miércoles, 12 de agosto de 2015

Felicidades comandante

La revolución que nunca pudo ni debió pensarse 

Por encima de sus muchos logros -y errores- el valor principal de la revolución cubana sigue siendo la implacable voluntad de un pequeño pueblo por transgredir las normas del orden mundial dominante 




El 1 de enero de 1959, el dictador Fulgencio Batista -aupado al poder 7 años antes por Washington- huye precipitadamente de La Habana hacia Santo Domingo ante el avance de las tropas revolucionarias que desde la Sierra Maestra se despliegan ya sin oposición por toda la isla.

Siete días después, el 8 de enero, el Estado Mayor de la revolución cubana, comandado por Fidel Castro, Ernesto Ché Guevara y Camilo Cienfuegos, hace su apoteósica entrada en la capital, donde decenas de miles de habaneros los reciben entusiasmados con gritos de apoyo a los revolucionaros y vivas a la patria libre.
En ese mismo instante concluyen 70 años de ominosa opresión semicolonial por parte de EEUU. Una pequeña isla caribeña situada a poco más de cien kilómetros de las costas de Florida se ha atrevido a pensar lo impensable, a imaginar y a realizar lo que hasta entonces parecía inimaginable. En la misma puerta del patio trasero de la primera superpotencia hegemonista de la historia, en el corazón del mar Caribe, que desde el siglo XIX los yanquis habían considerado su “mare nostrum”, un grupo de revolucionarios –los ‘barbudos’, nombre con el que el pueblo denominaba cariñosamente a los revolucionarios del Movimiento 26 de Julio– no sólo se atreven a desafiar al omnímodo poder del Imperio, sino que lo derrotan, alcanzan la independencia nacional de su país y van a ser capaces de mantenerla a lo largo de 50 años hasta nuestros días. El triunfo de la revolución cubana, y su pervivencia a lo largo de medio siglo, es sin lugar a dudas uno de los acontecimientos de mayor trascendencia histórica de la segunda mitad del siglo XX, en particular para los pueblos del mundo hispano.

Por encima de sus muchos logros sociales, y también de sus innegables deficiencias y errores, el valor principal de la revolución cubana sigue siendo la implacable voluntad de un pequeño pueblo por transgredir las normas del orden mundial dominante.
Un orden mundial en el que no es tan siquiera imaginable que una pequeña nación, con apenas 11 millones de habitantes, sea capaz de conquistar y mantener su independencia, su capacidad de decidir por él mismo su destino.
Y hacerlo en las mismísimas barbas del imperio más poderoso que ha existido en la historia de la humanidad. De acuerdo con la lógica del orden mundial hegemonista, la revolución cubana es un hecho que jamás debió ocurrir, que nunca pudo ni debió pensarse siquiera.
Y que, en todo caso, debía haber sido eliminada de raíz nada más producirse. Eso es lo que está en la lógica del imperialismo. Y sin embargo, la tenacidad, la dignidad, el orgullo, el patriotismo del pueblo cubano ha hecho que lo que era inimaginable ocurriera. Que David derrotara a Goliat. Y no una sola vez, sino múltiples veces a lo largo de medio siglo. Resistiendo a invasiones, sabotajes de todo tipo, infinitos intentos de asesinato de sus líderes, actos de terrorismo de la peor especie, un despiadado embargo económico y comercial,...
Muy por encima de cualquier otra consideración, este fermento antiimperialista, esta voluntad de conquistar y mantener a toda costa la independencia política de Cuba es, de lejos, el mayor logro y la más valiosa enseñanza que la revolución cubana ofrece a todos los pueblos del mundo, pero de forma especial, hay que insistir en ello, al mundo hispano.
Incluso en los momentos en que mayores han sido las desviaciones de la revolución –y que como veremos a lo largo del serial tienen su mayor exponente en los años 70, con el alineamiento incondicional del régimen cubano con el imperialismo agresivo y expansionista de la URSS– la preservación de la independencia política ha sido el norte estratégico que ha guiado a Cuba durante estos 50 años.
Lo que explica, a su vez, porque la isla fue uno de los pocos regímenes socialistas capaces de seguir en pie tras la caída de la URSS. Pero todo esto lo veremos con más detalle a través de las sucesivas entregas del serial que ahora comenzamos, y en los que abordaremos las distintas etapas que ha recorrido la revolución.

Desde la toma del poder hasta la invasión de Bahía de Cochinos, desde la crisis de los misiles hasta la salida del Ché.
Desde la actuación del ejército cubano en África hasta la crisis de los balseros en los 90 o el papel y el ejemplo de Cuba en la formación del frente antihegemonista en Iberoamérica coincidiendo con el cambio de siglo.

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