jueves, 2 de febrero de 2017

HISTORIA DEL CAPITALISMO A TRAVÉS DE SUS CRISIS (I)



La “acumulación – expropiación” originaria





Hemos visto que la existencia del capital requiere de dos condiciones previas:

Primera: que exista una acumulación originaria (o como dice Marx, hablando en propiedad, una expropiación originaria) gracias a la cual una parte de la sociedad –la clase de los capitalistas– se ha apropiado de los frutos del trabajo social.

Segunda: que, por el contrario, exista otra parte de la sociedad que no posea otra cosa que su fuerza de trabajo y deba venderla en el mercado para subsistir.

¿Y cómo se dio este proceso?

Marx dedica un capítulo de su obra principal, El Capital, a exponer cómo surgieron en la historia las condiciones para la aparición del modo de producción capitalista. El texto es tan rico y completo que resulta difícil recortarlo, hemos optado por presentar una selección amplia que sintetizaremos al final.

Veamos lo que plantea Marx:

1.- EL SECRETO DE LA ACUMULACION ORIGINARIA

Hemos visto cómo se convierte el dinero en capital, cómo sale de éste la plusvalía y de la plusvalía más capital. Sin embargo, la acumulación de capital presupone la plusvalía; la plusvalía, la producción capitalista, y ésta, la existencia en manos de los productores de mercancías de grandes masas de capital y fuerza de trabajo. Todo este proceso parece moverse dentro de un círculo vicioso, del que sólo podemos salir dando por supuesto una acumulación «originaria» anterior a la acumulación capitalista («previous accumulation», la denomina Adam Smith), una acumulación que no es fruto del régimen capitalista de producción, sino punto de partida de él.

Esta acumulación originaria viene a desempeñar en la Economía política más o menos el mismo papel que desempeña en la teología el pecado original. Adán mordió la manzana y con ello el pecado se extendió a toda la humanidad. Los orígenes de la primitiva acumulación pretenden explicarse relatándolos como una anécdota del pasado. En tiempos muy remotos —se nos dice—, había, de una parte, una élite trabajadora, inteligente y sobre todo ahorrativa, y de la otra, un tropel de descamisados, haraganes, que derrochaban cuanto tenían y aún más. (…) Así se explica que mientras los primeros acumulaban riqueza, los segundos acabaron por no tener ya nada que vender más que su pellejo. De este pecado original arranca la pobreza de la gran masa que todavía hoy, a pesar de lo mucho que trabaja, no tiene nada que vender más que a sí misma y la riqueza de los pocos, riqueza que no cesa de crecer, aunque ya haga muchísimo tiempo que sus propietarios han dejado de trabajar.

(…) Sabido es que en la historia real desempeñan un gran papel la conquista, el esclavizamiento, el robo y el asesinato, la violencia, en una palabra. Pero en la dulce Economía política ha reinado siempre el idilio. Las únicas fuentes de riqueza han sido desde el primer momento el derecho y el «trabajo». En la realidad, los métodos de la acumulación originaria fueron cualquier cosa menos idílicos.

Ni el dinero ni la mercancía son de por sí capital, como no lo son tampoco los medios de producción ni los artículos de consumo. Hay que convertirlos en capital. Y para ello han de concurrir una serie de circunstancias concretas, que pueden resumirse así: han de enfrentarse y entrar en contacto dos clases muy diversas de poseedores de mercancías; de una parte, los propietarios de dinero, medios de producción y artículos de consumo deseosos de explotar la suma de valor de su propiedad mediante la compra de fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su propia fuerza de trabajo y, por tanto, de su trabajo. Obreros libres en el doble sentido de que no figuran directamente entre los medios de producción, como los esclavos, los siervos, etc., ni cuentan tampoco con medios de producción de su propiedad como el labrador que trabaja su propia tierra, etc.; libres y desheredados. Con esta polarización del mercado de mercancías se dan las condiciones fundamentales de la producción capitalista. (…) Por tanto, el proceso que engendra el capitalismo sólo puede ser uno: el proceso de disociación entre el obrero y la propiedad de las condiciones de su trabajo, proceso que, de una parte, convierte en capital los medios sociales de vida y de producción, mientras que, de otra parte, convierte a los productores directos en obreros asalariados. La llamada acumulación originaria no es, pues, más que el proceso histórico de disociación entre el productor y los medios de producción. Se la llama «originaria» porque forma la prehistoria del capital y del modo capitalista de producción.

La estructura económica de la sociedad capitalista brotó de la estructura económica de la sociedad feudal. Al disolverse ésta, salieron a la superficie los elementos necesarios para la formación de aquélla.

El productor directo, el obrero, no pudo disponer de su persona hasta que no dejó de vivir encadenado a la gleba y de ser siervo dependiente de otra persona. Además, para poder convertirse en vendedor libre de fuerza de trabajo, que acude con su mercancía adondequiera que encuentre mercado, hubo de sacudir también el yugo de los gremios, sustraerse a las ordenanzas sobre aprendices y oficiales y a todos los estatutos que embarazaban el trabajo. Por eso, en uno de sus aspectos, el movimiento histórico que convierte a los productores en obreros asalariados representa la liberación de la servidumbre y la coacción gremial, y este aspecto es el único que existe para nuestros historiadores burgueses. Pero, si enfocamos el otro aspecto, vemos que estos trabajadores recién emancipados sólo pueden convertirse en vendedores de sí mismos, una vez que se vean despojados de todos sus medios de producción y de todas las garantías de vida que las viejas instituciones feudales les aseguraban. Y esta expropiación queda inscrita en los anales de la historia con trazos indelebles de sangre y fuego.

A su vez, los capitalistas industriales, estos potentados de hoy, tuvieron que desalojar, para llegar a este puesto, no sólo a los maestros de los gremios artesanos, sino también a los señores feudales, en cuyas manos se concentraban las fuentes de la riqueza. Desde este punto de vista, su ascensión es el fruto de una lucha victoriosa contra el poder feudal y sus indignantes privilegios, contra los gremios y las trabas que estos ponían al libre desarrollo de la producción y a la libre explotación del hombre por el hombre. Pero los caballeros de la industria subieron y triunfaron por procedimientos no menos viles que los que en su tiempo empleó el liberto romano para convertirse en señor de su patrono.

El proceso de donde salieron el obrero asalariado y el capitalista, tuvo como punto de partida la esclavización del obrero. Este desarrollo consistía en el cambio de la forma de esclavización: la explotación feudal se convirtió en explotación capitalista. Para comprender la marcha de este proceso, no hace falta remontarse muy atrás. (…) Allí donde surge el capitalismo hace ya mucho tiempo que se ha abolido la servidumbre (…).

En la historia de la acumulación originaria hacen época todas las transformaciones que sirven de punto de apoyo a la naciente clase capitalista, y sobre todo los momentos en que grandes masas de hombres son despojadas repentina y violentamente de sus medios de subsistencia y lanzadas al mercado de trabajo como proletarios libres y desheredados. Sirve de base a todo este proceso la expropiación que priva de su tierra al productor rural, al campesino. Su historia presenta una modalidad diversa en cada país, y en cada uno de ellos recorre las diferentes fases en distinta gradación y en épocas históricas diversas. Reviste su forma clásica sólo en Inglaterra, país que aquí tomamos, por tanto, como modelo.


1º.- Llamamos acumulación originaria a un proceso singular de acumulación de capital.

Singular porque no es fruto del régimen de producción capitalista, sino punto de partida imprescindible para él. Sólo sobre la base de una acumulación originaria de este tipo pudieron llegar a brotar de la estructura económica de la sociedad feudal las condiciones fundamentales de la producción capitalista.
Marx no llega al concepto de “acumulación originaria” a través del estudio de los hechos históricos, sino exactamente al revés. Lo establece como una necesidad teórica del materialismo histórico, y sólo luego la busca y la documenta en la historia.

2º.- Las condiciones fundamentales necesarias para que exista la producción capitalista exigen polarizar el mercado de mercancías en dos tipos muy distintos de poseedores:

- de un lado los propietarios de dinero, medios de producción y artículos de consumo deseosos de aumentar el valor de su propiedad mediante la compra de fuerza de trabajo ajena.

- del otro, obreros libres. Libres en el doble sentido, se ha librado de las relaciones de servidumbre; pero también ha sido desposeídos de sus medios de vida. Libres y desposeídos.


3º.- La acumulación originaria es el imprescindible punto de partida en la génesis del capitalismo. Exige la disociación entre el productor y los medios de producción.

Supone la expropiación forzosa del productor directo, transformándolo en obrero asalariado.

Sólo así pueden crearse las condiciones fundamentales para que exista la producción capitalista. Como dice Marx: El proceso de donde salieron el obrero asalariado y el capitalista, tuvo como punto de partida la esclavización del obrero. El cambio de la forma de esclavización: la explotación feudal se convirtió en explotación capitalista.

4º.- Este proceso está escrito en la historia “a sangre y fuego”. Es un proceso de lucha de clases. Y “los métodos fueron de todo menos idílicos”.

En la trasformación de los productores en obreros asalariados, los historiadores burgueses sólo ven el aspecto de la liberación de la servidumbre. Pero ocultan el otro aspecto, el de ser “despojados de todos sus medios de producción. Y esta expropiación queda inscrita en los anales de la historia con trazos indelebles de sangre y fuego”.

A su vez la burguesía tuvo que desalojar del poder a los feudales.
Las condiciones necesarias para la aparición del capitalismo no brotan de forma espontánea de la descomposición del régimen feudal. Este sería un punto de vista economicista. Es un proceso de lucha de clases, y se imponen desde el poder y por la fuerza.

5º.- Sirve de base a todo este proceso la expropiación que priva de su tierra al productor rural, al campesino.

Allí donde surge el capitalismo hace ya tiempo que el régimen feudal está en abierta disolución y se ha abolido la servidumbre. Esta disolución del feudalismo crea una gran masa –Marx plantea que en la Inglaterra del siglo XV son la inmensa mayoría de la población- de campesinos libres que son propietarios de la tierra que trabajan, tienen a su disposición amplios terrenos comunales donde se aprovisionan de diversos productos y pastaban sus ganados.

En la próxima asignatura conoceremos cómo se da en Inglaterra este proceso por el que “grandes masas de hombres son despojadas repentina y violentamente de sus medios de subsistencia y lanzadas al mercado de trabajo como proletarios libres y desheredados”.

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