sábado, 17 de mayo de 2014
Contra los recortes en la sanidad catalana
¡Con nuestra salud no se juega!
A lo largo del 2011 la lista de espera de las 14 operaciones más comunes creció más de un 40%, hasta llegar a 80.500 enfermos.
Proponemos abolir los recortes y aumentar la inversión en sanidad haciendo pagar más a quien más tiene para dedicar como mínimo el mismo porcentaje que Alemania o Francia a la salud, para elevar el nivel de salud y mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría.
La Generalitat lleva encabezando los recortes sanitarios desde el principio de la crisis, y la omisión de auxilio se ha convertido en su línea general bajo la máxima de Boi Ruiz de que “la salud de cada uno es un asunto de cada uno, no una obligación de la administración”.
Vaya por delante un saludo al pueblo madrileño y sus profesionales sanitarios que están protagonizando encierros y movilizaciones contra la privatización de sus hospitales y la implantación del euro por medicamento.
Su lucha es la nuestra.
De todas las cifras las de las listas de espera son las más sangrantes. A lo largo del 2011 la lista de espera de las 14 operaciones más comunes creció más de un 40%, hasta llegar a 80.500 enfermos.
"Con Artur Mas como alumno aventajado, los dictados de Berlín y el FMI representan la sanidad de los poderosos. La que deja enfermar a quien no tiene para pagarse la salud"
En una reciente carta publicada en el diari de Tarragona una auxiliar de enfermería de 52 años, de baja por un estrechamiento del canal medular en las lumbares dice…
La solució és una intervenció quirúrgica que no em poden realitzar perquè hi ha un retard d’un any i mig o dos en les llistes d’espera per a aquest tipus d’operació a l’Hospital Joan XXIII de Tarragona. Prenc analgèsics molt potents que que no em treuen el dolor i antidepressius.
La qüestió és que hauré de demanar un crèdit, que espero que em concedeixin per operar-me en una clínica privada.Trobo molt injust i em fa molta ràbia que ens tractin com si només fóssim números i estadístiques.
La respuesta del conceller es de risa: una Catalunya independent tendría menos listas de espera y 3.000 millones más para sanidad.
La cuestión de las listas de espera en Catalunya ya levantó un escándalo en el 2000, cuando el jefe de cirugía cardiaca del hospital de Sant Pau, denunció la muerte de siete pacientes mientras esperaban ser operados.
La Generalitat le acusó de alarma innecesaria, mientras Cirujanos de diferentes hospitales de toda España corroboraron que era un problema general.
Doce años después los recortes se cobraron su primera víctima en ese mismo hospital, cuando una mujer con cáncer de hígado moría por una hemorragia interna en urgencias tras nueve horas de espera, sin cirujano y sin ambulancias para trasladarla.
Los recortes han levantado un vendaval ciudadano de rechazo que amenaza con resquebrajar el oasis de la sanidad catalana y el pacto de corrupción entre CiU y el PSC.
Recientemente, una revista llamada “café amb llet” ha sido multada por destapar varios casos de corrupción de altos cargos de CiU y poderosos empresarios afines al partido que se han enriquecido a costa de la sanidad en la provincia de Gerona.
Uno de ellos pagaba las cuotas de su club de Hockey con dinero de la sanidad pública. En Barcelona, una radióloga del hospital Sant Pau ha puesto al descubierto el uso de la sanidad para el pago de favores a altos cargos.
Mientras se aplican ERES y rebaja salarial a los trabajadores y se elimina el agua gratis para los pacientes; gestores y patronos de la Fundación del hospital, que depende de la Iglesia, la Generalitat y el Ayuntamiento, pagaban y cobraban sueldos y sobresueldos ilegales.
Ricard Gutiérrez Martí, un alto cargo socialista de la sanidad catalana y española cobró unos 110.000 euros anuales entre 2004 y 2011 como gerente de Sant Pau a pesar de no ocupar tal cargo.
Al hacerse público fue oficialmente despedido con una indemnización de 160 mil. Total un millón de euros por 3 años de trabajo.
Esta es la realidad de la casta política catalana que vive del saqueo de las arcas públicas al tiempo que con ello favorecen los beneficios de grandes farmacéuticas e industrias de tecnología sanitaria. Son los que luego dicen que es Madrid quien expolia Catalunya.
Pero en Madrid pasa lo mismo. Hace un año se aprobaron seis nuevos y caros medicamentos que pasaron a tener financiación pública. Uno de ellos ha sido rechazado por el sistema británico de salud, porque su beneficio no compensaba su precio. ¿Qué pasa, que aquí sobra el dinero? No, alguien quería ser el que hiciera el favor a la industria.
Estos favores son los que hacen que en toda España, y por tanto en Catalunya, se financien 10.000 fármacos cuando los especialistas opinan que sólo se necesitan 40; que el presupuesto farmacéutico catalán sobrepase los 1.700 millones de euros o que más de 250.000 personas sean hospitalizadas cada año en España por reacciones adversas a los medicamentos, de las que mueren 14.000. Mientras claman contra Madrid, los Artur Mas y compañía esconden en que se gastan nuestro dinero, y la gente sufrimos listas de espera, falta de médicos y copago.
La burguesía catalana y su casta política se ha prestado como verdugo público para los recortes del FMI y la UE con el fin de conseguir por su cuenta un status privilegiado. Por eso proponemos abolir los recortes y aumentar la inversión en sanidad haciendo pagar más a quien más tiene para dedicar como mínimo el mismo porcentaje que Alemania o Francia a la salud, para elevar el nivel de salud y mejorar las condiciones de vida de la gran mayoría.
Las candidaturas de UCE defendemos una sanidad nacional y popular, gestionada por quien la mueve y usa para prevenir, curar, ahorrar y mejorar la cantidad y calidad de vida de la inmensa mayoría de la población. Sanidad pública sí pero con un recorte drástico y redistribución de los sueldos y gastos suntuosos de los alto cargos y renegociación a la baja del precio de los medicamentos. Con ese dinero se podría abolir el copago o implantar primas de productividad, no ligadas al ahorro en pruebas y tratamientos sino en la bajada en la incidencia de las enfermedades. Sanidad pública sí pero democrática, gestionada directamente por cooperativas de profesionales, donde quepan asociaciones de enfermos, de defensa del paciente, de profesionales no reconocidos como homeópatas, podólogos, osteópatas… que decidan la línea médica, el presupuesto y el sistema de funcionamiento.
Sanidad pública sí pero nacional, que la aportación conjunta de todos permita la más amplia red de atención primaria y hospitales en cualquier rincón de España.
Quizás algunos conozcáis que durante la guerra civil los médicos del ejército alemán que vino a ayudar a Franco no atendían a españoles, sólo a sus compatriotas. Comían aparte. En el otro lado, el médico candiense Norman Bethune, dejó un buen cargo para venir a servir a la república en las brigadas internacionales y fundó la asociación hispanocanadiense de transfusión de sangre en colaboración con el Dr. Frederic Duran i Jordà, del Hospital Clínic. Bethune, defensor de una sanidad socializada, recaudó fondos en Canadá para la causa republicana y ayudó con su ambulancia a las víctimas del cruel bombardeo alemán sobre mujeres, niños y ancianos en la carretera que une Málaga y Almería en 1937.
Tras su muerte un homenaje decía así: Todos debemos aprender de su desinterés absoluto. Quien posea este espíritu puede ser muy útil al pueblo. La capacidad de un hombre puede ser grande o pequeña, pero basta con que tenga este espíritu para que sea hombre de elevados sentimientos, hombre íntegro y virtuoso, hombre exento de intereses triviales, hombre de provecho para el pueblo.
Han pasado 73 años desde la muerte de Bethune, los bancos alemanes hoy han sustituido los bombarderos y los recortes sustituyen a las bombas. Pero, con Artur Mas como alumno aventajado, los dictados de Berlín y el FMI representan la sanidad de los poderosos.
La que deja enfermar a quien no tiene para pagarse la salud. La que deja morir a quien no tiene para pagarse la vida.
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