España abre el siglo XIX con una brutal agresión imperialista
la invasión de hasta 300.000 soldados franceses, y lo cierra con con la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, un zarpazo al territorio nacional a manos de la nueva potencia emergente, EEUU.
Todo el siglo XIX español está recorrido por pronunciamientos y luchas populares y revolucionarias. Pero el factor determinante será la intervención de Francia e Inglaterra disputándose convertir a España en área de influencia. Una intervención en primer lugar política y militar sobre los principales aparatos y cuadros del Estado y los principales nódulos de la nueva oligarquía financiera y terrateniente en formación. A través de la cual se impone un masivo saqueo de las riquezas nacionales por parte del capital extranjero.
Invasión francesa (1808-1814)
Napoleón se apoya en la intervención francesa sobre el decrépito Estado borbónico para invadir España. En palabras del emperador galo “Godoy es un sinvergüenza que me abrirá personalmente las puertas de España”. Así ocurre con el Tratado de Fointeneblau, prácticamente dictado por Napoleón al representante de Godoy en París.
El mismo Napoleón define con claridad sus objetivos en España: “Es preciso que España sea francesa; para Francia he conquistado España, con su sangre, con sus brazos, con su oro.
Míos son los derechos de conquista; no importan las reformas, no importa el titulo de quien gobierne: rey de España, virrey, gobernador general, España debe ser francesa”.
Napoleón proyectara la desmembración de España, anexionando a Francia todos los territorios al norte del Ebro.
Pero ante la ocupación francesa se levanta una gigantesca rebelión popular donde se unen la lucha por acabar con el Antiguo Régimen y la defensa de la independencia nacional frente a la agresión de una potencia extranjera.
Tal y como plantea Marx en La España revolucionaria: “Así ocurrió que Napoleón, que, como todos sus contemporáneos, consideraba a España como un cadáver exánime, tuvo una sorpresa fatal al descubrir que, si el Estado español estaba muerto, la sociedad española estaba llena de vida y repleta, en todas sus partes, de fuerza de resistencia.
Al no ver nada vivo en la monarquía española, salvo la miserable dinastía que había puesto bajo llaves, se sintió completamente seguro de que había confiscado España. Pero pocos días después de su golpe de mano recibió la noticia de una insurrección en Madrid. Cierto que Murat aplastó el levantamiento matando cerca de mil personas; pero cuando se conoció esta matanza, estalló una insurrección en Asturias que muy pronto englobó a todo el reino. Debe subrayarse que este primer levantamiento espontáneo surgió del pueblo, mientras las clases «bien» se habían sometido tranquilamente al yugo extranjero.
Gracias a Napoleón, el país se veía libre de su rey, de su familia real y de su gobierno. Así se habían roto las trabas que en otro caso podían haber impedido al pueblo español desplegar sus energías innatas”.
El grueso de la clase dominante y el Estado se entregó al yugo extranjero. Y la rebelión ante el invasor se dirige desde el primer momento también contra las autoridades del Antiguo Régimen. Impulsando reformas sociales y económicas revolucionarias: abolición de la Inquisición, supresión de las jurisdicciones señoriales y privilegios feudales excesivos, abolición de los diezmos… Que tendrán su máxima expresión en la Constitución aprobada en 1.812 por una Cortes de Cádiz cercadas por las tropas francesas pero que alumbrarán una de las cartas magnas más avanzadas de la época y que se convertirá en un referente progresista durante todo el siglo XIX.
Cuando todas las potencias europeas se rinden ante los ejércitos napoleónicos, el pueblo español los derrotará en Bruch o Bailén. Es un momento de “vertebración nacional”, incrustando en la sociedad española un sentimiento patriótico, que aunque pocas veces consciente, crece paralelo al aumento de la intervención imperialista.
Serán las vacilaciones de la burguesía, y sus componendas con los representantes del Antiguo Régimen, las que darán al traste con la inmejorable oportunidad para llevar adelante consecuentemente su propia revolución.
La invasión francesa provoca medio millón de muertos. Trasladado a la actualidad supondrían 2,5 millones de muertos. La destrucción provocada por la guerra eleva la deuda pública a una cifra veinte veces superior a los ingresos, dejando al Estado a merced de la inyección de capital del exterior.
Incluso las tropas inglesas, que supuestamente combatían junto a los españoles, bombardean y destruyen las industrias locales que encuentran a su paso, para impedir el desarrollo de un capitalismo rival y copar el mercado interno con sus mercancías.
Tras el final de la Guerra de la Independencia se reinstaurará el absolutismo bajo a figura de Fernando VII, pero el fermento revolucionario persistirá, resurgiendo pocos años más tarde precisamente en Cádiz con el golpe de Riego.
Desmembración del mundo hispano (1811-1836)
“Decidí que si Francia tenía a España, no iba a ser a España con América. Desperté el Nuevo Mundo, para restablecer el equilibrio en el Viejo. La cosa está hecha, el clavo está puesto. Hispanoamérica es libre y si nosotros no gobernamos tristemente nuestros asuntos, es inglesa”.
La frase, pronunciada en 1825, días antes de ser firmado el primer Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Reino Unido, por el ministro de Exteriores británico George Canning expresa mejor que mil palabras el papel jugado por Inglaterra en las guerras de la independencia americanas.
Inglaterra alentará las ambiciones independentistas de las oligarquías locales americanas –ligadas ya a Londres por múltiples vínculos económicos-, respaldará militarmente los levantamientos, minará la capacidad de respuesta del Estado español, despachará con los líderes independentistas, formará logias masónicas como Tautaro o Gran Reunión Americana como centro de las conspiraciones… Más tarde impedirá cualquier proyecto de unidad americana, para dar paso a Estados fragmentados que caen bajo la órbita británica. Apoyándose en las oligarquías locales dependientes, el imperialismo inglés saqueará todas las fuentes de riqueza.
Frente a la idea, ampliamente difundida, de que las causas del atraso hispanoamericano tienen su origen en la conquista y ocupación española, en el momento de la independencia la renta per cápita de las colonias españolas es similar a la de EEUU.
- Golpe de Riego (1820)
El pronunciamiento encabezado por el coronel Rafael de Riego, reinstaurará la Constitución de 1.812 y abrirá un periodo de gobierno conocido como el “trienio liberal”. Se extenderá rápidamente por toda España, al conectar con el deseo mayoritario por liberarse de una opresión absolutista particularmente odiosa.
Sin embargo sus conexiones desembocan en la embajada inglesa, a través de las logias masónicas a las que Riego pertenecía y que son una privilegiada vía de intervención de Londres.
Las consecuencias del golpe de Riego son la paralización del envió de tropas que iban sofocar las revueltas independentistas en América -y que Riego debía comandar- acelerando la desembración del imperio; y en segundo lugar la expansión de la influencia inglesa durante el “trienio liberal”.
Intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis. (1823)
París responde con una invasión militar. Bajo el amparo de la Santa Alianza (coalición absolutista integrada por Rusia, Austria y Prusia) 95.000 soldados franceses entran en España y derrocan el régimen liberal. Restablecen el poder absolutista de Fernando VII y permanecen entre dos y tres años en España pagados por la Hacienda Pública. En cada organismo importante nombran a una especie de comisario francés, los “hombres de negro” del momento, que actuarán como el auténtico “gobierno en la sombra”.
Guerras carlistas (1833-1876)
En 1.823 se reinstaurá el poder absoluto del monarca y se abre la “ominosa década”, agudizando la represión contra los liberales más revolucionarios (ejecución de El Empecinado o de Mariana Pineda por bordar una bandera republicana).
Pero la Guerra de la Independencia marca un punto de ruptura que ya no permite la continuidad del Antiguo Régimen. E incluso Fernando VII se ve obligado a hacer concesiones a los liberales.
El impulso al desarrollo capitalismo va a atacar no solo los privilegios históricos de los grandes propietarios rurales, también de una amplia masa de pequeños campesinos.
Estos conflictos engendrarán, bajo la apariencia de un conflicto dinástico (los partidarios del infante D. Carlos frente al ascenso al trono de Isabel II).
Sobre estas contradicciones actuará el imperialismo para incrustar un nuevo foco de tensión durante casi medio siglo.
Los carlistas tendrán su base de operaciones en el sur de Francia. El carlismo será utilizado por París como un privilegiado instrumento de desestabilización. Como decía el embajador francés de la época “cuanto más suba el carlismo más bajarán las minas de Almadén”. Las exigencias de las guerras carlistas serán respaldadas por créditos de los Rotchild franceses, que se convertirán en los dueños de la deuda pública.
Mientras Londres enviará tropas a Euskadi y patrocinará un acuerdo que pondrá fin a la primera guerra carlista.
Golpe de La Granja (1836)
La Constitución de 1.812 se convierte en un referente de progreso para amplios sectores durante todo el siglo. Y la Guerra de la Independencia ha cambiado el viejo ejército aristocrático, dando entrada a mandos procedentes de las clases populares. Un fermento que va a dar lugar a permanentes pronunciamientos liberales.
En 1.836, la regente Maria Cristina destituye al gobierno liberal para sustituirlo por otro de signo moderado. Inmediatamente estallan revueltas populares en numerosas ciudades, encabezadas muchas veces por la Guardia Nacional. Se forman juntas revolucionarias que desafían la autoridad del gobierno y reclaman la reinstauración de la Constitución de 1.812.
Empujado por esta movilización un grupo de sargentos de la Guardia Real se sublevan en el Palacio de la Granja de San Ildefonso, donde se encontraba la familia real.
Este pronunciamiento será utilizado por la embajada inglesa para imponer la restitución de Mendizabal como ministro de Hacienda. Espartero empieza ya a jugar un papel fundamental.
De “La Gloriosa” al asesinato de Prim (1870)
La revolución liberal de 1868, conocida como “La Gloriosa” o es uno más de los muchos pronunciamientos del XIX español. Irrumpen de forma especialmente activa y combativa las masas populares, que ya habían aparecido en la “Vicalvarada” de 1854. Radicalizando y dando un nuevo carácter a la insurrección. Provocando la aparición en los liberales de un ala progresista, y empujando a los republicanos radicales. Generando una nueva situación política. Según el hispanista Pierre Villar, “la revolución de 1.868 será una especie de grieta que da al país la posibilidad de gobernarse a sí mismo”.
Es en estas condiciones donde debe inscribirse el proyecto que representó Prim o la posterior irrupción de la Iª República.
Juan Prim fue una de la principales figuras militares y políticas del siglo XIX español. Representante de la burguesía más avanzada de la época, la burguesía catalana, alcanzó la presidencia del gobierno en 1869.
Su política, una cerrada defensa de la industria nacional y el intento de acabar con el decrépito régimen borbónico, representaba el intento de los sectores más dinámicos por impulsar un proyecto de modernización más allá de las imposiciones de las principales potencias y la oligarquía española.
Todas las potencias imperialistas y círculos oligárquicos se movilizan para acabar con el gobierno de Prim.
Inglaterra consideraba a Prim un obstáculo a remover por su cerrada defensa de la “industria nacional”. Francia acumulaba rencores hacia Prim por atreverse a promocionar un candidato a la corona española que no contaba con el beneplácito de París. Y las nuevas potencias en ascenso, como EEUU, también deseaban liberarse de Prim, al negarse a aceptar la venta de Cuba alegando que “sería una deshonra para España”.
Mientras los principales nódulos oligárquicos conspiraron para derribar un gobierno que pretendía acabar con un régimen borbónico que preservaba su dominio y privilegios.
Las últimas investigaciones han demostrado que la historia oficial sobre el asesinato de Prim es falsa. La acusación que hacía responsable del atentado a un republicano radical era un montaje.
El historiador cubano Manuel Moreno Fraginals nos desvela que en Cuba la canción popular nos decía que “Prim fue asesinado en Madrid, pero el gatillo lo apretaron en La Habana” -es decir, desde los sectores de la oligarquía cubana más vinculados a EEUU-. Y se ha demostrado que Prim murió en realidad envenenado tres días después de ser tiroteado. Era necesario asegurar su desaparición.
La aparición del movimiento obrero organizado va a determinar la renuncia definitiva de la burguesía española a cualquier proyecto autónomo, certificado en el asesinato de Prim o el cercenamiento de la Iª República. Ante el temor al pueblo revolucionario, se agudiza su subordinación a las potencias imperialistas más importantes y el pacto de la gran burguesía bancaria con la aristocracia terrateniente que dará lugar, mediante paulatinos cambios y reajustes, a la actual oligarquía financiera.
Mendizabal. (ocupó cargos en el gobierno entre 1835-1843)
La intervención de Inglaterra y Francia se dirige sobre los principales aparatos del Estado (ejército, partidos políticos...) cooptando y colocando bajo su dependencia a los principales cuadros: los moderados se convertirán en una privilegiada plataforma de intervención francesa, mientras que Inglaterra hará lo propio con los liberales. Además, la masonería, red de intervención en manos de los ingleses, juega un papel fundamental en varios gobiernos y pronunciamientos militares al extenderse entre la élite de cuadros de la administración y el ejército.
Ministro de Hacienda y de Estado, además de presidente del Consejo de Ministros, Mendizabal impulsó la desamortización de una parte de los bienes de la Iglesia, por lo que ha pasado a la historia como una de las referencias progresistas dentro de los liberales.
Pero la trayectoria de Mendizabal esconde valiosos servicios al imperio británico.
Participa en la Guerra de la Independencia y combate en Portugal contra los franceses bajo bandera inglesa. Era miembro de la logia masónica que organiza el golpe de Riego.
Tras la caída del régimen liberal se exilia en Londres. Allí es coptado como agente al servicio de la Reina británica, y se enriquece gracias al uso de información privilegiada en la City londinense.
Vuelve a España donde pasa a formar parte de los gobiernos españoles por imposición directa de la Embajada inglesa. El embajador inglés en Madrid dirá de él: “A pesar de sus defectos nuestro hombre en España y debemos de sacarle el máximo partido”. Mendizábal despacha periódicamente con el embajador inglés, y aplicará medidas de apertura del comercio.
El librecambismo era la política inglesa para copar el mercado español. Todos los países que se han desarrollado -también Inglaterra tras la revolución de Cromwell en 1640- han impuesto medidas proteccionistas para proteger su mercado nacional. Y todas las grandes potencias exigen a los países que quieren dominar una apertura comercial total para poder monopolizar el mercado con sus mercancías.
Los círculos más opuestos al librecambismo eran precisamente la burguesía catalana, los sectores más dinámicos de la industria nacional.
La desamortización de Mendizabal no será, como ocurrió en Francia, una revolución burguesa que impulse el desarrollo capitalista en el campo. Sólo trasladará la propiedad de unas manos a otras, de la Iglesia y aristócratas, burgueses y caciques, creando en el seno de la oligarquía vínculos privilegiados con el capital inglés.
Espartero y Narvaez (se turnaron en el poder entre 1840-1868)
Son las dos principales figuras militares y políticas del siglo XIX. Espartero será nombrado “Duque de la Victoria” tras derrotar a las tropas carlistas. Y llegará a ser ministro, presidente del Consejo de Ministros y regente. Narváez alcanzará el título de mariscal de campo en el ejército, y sera siete veces presidente del Consejo de Ministros.
Durante treinta años, entre 1840 y 1868, ambos se turnarán encabezando sucesivos gobiernos.
Detrás de estas dos figuras que determinaron el rumbo de la política española está la influencia inglesa y francesa.
Espartero comandará pronunciamientos en directa conexión con la embajada inglesa. Principalmente en 1840 –contra un aumento de la influencia francesa-, que obliga a la regente Maria Cristina al exilio en Francia. Espartero se proclama regente, y da paso a los gobiernos de Mendizábal. A su vez, cuando los moderados triunfan, Espartero se exiliará en Londres, donde es agasajado con todos los honores.
En el palacete de Espartero apareció una lúcida pintada: “Aquí vive el que manda en España, Espartero el regente, y el que manda en él, vive en la casa de enfrente” (haciendo referencia a la Embajada Inglesa).
Por su parte, Narváez comandará a los moderados, vinculados directamente a París. Se exiliará en Francia cuando Espartero alcance el poder, y enviará al exilio a Espartero, refugiado en Londres. Jugará el papel clave en los sucesivos gobiernos, públicamente o en la sombra, impondrá un gobierno férreo que tendrá como principal consecuencia la consolidación de la influencia francesa.
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