lunes, 9 de octubre de 2017

En el 50 aniversario de su asesinato


El 8 de octubre de 1967, el ejército boliviano, con el apoyo de agentes de la CIA, capturó a Ernersto Guevara de la Serna, el Che, en un lugar llamado Quebrada del Churo.



Herido en una pierna, fue trasladado a una escuela abandonada del poblado de La Higuera donde pasó su última noche. Al día siguiente, el guerrillero fue ejecutado. La imagen de su cuerpo exhibida a los periodistas y curiosos en un lavadero dio la vuelta al mundo, le aseguró un lugar permanente en la historia, consolidando su estatus de mito revolucionario.

Medio siglo después, el espíritu rebelde del Che, con sus luces y sombras, sigue manteniendo el magnetismo de la utopía de los años románticos de la Revolución. La izquierda nacida del mayo del 68 contribuyó a acrecentar la popularidad del argentino, patentada en imagen de culto gracias a la foto que le tomó Alberto Korda, reproducida por doquier en camisetas, pósters, gorras y todo tipo de merchandising, que exhiben por igual los jóvenes activistas y las estrellas del deporte, el cine o la música.


Fidel Castro dijo varias veces que el punto débil, su talón de Aquiles, era su audacia, su desprecio total por el peligro y por su propia vida. Y tal vez sea cierto, pero tal vez en eso radicara la fuerza y la grandeza de Ernesto Guevara, al que, aun a la distancia, quienes nos sentimos sus compañeros, llamábamos, simplemente, El Che.

lunes, 2 de octubre de 2017

844 heridos por las cargas policiales

ASÍ NO




Denunciamos rotundamente la violencia policial ejercida contra la población, no tiene justificación alguna y merece el tajante rechazo de toda la sociedad catalana y española


Hasta 844 ciudadanos catalanes tuvieron que ser atendidos por el Sistema de Emergencias Médicas de la Generalitat, durante la jornada del 1-O, como resultado de la violencia policial. Al menos la mitad de ellos recibieron heridas de diversa consideración. Y dos tuvieron que ser ingresados en estado más grave: un hombre herido en un ojo con una pelota de goma y otro que ha sufrido un infarto en el desalojo de un centro de votación.

La violencia policial que sufrimos ayer no tiene justificación alguna. Cumplir el mandato judicial, que ordenaba desalojar centros de votación y requisar material electoral, no implicaba en modo alguno agredir a la población civil ni impedir las manifestaciones.

La brutalidad que todos vimos en imágenes que han provocado una lógica indignación es antagónica a la proporcionalidad con que debe actuar la policía en un país democrático como es España.

La posición expresada por el gobierno de Rajoy, calificando de “extraordinaria” la actuación policial, o valorando cínicamente al referirse a los heridos que “estas cosas pueden suceder”, expresa su carácter reaccionario.

Las agresiones contra la población civil por parte de la policía fueron un garrafal error político, proporcionando a Puigdemont argumentos para esconder sus maniobras antidemocráticas y focalizar toda la atención en “la represión del Estado”.

Pero, sobre todo, es una barbaridad que debe provocar el unánime rechazo de todos, independientemente de la posición que se haya mantenido ante el 1-O o de que se apoye o no la independencia.

Se han cursado ya más de 70 denuncias por las agresiones sufridas. Deben de investigarse y depurar responsabilidades, empezando por el ministro del Interior.

La violencia policial genera división y enfrentamiento, entre la sociedad catalana y el resto de España.

Nos unimos al rechazo de la sociedad catalana, compartido por todo el pueblo español, a la brutal actuación de policía nacional o guardia civil.

Con la misma firmeza con que nos enfrentamos al carácter antidemocrático de quienes quieren imponer la fragmentación a la sociedad catalana, denunciamos tajante los injustificables ataques contra la población