jueves, 24 de noviembre de 2016

Louis Althusser "sobre el trabajo teorico, dificultades y recursos



Althusser sintetiza las herramientas necesarias para comprender el significado profundo de la ciencia en general y de la ciencia marxista en particular, y que resultan imprescindibles para no caer en el empirismo.
            





En los años 70, los textos de Althusser eran estudiados con admiración en las universidades españolas, así lo contaba uno de nuestros más importantes filósofos y amigo de nuestro partido, Gustavo Bueno:
“En 1975 tuve mi principal contacto con la obra de Althusser (…) No deja hoy de ser sorprendente el tremendo impacto que la filosofía althusseriana tuvo en la España de aquellos años. En los ambientes universitarios proliferaban los especialistas y no tan especialistas que se llenaban la boca con el nombre de Althusser, paseaban sus obras bajo el brazo y le dedicaban una auténtica devoción. En aquel ambiente fructificaron con facilidad las referencias althusserianas de pensadores relacionados con el 68 francés; referencias que incluso no fueron ajenas a ciertos guiños pro chinos.
(…)Althusser fue una figura interesante en su contexto, una figura llena de enigmas y de un incalculable valor histórico. (…) Es una pena que hoy su pensamiento haya pasado al olvido de las Facultades de Filosofía, cuando fue tan admirado en aquellos años 70 del congreso de Oviedo.

            El pensamiento de Althusser, que pese a no compartirlo, respeta con admiración Gustavo Bueno, nos servirá para fundamentar teóricamente qué es la ciencia y distinguirla de las ideas dominantes empíricas que desprecian la teoría revolucionaria y dejan al proletariado revolucionario sin su principal arma de combate: el conocimiento de la lucha de clases para intervenir en ella y acabar con la explotación capitalista.

La Historia es un proceso sin Sujeto ni Fin(es).



Hemos visto la primacía de la lucha de clases, pero Althusser advierte:


Pero, ¡cuidado con el idealismo! La lucha de clases no se desenvuelve en el aire, ni sobre un campo de rugby convencional: está anclada en el modo de producción, o sea de explotación de una sociedad de clases.

(…) puesto que es en la producción que tiene lugar la explotación, es en las condiciones materiales de explotación que está fundado el antagonismo de clases, la lucha de clases”.

- Lo que constituye la división en clases es la explotación de una clase por otra, o sea la lucha de clases. Porque la explotación es ya lucha de clases.

Las relaciones burguesas de producción, entre capital y trabajo asalariado, dividen a la sociedad en clases. Esto es ya lucha de clases, no es una simple “relación económica”.

Y este es uno de los puntos álgidos del antagonismo entre el marxismo y el “posmarxismo” de Laclau.

Para Ernesto Laclau: “Demostrar que las relaciones capitalistas de producción son intrínsecamente antagónicas implica entonces demostrar que el antagonismo emerge lógicamente de la relación entre el comprador y el vendedor de fuerza de trabajo. Pero, precisamente, esto no puede ser demostrado (...) sólo si los trabajadores se resisten a esta extracción [de plusvalía] la relación se vuelve antagónica; no hay nada en la categoría de “vendedor de fuerza de trabajo” que sugiera tal resistencia como conclusión lógica.”

Y Chantal Mouffe añade que “contra la interpretación determinista, se considera aquí que no existe una “opresión objetiva”, determinable con independencia de la praxis y de la conciencia. Si no hay lucha y conflicto, no hay opresión sino subordinación”.

Para ellos -que son la principal referencia teórica como alternativa para construir “una nueva izquierda”- no hay antagonismo “de per se” en la explotación capitalista. Puede existir por tanto una explotación no antagónica. Todo depende de que los explotados -las víctimas- no se rebelen ante los explotadores -los agresores-.

La tesis de que el motor de la historia es la lucha de clases permite adoptar la posición consecuentemente materialista ante la historia propia del marxismo.

Así lo explicita Althusser:

“Si esto [la tesis de que el motor de la historia es la lucha de clases] está claro, el problema del “sujeto” de la historia desaparece. La historia es un inmenso sistema “natural–humano” en movimiento, cuyo motor es la lucha de clases. La historia es un proceso, y un proceso sin sujeto. El problema de saber cómo “el hombre hace la historia” desaparece por completo: la teoría marxista lo arroja definitivamente a su lugar de origen, en la ideología burguesa.
La historia, el continente científico historia, es concebido por el marxismo como un Proceso sin Sujeto ni Fin(es)”.

Está claro que la física es un proceso material objetivo, regido por leyes universales que le son propias. Y no hay lugar para categorías idealistas como cuál es su sujeto (que siempre acaba conduciendo a Dios, a la religión) o sus fines. Pero respecto a la historia, la burguesía afirma que existe un sujeto (“el hombre”) y unos fines (la Razón o la Libertad humana).

Es el marxismo quien, al extender el materialismo al estudio de la historia acaba con todas estas categorías idealistas. Ya no hay más “sujeto” ni “fin” de la historia. La sucesión de los modos de producción, el contenido de la “historia”, está regido por leyes universales, como la física. Y su motor -que excluye cualquier sujeto o fin- es la lucha de clases.

¿Quiere esto decir que, en virtud de esas leyes universales todo está escrito de antemano y los hombres no somos más que “un diente en la rueda de la historia”? [Como hace Lubitsch decir a Ninochtka]

Todo lo contrario. Es el marxismo, con su concepción materialista de la historia, la que permite a los individuos, que solo existen como miembros de una clase, la conciencia y la libertad para poder ser de verdad protagonistas de la historia.

Al conocer las leyes de la física, la humanidad puede enviar un cohete a la luna, actuando de acuerdo con la ley de la gravitación universal. De la misma manera, si conoce las leyes de la historia, el proletariado puede “cambiar el mundo de base” para acabar con la explotación, actuando de acuerdo con ellas.

Para establecer estos objetivos revolucionarios, el marxismo ha tenido que pulverizar la idea burguesa de “el hombre”.

Althusser concentra así este combate decisivo desde el marxismo frente al humanismo:

“Esto no quiere decir que el M.L. pierda de vista un solo instante a los hombres reales. Al contrario.
El M.L. precisamente para verlos tal cual son y para liberarlos de la explotación de clase, realiza esta revolución: desembarazarse de la ideología burguesa de “el hombre” como sujeto de la historia, desembarazarse del fetichismo de “el hombre”.
Que “el hombre” de John Lewis desaparezca no quiere decir que los hombres reales desaparezcan. ¿Hemos tenido buen cuidado de las advertencias de Marx? “Mi método analítico no parte del hombre, sino del período social económicamente dado.” “La sociedad no está compuesta de individuos”
“El hombre” es un mito de la ideología burguesa: el M.L. no puede partir de “el hombre”. La palabra “hombre” es sólo una palabra. El lugar que ocupa y la función que ejerce en la ideología y la filosofía burguesas le confieren su sentido. El marxismo “parte del período social económicamente dado” y, al término de su análisis, puede “llegar” a los hombres reales. Estos hombres son pues el punto de llegada de un análisis que parte de las relaciones sociales del modo de producción existente, de las relaciones de clase y de la lucha de clases. Estos hombres son por entero otros hombres que “el hombre” de la ideología burguesa.
(…) En efecto: la sociedad no está compuesta de individuos en general, cualesquiera, que serían otros tantos ejemplares de “el hombre”; porque cada sociedad tiene sus individuos, histórica y socialmente determinados. El individuo esclavo no es el individuo–siervo ni el individuo–proletario, y lo mismo para el individuo de cada clase dominante que corresponda.
Que desaparezca el problema de “el hombre sujeto de la historia” no quiere decir que desaparezca el problema de la acción política. ¡Completamente al contrario!

La crítica del fetichismo burgués de “el hombre” le da toda su fuerza, sometiéndola a las condiciones de lucha de clases, que no es una lucha individual sino que deviene una lucha de masa organizada para la conquista y la transformación revolucionaria del poder de estado y de las relaciones sociales. No quiere decir que el problema del partido revolucionario desaparezca, porque sin él la conquista del poder de estado por las masas explotadas, conducidas por el proletariado, es imposible. Pero esto quiere decir que el “papel del individuo en la historia”, la existencia, la naturaleza, la práctica y los objetivos del partido revolucionario no son determinadas por la omnipotencia de la “trascendencia”, es decir la libertad de “el hombre”, sino por otras condiciones, por el estado de la lucha de clases, por el estado del movimiento obrero, por la ideología del movimiento obrero (pequeñoburguesa o proletaria), y por su relación con la teoría marxista, por su línea de masa y por sus prácticas de masa”.

- No existe el idealizado “hombre” burgués, lo que existen son hombres concretos, reales, que participan en la práctica social.

El marxismo cambia el terreno de juego y tal y como plantea Marx, parte del “periodo social económicamente dado”, para desde ahí llegar a los hombres reales.

¿Esto anula la libertad de los individuos, y es expresión del “dogmatismo” del marxismo, como afirma, a derecha y a izquierda, el pensamiento dominante? No.

Althusser nos ha dicho: “Que desaparezca el problema de “el hombre sujeto de la historia” no quiere decir que desaparezca el problema de la acción política. ¡Completamente al contrario!” Porque la teoría revolucionaria nos brinda la poderosa arma del saber, del conocimiento científico de la historia, de la lucha de clases, para actuar en ella de manera consciente y dirigir la transformación revolucionaria.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Consecuencias del Humanismo en el seno del Marxismo



Lucha de clases en la filosofía... con decisivas consecuencias en la política

Es decir, todo el combate filosófico que hemos desarrollado en esta escuela contra las tesis de John lewis o el “posmarxismo” de Laclau es una batalla política, con decisivas consecuencias para la práctica revolucionaria.



¿Cuáles son? Althusser nos las presenta así:

“Efectos científicos”

Cuando, en 1972, se sostiene la Tesis idealista “el hombre hace la historia”, ¿qué efectos se producen, se inducen en la ciencia de la historia? Más precisamente, ¿podemos esperar de ella algo para hacer descubrimientos científicos?

Es por cierto lamentable, pero se ve con claridad, que no podemos sacar nada positivo. El propio John Lewis no obtiene nada que nos aclare acerca de los mecanismos de la lucha de clases

Pero entonces se dirá: he aquí justamente un ejemplo que prueba lo contrario de su Tesis sobre los efectos de la filosofía, puesto que usted reconoce que esta filosofía “humanista” no ha tenido ningún efecto sobre el conocimiento científico. ¡Perdón! Sostengo que Tesis como las de John Lewis y de Jean–Paul Sartre tienen por cierto un efecto, un efecto negativo: “traban”, como lo decía Lenin de las filosofías idealistas de su época, el desarrollo del conocimiento científico existente. Tales Tesis obstaculizan el desarrollo del conocimiento. En vez de hacerlo avanzar, más bien lo hacen retroceder; más precisamente, lo hacen retroceder más acá de los descubrimientos y las adquisiciones científicas de Marx y Lenin. Nos devuelven a una “filosofía de la historia” precientífica.

Se ve qué está en juego. (…) Es preciso decir que esta Tesis produce o puede producir efectos nefastos sobre el conocimiento científico, efectos retrógrados, porque en lugar de permitirnos comprender en 1972 que poseemos un prodigioso depósito científico, los conocimientos que Marx nos ha dado, y de desarrollarlos, filosóficamente vuelve a partir de cero y nos devuelve a los buenos tiempos de Descartes, Kant o Fichte, de Hegel y Feuerbach, antes del descubrimiento de Marx, antes del “corte epistemológico”.

Esta Tesis idealista revuelve las cartas y extravía a los filósofos, los científicos y los militantes revolucionarios.

Los desarma al privarlos del arma irremplazable que constituye el conocimiento objetivo de las condiciones, los mecanismos y las formas de la lucha de clases.

- Como dijimos en escuelas anteriores, el posmarxismo de Laclau es en realidad un premarxismo, una teoría precientífica, como dice Althusser.

Nos devuelve a la oscuridad anterior a Marx y su teoría y nos impide conocer la realidad de la lucha de clases para transformarla.


Efectos políticos

¿Cómo conducir bien la lucha de clase proletaria inspirándose en la Tesis filosófica “el hombre hace la historia”? (…)

Se dirá que esta Tesis sirve a todo el mundo, indiferentemente, a los capitalistas, los pequeños burgueses y los proletarios, puesto que todos ellos son “hombres”. Esto no es verdad. La Tesis sirve a aquellos que tienen interés en que se hable de “el hombre” y no de las masas, de “el hombre” y no de las clases y de la lucha de clases. Sirve ante todo a los burgueses y accesoriamente a los pequeñoburgueses.

Cuando se dice a los proletarios “los hombres hacen la historia”, no es necesario ser un gran conocedor para comprender que hay más o menos una gran probabilidad de contribuir a desorientarlos y a desarmarlos.

Se les hace creer que son omnipotentes como “hombres” mientras se los desarma como proletarios frente a la verdadera omnipotencia, la de la burguesía que detenta las condiciones materiales (los medios de producción) y políticas (el estado) que dominan la historia. Cuando se les canta la canción humanista, se les desvía de la lucha de clases, se les impide darse y ejercer la única potencia de la que disponen, la de la organización en clase y de la organización de clase, los sindicatos y el partido, para conducir su lucha de clase ellos mismos.

Por una parte, una Tesis filosófica que, directa o indirectamente, sirve los intereses políticos de la burguesía, incluso en el seno del movimiento obrero (esto se llama el reformismo) y en el seno de la concepción de la teoría marxista (esto se llama el revisionismo), con todos los efectos políticos consiguientes.

Por otra. Tesis que ayudan directamente a los proletarios a tomar conciencia de su papel, de sus condiciones de existencia, de explotación y de lucha; que ayudan a crear las organizaciones de lucha de clase, que tomarán la cabeza del combate de todos los explotados para arrancar el poder de estado a la burguesía.

¿Es necesario más comentario?



Son muy claras las palabras que acabamos de leer: “Se les hace creer que son omnipotentes como “hombres” mientras se los desarma como proletarios frente a la verdadera omnipotencia, la de la burguesía que detenta las condiciones materiales (los medios de producción) y políticas (el estado) que dominan la historia”.

Teorías burguesas que ocultan las condiciones materiales de la dominación, la explotación y que ocultan a los enemigos, los explotadores, y su aparato de dominación, el estado.

Y sobre todo, que no haya una organización de clase: “se les desvía de la lucha de clases, se les impide darse y ejercer la única potencia de la que disponen, la de la organización en clase y de la organización de clase, los sindicatos y el partido, para conducir su lucha de clase ellos mismos”.

Efectivamente, no son necesarios más comentarios para comprender la naturaleza burguesa de estas posiciones.

¿Y qué nos dice el posmarxismo de Laclau? Afirma querer “liberarse del esencialismo de clase propio del marxismo”, que el objetivo ya no es el socialismo y el comunismo, ni hay que destruir el estado burgués, ni tomar el poder. Según los posmarxistas, nuestro norte ha de ser “la radicalización de la democracia” y debemos utilizar el estado burgués, superándolo.

Bajo la bandera de “deconstruir el marxismo”, acusándolo de dogmático, buscan el objetivo de barrer el conocimiento científico que pueden empuñar las clases explotadas para transformar el mundo.

Desde el “posmarxismo” se magnifica la potencia de “los hombres”, es decir de los diferentes movimientos (feministas, ecologistas, sindicales...) que luchan contra las manifestaciones de la opresión. Encauzando hacia este callejón sin salida reformista la rebelión de las masas que nadie puede impedir que exista.

Y con ello, el “posmarxismo” cumple el papel de dificultar e impedir la organización consciente de las clases explotadas contra el dominio de la burguesía y del imperialismo.

La disyuntiva que Althusser nos planteó en 1972 en su respuesta a John Lewis es muy actual. Él nos llama a tomar una posición de clase activa: por las tesis del revisionismo y el reformismo, o por las tesis del marxismo-leninismo. Las primeras sirven a consolidar y perpetuar la explotación burguesa; las segundas sirven a los proletarios, y a todos los explotados y oprimidos, a tomar conciencia y crear la organización de clase -el partido comunista- que permita arrebatar el poder del estado a la burguesía.

Hemos empezado esta escuela afirmando que la filosofía son tomas de posición, en la teoría, pero que siempre comportan efectos prácticos al servicio de una u otra clase. Ahora tenemos muchos más elementos para comprender lo que esto supone, y para que todos los asistentes a la escuela podamos tomar una posición revolucionaria en consecuencia.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Materialismo dialéctico frente a humanismo burgués



En “Para una crítica de la práctica teórica. Respuesta a John Lewis”, Louis Althusser despliega un combate frontal, desde el marxismo, contra la filosofía burguesa, el humanismo.



Y lo hace cogiendo como blanco, no los ataques desde “la derecha”, sino las formas que adopta la ideología y la filosofía burguesas en el seno del movimiento obrero, es decir combatiendo el revisionismo.

Para ello sintetiza las principales tesis defendidas por John Lewis, un filósofo miembro del Partido Comunista Británico, explicitando como parten del humanismo burgués. Contraponiéndolas a las contratesis del materialismo dialéctico.

Hemos añadido -sintetizándolo también en tesis- el pensamiento desarrollado por el “posmarxismo” -en la figura de uno de sus principales exponentes, Ernesto Laclau-, que hoy se presentan como alternativa, frente al marxismo, al movimiento popular. Y como son en sustancia una reformulación de las mismas tesis humanistas defendidas hace más de 40 años por John Lewis.



Como hemos establecido, la filosofía es en última instancia lucha de clases en la teoría. Y no puede separarse del combate político del cual forma parte. Por eso no es posible abordar “en el aire” el combate a estas tesis filosóficas, sino que debemos partir en primer lugar de “quién lo dice”, “cuándo lo dice” y “para qué lo dice”. Quién era John Lewis, o Ernesto Laclau, y qué posición política defendían. Así como el momento histórico, de lucha de clases, en que desarrollaron su trabajo filosófico.

John Lewis publica los artículos que Althusser critica en 1972, en la revista teórica del Partido Comunista Británico -Marxism Today-. Estamos en el punto álgido de la ruptura entre el marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tse Tung y el revisionismo contemporáneo. La URSS ha demostrado, invadiendo y ocupando Checoslovaquia, su carácter socialimperialista y socialfascista.

A partir del XX Congreso del PCUS se difunde entre muchos antiguos partidos comunistas (transformados en su contrario, en partidos revisionistas) una valoración de “los errores de Stalin” desde “el culto a la personalidad”, asentando con ello una concepción propia del humanismo burgués. Tal y como plantea nuestra Declaración de Principios, “el problema no es jamás planteado en términos de clases y lucha de clases, y queda como el caso de un individuo que goza de extraordinario poder y es un asesino, como un caso patológico”.

De la misma manera se extienden, con foco difusor en Moscú, las posiciones políticas más reformistas -adoptadas por todos los partidos revisionistas de Europa Occidental- que, bajo las banderas de “coexistencia pacífica” con el imperialismo o “transición pacífica al socialismo”, suponían la completa renuncia a los objetivos revolucionarios.

Por su parte, Ernesto Laclau escribe en 1987, junto a Chantal Mouffe, “Hegemonia y estrategia socialista”, el libro fundacional del “posmarxismo”.

Hay que enmarcarlo en la ofensiva general durante los años ochenta, tanto por parte del hegemonismo norteamericamo como por la intoxicación del revisionismo soviético, contra la teoría marxista y las organizaciones revolucionarias, que condujo a la liquidación de muchas de ellas.

El “posmarxismo” parte explícitamente de la necesidad de “deconstruir el marxismo”, de “liberarnos del esencialismo de clase”. Es decir, de arrojar por la borda todo el bagaje de la teoría marxista y los objetivos revolucionarios que plantea. Para sustituirlos, como único horizonte de lucha de “una nueva izquierda”, por “una radicalización de la democracia; es decir, como articulación de las luchas contra las diferentes formas de subordinación —de clase, de sexo, de raza, así como de aquellas otras a las que se oponen los movimientos ecológicos, antinucleares y antiinstitucionales—.”

Un reformismo tan explícito que concibe el socialismo -incluyendo en él a Marx- como una radicalización de los postulados burgueses de la Revolución Francesa.

Tanto John Lewis como Laclau, cogen un mismo blanco: el dogmatismo de la teoría marxista, para atacar sus fundamentos revolucionarios.

Ahora que ya sabemos quiénes son John Lewis y Ernesto Laclau, qué posición política defendieron, qué línea y objetivos proponían al movimiento obrero y popular, podemos valorar su pensamiento filosófico.

Tesis de John Lewis, que él plantea como “un resumen de la filosofía de Marx”, sintetizadas por Althusser:

Tesis Nº 1: El hombre hace la historia.

Tesis N° 2: El hombre hace la historia trascendiendo la historia.

Tesis Nº 3: El hombre conoce sólo lo que hace.

Tesis de Ernesto Laclau, que parten de “deconstruir el marxismo”, sintetizadas por nosotros:

Tesis Nº 1: Los hombres construyen socialmente su mundo.

Tesis Nº 2: Los hombres construyen socialmente su mundo mediante su actividad práctica, elaborada bajo la forma de un discurso.

Tesis Nº 3: El discurso, elaborado por los hombres, determina lo que cada cosa es. Ningún objeto real puede constituirse al margen del discurso.

ACLARACIONES DE LAS TESIS DE LACLAU:

- Todo su construcción filosófica parte de negar que en el estudio de las relaciones sociales se pueda aplicar el “modelo de objetividad propio de las ciencias naturales”.

- Discurso es la categoría filosófica central que utiliza Laclau. Es una síntesis entre la práctica (o praxis) y la conciencia, elaborada por los propios sujetos sociales y que define lo que ellos son, y lo que es la realidad.

- De aquí se deduce que no hay “esencias”, no hay una posición objetiva del sujeto, ni una realidad objetiva en sí; todo depende del discurso que elabore cada sujeto social en cada momento (entendiendo como sujetos a cada grupo de hombres: movimientos feministas, ecologistas, etc…).

- Por ejemplo ¿el proletariado tiene una esencia en sí mismo por su colocación en el modo de producción capitalista, es la clase explotada y revolucionaria? No, depende del discurso que elabore.

1º).- El “hombre” como un nuevo Dios, el corazón del humanismo burgués

Tanto John Lewis como Ernesto Laclau coinciden en construir todo su sistema filosófico desde la idea fetiche del humanismo burgués: el “hombre”.

Veamos como lo combate Louis Althusser:

“Todo esto es muy simple. Todo el mundo “comprende” las palabras: hombre, hacer, historia, conocer. Hay sólo una palabra un poco complicada, una palabra de “filósofos”: la “trascendencia”, o “negación de la negación”. Pero, si lo quisiera, ¿podría John Lewis decirlo más simplemente? En vez de: el hombre hace la historia trascendiéndola por la “negación de la negación”, podría decir: el hombre hace la historia transformándola, etc. ¿Acaso no sería más simple?

Sin embargo, queda una pequeña dificultad. Cuando John Lewis dice que el hombre “hace” la historia, todo el mundo comprende. O, más bien, todo el mundo cree comprender. Pero cuando se trata de ir un poco más allá en la explicación, cuando John Lewis se plantea honestamente (en su interior) la pregunta, “¿cómo hace el hombre para hacer la historia?”, entonces percibimos que había un delicado problema allí donde todo parecía simple, una cierta oscuridad allí donde todo parecía claro.

¿Qué está oscuro? La pequeña palabra hacer (en la tesis: “El hombre hace la historia”). En efecto, ¿qué puede querer decir esta pequeña palabra: hacer, cuando se trata de historia, claro está? Porque cuando se dice: “hago una estupidez” o “hago la vuelta al mundo”; o cuando un mueblero dice “hago una mesa”, etc., todo el mundo sabe bien qué quiere decir hacer. Pero, ¿hacer la historia? ¿Qué puede querer decir esto? El hombre que hace la historia, ¿quién es? ¿Conocen ustedes esta “especie de individuo”, como decía Hegel?

Es entonces cuando John Lewis pone manos a la obra. No rehúye la dificultad: la afronta. Y nos explica.

Dice: “hacer”, en el caso de la historia, quiere decir “trascender” (negación de la negación), quiere decir transformar la materia prima de la historia existente superándola. Bien.

El mueblero que “hace” una mesa, también él, tiene ante sí una “materia prima existente”: la madera. Y transforma la madera en mesa. John Lewis no diría jamás que el mueblero “trasciende” la madera para “hacer” de ella una mesa. John Lewis no emplea la “trascendencia” (negación de la negación) más que para la historia. ¿Por qué? En su artículo, John Lewis no se explica.

A mi juicio, John Lewis recurre a su “trascendencia” por la siguiente razón: la “materia prima” de la historia, es ya historia. La materia prima del mueblero es la madera. Pero jamás el mueblero que “hace” la mesa dirá que él “hace” la madera, porque sabe muy bien que “la naturaleza produce” la madera.

Ahora bien, para John Lewis, ¡el hombre ya ha hecho la historia con la cual hace la historia! Entonces, en la historia, el hombre lo produce todo: no sólo el resultado, el producto de su “trabajo” (la historia), sino ante todo la materia prima que él transforma (la historia) en historia.

¿Conocen ustedes bajo el cielo a un ser dotado de semejante poder? Sí: existe en la tradición de la cultura humana. Es Dios. Sólo Dios “hace” la materia con la cual “hace” el mundo. Pero hay una diferencia muy importante; el Dios de John Lewis no está fuera del mundo, el hombre–dios creador de la historia no está fuera de la historia: está dentro. ¡Esto es infinitamente más complicado! Y puesto que el pequeño dios humano omnipotente de John Lewis a saber, el “hombre”, está en la historia (“en situación”, como decía Jean–Paul Sartre), por eso mismo John Lewis le da no un poder de creación absoluto (cuando todo se crea, resulta relativamente fácil: ¡ningún condicionamiento!), sino algo todavía más sorprendente: el poder de “trascendencia”, de poder negar–superar indefinidamente hacia lo alto la historia limitante en la cual vive, el poder de trascender la historia por la libertad humana”.

¿Qué nos ha aclarado Althusser?

En la tesis “el hombre hace la historia” está concentrada, tanto en John Lewis como en Ernesto Laclau, la posición y punto de vista del humanismo burgués. Que parte de la idea de “el hombre” como un nuevo Dios cuya libertad no admite límite alguno, que “hace” la historia al margen y por encima de las condiciones sociales e históricas.

“El hombre” o “los hombres” de John Lewis y Laclau, se corresponden al “hombre burgués”, la concepción burguesa del hombre, corazón de todas las filosofías humanistas y sustento de la ideología burguesa.

Esta es la versión burguesa de la concepción idealista de la historia propia de todas las clases explotadoras.

Althusser se pregunta: “¿por qué estos comunistas entonan abiertamente, desde los años 60, la filosofía de la libertad pequeñoburguesa declarándola marxista?”.

Es un combate, en el terreno filosófico, entre el marxismo y el revisionismo, que reproduce en el seno del movimiento obrero las concepciones del humanismo burgués. Se trata, pues, de lucha de clases en la teoría.

jueves, 17 de noviembre de 2016

El motor de la Historia es la lucha de clases.




TESIS Nº 2:

John Lewis: El hombre hace la historia trascendiendo la historia.

Laclau : Los hombres construyen socialmente su mundo mediante su actividad práctica, elaborada bajo la forma de un discurso.

ML: El motor de la historia es la lucha de clases

La tesis fundamental del marxismo, que encabeza El Manifiesto Comunista, y a la que se someten el resto de tesis, es que “el motor de la historia es la lucha de clases”.

Es la viga maestra del materialismo histórico, la ciencia del marxismo, pero también del materialismo dialéctico, la filosofía del proletariado.

Partamos de cómo lo desarrolla Louis Althusser, para luego comprenderlo y enfrentarlo a las concepciones de John Lewis, o sobre todo al “posmarxismo” de Ernesto Laclau:

“Aquí las cosas se vuelven extraordinariamente interesantes.

Porque el M.L. desmonta el sistema filosófico de John Lewis. ¿Cómo?

John Lewis decía: “El hombre hace la historia”.

El M.L. acaba de responder: “Las masas”.

Pero si nos quedamos allí, se tiene la impresión de que el M.L. da una respuesta muy distinta pero a una misma pregunta. Esa misma pregunta es, ¿quién hace la historia? Esta pregunta presupone que la historia es el resultado de la acción (hacer) de un sujeto (¿quién?). Para John Lewis, tal sujeto es “el hombre”.

Para el M.L., este sujeto son las masas. Sí y no. (…)

Precisamente la Tesis del Manifiesto (la lucha de clases es el motor de la historia) desplaza la pregunta, y nos coloca frente al problema y al principio de su posición justa, vale decir de su solución. (…) el M.L. responde haciendo desaparecer las categorías filosóficas idealistas de John Lewis. Para imponer otras.

No se trata más de “el hombre”. Lo sabemos. Pero en “la lucha de clases es el motor de la historia”, no se trata más de “hacer” la historia. No se trata más de “hacer”, vale decir, no se trata más del problema del sujeto de la historia: ¿quién hace la historia?

El M.L. nos dice algo completamente distinto: la lucha de clases (concepto nuevo) es el motor (concepto nuevo) de la historia —mueve, hace avanzar, “menearse” a la historia, y realiza las revoluciones. Esta tesis tiene una importancia muy grande, puesto que coloca en el primer rango a la lucha de clases.

En la Tesis precedente, “las masas hacen la historia” se pone el acento: 1) sobre las clases explotadas reunidas alrededor de la clase... y 2) sobre su potencia de transformación revolucionaria de las relaciones sociales. Por lo tanto, las masas estaban en el primer rango.

En la Tesis del Manifiesto lo que adviene al primer rango no son ya sólo las clases explotadas, etc., sino la lucha de clases.

Tomemos un ejemplo sencillo, y supongamos que sólo existen dos clases en presencia.

Para el reformista, las clases existen antes de la lucha de clases, un poco como dos equipos de rugby existen, cada uno por su lado, antes del encuentro.

Cada clase existe en su propio campo, vive en sus propias condiciones de existencia; una clase puede incluso explotar a la otra, pero eso no es todavía la lucha de clases. Un día, las dos clases se encuentran y se enfrentan, y sólo entonces comienza la lucha de clases.

Ambas se van a las manos, el combate se torna agudo y finalmente la clase explotada se impone a la otra (es la revolución) o sucumbe en la lucha (es la contrarrevolución).

Que se dé vuelta a la cuestión tanto como se quiera, pero siempre se encontrará la misma idea. Las clases existen antes de la lucha de clases, independientemente de la lucha de clases y la lucha de clases existe sólo después.

Por el contrario, para los revolucionarios no es posible separar las clases de la lucha de clases. La lucha de clases y la existencia de clases son una sola y misma cosa. Para que en una “sociedad” haya clases es necesario que la sociedad esté dividida en clases; tal división no se hace a posteriori, pues lo que constituye la división en clases es la explotación de una clase por la otra, o sea la lucha de clases. Porque la explotación es ya lucha de clase. Para comprender entonces la división en clases, la existencia y la naturaleza de las clases, es necesario partir de la lucha de clases. Por lo tanto es preciso colocar la lucha de clases en el primer rango.

Pero, entonces, es preciso someter la Tesis 1 (las masas hacen la historia) a la Tesis 2 (la lucha de clases es el motor de la historia). Esto quiere decir que la potencia revolucionaria de las masas sólo es potencia en función de la lucha de clases. No basta entonces considerar lo que sucede del lado de las clases explotadas, sino que es preciso al mismo tiempo considerar lo que ocurre del lado de las clases explotadoras.

Mejor dicho, es necesario superar la imagen del campo de rugby, vale decir de dos grupos de clases que se van a las manos, para considerar lo que hacen las clases y las clases antagónicas, a saber, la lucha de clases. Primacía absoluta de la lucha de clases (Marx, Lenin). No olvidar jamás la lucha de clases (Mao).



- No es casual que la tesis más atacada del marxismo sea que el motor de la historia es la lucha de clases.

En el “posmarxismo” es explícito, cuando Laclau afirma que “ la noción fundamental de que el antagonismo crucial en la sociedad es la lucha de clase ha sido sobrepasado por una multiplicidad de antagonismos, plasmados en los diferentes movimientos de emancipación de los excluidos”.

- ¿Qué van antes, las clases o la lucha de clases?

Parece “rizar el rizo”, una pregunta sin sentido práctico. En realidad es la línea de demarcación fundamental entre el marxismo y la filosofía burguesa.

Las concepciones burguesas -sea bajo la forma del neoliberalismo más derechista o del revisionismo más a la izquierda- siempre colocan las clases antes y por encima de la lucha de clases.

¿Por qué para la burguesía hay conflictos entre obreros y empresarios? Porque existen, previamente y por separado, como los dos equipos de rugby que Althusser utiliza como imagen, y es luego, en su práctica, cuando entran en conflicto por diferentes motivos (salarios, condiciones de trabajo, decisiones políticas...).

La concepción del marxismo es antagónica a la burguesa. Hasta el punto de que es la lucha de clases la que genera las condiciones de existencia de las clases.

- La lucha de clases es la forma histórica de la contradicción en el modo de producción que divide a las clases en clases.

En El Manifiesto Comunista, Marx y Engels afirman que “Toda la historia de las sociedades humanas hasta nuestros días es una historia de lucha de clases.



Y como dice el propio Marx: “No es a mí a quien cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna, y tampoco la lucha de clases a que ellas se lanzan. Los historiadores burgueses han expuesto mucho antes que yo la evolución histórica de esta lucha de clases, y los economistas burgueses han descrito su anatomía económica.” La ruptura de Marx se materializa en afirmar que “el motor de la historia es la lucha de clases”, y colocar esto en el primer rango.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

“El Hombre, los hombres o las clases”



 En su libro, Althusser, va contraponiendo las tres tesis de John Lewis -que concentra los postulados del revisionismo de principios de los 70- con las tesis del marxismo leninismo. Nosotros hemos añadido las de Laclau, principal referencia teórica del “posmarxismo”.







TESIS Nº 1

John Lewis: El hombre hace la historia.

Laclau: Los hombres construyen socialmente su mundo.

ML: “Las masas hacen la historia.”

Las posiciones humanistas de John Lewis y Ernesto Laclau son casi literalmente idénticas.

Para ambos, el sujeto de la historia, quien “hace” la historia o “construye socialmente su mundo”, es “el hombre” o “los hombres”. El marxismo contrapone a esta concepción burguesa la posición y el punto de vista, materialista y revolucionario, de las clases y la lucha de clases. Siempre desde la posición ideológica de que son las masas -las clases explotadas- los hérores de la historia, los que hacen avanzar la historia.

Así lo desarrolla Althusser:

“¿Qué significa “el hombre” que “hace” la historia?

Para nosotros, que luchamos bajo la dominación de la burguesía, “el hombre” que hace la historia es un misterio. Pero este “misterio” tenía sentido cuando la burguesía revolucionaria luchaba contra la feudalidad que la dominaba. Proclamar entonces, como lo hicieron los grandes Humanistas burgueses, que es el hombre el que hace la historia, era luchar, desde el punto de vista burgués, entonces revolucionario, contra la Tesis religiosa de la ideología feudal: es Dios el que hace la historia. Pero ya no estamos en ese entonces y el punto de vista burgués siempre ha sido idealista en historia.

¿Qué significa las masas que “hacen la historia”?

En una sociedad de clases, son las masas explotadas, es decir, las clases, capas y categorías sociales explotadas, agrupadas alrededor de la clase explotada capaz de unirlas y ponerlas en movimiento contra las clases dominantes que detentan el poder de Estado.

La clase explotada “capaz de...” no es siempre la clase más explotada, o la “capa” social más miserable.

Así, en la Antigüedad, no son los esclavos, salvo en algunos períodos (Espartaco), los que han “hecho” la historia en sentido estricto, social y político, del término, sino las clases más explotadas entre los hombres “libres” (en Roma, “la Plebe” urbana o agraria).

A la Tesis de John Lewis (el hombre hace la historia), el M.L. siempre ha opuesto la Tesis: las masas hacen la historia. Y bajo el capitalismo, las masas no son “la masa” de los aristócratas de la “inteligencia” o de los ideólogos del fascismo, sino el conjunto de las clases, capas y categorías explotadas reunidas en torno a la clase explotada en la gran producción, única capaz de unirlas y conducir su acción al asalto del estado burgués: el proletariado. Comparad”.



¿Qué nos dice Althusser?

- Como clase explotadora, la burguesía no puede adoptar otra concepción que el idealismo ante la historia.

Tanto cuando fue una clase revolucionaria o luego como clase dominante, la burguesía coloca al hombre -el nuevo sujeto que “hace” la historia desde su libertad- en el lugar que antes ocupaba Dios.

- El marxismo no parte de la categoría de “hombre”, sino de las clases. Vivimos en una sociedad de clases; existen clases explotadoras y clases explotadas.



Las masas, como protagonistas de la historia, son las clases, capas y categorías sociales explotadas. Pero sólo estarán en condiciones de “hacer” la historia cuando se agrupan de forma consciente en torno a la clase explotada, capaz de unirlas y ponerlas en movimiento para tomar el poder del Estado.

lunes, 14 de noviembre de 2016

“La lucha de clase proletaria tiene necesidad de la filosofía”

En esta selección del capítulo introductorio del libro de Althusser, vemos argumentadas las tesis iniciales de nuestra definición: la filosofía es un cuerpo teórico, pero no es una ciencia, aunque está relacionada con ella. Su relación íntima es con la ideología, a la que da sustento teórico. Tiene carácter de clase, es, en última instancia, lucha de clases en la teoría. Y por supuesto, la filosofía, tiene consecuencias políticas.
De ahí que, como remarca Althusser, todos los grandes dirigentes de la revolución proletaria, hayan tenido que librar arduos combates teóricos contra las posiciones filosóficas burguesas en el seno del movimiento obrero y revolucionario.

Marx y Engels combatieron las posiciones idealistas en el seno del movimiento obrero y socialista. Lenin, dedicó varios meses a la redacción de “Materialismo y Empirocriticismo” para combatir las posiciones filosóficas de los revisionistas de su época, combate sin el cual no habría sido posible la Revolución de Octubre. Mao Tse Tung, contra las corrientes dogmáticas, escribió las Tesis Filosóficas de Acerca de la práctica, La Contradicción o Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo. Y el PCCH mantuvo en plena guerra contra el Japón una escuela de cuadros sobre filosofía, en Yenán. ¿Juegos teóricos? No, necesidad






“La lucha de clase proletaria tiene necesidad de la filosofía”







TESIS 2:
Todas las corrientes y tendencias filosóficas que han existido a lo largo de la historia pueden reducirse a la lucha entre dos tomas de posición antagónicas: Materialismo frente a Idealismo.
Todas las clases dominantes reaccionarias han adoptado siempre el idealismo. Por el contrario, las clases revolucionarias han empuñado el materialismo como arma de combate.



Mientras el Materialismo toma posición porque todo lo que existe es materia, porque la materia se puede conocer y se puede transformar de acuerdo con las leyes objetivas de su desarrollo, el Idealismo antepone la idea a la materia, lo subjetivo a lo objetivo, la conciencia a la práctica.

Todos hemos oído miles de veces la sentencia cartesiana del “pienso luego existo”. En ella está concentrada la esencia de la toma de posición del idealismo. Por el contrario Marx establece: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.


Todas las corrientes y tendencias filosóficas pueden reducirse en lo principal a la lucha entre estas dos tomas de posición antagónicas: Materialismo frente a Idealismo.

Lenin, citando a Engels dice:

"El gran problema cardinal de toda filosofía, especialmente de la moderna, es el problema de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza [. . .]. ¿Qué está primero: el espíritu o la naturaleza? [. . .] Los filósofos se dividieron en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban que el espíritu estaba antes que la naturaleza y que, por lo tanto, reconocían, en última instancia, una creación del mundo bajo una u otra forma [. . .], constituyeron el campo del idealismo. Los demás, los que reputaban la naturaleza como principio fundamental, adhirieron a distintas escuelas del materialismo". Todo otro empleo de los conceptos de idealismo y materialismo (en sentido filosófico) sólo conduce a la confusión.

Efectivamente, todas las filosofías idealistas se reducen a otorgar la supremacía al Espíritu, en cualquier forma que éste se manifieste: Dios, la Razón, el Alma, el Hombre,... Y a esto es a lo que se enfrenta rotundamente la primera toma de posición del materialismo.

Aquí debemos detenernos en qué entendemos, en el terreno filosófico, por materia. Una cosa es hablar de la materia en el lenguaje común, y que es todo aquello que podemos tocar o percibir por los sentidos. Otra cosa también distinta es lo que entiende la ciencia por materia: un concepto que permite definir todo aquello que tiene masa y ocupa un lugar en el espacio. En filosofía, “materia” es una categoría filosófica, es decir, una toma de posición en el terreno de la teoría. Y esta toma de posición se expresa en tres tesis que llamamos de materialidad:

LAS 3 TESIS DEL MATERIALISMO:

TESIS 1: Todo lo que existe es materia.
La materia es objetiva e independiente de la voluntad.

TESIS 2: La materia se puede conocer.
La materia se rige por leyes objetivas que son propias a cada proceso material.

TESIS 3: La materia se puede transformar.
La materia se transforma actuando de acuerdo a sus leyes objetivas de desarrollo.

En su primera tesis, el materialismo antepone la materia a la idea, lo objetivo a lo subjetivo. Por eso afirma la existencia de la materia objetiva e independiente de ninguna voluntad o percepción.

En su segunda tesis, el materialismo permite conocer las causas últimas de cada proceso material, porque, más allá de sus manifestaciones o de la percepción que de ellas tengamos a través de nuestros sentidos, afirma que cada proceso material se rige por leyes objetivas que le son propias. Y en consecuencia, que se pueden conocer.

Y por último, una vez conocidas estas leyes objetivas de desarrollo de la materia, la materia se podrá transformar si se incide en el curso de su desarrollo.

Tomar una u otra posición, la del materialismo o la del idealismo, tiene unas consecuencias prácticas de primer orden para el conocimiento del mundo y, por tanto, para su transformación.

El materialismo filosófico no es una ciencia, no da un conocimiento objetivo del mundo. Sin embargo, es una toma de posición en el terreno de la teoría que abre sin cesar el camino al conocimiento humano. El materialismo impulsa constantemente el avance de la ciencia y el conocimiento tanto en el terreno de la naturaleza como en el de la sociedad, mientras por el contrario el idealismo lo cierra, lo obstruye. Por eso las clases dominantes reaccionarias siempre han utilizado distintas formas de idealismo para mantener su dominio de clase, para impedir el conocimiento y la transformación. Mientras que las clases revolucionarias han tomado una posición materialista.

En el texto “Tres fuentes y tres partes integrantes del Marxismo”, Lenin dice: “La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y en especial en Francia a fines del siglo XVIII, donde se desarrolló la batalla decisiva contra toda la escoria medieval, contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo se mostró como la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la democracia empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de "refutar", minar, difamar el materialismo y salieron en defensa de las diversas formas del idealismo filosófico, que se reduce siempre, de una u otra forma, a la defensa o al apoyo de la religión. Marx y Engels defendieron del modo más enérgico el materialismo filosófico y explicaron reiteradas veces el profundo error que significaba toda desviación de esa base.”

El idealismo de Sócrates, Platón y Aristóteles estaban en íntima conexión con los intereses de la aristocracia esclavista. El idealismo religioso medieval sostenía el poder de la nobleza feudal.

La burguesía, cuando fue una clase revolucionaria, empuñó y difundió el materialismo frente a las concepciones teocráticas feudales. Pero el materialismo burgués se limitó al campo de la naturaleza. En el terreno de la Historia de las sociedades humanas, su posición filosófica siempre fue idealista. El idealismo que encarna el humanismo está al servicio de los intereses de clase de la burguesía.

Sólo el marxismo toma una posición radical por el materialismo. Y esto es así porque sólo desde los intereses de clase del proletariado –acabar con cualquier tipo de explotación y opresión– puede desarrollarse hasta sus últimas consecuencias el materialismo, extendiéndolo a todos los ámbitos.

Lenin en “Tres fuentes y partes integrantes de marxismo” dice:

“Marx profundizó y desarrolló totalmente el materialismo filosófico, e hizo extensivo el conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico de Marx es una enorme conquista del pensamiento científico. Al caos y la arbitrariedad que imperan hasta entonces en los puntos de vista sobre historia y política, sucedió una teoría científica asombrosamente completa y armónica, que muestra cómo, en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas, de un sistema de vida social surge otro más elevado; cómo del feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo.

La filosofía de Marx es un materialismo filosófico acabado, que ha proporcionado a la humanidad, y sobre todo a la clase obrera, la poderosa arma del saber”.

Veamos qué nos dice Althusser sobre esto. En su combate a John Lewis, sintetiza y contrapone las tesis de éste con las del ML. En la Tesis nº 3 dice:

TESIS Nº 3

John Lewis.: “El hombre conoce sólo lo que hace.”.

M.L.: “Sólo se conoce lo que es.”.

Para John Lewis “el hombre” conoce sólo lo que “hace”. Para el materialismo dialéctico, filosofía del M.L., no se puede conocer sino lo que es. Se trata de la Tesis materialista fundamental: “la primacía del ser sobre el pensamiento”.

Esta Tesis es a la vez Tesis de existencia, Tesis de materialidad y Tesis de objetividad. Plantea que no se puede conocer sino lo que existe; que el principio de toda existencia es la materialidad y que toda existencia es objetiva, es decir “anterior” a la “subjetividad” que la conoce e independiente de ella.

Se conoce lo que es. Esta Tesis, difícil de entender y fácil de desviar de su sentido, sostiene todas las Tesis marxistas acerca del conocimiento. (…)

“Sólo se conoce lo que es.” No deberían presentarse problemas en el caso de la naturaleza: ¡quién puede pretender que “el hombre” ha “hecho” la naturaleza que conoce! Únicamente los idealistas, una raza delirante de idealistas que daría al hombre la omnipotencia de Dios. Pero los propios idealistas no son tan tontos.

¿Y la historia? perdura una huella de su ilusión en la idea de que la historia sería más fácil de conocer que la naturaleza, puesto que todo en ella sería “humano”.

Pues bien, sobre este punto la posición del M.L. es categórica: la historia es tan difícil de conocer como la naturaleza, incluso, tal vez más difícil de conocer.

¿Por qué? Porque “las masas” no tienen con la historia la misma relación práctica directa que tienen con la naturaleza (en el trabajo de la producción), porque están siempre separadas de la historia por la ilusión de conocerla, puesto que cada clase explotadora dominante les ofrece “su” explicación de la historia, bajo la forma de su ideología que es dominante, que sirve sus intereses de clase, cimenta su unidad y mantiene a las masas bajo su explotación.

Veamos la Edad Media. La Iglesia, y sus ideólogos, ofrecía a todos los fieles —vale decir en primer lugar a todos los explotados, pero también a los señores feudales y a ella misma—, una explicación muy simple y muy clara de la historia: la historia estaba hecha por Dios y obedecía las leyes, es decir los fines, de la Providencia. Una “explicación” de masa.

Veamos el siglo XVIII en Francia. La situación es diferente, la burguesía no está todavía en el poder, es crítica y revolucionaria. Pues bien, ofrece a todos los hombres (¡sin distinción de clase!, a los burgueses y a sus aliados, pero también a sus propios explotados) una explicación “luminosa” de la historia: la historia está movida por la Razón y obedece las leyes, es decir los fines, de la Verdad, de la Razón y de la Libertad. Una “explicación” de masa.

Si la historia es difícil de conocer científicamente es porque entre la historia real y las masas hay siempre una pantalla, una separación; una ideología de clase de la historia, una filosofía de clase de la historia en la cual las masas humanas creen “espontáneamente” puesto que esta ideología les es inculcada por la clase dominante o en ascenso, sirve a la unidad de esta clase y asegura su explotación. Así, la propia burguesía es ya en el siglo XVIII una clase explotadora.

Para llegar a percibir esta “cortina” de humo ideológico–idealista de las clases dominantes fueron necesarias las circunstancias excepcionales de la primera mitad del siglo XIX: la experiencia de las luchas de clases de las revoluciones en Francia (1789, 1830) y las primeras luchas de clase proletarias, más la economía política inglesa, más el socialismo francés. El resultado del concurso de estas circunstancias fue el descubrimiento de Marx quien, abrió al conocimiento científico el “Continente–Historia”.

Pero en historia como en la naturaleza el hombre sólo conoce lo que es, y no lo que “hace”. Que sea necesario un enorme trabajo científico y gigantescas luchas prácticas para llegar a conocer lo que es, no cambia el fondo de las cosas para nada. Sólo se conoce lo que es, incluso si lo que es cambia, bajo el efecto de la dialéctica material de la lucha de clases, incluso si lo que es se conoce sólo a condición de ser transformado”.

El propio Marx habla de cómo él y Engels tuvieron que romper la pantalla, liquidar cuentas con su conciencia filosófica anterior, para abrir paso al conocimiento científico de la historia. En el Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política, texto que podemos considerar prácticamente como el inicio del materialismo histórico, Marx dice:

“Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas, había llegado por distinto camino al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en Bruselas, acordamos contrastar conjuntamente nuestro punto de vista con el ideológico de la filosofía alemana; en realidad liquidar cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior. (…) El manuscrito —dos gruesos volúmenes en octavo— llevaba ya la mar de tiempo en Westfalia, en el sitio en que había de editarse, cuando nos enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedían su publicación. En vista de esto, entregamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas, estaba ya conseguido. Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré el Manifiesto del Partido Comunista redactado por Engels y por mí, y un Discurso sobre el librecambio, que yo publiqué.”

Sin romper con la concepción idealista sobre la historia, propia de la sociedad burguesa, no es posible conocer científicamente la realidad social y, ni mucho menos, acceder a su transformación revolucionaria. Este es el importantísimo papel que cumple el combate filosófico.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Materialismo Dialéctico Frente a Humanismo burgués





La Filosofía es, en última instancia, lucha de clases en la teoría




Dado que vamos a adentrarnos en el combate filosófico, comenzaremos en primer lugar por situarnos en qué terreno es el que pisamos.

Una rápida incursión en internet nos da la definición de filosofía más al uso: “La palabra filosofía, de origen griego, significa amor por la sabiduría. Es la ciencia que trata de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas”.
Si consultamos el diccionario de la RAE la filosofía es el: “Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano”.
Una y otra definición identifican a la Filosofía con la ciencia y eliminan cualquier carácter práctico o político de la filosofía.
Pero la filosofía NO es una ciencia, ni mucho menos es la “ciencia de las ciencias”. Y la filosofía tiene carácter práctico y carácter de clase.

TESIS 1: ¿Qué es la Filosofía? La filosofía es un cuerpo teórico abstracto, formado por categorías y tesis filosóficas que expresan, en el terreno de la teoría, una determinada toma de posición. Tiene carácter práctico, carácter de clase, y constituye el sustento teórico de la ideología. La filosofía es, en última instancia, lucha de clases en la teoría.

  • Según la definición arriba expresada, la filosofía es en primer lugar, un cuerpo teórico abstracto, formado por categorías y tesis filosóficas.
Una categoría filosófica es una abstracción general indemostrable, con la que se caracteriza la realidad. No es un concepto científico. Ejemplos de categorías: materia, idea, hombre, … Las tesis filosóficas establecen una determinada relación entre las categorías.
  • La definición sigue afirmando: [categorías y tesis filosóficas] que expresan, en el terreno de la teoría, una determinada toma de posición.
Desde estas tomas de posición, se desarrolla una u otra concepción del mundo, una posición y un punto de vista ante él. La filosofía NO es una ciencia, NO da conocimiento y NO es demostrable. Pero abre o cierra la vía para el conocimiento. Y se pueden demostrar sus consecuencias prácticas.
Ejemplo: las filosofías feudales que consideraban que la realidad se movía de acuerdo a la voluntad divina, obstaculizaron el avance del conocimiento científico, acusándolo de herejía. Por el contrario, las filosofías humanistas burguesas, dieron un gran impulso a las ciencias naturales.
  • Tiene carácter práctico y de clase y constituye el sustento teórico de la ideología.
Surge, en la Grecia antigua, como consecuencia directa e inmediata del elevado grado de desarrollo de la práctica social que la humanidad ha llegado a alcanzar en su lucha por la producción, por la experimentación científica y, sobre todo, por la lucha de clases.

Aparece al mismo tiempo que el Estado, y para dar sustento a la ideología esclavista. Cuando la sociedad griega ha adquirido un grado de complejidad en el que ya no bastan los mitos y los principios ideológicos prácticos para fijar y reproducir el complejo sistema de relaciones sociales existentes. Hay ya tres clases sociales claramente diferenciadas: 1. Los ciudadanos, los únicos que podían poseer tierras y participar en la gestión de la polis (ciudad), es decir los únicos con derechos políticos. 2. Los metecos, extranjeros residentes en Atenas, eran libres pero no participaban en la política ni podían poseer tierras, eran en su mayoría mercaderes, banqueros y comerciantes. 3. Los esclavos. No eran libres, no tenían derechos sobre sus personas, ya que sus cuerpos pertenecían a sus dueños o al Estado, por lo que estaban obligados a trabajar para ellos. Las mujeres no tenían derecho de ciudadanía. En una población de 250.000 habitantes, menos de 25.000 eran ciudadanos. Pero la lucha de clases más aguda se da entre éstos: sólo pueden acceder a los cargos públicos los terratenientes y los ciudadanos con menos propiedades pueden acabar siendo esclavos o teniendo que vender a sus hijos para sufragar sus deudas. Ya no hay dos categorías, hombres libres y esclavos, sino un complejo sistema social que precisa del Estado y de la Filosofía.
En última instancia, la filosofía no es otra cosa que lucha de clases en la teoría.
Frente a las concepciones burguesas de la filosofía como “especulación pura” o “tapahuecos de la ciencia”, el marxismo reivindica el carácter de clase, práctico y transformador de la filosofía.
Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, dice Marx.

Como hemos dicho, tomamos como base de las asignaturas de esta escuela el citado libro de Louis Althusser: “Para una crítica de la práctica teórica. Respuesta a John Lewis”. A partir de ahora, los párrafos textuales los pondremos entrecomillados y sobre fondo gris.



Veamos cómo lo argumenta Althusser:

“La mayoría de profesores de filosofía en nuestra sociedad burguesa afirman que ellos no hablan de política. No, ellos hablan de filosofía. Punto y aparte.

Por eso Lenin los trataba, citando a Dietzgen, de lacayos diplomados del estado burgués. ¡Qué miseria! Porque al fin de cuentas, desde Platón, todos los grandes filósofos han hablado de política, y también todos los grandes filósofos burgueses (…). No lo decían, pero todos sospechaban más o menos que hacer filosofía es hacer política en la teoría.

(…) Engels, Lenin por cierto, pero, ¡Stalin también! y, claro está, Gramsci y Mao lo han dicho: la lucha de clase proletaria tiene necesidad de la filosofía. No sólo necesita la ciencia marxista de la historia (el materialismo histórico), sino también la filosofía marxista (el materialismo dialéctico).

¿Por qué?

Séame permitido responder por medio de una fórmula que asumo el riesgo (personal) de escribir: porque la filosofía es, en última instancia, lucha de clase en la teoría.

Para orientar al lector a quien esta fórmula, en extremo condensada, pudiera desconcertar, he aquí tres referencias.

1) Por su abstracción, su racionalidad y su sistematicidad, la filosofía figura cabalmente “en” la teoría, en la vecindad de las ciencias, con la cual contiene relaciones específicas. Pero la filosofía no es (una) ciencia.

2) A diferencia de las ciencias, la filosofía mantiene una relación íntima con la tendencia de clase de las ideologías que, en última instancia, son prácticas y no pertenecen a la teoría.

3) En todas estas formulaciones, la expresión “en última instancia” designa “la determinación en última instancia”, el aspecto principal, el “eslabón decisivo” de la determinación. Implica por lo tanto la existencia de uno o varios aspectos secundarios, subordinados, sobredeterminados y sobredeterminantes, en tanto que otros. Así, la filosofía no es sólo lucha de clase en la teoría, y las ideologías no son sólo prácticas; pero sí lo son “en última instancia”.

Hay tres formas de la lucha de clase. La forma económica, la forma política y la forma teórica de la lucha de clase. O si se prefiere: la misma lucha de clase existe, y debe ser conducida por el proletariado, bajo la dirección de su partido, en la economía, en la política y en la teoría. En la teoría, el concentrado de la lucha de clase se llama filosofía.

Todo esto, se dirá, son palabras. Y bien, no. Estas palabras son justamente las armas para la lucha de clase en la teoría, y como la lucha de clase en la teoría es una “parte” de la lucha de clase a secas, y como la forma más alta de la lucha de clase es la lucha de clase política, las palabras de la filosofía son armas en el combate político.

(…) Lo demostraremos en seguida.

Por cierto, como cito a Engels y Lenin, John Lewis dirá seguramente, una vez más, que hablo como “el último campeón de una ortodoxia amenazada por graves peligros” ¡O.K.! Trataré de defender esta “ortodoxia” que se llama la teoría de Marx y Lenin. ¿Esta ortodoxia está amenazada, desde su nacimiento, por “graves peligros”? Sin duda, por los de la ideología burguesa. ¿John Lewis dirá que “predico en el desierto”?

¡No! Los comunistas, cuando son marxistas, y los marxistas cuando son comunistas, no predican jamás en el desierto. No obstante, pueden estar relativamente solos.

¿Por qué? Lo veremos.

Es pues sobre esta base teórica marxista, “ortodoxa”, puesto que corresponde a la teoría de Marx y de Lenin, que quiero explicarme, con John Lewis y con mis propios errores. Sobre la base de la necesidad de la lucha de clase en la teoría proclamada por Engels y Lenin —y sobre la base de la definición de filosofía que propongo hoy (junio, 1972): la filosofía es, en última instancia, lucha de clase en la teoría”.

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sábado, 5 de noviembre de 2016

"Cuatro libros de Louis Althusser"


Louis Althusser (1918-1990) 
fue un intelectual comunista francés, con cierta influencia en la década de los 60 y 70, y al que normalmente se le clasifica dentro de la llamada corriente estructuralista, junto con otros pensadores de lengua francesa tales como Lévi-Strauss, Lacan, Derrida, Deleuze, Foucault, etc., aunque el propio Althusser nunca aceptó ser calificado como "estructuralista", dado lo ambiguo del término, y las connotaciones formalistas que tiene, contrarias a sus pretensiones de elaborar una filosofía materialista.

Louis Althusser se propuso la tarea de devolver al marxismo el carácter científico que sus fundadores, Marx y Engels quisieron darle, mediante una nueva concepción de la filosofía marxista, a partir de una nueva lectura de las obras de Marx y Engels.

El pensamiento de Althusser fue la convergencia de dos vocaciones: la filosofía y la política. La militancia comunista y la lucha contra el capitalismo, y la filosofía marxista como arma teórica de lucha política.

Althusser tuvo una educación católica, y militó en organizaciones cristianas durante su juventud, hasta que el cautiverio que sufrió durante la II Guerra Mundial, le puso en contacto con militantes comunistas, de los que quedó admirado por su coraje y la profundidad y la coherencia de sus convicciones políticas, pese a que la mayoría de ellos apenas sabían nada de filosofía ni de teoría política, por lo que decidió convertirse en un militante comunista y en un filósofo marxista.



El Capital


Louis Althusser y Étienne Balibar

El capital (1965) es uno de los textos fundacionales del marxismo estructuralista, corriente de pensamiento que pretendía llevar a cabo una revolución intelectual contra las interpretaciones del marxismo dominantes, y que supuso una profunda transformación de la filosofía contemporánea y la teoría social.

La obra consta de dos partes: en la primera de ellas, Althusser realiza una lectura crítica intensamente detallada de El capital recurriendo a todos los recursos de las disciplinas lingüística, literaria y filosófica, con el fin de depurar a Marx de la impronta de Hegel y relanzar su pensamiento sobre una base rigurosamente científica; en la segunda parte, Étienne Balibar, uno de los discípulos más aventajados de Althusser, lleva a cabo una disertación sobre el materialismo histórico dentro de lo que podría denominarse metahistoria.

Para leer El capital inauguró una nueva forma de leer a Marx que fomentó el debate intelectual y generó una enorme controversia. Se trata de una obra clave para cualquiera que se interese por el marxismo y el pensamiento del siglo XX en general.

se puede leer y descargar en formato OCR - 273 páginas

http://es.scribd.com/doc/63788365/Althusser-Louis-Para-Leer-El-Capital-Ed-Siglo-XXI-1969-OCR





Maquiavelo y nosotros

Louis Althusser 

En este texto clásico sobre Maquiavelo, Althusser discurrre sobre la posibilidad de una política revolucionaria cuando se dan todas las condiciones para inventar nuevas formas de organización social, pero no logran perfilarse los protagonistas de dicha transformación: el problema radica entonces en la necesidad de pensar y organizar las nuevas máquinas políticas que habrán de desencadenar el proceso revolucionario en el vacío de la inexistencia de la política que conformará el futuro, y en la coyuntura presente de la dominación real. Maquiavelo responde a esta pregunta interrogándose sobre las características del Príncipe Nuevo que habrá de imponer las formas políticas democráticas y abrir las vías de la democracia absoluta del nuevo proceso constituyente, inaugurando así la tradición del materialismo moderno que con Spinoza y Marx desemboca en el marco teórico-práctico de la experiencia comunista contemporánea. El libro va precedido de una introducción de Antonio Negri.

se puede descargar desde el enlace: (96 páginas en formato pdf de muy buena calidad)

http://www.mediafire.com/view/?y51pr5idkr9r79w

La revolución teórica de Marx

Louis Althusser

Este libro recoge los ensayos sobre temas marxistas que Louis Althusser publicó de 1960 a 1964 en diversas revistas del Partido Comunista francés y en Esprit. «Casi todos estos textos —señala el autor— nacieron de una coyuntura: reflexión sobre una obra, respuesta a una crítica o a objeciones, análisis de un espectáculo, etc. Llevan en sí la fecha y la marca de su nacimiento, hasta en sus diferencias que no he querido corregir» (Prefacio, p. 13). El Prefacio de la obra está redactado en 1965, y en él advierte Althusser que dichos estudios reflejan la evolución de su pensamiento en estos años, por lo que se ve obligado a hacer precisiones sobre algunos puntos teóricos que aún no estaban perfilados cuando se publicaron. Ulteriores advertencias de este género se encuentran en el Prólogo a la segunda edición (pp. IX-XV), publicado en 1967, que encabeza la obra.
La postura «comprometida» del autor queda precisada sin ambages desde el primer momento: «Para comprender y juzgar estos ensayos es necesario tener en cuenta que fueron concebidos, redactados y publicados por un filósofo militante comunista en una coyuntura política, ideológica y teórica precisa» (Prólogo a la 2.ª ed., p. IX). Suponen el inicio de un proceso de investigación prolongado —del que su obra posterior Lire le «Capital» será un hito importante— referente a los principios de la ciencia y de la filosofía fundada por Marx. «Sin embargo, estos ensayos filosóficos no surgen sólo de una investigación erudita o especulativa. Son, al mismo tiempo, intervenciones de carácter político en una coyuntura definida»

se puede leer y descargar desde el enlace: (211 páginas escaneadas en formato OCR)

http://es.scribd.com/doc/63463452/Althusser-Louis-La-Revolucion-Teorica-de-Marx-OCR



Para una crítica de la práctica teórica (Respuesta a John Lewis)

Louis Althusser

En el curso de la primavera de 1972, el filósofo comunista inglés John Lewis consagró, en la revista del Partido Comunista británico, Marxism Today, dos artículos al “caso Althusser”. Diagnóstico: “dogmatismo agudo”. Pronóstico: “el enfermo no subsistirá demasiado tiempo”. El punto de ataque es el humanismo. Para John Lewis no existe ningún problema: la filosofía marxista es humanista. “El hombre hace la historia”. El hombre hace la historia “trascendiendo” la historia. “El hombre sólo conoce lo que él hace”. “La tesis de Althusser sobre la ruptura epistemológica” es una “pura invención”. Marx fue, desde el comienzo al fin, humanista y hegeliano. Creyente en el Hombre, en la Alienación y en la Negación de la Negación (=trascendencia). Yo respondí a John Lewis en un artículo publicado por Marxism Today en el otoño de 1972. Este libro es la versión castellana (tomada del francés) del texto inglés, corregido y desarrollado en algunos puntos. Además incluyo una nota política demasiado extensa como para aparecer en el artículo antes mencionado. Al idealismo de John Lewis opongo las tesis materialistas del marxismo-Ieninismo sobre la historia, la lucha de clases y la filosofía. De todo ello, deduzco conclusiones teóricas. A propósito de la “ruptura epistemológica”, mantengo mi tesis, si bien retomo mi “autocrítica” del 67: mi desviación teoricista me había llevado, fácilmente, en 1963-1965, a una concepción errónea de la filosofía. Y saco las primeras consecuencias referidas a la historia del pensamiento de Marx. Pero, fundamentalmente, me pregunto: ¿por qué este debate sobre el humanismo? ¿Por qué esta ola de ideología burguesa en el marxismo? Donde John Lewis se calla, yo hablo de política. En primer lugar: el XX Congreso, su explicación pseudo-marxista de las “violaciones de la legalidad socialista” por el “culto de la personalidad”. Los resultados. Pero es preciso ver más allá del XX Congreso: a la larga lucha del movimiento obrero por romper con la ideología burguesa y ocupar posiciones proletarias. Porque el corazón de la ideología burguesa es la pareja economicismo-humanismo. El humanismo, cuando no se reduce a un simple discurso general, sino que constituye un sistema coherente y durable, tiene siempre un reverso: el economicismo. Incluso en el movimiento obrero. La prueba: la Segunda Internacional. La lucha continúa.

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http://www.uruguaypiensa.org.uy/andocasociado.aspx?246,733