viernes, 19 de septiembre de 2014
Libia, Siria, Irak, Ucrania,..
En la cumbre de la OTAN, EEUU ha exigido un alineamiento militar más firme a sus principales aliados y peones
La cumbre de la OTAN y el cinturón de fuego
La agudización de los conflictos a escala mundial está obligando a EEUU a exigir un alineamiento militar más firme a sus principales aliados y peones. Y es esta exigencia la que ha marcado la pasada cumbre de la OTAN, celebrada en Gales a comienzos de este mes de septiembre.
Las contradicciones a escala internacional se agudizan e intensifican a una velocidad vertiginosa. Un verdadero cinturón de fuego jalonado de desórdenes, rebeliones y conflictos de alta intensidad, marcan la agudización de estas contradicciones a las que el hegemonismo norteamericano es incapaz de contener.
Un cinturón de fuego que arranca en el Sáhara, el Sahel y la franja central africana, continúa por Libia y Egipto, sigue por Líbano, Jordania, Yemen, Irak y Siria, sube por el Caúcaso hasta Ucrania y Rusia para cruzar las estepas asiáticas y concentrarse en el Lejano Oriente y el mar de China Meridional.
"Reforzamiento de la militarización en todos los frentes y un alineamiento más férreo tras los dictados de Washington"- De todos ellos, Irak-Siria (con su derivaciones hacia el resto de Oriente Medio: Líbano, Jordania, Yemen,...) y Ucrania -con sus implicaciones sobre el tablero europeo- constituyen ahora mismo los dos puntos álgidos de emergencia geopolítica donde el hegemonismo es incapaz de imponer su orden y sus proyectos. Enfrentándose con una resistencia a la que, de momento, no consigue doblegar.
Esta agudización de las contradicciones está obligando a EEUU a exigir un alineamiento militar más firme a sus principales aliados y peones. Y es esta exigencia la que ha marcado la pasada cumbre de la OTAN, celebrada en Gales a comienzos de este mes de septiembre.
El hervidero de conflictos en que está sumido el orden mundial hegemonista ha obligado a la OTAN a redefinir sus prioridades. Mientras algunos países, los limítrofes con Rusia, reivindican una mayor atención a la defensa colectiva y piden a sus aliados que se desplieguen en su territorio, otros piden que la OTAN intervenga activamente en los nuevos escenarios de riesgo en Oriente Medio, el Sahel y Norte de África. E incluso hay quienes, convertidos en la “voz de su amo”, sugieren que la OTAN acompañe a Estados Unidos en su pivote hacia Asia-Pacífico, ya que consideran que la seguridad en aquella región es cualitativamente importante para los intereses de seguridad de todo occidente.
Cuatro resoluciones de hondo calado La cumbre de la OTAN ha tomado cuatro resoluciones de hondo calado cuyas consecuencias, tanto para el mundo como para los miembros de la alianza, se irán dejando sentir a lo largo de los próximos meses y años. Resoluciones diferentes, referidas a diversas regiones y a distintas tareas, pero todas con un denominador común: un reforzamiento de la militarización en todos los frentes, un alineamiento más férreo tras los dictados de Washington y un recrudecimiento de las tensiones a escala mundial.
La primera de las resoluciones hace referencia al pulso sostenido entre Washington y Moscú en Ucrania y el nuevo papel que EEUU desea para la OTAN en él. El denominado “Plan de Adiestramiento para la Acción ” contempla aumentar la presencia militar de la OTAN en los países del Este y el Norte de Europa a través de ejercicios militares, instalación logística de equipamiento militar y de sistemas de mando y control en distintas bases militares de estos países y el reforzamiento de la Policía Aérea del Báltico para “proteger el espacio aéreo de estos países”.
"La Declaración final de la Cumbre se dedica a evaluar las relaciones entre la OTAN y Rusia en unos términos de inusitada dureza"
El objetivo del plan es mantener una presencia militar continua pero rotatoria. Es decir, sin instalar bases permanentes, lo que contravendría los tratados firmados por EEUU y Rusia en la década de los 90, tras la implosión de la URSS y la expansión de la OTAN en su antiguo glacis. Pero al mismo tiempo con la capacidad de enseñar disuasoriamente el “músculo” militar occidental a Rusia.
Ligado con esto, la segunda resolución es la creación de la “Spearhead Force” (Fuerza de Punta de Lanza), una fuerza de reacción rápida compuesta por hasta 5.000 efectivos, incluidas fuerzas especiales de tierra, mar y aire y a la que contribuirán de modo rotatorio los países de la alianza. Su objetivo es poseer la capacidad de responder en 48 horas a potenciales amenazas en el Este, aunque el planteamiento inicial es que pueda ser también extensible a otras zonas en el flanco sur como el Sahel y Oriente Medio.
La declaración final de la cumbre –documento oficial suscrito por los 28 líderes de la OTAN a su término– incluye al Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL, en sus siglas en inglés) como una “grave amenaza para el pueblo iraquí, el pueblo sirio, la región y nuestras naciones”. En la cumbre de Gales, y actuando al margen de los plenos oficiales, Obama empezó a forjar un “núcleo de coalición” integrado por EEUU, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Dinamarca, Polonia, Canadá y Turquía.
Coalición que ahora busca ampliar a diversos Estados árabes y cuyo objetivo sería “acompañar” a la aviación norteamericana en los ataques aéreos que está ya desplegando contra las posiciones del ISIL en Irak. Ataques que en una siguiente fase podrían ampliarse también a territorio sirio. Y que no excluyen la posibilidad, dependiendo de cómo se desarrollen los acontecimientos, de enviar tropas sobre el terreno en un futuro más o menos próximos.
Los países de la OTAN que, como España, han decidido permanecer momentáneamente en un segundo plano, podrán no obstante, sumarse en labores de inteligencia, logísticas, de formación del Ejército iraquí o poniendo a disposición de la OTAN sus bases militares desde donde desplegar los ataques.
Por último, Obama ha exigido a los países miembros que en el plazo máximo de una década, cumplan con el objetivo marcado por los tratados de la OTAN de dedicar un 2% de su PIB a gastos militares, cifra que hoy sólo alcanzan EEUU, Reino Unido, Francia y Turquía. Para hacer más “digerible” a las opiniones públicas occidentales esta exigencia y no chocar con los objetivos de reducción del déficit público impuestos por la UE, la OTAN ha transformado el concepto de “gasto militar” en el de “inversión en defensa”. Como primera medida y ante las reservas expresadas por algunos países europeos para aumentar los gastos militares, la cumbre ha acordado al menos no rebajar los presupuestos militares en los próximos ejercicios.
Dureza e intervencionismo militar La Declaración final de la Cumbre se dedica, en gran parte, a evaluar la situación en Ucrania y las relaciones entre la OTAN y Rusia, en unos términos de inusitada dureza.
"Un grupo de países de la OTAN se ha unido a Obama en torno a una única petición: que EEUU intervenga en Irak"
En su primer punto afirma que “las acciones agresivas de Rusia contra Ucrania han cambiado fundamentalmente nuestra visión de una Europa unida, libre y en paz”. A continuación denuncia la “ilegal intervención militar” de Rusia en Ucrania, exige la retirada de sus tropas y anuncia que esta “violación de la soberanía de Ucrania y de su integridad territorial representa una seria brecha de la ley internacional y un grave desafío a la seguridad euro atlántica”.
Con una dureza sin precedentes desde la Guerra Fría, la OTAN declara que “una Ucrania independiente, soberana y estable es clave para la seguridad euro atlántica”, que se ha “roto la confianza” en sus relaciones con Rusia y que, como fruto de ello, aprueba el amplio dispositivo de reforzamiento militar en el este y el norte de Europa.
Respecto al Estado Islámico de Iraq y Siria (EIIS), recientemente renombrado como Estado Islámico (EI), que en unos pocos meses ha derrotado a los ejércitos sirio e iraquí, así como a la milicia de los pesmergas kurdos, haciéndose con el control de un territorio mayor que Gran Bretaña en el corazón del Oriente Medio, gobernando sobre 4 millones de personas y controlando el funcionamiento de los campos y refinerías de petróleo allí existentes, la cumbre de la OTAN ha llegado a la conclusión de que es una fuerza tan nociva que es necesario ya tomar la iniciativa para detener su expansión.
Obama lo ha tachado de “cáncer”; Kerry lo ha llamado el “rostro de la maldad más fea, salvaje, inexplicable, nihilista y sin valores a la que hay que destruir”; el secretario de defensa norteamericano lo ha calificado de “una amenaza inminente para todos nuestros intereses, ya sea en Iraq o en cualquier otro lugar”; y el presidente de la junta de jefes del estado mayor del Pentágono la ha descrito como una “organización que tiene una visión estratégica apocalíptica del fin del mundo a la que habrá finalmente que derrotar”.
Una vez clasificado como un mal extremadamente amenazador, sólo cabía esperar que un grupo de países de la OTAN se uniera a Obama en torno a una única petición: que EEUU intervenga. Que la administración Obama -la que llegó al poder prometiendo el fin de la guerra de Irak- envíe a sus bombarderos y drones a una guerra aérea de expansión lenta en Iraq y, antes o después, posiblemente en Siria.
Y aunque en principio no habrá “botas estadounidenses sobre el terreno”, la derrota del ISIS exige la presencia de comisionados de diversa índole, y el ejército norteamericano tendrá algo que ver, naturalmente, con el entrenamiento, armas, financiación y asesoramiento.
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