jueves, 16 de abril de 2015
El Socorro Rojo Internacional y su intervención en España
EL MOPR: SU FUNDACIÓN Y ESTRUCTURA
La Organización Internacional para la Ayuda a los Revolucionarios, conocida en la Unión Soviética a través de las siglas MOPR (2), tuvo su difusión con el nombre de International Red Aid (3) (I.R.A.) y también como Rote Hilfe. Los inicios del Socorro Rojo Internacional, organismo auxiliar de la Comintern, se remontan al año 1922. Hay que mencionar, sin embargo, que según las memorias de Elena Stasova (4), vicepresidenta y luego presidenta del S.R.I. desde 1927 hasta 1938, existían ya desde 1920 grupos dispersos y no organizados con la finalidad de ayudar a “las víctimas de la reacción”. A tal propósito Stasova nos habla de un Socorro Rojo en Alemania, de una Cruz Roja política en Polonia, de otra organización en Bulgaria, del Comité de defensa de los revolucionarios húngaros de Viena y también de grupos de apoyo a los detenidos políticos y a las víctimas del fascismo presentes en muchas localidades italianas.
Por lo que se refiere a la fundación del S.R.I. en 1922, es sobre todo gracias a documentos escritos por y para la celebración de su décimo aniversario, que llegamos a tener noticias de esta organización. En un libreto con carácter propagandístico (5) se relaciona su fundación con la necesidad imperante de darle vida y se adjudica la iniciativa a un grupo de “viejos y experimentados bolcheviques rusos” (6). Estas noticias coinciden sólo parcialmente con otras indicaciones bibliográficas, como por ejemplo, las de Edward Carr y Martin Ryle. Parece ser que el S.R.I. según estos últimos textos mencionados, tuvo su origen, hecho que nunca se vuelve a señalar en los panfletos y propaganda oficial, por una iniciativa “a favor de las víctimas del terror de la burguesía en Polonia y fue llevada a cabo por destacados polacos del partido comunista ruso” (7), entre ellos Julián Marchlewski, líder de la Sociedad Rusa de Antiguos Bolcheviques (8) y ante dicha Sociedad presenta, el 13 de septiembre de 1922, la resolución para la creación del S.R.I. Por ello, esta iniciativa polaca se podría vincular a la acción previa desarrollada por la Cruz Roja Política (9) y organizada por el partido bolchevique durante los años de la clandestinidad. El S.R.I. quedó establecido formalmente el 29 de septiembre bajo el liderazgo de Marchlewski y Lepeshinsky.
El S.R.I. se puso en marcha el 17 Diciembre de 1922 cuando se creó una oficina central cuando mantuvo su primera reunión, sin embargo la primera celebración a nivel nacional del MOPR de toda la Rusia Soviética tuvo lugar el 30 de enero de 1924 y en ella participaron 50 delegados provenientes de toda la URSS. Es, de todas formas, sólo durante la I Conferencia Internacional del S.R.I., desde el 14 hasta el 16 de julio de 1924, que quedó establecido lo que se refiere a su organización. En ella participaron 108 delegados de los cuales dos tercios venían desde fuera de la Unión
Soviética. En esta Conferencia se estableció su propio esquema organizativo, basado en el modelo centralizador de las principales instituciones bolcheviques (Comintern y PCUS), con un congreso internacional, un comité ejecutivo y un presidium (10). Quedaba organizado como una estructura radial, bajo la dirección y el control soviético.
Si es en 1922 cuando se decidió establecer una organización permanente, es en el V Congreso de la Comintern, en 1924, que se realiza el cambio definitivo cuando, desde el plan más programático, se pasa a la praxis organizativa del S.R.I. Es concretamente en la “Resolución adoptada en el V Congreso Mundial de la Internacional Comunista (agosto-septiembre de 1924)”(11) que se establecen las características fundacionales, los fines y la tipología, o más bien la presunta falta de una tipología específica, de los afiliados del S.R.I. La Internacional Comunista adopta: “la resolución que fija la posición y las tareas de los partidos comunistas frente al S.R.I.” (12), hecho que implicará una fuerte, aunque no exclusiva, relación entre las secciones de la Comintern y la organización de las del S.R.I. Es un año, 1924, durante el cual la definición de la función del S.R.I. se puede enmarcar dentro de las nuevas líneas generales de la política soviética en el ámbito internacional, y que hace del S.R.I. una potencial y poderosa arma para la organización del Frente Único. Un instrumento útil para ganar las simpatías no sólo de los afiliados comunistas, sino también de las masas más lejanas al mundo comunista.
Por lo que se refiere a la organización fuera de la Rusia Soviética, las secciones del S.R.I. reflejaban, como es previsible, la organización central de la misma forma que aquellas del partido comunista reflejaban la de la Comintern. Las Secciones son nacionales con un Comité Central frente al cual deben responder los Comités Regionales y Locales (13). La unidad básica en cada País debe ser el Grupo, integrado por los obreros en las empresas, fábricas, talleres, oficinas, etc…., lo mismo que en las empresas agrícolas.
Resulta de especial interés en el análisis de los orígenes del S.R.I. podernos referir al primer llamamiento, o como se define en el mismo documento, al “Primer manifiesto del Socorro Rojo Internacional” (14) del 29 de diciembre de 1922. Queda aquí claro, hecho que no dejará duda alguna en el transcurso de nuestro análisis del S.R.I., que la Comintern así como el PCUS estaban involucrados como elementos constituyentes del S.R.I. tal y como se lee en su “manifiesto”: “En la Unión Soviética, con el apoyo de la Internacional Comunista y del C. C. del partido Comunista Ruso ha sido creada la organización del Socorro Rojo Internacional“ (15), sin embargo, eso no nos obliga a ver en el análisis de la labor realizada por el S.R.I , una total y perfecta coincidencia entre la política cominterniana y las orientaciones de los mismos.
Desde un inicio en este llamamiento aparece la total disyunción de los discursos propagandísticos del S.R.I. frente a la actual realidad soviética, que se articula entre la necesidad de reconocer los confines limitados del mundo socialista actual, y las exiguas esperanzas de expansión de su modelo. En dicho documento aparecen términos que se refieren a una “revolución inminente y mundial” a una “aguda lucha de clases”, que seguramente no son espejo de la incertidumbre y de las necesidades actuales de la política exterior soviética más conciliadora a finales de 1922. Una política revolucionaria que viaja sobre niveles de muy bajas expectativas y esperanzas. Un mes antes de este llamamiento, en el III Congreso de la Comintern, un Lenin ya gravemente enfermo, pronunciaba su último discurso, que tampoco dejaba espacio a muchas ilusiones revolucionarias. Reconozco, por lo tanto, que se podría ver en el S.R.I., especialmente en este momento, una especie de vía de escape a las restricciones impuestas por la diplomacia occidental, siempre pronta a bloquear la propaganda y la difusión del modelo soviético, a los discursos de la política exterior soviética.
No tan distintos, sino más radicales respecto a los años del llamamiento del S.R.I. (1922) son los discursos y la retórica soviética presentes en la propaganda expresada en 1924 en la “Declaración de la primera conferencia internacional del S.R.I.” (16). En 1924 se asiste a la difusión e inserción del S.R.I. y en general de la Unión Soviética, en el marco internacional, será un año clave para el reconocimiento oficial del gobierno soviético por parte de Gran Bretaña y de muchos otros gobiernos europeos (17). Desde 1924, tras la muerte de Lenin, sabemos que Stalin empezó a ejercer con más fuerza su poder, y que se pueden notar cambios y variaciones en la política exterior, más proclive hacia las potencias capitalistas con el fin de robustecer los flujos comerciales y fortalecer al mismo tiempo su posición internacional y la estabilidad del Estado soviético. Sin embargo, el lenguaje presente en los folletos y libros editados por el S.R.I. no parece seguir esta línea de moderación.
Se ven ya establecidos muy claramente los objetivos programáticos del S.R.I., sus intentos de ir más allá de la exclusiva y genérica ayuda a “todos” los “simpatizantes con la causa de la lucha revolucionaria”, hecho que nos permite superar las acusaciones dirigidas al S.R.I., a menudo reiteradas, de querer mostrarse como una organización apolítica y apartidista, de infiltrarse mezquinamente a través de su red en la sociedad y en los partidos, cuando en realidad sus fines desde este primer manifiesto están ampliamente expresados y declarados. El S.R.I. en esta declaración se refiere a sí misma como la “retaguardia roja”, definición que ha sido utilizada a menudo en la bibliografía de forma despectiva para nombrar al S.R.I. De ella se dice, por ejemplo, que fue el término con el cual “le ha designado toda la prensa soviética” (18), pero en realidad esta afirmación no es de la prensa soviética sino que es la forma de autodefinirse del mismo S.R.I. desde el Congreso de 1924 y posiblemente desde antes.
El hecho de que las finalidades del S.R.I. no sean solo de tipo filantrópico está claro desde el inicio y la acción filantrópica nunca parece estar desvinculada de aquella política. El mismo Zinoniev en 1925 afirma: “el MOPR no es una organización filantrópica ni una institución dedicada a la caridad; debe considerarse como un eslabón en la cadena del movimiento proletario internacional” (19). Sorprende por eso leer en N. Rodinevitch y E. Comín que la Comintern enmascaraba sus finalidades de
penetración política a través de fundaciones filantrópicas (20), entre las cuales menciona al S.R.I. Más bien creo que en ningún momento de sus programas el S.R.I. se presentase exclusivamente con estas finalidades caritativas o que haya querido esconder sus fines políticos concretos.
Sería imposible seguir, dentro de esta comunicación, todos los cambios que caracterizan el S.R.I. con relación a los diferentes momentos políticos, y sobre todo con relación a las diferentes políticas de frente único desarrolladas desde 1924 hasta el cambio de rumbo de 1934, con el acercamiento a una política frente populista, sin embargo, antes de dejar el marco internacional del S.R.I. es interesante mirar al año 1932 cuando se celebrará en Moscú, el Congreso Mundial del S.R.I. (21), del 10 al 25 de noviembre, con ocasión de su X aniversario “de existencia y combates”.
La situación del S.R.I. en 1932, respeto a sus inicios, se presenta de forma muy diferente a la Sociedad de Viejos Bolcheviques. Ahora se habían formado en el extranjero 66 secciones (22), una expansión cuya fundación sabemos que incluye entre estas secciones, aquella española, aunque no se cite en este documento, dado que hasta 1934 no constituirá una prioridad para la Comintern. El Estatuto del S.R.I. en su texto definitivo (23) refleja la total centralización y dependencia de las secciones del S.R.I. a la matriz y la publicación de un “Modelo de Estatuto para las Secciones de Socorro Rojo Internacional” (24) es el síntoma de este afán de expansión siempre bajo una atenta dirección. Un Estatuto que repite los contenidos que, ya a nivel general, se han pronunciado en muchas directivas sobre la organización y el carácter del S.R.I..
EL S.R.I. había alcanzado niveles mundiales, una expansión que se puede explicar en el marco del internacionalismo comunista y de la internacionalización de la solidaridad ahora mucho más fuerte y reconocida en el mundo laboral, social e intelectual. Capaz de suscitar a través de las campañas internacionales (por ejemplo, entre muchas, Sacco y Vanzetti, Gramsci, y posteriormente Ernesto Thaelmann, Ana Pauker) un amplio interés. Una organización que se fue estableciendo por medio de las secciones nacionales del Socorro Rojo Internacional y de la otra grande organización de “solidaridad” que fue la S.O.I. (Socorro Obrero Internacional) fundada siempre por la Comintern en Berlín (25) en el año 1921.
A pesar que el S.R.I. fue una directa emanación de la Comintern tuvo el enorme valor que, además de constituir un red política internacional, forjó de todas formas la internacionalización de la solidaridad, no solo entre el proletariado sino también entre la población en general. Un internacionalismo de la solidaridad que perteneció a los intelectuales del todo el mundo, a la gente común y fue desarrollado no solo para llevar a cabo sus finalidades políticas inmediatas sino por la necesidad y posibilidad de prestar ayuda en años cruciales y dramáticos del periodo de entreguerras. El S.R.I. no fue un arma exclusiva de la política exterior soviética sino que un instrumento efectivo de acciones solidarias de utilidad social, cultural y humanitaria.
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