¿QUIÉNES SON NUESTROS ENEMIGOS Y QUIÉNES NUESTROS AMIGOS?
LA DIFERENCIACIÓN EN TRES MUNDOS
“¿Quiénes
son nuestros enemigos y quiénes nuestros amigos? Ésta es una cuestión de
importancia primordial para la revolución. Un partido revolucionario es el guía
de las masas, y cuando las desencamina, ninguna revolución puede triunfar. A
fin de conquistar con seguridad la victoria en la revolución y no desencaminar
a las masas, tenemos que cuidar de unirnos con nuestros verdaderos amigos para
atacar a nuestros verdaderos enemigos. Y para distinguir a los amigos
verdaderos de los verdaderos enemigos, tenemos que hacer un análisis general
del status económico de las clases de la sociedad china y de sus respectivas
actitudes hacia la revolución”.
Mao Tse Tung. Análisis de las clases de
la sociedad china. Marzo de 1920
“¿Quiénes
son nuestros enemigos y quiénes nuestros amigos?” ¿Cuál es la respuesta que las ideas dominantes en la
izquierda dan a esta “cuestión de importancia primordial para la revolución”?
¿Qué nos dicen acerca de “quiénes son nuestros enemigos y quiénes nuestros amigos”?
Se
afirma que “la ofensiva neoliberal” ha agudizado “la división entre el Norte” y
el Sur”. Situando como “contradicción fundamental” la disputa entre “los países
ricos” y los “países pobres”.
Pero
¿alguien puede decir dónde está el “límite geográfico” entre “el Norte” y “el
Sur”? o ¿a partir de qué umbral un país se considera “rico” y otro “pobre”?
Estas
ideas dominantes ocultan a los principales explotadores y opresores del
planeta, las superpotencias hegemonistas. Su consecuencia es desviar la lucha
impidiendo que podamos “unirnos con
nuestros verdaderos amigos para atacar a nuestros verdaderos enemigos”.
Veamos qué división del mundo, entre amigos y enemigos
nos propone el marxismo.
En la década de los 70 del siglo XX, el
PCCH formuló la Teoría de los Tres Mundos, un análisis científico de la lucha
de clases a nivel mundial. Pese a los
cambios acontecidos desde entonces, de los cuales el más relevante es, sin
duda, la desaparición de la superpotencia soviética, los fustes en los que se
basa la diferenciación en tres mundos siguen siendo válidos para la realidad
actual.
La Teoría de los Tres Mundos establecía:
(Párrafos
textuales)
*Las
dos superpotencias imperialistas –la Unión Soviética y EE.UU.– , que conforman el primer mundo, han llegado a ser los mayores explotadores, opresores
y agresores en el plano internacional y el enemigo
común de los pueblos del mundo entero.
*La
disputa entre las dos potencias hegemónicas por la dominación del mundo, la amenaza que representan para todos
los pueblos y la resistencia que éstos les oponen, han entrado a constituir el problema central de la actual política
mundial.
*Los
países socialistas, como
pilar del proletariado internacional,
las naciones oprimidas, que son víctimas de la mayor explotación y opresión
y representan la gran mayoría de la
población del orbe, conformando unos
y otras el tercer mundo, están colocados en las primeras filas de la lucha
contra las dos potencias hegemónicas, la Unión Soviética y EE.UU., y constituyen la fuerza principal en la
lucha mundial contra el imperialismo y el hegemonismo.
*Los
países desarrollados,
que median entre el uno y el otro,
integran el segundo mundo; al tiempo que oprimen y explotan a las naciones
oprimidas, son víctimas del control y el atropello por parte de las dos
superpotencias; se hallan en contradicción tanto con el primer mundo como con
el tercero, tienen doble carácter y son
fuerzas susceptibles de ser ganadas o unidas por el tercer mundo en la lucha
antihegemonista.
Esta teoría ha expuesto de modo sintético
la situación estratégica de la más importante lucha de clases en el mundo de
hoy, situación en que todos los pueblos
del mundo forman una partida y las dos potencias hegemónicas -la Unión
Soviética y EEUU-, la otra.
Las
luchas de clases de orden interno en los diversos países son de hecho
inseparables de esta lucha de clases realizada a escala mundial. Por tanto, la diferenciación de los
tres mundos constituye la síntesis cabal de las diversas contradicciones
fundamentales del mundo actual.
Esta diferenciación en tres mundos no es un análisis
coyuntural, sino una síntesis científica de la situación mundial posterior a la
Segunda Guerra Mundial.
2º).- La Teoría de los Tres Mundos parte del análisis concreto de un fenómeno peculiar del desarrollo histórico posterior a la Segunda Guerra Mundial: la aparición de las superpotencias, el HEGEMONISMO.
La implosión de la URSS ha colocado a EEUU en el lugar de la única superpotencia mundial, el enemigo común de todos los pueblos y países del mundo.
El primer capítulo de la TTM, bajo el título: “Las dos superpotencias, EEUU y la URSS,
son los enemigos comunes de todos los pueblos del mundo; la URSS es la más
peligrosa fuente de una guerra mundial”, establecía:
“La
aparición de las dos superpotencias es un nuevo fenómeno en la historia del
desarrollo del imperialismo. El desarrollo desigual del imperialismo
conduce inevitablemente a una serie de conflictos y guerras, como consecuencia
de los cuales se agrava necesariamente el propio desarrollo desigual. Esto ha
traído a la existencia las
superpotencias imperialistas de hoy, que se hallan por encima de los países imperialistas en general.
Lenin señaló: «El imperialismo es la opresión creciente de las naciones del mundo por
un puñado de grandes potencias, es la época de las guerras entre estas grandes
potencias por la ampliación y el reforzamiento de la opresión de las naciones».
Hoy, ese puñado de grandes potencias
imperialistas se ha reducido a dos superpotencias–la Unión Soviética y EE.UU.-,
las únicas que están en condiciones de
disputarse la hegemonía mundial, mientras que las demás, sin excepción, han
quedado relegadas a la posición de países
de segundo o tercer orden.
Cada una de las superpotencias se caracteriza por lo siguiente:
*Cuenta con un régimen estatal controlado
por un capital monopolista extraordinariamente concentrado,
*se apoya en una fuerza económica y
militar mucho más poderosa que la de otros países para realizar a escala
mundial la explotación económica, la opresión política y el control militar,
*busca establecer para sí sola la
hegemonía en el mundo entero
*y a este efecto prepara frenéticamente
el desencadenamiento de una nueva guerra mundial.
En la historia del desarrollo del
imperialismo hubo un pequeño número de potencias que pretendieron la hegemonía
mundial. Pero de ninguna manera podrían colocarse en el mismo plano que la
Unión Soviética y los Estados Unidos de hoy. La contienda
soviético-norteamericana por la hegemonía es un producto peculiar del
desarrollo histórico posterior a la Segunda Guerra Mundial.”
Hoy,
la implosión de la antigua URSS ha dejado a EEUU ocupando en solitario el rango
de superpotencia mundial. En la actualidad:
EEUU
es la única superpotencia, el único país que cumple cada una de las condiciones
propias del hegemonismo. Colocar como enemigo las políticas neo-liberales
oculta al enemigo principal de todos los pueblos y países del mundo.
En palabras del Premio Nobel de Literatura, José Saramago:
“La
vieja doctrina Monroe, América para los americanos, sigue vigente. Revisada y
adaptada, ha logrado trasladar las fronteras de EEUU hasta Asia, hasta África,
hasta allí donde la estrategia de sus intereses, tanto los militares como los
comerciales, lo determinasen. Nada de lo que sucede en el mundo será
entendido si se ignora esta verdad de todos los días”.
EEUU
es el enemigo común de todos los países y pueblos del mundo. Nada de lo que
sucede en el mundo será entendido si se ignora esta verdad de todos los días.
En lo económico, y a
pesar de su agudo declive,
EEUU es el primer país por volumen de PIB del mundo, con
16,8 billones de dólares, muy por delante del segundo (China, con 9,2
billones), y por encima de la suma de las otras cinco potencias imperialistas
(Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia).
Las diez compañías con mayor
capitalización bursátil del mundo son norteamericanas, así como 54 de los 100
monopolios más grandes del mundo.
El capital norteamericano
controla el 34% de todos los activos financieros invertidos en el exterior, una
cifra superior a la suma de todos los países de la UE.
EEUU es el mayor productor
mundial de petróleo y gas, y mantiene una posición dominante en las principales
industrias mundiales: alta tecnología militar, energía, telecomunicaciones,
telefonía móvil, nanotecnología, biotecnología...
La base material de este
dominio económico es el altísimo grado de concentración del gran capital
norteamericano. El 0,2% de las empresas controlan el 82% de todo el capital. En
las últimas dos décadas, los veinte mayores bancos norteamericanos se han
concentrado en solo cuatro (PMorgan Chase, Bank of America, Wells Fargo and
CitiGroup) que, directa o indirectamente, controlan el 77% de todos los
depósitos bancarios.
EEUU disfruta del monopolio de emisión del dólar, moneda de
referencia mundial y pilar de la hegemonía norteamericana. El 60,7% de la
tenencia de reservas mundiales está en dólares.
Además, EEUU sigue
disponiendo de toda una serie de herramientas como el FMI, las agencias de
calificación o un sistema monetario internacional con el dólar como núcleo, que le permiten descargar los peores efectos de la
crisis que ellos mismos provocaron en los países más dependientes y controlados
y apropiarse de una parte de la plusvalía y la riqueza mundial muy superior a
la que le correspondería de acuerdo con su actual peso económico en el mundo.
En lo político, EEUU
mantiene un sistema de alianzas global que le permite intervenir en las
principales regiones del planeta como un actor “interno”. En el
continente clave, Eurasia, de donde puede surgir un rival capaz de cuestionar
su hegemonía, EEUU domina el extremo occidental (Europa) y está
firmemente asentado en el extremo más oriental con alianzas políticas
que engloban a muchos de los principales países de Asia-Pacífico y presencia
militar directa en Japón, Corea del Sur y Guam. A través de sus
mecanismos de intervención política, EEUU desestabiliza países
(Venezuela, Brasil, Argentina,...), derriba y acosa regímenes hostiles a su
hegemonía (Libia, Siria, Corea del Norte, Birmania,...), promueve golpes de
Estado (Egipto, Paraguay, Honduras,...), espía a sus aliados (Alemania,
Francia, Japón,...), organiza sabotajes y comete actos terroristas de “falsa
bandera” (Francia, Irán,...), derroca gobiernos legítimamente elegidos
(Ucrania, Georgia,...) y controla férreamente a las élites dependientes que le
aseguran el control de los países dominados.
En lo militar, EEUU dedica cada año más dinero a gastos militares que
la suma de los 15 países que le siguen en el ranking. Su sistema de alianzas
militares, desde la OTAN hasta los tratados de seguridad con infinidad de
países se extienden por el globo. Como afirma el propio Pentágono, en la
actualidad EEUU tiene desplegadas una cantidad de fuerzas militares fuera
de sus fronteras como nunca antes en su historia. Cuenta con más de
1.000 bases repartidas por todo el mundo donde actúan más de 250.000 militares
norteamericanos. En 63 países tiene instaladas bases, en otros 93 cuenta con
presencia militar directa y sólo 45 países de los más de 200 reconocidos
por la ONU están libres de la presencia militar yanqui. La distancia en
alta tecnología militar con sus rivales es sideral.
El segundo capítulo de la TTM establece
cuál es la fuerza principal: El Tercer Mundo. Y afirma:
“¿En
qué se fundamenta esta aseveración? Desde el término de la Segunda Guerra Mundial, los
pueblos revolucionarios de Asia, África, América Latina, y otras regiones se
han colocado en primera fila de la lucha antimperialista y anticolonialista,
han realizado de manera incesante luchas armadas revolucionarias y han
conquistado una serie de grandes victorias que han cambiado la fisonomía del
mundo de la posguerra, lo cual ha servido de inmenso estímulo y apoyo para el
proletariado internacional y los pueblos de todos los países en su lucha
revolucionaria antimperialista.
El triunfo de la revolución china en
1949; el triunfo de la guerra coreana de resistencia a la agresión
norteamericana y de defensa de la patria registrado en l953; la celebración de
la conferencia Afro-asiático de Bandung en 1955; el triunfo del pueblo egipcio
en la guerra del canal de Suez en 1956; la serie de victorias de los
movimientos nacionales y democráticos de América Latina desde la guerra
revolucionaria de Cuba que culminó en 1959 hasta la lucha por la democracia en
Chile en los primeros años de la década de los 70; el triunfo de la guerra de
liberación nacional de Argelia en 1962; las heroicas luchas que sacudieron al
mundo, llevadas a cabo en los años 60 por los pueblos de muchos países de Asia
y África para conquistar o salvaguardar la independencia; la restauración del
legítimo puesto de China en las Naciones Unidas en 1971; la victoria de los
pueblos de Viet Nam, Kampuchea y Lao en sus guerras contra la agresión
norteamericana y por la salvación nacional en 1975; el triunfo de las guerras
independentistas de Guinea-Bissau y de Mozambique y el continuo desarrollo de
la de otros países en la década del 70; los duros golpes asestados por Egipto,
Sudán y otros países a las maquinaciones soviéticas de control y subversión; la
victoria lograda por el pueblo zairense en 1977 en su guerra contra la invasión
de mercenarios a sueldo de los soviéticos; la perseverancia de los países
árabes y del pueblo palestino en sus guerras y luchas contra la agresión
durante los últimos veintitantos años; y el continuo crecimiento de la
resistencia de los pueblos africanos contra el racismo blanco, la persistente
profundización del movimiento nacional y democrático de los pueblos del sudeste
asiático y la consecución de la independencia por parte de más de 80 países de
Asia, América Latina y otras regiones en los últimos treinta y tantos años: las
victorias de todas estas muchas luchas han constituido una poderosa fuerza
motriz de los cambios revolucionarios del mundo en la post guerra. El sistema
colonialista ha quedado desintegrado. El imperialismo norteamericano, que fue
el primero en aparecer como superpotencia, ha sufrido reveses de significado
histórico. Y el socialimperialismo soviético, la otra superpotencia surgida
después está siguiendo el camino que condujo a EEUU al descalabro”.
El Tercer Mundo es la fuerza principal
en la lucha contra el hegemonismo. Y
no lo es dependiendo de su régimen político, o por la orientación más “a la
izquierda” o “más conservadora” de sus gobiernos. Sino por su situación
objetiva en el balance de la lucha de clases mundial entre el hegemonismo y los
pueblos y países del mundo.
En
palabras de Lenin:
“El carácter revolucionario del
movimiento nacional, en las condiciones de la opresión imperialista, no
presupone forzosamente, ni mucho menos, la existencia de elementos proletarios
en el movimiento, la existencia de un programa revolucionario o republicano del
movimiento, la existencia en éste de una base democrática. La lucha del emir de
Afganistán por la independencia de su país es una lucha objetivamente
revolucionaria, a pesar de las ideas monárquicas del emir y de sus partidarios,
porque esa lucha debilita al imperialismo, lo descompone, lo socava. En cambio,
la lucha de demócratas y "socialistas", de "revolucionarios"
y republicanos tan "radicales" como Kerenski durante la guerra
imperialista era una lucha reaccionaria, porque el resultado que se obtuvo con
ello fue pintar de color de rosa, fortalecer y dar la victoria al
imperialismo”.
Tres son los rasgos objetivos que
convierten al Tercer Mundo en la fuerza principal en la lucha contra el hegemonismo, el imperialismo y
el colonialismo:
1.- La abrumadora mayoría de la población mundial, más
del 70%, viven en países del Tercer Mundo que se han sacudido o se están
sacudiendo las cadenas colonialistas.
Lo que representa un cambio histórico de importancia fundamental en la
correlación de las fuerzas de clases en el mundo.
La
oleada descolonizadora tras la IIª Guerra Mundial creo una situación sin
paralelo en la historia de la humanidad. A pesar de las nuevas relaciones de
dependencia impuestas por el hegemonismo, por primera vez en la historia las
naciones y pueblos oprimidos disponen de Estados propios, conquistados en una
cruenta lucha contra los antiguos imperios coloniales.
2.- Los países y pueblos del Tercer Mundo son los que
han sufrido la más profunda opresión y ofrecido la más violenta resistencia.
El
imperialismo no puede desarrollarse ni subsistir sin saquear las colonias, las
semicolonias y otras naciones y países oprimidos. La lucha liberadora de los
pueblos de las colonias ha conmovido la base de la cual depende la subsistencia
del imperialismo, y terminará destruyéndola.
3.- La actuación de los pueblos y naciones del Tercer
Mundo en las últimas décadas, y su tendencia general, nos dicen que la esencia
y el aspecto principal son revolucionarios y progresistas, e incuestionable su
papel de fuerza principal en la lucha mundial contra el imperialismo y el
hegemonismo.
Al
valorar la actual situación mundial, Z. Brzezinski, asesor de Obama en política
internacional, reconoce abiertamente que “el incremento del activismo popular
en todo el mundo demuestra ser hostil al dominio externo y similar al que
prevaleció en la era del colonialismo y el imperialismo. La resistencia popular
persistente y altamente motivada de pueblos políticamente despiertos y
resentidos históricamente al control
externo, ha demostrado ser cada vez más difícil de suprimir”.
Lo
que Brzezinski reconoce es que la lucha de los pueblos en defensa de su soberanía
y por la conquista de la independencia nacional es una tendencia imparable en
el mundo de hoy, y que el hegemonismo yanqui, en su ocaso imperial, ya no es
capaz de detener.
·
Los países
capitalistas desarrollados que median entre las superpotencias y el tercer
mundo, integran el segundo mundo. Tienen
doble carácter. Al tiempo que oprimen y explotan a las naciones oprimidas,
son víctimas del control y el atropello por parte de las superpotencias. Y son,
por tanto fuerzas susceptibles de ser ganadas o unidas por el tercer mundo en
la lucha antihegemonista.
Una
vez establecido quién es el enemigo común de todos los pueblos y países del
mundo, asentado que es la superpotencia norteamericana la potencia hegemónica,
el resto de países imperialistas han pasado a un papel de segundo orden.
Sin
duda alguna, afirmar que el segundo mundo es una fuerza unible en la lucha
contra el hegemonismo, no quiere decir que se puedan pasar por alto las
contradicciones entre los países del segundo mundo y los del tercero, así como
las contradicciones de clase en el seno de aquellos. En absoluto se puede
suprimir la lucha de los países y pueblos oprimidos contra la opresión y la
explotación.
Respecto
a la clase obrera en los países del segundo mundo la TTM establece:
“El proletariado de los países del segundo mundo, al tiempo que se une
con las más amplias masas populares para desplegar una seria lucha contra la
opresión y explotación de la burguesía monopolista nacional, en defensa de los
derechos democráticos y por el mejoramiento de las condiciones de vida, ha de
enarbolar la bandera de la independencia nacional, colocarse en la primera fila
de la lucha contra la amenaza de agresión de las superpotencias, uniéndose en
determinadas condiciones con todos los que rehúsen ser manejados y esclavizados
por esas superpotencias. Esta manera de proceder contribuirá además, al
desarrollo de la situación revolucionaria en dichos países”.
“Sólo
se puede vencer al enemigo más poderoso poniendo en tensión todas las fuerzas
y aprovechando obligatoriamente con el mayor celo, minuciosidad, prudencia y
habilidad la menor fisura entre los enemigos, toda contradicción de intereses
entre la burguesía de los distintos países, entre los diferentes grupos o
categorías de la burguesía en el interior de cada país; hay que aprovechar
asimismo las menores posibilidades de lograr un aliado de masas, aunque sea
temporal, vacilante, inestable, poco seguro, condicional. El que no comprende
esto, no comprende ni una palabra de marxismo ni de socialismo científico,
contemporáneo, en general”.
V.I.Lenin
Las
posiciones dominantes en buena parte de la izquierda se enfrentan a las tesis
fundamentales establecidas en la Teoría de los Tres Mundos en varios puntos:
1º.- Ocultar a EEUU, el enemigo principal de todos los
países y pueblos del mundo, bajo “la
ofensiva del neoliberalismo globalizador”. Y ocultar la intervención
hegemonista detrás de la “dictadura de los mercados”.
2º.- Borrar en nuestro país al hegemonismo
norteamericano del blanco, dirigiendo toda la atención hacia las “castas
internas”. No solo eliminando la
necesidad de la lucha por conquistar la independencia nacional sino conduciendo
-como así defiende la dirección de Podemos- a acatar como “ineludibles” los
principales pilares del dominio hegemonista e imperialista como la OTAN o el
euro.
3º.- Cuando hablan de imperialismo, incluir en el
mismo saco a la superpotencia norteamericana y al resto de países imperialistas
del Segundo Mundo, ampliando el blanco.
Llegando incluso a afirmar que España, en lugar de ser un país dominado y
dependiente, forma parte de los países imperialistas en general.
4º.- Infravalorar la fuerza de los pueblos y
sobrevalorar la del hegemonismo y el imperialismo. Pablo Iglesias afirma que “asistimos desde finales de
los 90 al avance de una ofensiva neoliberal que ha supuesto un retroceso
histórico”. Añadiendo que “el final del bloque soviético y la victoria
norteamericana creó un terreno en el que los que aspiramos a una sociedad
emancipatoria fuera de la lógica del beneficio tenemos todas las de perder”. Y
declarando que “los países del Sur de Europa no somos autosuficientes para
plantear una reversión de la situación colonial que atravesamos”.
5º.- Frente a la formación de un Frente
Antihegemonista lo que propone el pensamiento dominante en la izquierda es “una
alianza contra las políticas de austeridad”, eliminando la necesidad de unir a muchos países, clases, gobiernos,
fuerzas políticas, que no se corresponden con un “programa de izquierdas” pero
sí se enfrentan objetivamente al domino hegemonista.
La
Teoría de los Tres Mundos nos proporciona una enseñanza fundamental:
“La experiencia de la revolución del proletariado y de las
naciones oprimidas ha probado reiteradas veces que solo aplicando correctamente
esta política se puede poner en acción un gigantesco ejército revolucionario de
millones y millones de hombres, de tal modo que se concentren las fuerzas para
golpear al enemigo principal y conseguir la victoria de la revolución. Actuar
en contra de esta política significaría empujar a las fuerzas ganables hacia el
bando enemigo, engrosando así las filas de éste y aislándonos a nosotros
mismos, lo que conduciría la revolución al fracaso”.
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