana, en especial con el sistema de Hegel, el que, a su vez, había conducido al materialismo de Feuerbach. El principal de estos logros es la dialéctica, es decir, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, profunda y libre de unilateralidad, la doctrina acerca de lo relativo del conocimiento humano, que nos da un reflejo de la materia en perpetuo desarrollo. Los novísimos descubrimientos de las ciencias naturales -- el radio, los electrones, la trasformación de los elementos -- son una admirable confirmación del materialismo dialéctico de Marx, quiéranlo o no las doctrinas de los filósofos burgueses, y sus "nuevos" retornos al viejo y decadente idealismo.

La ciencia del marxismo es el “materialismo histórico”
Y sobre la ciencia del marxismo, Lenin afirma:

“Marx profundizó y desarrolló totalmente el materialismo filosófico, e hizo extensivo el conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico de Marx es una enorme conquista del pensamiento científico. Al caos y la arbitrariedad que imperan hasta entonces en los puntos de vista sobre historia y política, sucedió una teoría científica asombrosamente completa y armónica, que muestra cómo, en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas, de un sistema de vida social surge otro más elevado; cómo del feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo.

Así como el conocimiento del hombre refleja la naturaleza (es decir, la materia en desarrollo), que existe independientemente de él, así el conocimiento social del hombre (es decir, las diversas concepciones y doctrinas filosóficas, religiosas, políticas, etc.), refleja el régimen económico de la sociedad. Las instituciones políticas son la superestructura que se alza sobre la base económica. Así vemos, por ejemplo, que las diversas formas políticas de los Estados europeos modernos sirven para reforzar la dominación de la burguesía sobre el proletariado.”

Tras una magnífica síntesis, en la que afirma que la “teoría de la plusvalía es la piedra angular del marxismo, Lenin separa drásticamente al marxismo de cualquiera de las corrientes que se enfrentaban al capitalismo:

(…) Pero el socialismo utópico no podía indicar una solución real. No podía explicar la verdadera naturaleza de la esclavitud asalariada bajo el capitalismo, no podía descubrir las leyes del desarrollo capitalista, ni señalar qué fuerza social está en condiciones de convertirse en creadora de una nueva sociedad.

(…) Ni una sola victoria de la libertad política sobre la clase feudal se logró sin una desesperada resistencia. Ni un solo país capitalista se formó sobre una base más o menos libre o democrática, sin una lucha a muerte entre las diversas clases de la sociedad capitalista.
El genio de Marx consiste en haber sido el primero en deducir de ello la conclusión que enseña la historia del mundo y en aplicar consecuentemente esas lecciones. La conclusión a que llegó es la doctrina de la lucha de clases.

Los hombres han sido siempre, en política, víctimas necias del engaño ajeno y propio, y lo seguirán siendo mientras no aprendan a descubrir detrás de todas las frases, declaraciones y promesas morales, religiosas, políticas y sociales, los intereses de una u otra clase. Los que abogan por reformas y mejoras se verán siempre burlados por los defensores de lo viejo mientras no comprendan que toda institución vieja, por bárbara y podrida que parezca, se sostiene por la fuerza de determinadas clases dominantes. Y para vencer la resistencia de esas clases, sólo hay un medio: encontrar en la misma sociedad que nos rodea, las fuerzas que pueden -- y, por su situación social, deben -- constituir la fuerza capaz de barrer lo viejo y crear lo nuevo, y educar y organizar a esas fuerzas para la lucha.
Sólo el materialismo filosófico de Marx señaló al proletariado la salida de la esclavitud espiritual en que se han consumido hasta hoy todas las clases oprimidas. Sólo la teoría económica de Marx explicó la situación real del proletariado en el régimen general del capitalismo.

domingo, 25 de septiembre de 2016

A mayor dependencia, más recortes




Las cuatro grandes dependencias


Hay que acabar con las cuatro grandes dependencias que ahogan nuestro país para poder redistribuir la riqueza al servicio de la mayoría del país


Es urgente empezar a avanzar en el camino de la Redistribución de la Riqueza, lo que exige liberarnos de las dependencias que, como “vagón de cola”, nos obligan a “tragar la carbonilla” de las locomotoras norteamericana o alemana.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué España, que sigue siendo la cuarta economía de la zona euro, está condenada a sufrir las peores consecuencias de la crisis, traducidas en una oleada de recortes? En la respuesta a esta pregunta está la clave para levantar una alternativa que de verdad nos permita Redistribuir la Riqueza frente al destino de un empobrecimiento cada vez mayor al que pretenden conducirnos.

La “gasolina” de los recortes
Fue una llamada de Obama a Zapatero a altas horas de la madrugada lo que impulsó una catarata de recortes que todavía no ha concluido. En esta imagen está concentrado como la dependencia es la gasolina que alimenta el incendio de los recortes.

Una contradicción que hunde sus raíces en los rasgos estructurales del capitalismo en España y la naturaleza de la oligarquía, íntimamente vinculados y dependientes de los países imperialistas.

Y que ha impuesto, desde sus orígenes, un desarrollo capitalista sometido la intervención y control de los países imperialistas más potentes en cada momento, determinando sus rasgos de raquitismo, especulación y parasitismo.
¿Cómo podemos explicar desde aquí lo que ha ocurrido en España durante los últimos años?

En noviembre de 2.008, justo después de la caída de Lehman Brothers, y cuando todavía no se había ejecutado ni uno solo de los recortes, en una edición especial del De Verdad anunciamos que “España es uno de los países europeos llamado a sufrir las peores consecuencias de la recesión”. Estableciendo que “la razón última de ello hay que buscarla en las cuatro grandes dependencias a las que la economía española, bajo la dirección de la clase política y económicamente dirigente, ha sido conducida”."El aumento de la dependencia respecto a Washington y Berlín es lo que permite entender porque España es uno de los países de Europa que ha podido sercondenado a una velocidad de vértigo a sufrir las peores consecuencias de la crisis"

Los hechos nos han dado la razón. Pero es que el camino de un mayor sometimiento, tanto a Washington como a Berlín, no podía deparar otro resultado.

Durante los años de “bonanza” previos a la crisis, en los que incluso se hablaba del “milagro económico español”, la oligarquía española se alinea fielmente con los principales proyectos (económicos, políticos y militares) del hegemonismo yanqui y el imperialismo alemán. Este alineamiento, con la cada vez mayor cesión de soberanía político-militar y económica que entrañaba, permitió a la oligarquía española participar en una parte de las enormes plusvalías de ese periodo de expansión capitalista, primero en Iberoamérica y luego en la UE.

Y para ello impusieron en España un modelo económico para cuya caracterización tendríamos que remitirnos a los rasgos propios que históricamente han definido a las economías de tipo semicolonial: dependencia de la financiación exterior, sometimiento del sistema productivo a las necesidades de los mercados de las metrópolis y prohibición de producción de determinados tipos de productos y mercancías (o cuotas y límites estrictos para ello) capaces de competir con los que se producen en ellas.

Este aumento de la dependencia respecto a Washington y Berlín, gestado, conviene no olvidarlo, no como resultado de la crisis sino en los años de “bonanza”, es lo que permite entender porque España es uno de los países de Europa que ha podido ser condenado a una velocidad de vértigo, junto al resto de PIGS, a sufrir las peores consecuencias de la crisis, mediante la imposición de un proyecto de saqueo contra el 90% de la población.

Un modelo económico expresado en lo que, ya en 2.008, denominamos “las cuatro grandes dependencias”.

1.- La dependencia de la financiación exterior.
Para financiar la expansión de un sector como el del la construcción, que ofrecía fabulosas ganancias gracias a unos precios desorbitados, y sostener la expansión internacional de sus bancos y monopolios, la oligarquía española recurrió a la financiación exterior.

Incluso cuando la deuda pública española estaba por debajo de la media europea, España era uno de los países con mayor deuda per cápita del planeta. Correspondía a la enorme deuda privada adquirida por la oligarquía española con bancos norteamericanos, alemanes, franceses...

Este enorme grado de endeudamiento externo alcanzado durante la época de crecimiento económico es el dogal con el que las potencias imperialistas han estrangulado la economía española para imponer su proyecto de saqueo.

Obligando, para garantizar el pago de la deuda a los bancos extranjeros, a convertir en pública una parte importante de la deuda privada de la oligarquía. Imponiendo después un salvaje incremento de los intereses a pagar. Y utilizando la subida de la prima de riesgo, o la refinanciación de la deuda de la banca a través de un préstamo de la UE, como instrumento de intervención política para imponernos el resto de recortes.

El modelo de desarrollo seguido por la la oligarquía financiera y su clase política en las últimas décadas ha hecho de la dependencia de la financiación exterior la principal herramienta de intervención y control del imperialismo de la economía española y el mayor lastre para su desarrollo.

2.- La dependencia de unos pocos mercados
El 75% de las exportaciones españolas tienen como destino la Unión Europea. Y, de ella, sólo 5 países (Francia, Alemania, Portugal, Italia e Inglaterra) se llevan más de los dos tercios.

Una situación que recuerda demasiado a las de las economías semicoloniales, cuyas mercancías no conocían otro destino que el mercado de la metrópoli, en este caso una multi-metrópoli.

El primer sector industrial en España es el automóvil. Que está a un 100% en manos del capital extranjero. Y nos imponen qué producimos y a quién se lo vendemos.

El 82% de los vehículos que fabricamos se destinan a la exportación y el grueso de ellos se venden a Francia, Italia, Reino Unido y Alemania.

Y la relación que imponen las casas matrices de esos monopolios extranjeros (reservándose las partes más rentables, obligando a sus filiales españolas a pagar draconianos royaltis...) determina que a pesar de producir 5 millones más de automóviles de los que consumimos, tengamos un saldo negativo de más 70.000 millones de las antiguas pesetas en la balanza comercial de importación-exportación de vehículos

3.- La dependencia energética
La enorme dependencia de nuestro país de fuentes energéticas externas –el petróleo y el gas, fundamentalmente, pero también la energía nuclear francesa– es uno de los lastres históricos de la economía española.

Agravado por la entrega al capital extranjero de uno de los monopolios emblemáticos de la energía, Endesa. O la actual liquidación, a precio de saldo, de Abengoa, el principal monopolio español en la producción de energías renovables.

4.- La dependencia de cuotas y límites de producción
La entrada en la UE supuso la más salvaje reconversión y destrucción del tejido industrial español, en el que sectores enteros como la siderurgia o los astilleros quedaron reducidos a su mínima expresión.
Desde la UE se han impuesto, principalmente en agricultura, ganadería y pesca, cuotas de producción que no estaban fijadas por las necesidades de consumo internas ni por la capacidad de producción de esos sectores.

Imponiéndonos qué debíamos y que no debíamos producir, y limitando el desarrollo nacional.

El camino de la Redistribución de la Riqueza
Ya en 2.008, para enfrentarnos a “la factura de la crisis” a que nuestro grado de dependencia nos abocaba, llamábamos a “un gran pacto nacional” para “acabar con las cuatro grandes dependencias que ahogan nuestro país e impiden la transformación del modelo económico y dar una salida a la crisis que suponga una transformación radical económica del país, con una economía avanzada con gran capacidad de creación de riqueza y empleo y una redistribución de la riqueza al servicio de la mayoría del país y sus ciudadanos”.

Ocho años después podemos comprobar la justeza de esta línea. Y que hoy nos enfrenta a un reto que ya es inaplazable.


Es urgente empezar a avanzar en el camino de la Redistribución de la Riqueza, lo que exige liberarnos de las dependencias que, como “vagón de cola”, nos obligan a “tragar la carbonilla” de las locomotoras norteamericana o alemana.

viernes, 23 de septiembre de 2016

Escuela Zonal Nº 6. Ciclo “El marxismo, la ideología, la filosofía y la ciencia del proletariado”



La decisiva batalla de las ideas

En mayo del 68 se popularizó una consigna: “Mata al policía que llevas dentro”. ¿Por qué comenzamos por aquí una escuela dedicada a la ideología comunista?



Existen multitud de aparatos, desde los medios de comunicación de masas hasta la escuela, cuyo objetivo es encuadrar a toda la población, a cada uno de nosotros como individuos, en las ideas y la concepción del mundo que justifican y garantizan el “orden establecido”, es decir el poder de la clase dominante.
Pero detenerse aquí sería quedarse en la superficie del problema. Fue Einstein quien afirmó que “el sentido común es el conjunto de prejuicios que aprendemos antes de cumplir los 18 años”.
Ese “sentido común”, que hoy Pablo Iglesias defiende como base de una política progresista que comparta la mayoría, es en realidad la interiorización de las ideas dominantes, de las ideas de la clase dominante, que asumimos como propias y consideramos “normales”.
¿Por qué una gran mayoría piensa que “siempre ha habido ricos y pobres”, cuando en realidad las desigualdades producto de la explotación son solo un pequeño periodo en la historia de la humanidad?
¿Por qué asumimos que el “egoísmo” o el “individualismo” es consustancial a la naturaleza humana, si sabemos que muchos pueblos ni siquiera conocían en su lenguaje los posesivos, porque no concebían que un individuo se apropiara de lo que pertenecía a toda la colectividad?
Para transformar el mundo al servicio de los explotados y oprimidos, es necesario que cada uno de nosotros cuestionemos nuestras propias ideas, esas que nos han enseñado a asumir como “normales”, y que en realidad defienden el interés de una ínfima minoría que domina a la mayoría.
Precisamente desde EEUU, la única superpotencia, se han difundido las teorías sobre “la muerte de las ideologías”, asociadas al “fin de la historia”, es decir a la eliminación de cualquier horizonte revolucionario.
Reducen las ideologías a la categoría de una “ensoñación”, mera propaganda sin repercusiones prácticas... para que no nos cuestionemos las ideas dominantes, y que intereses defienden.
Curiosamente, desde el pensamiento hoy dominante en la izquierda se contribuye a esta ofensiva. Afirmado primero que “no hay alternativa al capitalismo” y que “plantearse hoy objetivos como acabar con la explotación del hombre por el hombre es una utopía irrealizable”. Para a continuación plantearnos que “las ideologías de clase han muerto” y pretender que existieran “fue un exceso dogmático del marxismo”.
También en el terreno de las ideas, hay solo dos destinos: las ideas que nos conducen no ya a compartir sino a apoyar activamente la explotación, y las ideas que nos permiten liberarnos para defender un futuro sin explotación ni opresión.
Esta es la batalla, práctica, decisiva, que se libra en el terreno de las ideas.
Situarla, como hace el marxismo, nos permite a cada individuo la libertad de poder tomar una posición consciente en ella. Lo que conduce a cuestionarnos a nosotros mismos, a someter al fuego de que intereses defienden las ideas que hemos asumido como propias.
En palabras de Lorca, se trata de “liberarnos de esa dulce geometría aprendida” que nos convierte en “un océano de peces atados a un punto sin conciencia”.
Este será el corazón de la escuela dedicada a la ideología comunista.
Vamos a estudiar qué es la ideología, cuál es su carácter práctico, por qué todas las ideologías tienen un carácter de clase, cuáles son los principios de la ideología comunista y su base material.
Esta base teórica es imprescindible para que podamos comprender la realidad, y por tanto estar en disposición de transformarla.
Pero sobre todo vamos a cuestionar los principios y nociones ideológicas que hoy son dominantes, y que compartimos la mayoría de nosotros, para desvelar cuales son los intereses reales que defienden.
Estudiando los artículos marxistas (y especialmente de Mao Tse Tung) con mayor contenido ideológico, y como en ellos se desarrolla un combate, desde la ideología comunista, contra los nódulos de la ideología burguesa.
Esta cuestión decisiva es la que vamos a abordar en esta Escuela Zonal.
Y que forma parte de diferentes ciclos de Escuelas de Marxismo donde vamos a abordar la ideología, la filosofía y la ciencia. Desde el marxismo, pero también relacionándolo con lo mejor y más avanzado del pensamiento que ha producido la humanidad.

Las clases de esta Escuela Nº 6, se desarrollarán en el siguiente horario:
Viernes 7 de octubre: 20:00 a 22:00 hs
Sábado 8 de octubre: 17:30 a 21:30 hs

Como las anteriores Escuelas de Marxismo tendrá una matrícula de 6 euros, y se entregará a cada asistente un dossier con las asignaturas y los textos de ampliación.

martes, 20 de septiembre de 2016

Para desarrollar la economía nacional y salir de la crisis






Estamos sufrido el resultado de estas cuatro dependencias a las que seguimos anclados




Sin acabar con ellas, España no puede aspirar a otra cosa que no sea mayor empobrecimiento y saqueo por parte de las potencias dominantes

En 2008, cuando todavía los recortes y el paro no habían golpeado salvajemente al país y el presidente Zapatero negaba la crisis, ya en estas mismas páginas avisamos de que no era razonable esperar salir de la misma de manera favorable a los intereses de la población sin combatir y acabar primero con las cuatro grandes dependencias del modelo económico español. Denunciamos como el crecimiento económico del que hacía gala la oligarquía durante las últimas décadas previas a la crisis (el llamado “milagro económico español”), con expansiones de bancos y monopolios a Hispanoamérica y posteriormente a Europa había ido acompañado de una cada vez mayor dependencia al capital extranjero. Dependencia que ya señalamos que no sólo nos conduciría a sufrir de manera más severa los efectos de la crisis económica, sino que daba instrumentos a las potencias exteriores para poder imponer sus intereses por encima de los intereses de las masas populares de nuestro país. Han pasado ya 8 años desde entonces, y efectivamente todos hemos sufrido el resultado de estas cuatro dependencias a las que seguimos anclados. Sin acabar con ellas, España no puede aspirar a otra cosa que no sea mayor empobrecimiento y saqueo por parte de las potencias dominantes ¿Pero cuáles son esas dependencias? ¿Cómo han evolucionado en estos años? ¿Y es posible combatirlas?


"Nuestra economía tiene rasgos semi-coloniales: producimos no aquello que necesitamos, sino lo que exigen las distintas potencias"


"Nuestra economía tiene capacidad de generar riqueza más que de sobra, pero sólo si se libera de estas cuatro dependencias que la castran"

La primera dependencia: 

La dependencia de la financiación exterior

Cualquiera que no viva ajeno a lo que pasa en España sabe que nuestro país tiene un grave problema con la deuda soberana. Pero de lo que no se hace tanta publicidad es de la magnitud de la misma, y mucho menos se habla de cómo se ha formado. Puesto que frente a la opinión generalizada de que el Estado ha gastado más de lo que tiene durante la crisis, la realidad es que han sido otros los que han vivido por “encima de sus posibilidades”.

España ya era antes de la crisis el país proporcionalmente más endeudado del mundo, con la mayor deuda per cápita y sólo superado por EEUU en términos absolutos. Hablamos no de la deuda pública (la del Estado español), sino de la deuda privada, que han contraído los principales bancos y monopolios españoles para poder financiar su crecimiento durante las últimas tres décadas previas a la crisis. En concreto, ese dinero prestado ha sido utilizado por la oligarquía española en dos frentes: la construcción, un negocio de escasa productividad que aporta poco valor añadido y que fue la primera en sumirse en la crisis; y la financiación exterior, comprando bancos y monopolios extranjeros para poder presentarse ante el mundo como gigantes de alcance global.

Pero esta fortaleza mostrada ante el mundo se apoya en los pies de barro de una deuda hipertrofiada. Sólo en el periodo entre 2001 y 2008, la deuda externa española pasó de 619.608 euros a 1,62 billones ¡Un billón de euros en siete años! Y que se corresponde con el periodo en que un reducido número de bancos y monopolios españoles dio un salto en la exportación de capital, endeudándose principalmente con bancos alemanes y secundariamente franceses. Un salto sobre la base de un endeudamiento atroz.

Endeudamiento producido por unos pocos pero cuya factura tenemos que pagar todos. Tanto los gobiernos de Zapatero como Rajoy han trabajado para transformar en deuda pública gran parte de la deuda privada que estos monopolios han contraído. Rescates bancarios, titularización como deuda pública del susodicho déficit de las eléctricas, rescate a las autopistas de peaje… Gracias en gran parte a esto, la deuda pública pasó a representar el 36’3% en 2007 a llegar al 101’31% en marzo de este año. Una deuda que, a pesar de todos los recortes, no para de aumentar. Desde el 2007 hasta el final de 2015, la deuda externa (suma de la deuda privada y la pública) ha aumentado en 278.000 millones de euros, hasta llegar a los 978.000 millones.

Para que nos hagamos una idea, esto hace que cada ciudadano español, aparte de sus deudas particulares, le deba 19.285 euros al capital extranjero. También hace que la oligarquía se vea obligada a vender, o incluso malvender en ocasiones, parte de sus activos financieros para poder hacer frente a los pagos a los vencimientos de su deuda. En estos últimos años, las acciones del Ibex-35 en manos foráneas han subido del 41% al 43´5%. Telefónica se ha visto obligada a vender O2 al Reino Unido, FCC ha caído en manos extranjeras y Abengoa está en proceso de liquidación.

Este modelo de financiación mediante el endeudamiento que ha llevado, y sigue llevando, la oligarquía es precisamente la mayor herramienta de intervención, saqueo y control de la economía española, y el principal lastre para su desarrollo. No es sólo lo que llevan cobrando en intereses de la deuda (62.532 millones sólo en intereses de la deuda pública entre 2010 y 2014) sino que gracias a la deuda son capaces de adquirir crecientes volúmenes de fuentes de riqueza nacional a precio de saldo. Por no mencionar los múltiples mecanismo de extorsión y chantaje mediante las agencias de calificación con los que presionar al gobierno e imponer sus intereses.

Sin acabar con el dogal de la deuda externa con la que nos saquean y dominan, es imposible llevar a cabo una política verdadera a favor de los intereses nacionales. Sin embargo, ésta no es la única dependencia…

La segunda dependencia: 

La dependencia de unos pocos mercados

España es actualmente la catorceava economía del planeta, según su PIB. Sin embargo, el 65% de sus exportaciones se dirigen a la Unión Europea y el 50% va dirigida a sólo cinco países: Francia, Alemania, Italia, Reino Unido y Portugal. Algo completamente paradójico, puesto que por un lado somos una de las principales economías de la zona euro pero por otro lado nuestras relaciones comerciales son propias de economías semicoloniales. Economías en donde lo que se produce no conoce más destino que la metrópoli de turno, en este caso, una multi-metrópoli. Y que conduce a una relación de dependencia en donde producimos aquello que la metrópoli quiere, limitando y condicionando por completo nuestra producción.


El caso más ejemplarizante de esta dependencia se encuentra en el caso del automóvil, cuya producción en España representa el 10% del PIB, siendo el segundo productor en Europa y el octavo en todo el mundo. Sin embargo, tras la venta de SEAT, Pegaso y Ebro actualmente todo el capital está en manos de monopolios extranjeros, que producen según sus intereses exclusivos y se quedan con todos los beneficios. Por ello mismo, el 82% de los coches que producimos, se venden a sólo cuatro países: Francia, Italia, Reino Unido y Alemania. Exportamos el 80% de los coches que producimos, pero los coches que exportamos son de gama baja, mientras que los que importamos son de gama alta o media-alta, generando otra gran paradoja y es que a pesar de nuestro volumen de exportaciones, la balanza comercial sale negativa de 70.000 millones de las antiguas pesetas. Si a eso se le suma que los elementos más valiosos de la producción (investigación e innovación, desarrollo tecnológico, diseño, etc) se lo quedan los países de origen dueños del capital automovilístico en España, se puede comprender el alcance del mercado cautivo en el que el país está encerrado.

Sólo desde este punto puede comprenderse realmente el valor de las distintas reformas laborales impuestas por el FMI y la UE, y llevadas a cabo por Zapatero y Rajoy. A los monopolios extranjeros no les causa problemas el que los trabajadores se arruinen, ya que sus mercancías que producen aquí se venden fuera, y con salarios más bajos obtienen mayores plusvalías. En cambio, para la economía española esto es fatal, pues sumado al empobrecimiento de los trabajadores se da el hundimiento de todo el mercado interno.

No es cierto que le debamos nada a Europa por su adhesión a la Comunidad Económica Europea. Un vistazo a datos oficiales revelan que por cada euro que la UE ha invertido en España en Fondos Estructurales y de Cohesión y otras ayudas “solidarias” para su “modernización”, las empresas franco-alemanas han ganado 4’5 euros. Puesto que esa ayuda ha ido acompañada de un desmantelamiento impuesto de la industria española (cierre de astilleros, minería, siderurgia,…) y una mayor penetración del capital extranjero que controlan ellos. Poseen más del 50% de cuota de mercado en fabricación de coches, distribución comercial en grandes superficies, material ferroviario e industria químico-farmacéutica. Posen también el 30% de la cuota de mercado de material eléctrico y electrónico, cosmética y fabricación de equipos mecánicos. Y un 20% de cuota de mercado en siderurgia y otros. Sólo Alemania ha ganado en su relación comercial con España 21.000 millones de euros más que los 90.000 millones que se han recibido en Fondos de Estabilidad y Cohesión.

Si no diversificamos nuestros mercados, aprovechando nuestros múltiples lazos históricos, políticos y culturales, especialmente con Hispanoamérica, pero también con otras áreas como China o los países árabes para abrir nuevos mercados, estaremos condenados a seguir cautivos en este pequeño cerco donde sólo producimos aquello que les interesa a Alemania y el mercado europeo, una relación desigual donde ellos siempre ganan y nosotros siempre salimos perdiendo.


La tercera dependencia: 

La dependencia energética

El tercer gran lastre de la economía española es su dependencia de la energía. El 72’9% de la energía que se consume en España proviene del exterior, principalmente petróleo y gas, aunque también le compramos energía nuclear a los monopolios franceses. Energía que nos resulta además tremendamente cara. El balance comercial de productos energéticos en España tuvo un saldo negativo de 38.071 millones de euros en 2015. Pero no es sólo lo mucho que nos cuesta. Es de sentido común que la energía no sólo es vital en nuestro día a día sino que es la sangre por la cual funciona cualquier industria y que sea independiente y propia es fundamental para el desarrollo de una industria propia, fuerte y competitiva en el mundo. Por eso mismo, cuando CAMPSA fue creada en 1927 tras expropiarse la Standard Oil y la Shell, se dijo de ella que era “más importante para España que el Peñón de Gibraltar”.


Sin embargo, actualmente no sólo dependemos nuestro suministro energético de lo que producen otros, sino que en vez de aprovechar las múltiples potencialidades para generar nuestra propia energía, se trabaja continuamente para boicotear cualquier posibilidad de ello. Al entregarse Endesa al capital extranjero, permitir que más del 50% del capital de Repsol sea foráneo o sacrificar el monopolio de Abengoa lo único que se logra es entregar algo tan necesario para un país como es la energía a quienes sólo les interesa hacer negocio y someternos a sus intereses.

España tiene grandes potencialidades para poder desarrollar la industria de energías renovables (que ya producen el 15% de la energía que consumimos) y poder volverse más autosuficiente. Pero en vez de aprovechar esta oportunidad, el gobierno de Rajoy ha trabajado con leyes tan estrambóticas como el “impuesto al Sol” para frenar toda posibilidad de avance. Se puede lograr la independencia energética, sólo es necesario voluntad política y un proyecto propio de desarrollo para llevarlo adelante.

La cuarta dependencia: 


La dependencia de cuotas y límite de producción

Como se ha mencionado antes, la entrada al Mercado Común europeo supuso a su vez la reconversión y desindustrialización del tejido industrial español, donde sectores enteros como la minería o la siderurgia se han quedado prácticamente en los huesos. De tal forma que si en 1975 la industria formaba parte del 36% del PIB, ahora es sólo el 15’4%. Pero al mismo tiempo, supuso una serie de límites e imposiciones en la producción en sectores como la ganadería, pesca y agricultura, además de la destrucción de explotaciones y la planificación para que la producción foránea ocupe una mayor cuota del mercado interno alimenticio español. Una serie delimitaciones que hacen que produzcamos por debajo de nuestras necesidades de consumo y que nos obliga a importar de los monopolios extranjeros el resto que necesitamos para nuestra subsistencia.

Nuevamente, no producimos según el interés de la población, sino de los intereses de los monopolios extranjeros, muy por debajo de nuestras potencialidades, debido aquí también a nuestro escaso peso en la UE y a la falta de consenso nacional en un asunto de tan vital importancia para todos nosotros.

Lo que está realmente en juego
Nuestros enemigos tienen un proyecto de saqueo de las ingentes riquezas de nuestro país. Para ello, no sólo necesitan intervenir políticamente y degradarnos como país, sino también imponernos un modelo económico muy por debajo de lo que realmente podemos producir. Un modelo económico asentado primariamente en el sector servicios, con el turismo como pilar fundamental pero que no tenga una industria puntera ni pueda competir a su altura, condenando a España a ser la “Florida de Europa”.

Frente a ello, España concentra toda una gran fuente de riquezas con las que poder crear una industria competitiva que cree riqueza y empleo y que salga de la crisis en beneficio de la inmensa mayoría de la población. Pero es ya evidente que no sólo hace falta un proyecto político y económico de calado que lleve a cabo las transformaciones necesarias que la industria y el mercado español necesitan para ello, sino también la voluntad política para romper con las cuatro dependencias que lastran nuestro desarrollo y nos convierten en el furgón de cola de las potencias europeas y americana, obligándonos a tragar con su arbitrio y sus proyectos por encima de lo que necesita nuestra sociedad.

Estas cuatro dependencias son el instrumento económico mediante el cual el hegemonismo y las potencias europeas han logrado imponer nuestros intereses y gracias a las cuales esta crisis se está saldando en su beneficio y nuestro empobrecimiento colectivo. Por ello mismo, no es posible acabar con la crisis si no se toma conciencia y se trabaja activamente para lograr liberarnos de estas cuatro cadenas con las que tienen a nuestra economía maniatada e inmovilizada por completo con un proyecto propio de economía nacional al servicio de la población.