“El retorno de Karl Marx para entender lo que está pasando en el capitalismo avanzado”.
El título de la última columna del economista Vicenç Navarro -una de las referencias del pensamiento progresista en España- no exige explicación alguna:
En él se nos desvela como incluso entre los principales propagandistas del pensamiento liberal y conservador -como el seminario británico The Economist- se reconoce la validez de las aportaciones de Marx, y la necesidad de partir de ellas para poder comprender los principales acontecimientos del mundo actual.
El artículo de Vicenç Navarro (que se puede consultar en Público) tiene la virtud de poner de manifiesto cómo el marxismo (que como recuerda el economista catalán “ha sido definido por algunas voces como anticuado, irrelevante o cosas peores”) es un obligado punto de referencia incluso para sus más acérrimos detractores.
No es la primera vez que Vicenç Navarro nos recuerda cómo los hechos corroboran la validez del análisis de Marx sobre el capitalismo. También en su habitual columna en Público, publicó en agosto del pasado año el artículo “Marx llevaba bastante razón”.
Vicenç Navarro es una influyente figura en el ámbito progresista. Exiliado durante el franquismo, fue asesor del gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende y del gobierno cubano, pero también de algunos de los principales gobiernos socialdemócratas en Europa. Elaboró, junto a Juan Torres, una propuesta de programa económico para Podemos, y fue incluido en la lista presentada por Pablo Iglesias en su última asamblea general.
Pero para defender la validez del marxismo, Vicenç Navarro no recurre a movimientos y pensadores revolucionarios o progresistas... sino a las fuentes más conservadoras.
Principalmente al seminario británico The Economist, portavoz de los intereses de la City londinense y del gran capital norteamericano, y considerado desde su fundación en 1843 poco menos que como la biblia del pensamiento liberal.
En una de las históricas columnas del seminario británico (llamada “Bagehot”, y que cumple el papel de un segundo editorial) uno de sus principales analistas -Adrian Wooldridge- nos presenta un título (“El momento marxista”) y un subtítulo (“Los laboristas llevan razón: Karl Marx tiene mucho que enseñar a los políticos de hoy en día”) sorprendentes en un medio tan conservador.
Cuando son las grandes burguesías las que avalan a Marx
La columna de The Economist tiene su origen en la política doméstica inglesa. En plena campaña electoral, para atacar al candidato laborista, algunos políticos y medios conservadores se han lanzado a lo que Vicenç Navarro define como “una burda, grosera e ignorante demonización de Marx y del marxismo”.
Pero el analista de The Economist se eleva por encima de las trifulcas partidistas... para dar la razón a Marx.
Adrian Wooldridge reconoce explícitamente que, como estableció Marx, “la presente crisis no se puede entender sin partir de los cambios dentro del capital, por un lado, y el crecimiento de la explotación de la clase trabajadora”.
Pero Wooldridge no se detiene aquí en su reconocimiento a los aciertos de Marx. Pone de manifiesto como una de las principales características del capitalismo es, como predijo Marx, “la creciente monopolización del capital, tanto productivo como especulativo, que está ocurriendo en los países capitalistas más desarrollados”.
El analista de The Economist vuelve a confirmar a Marx al corroborar que “el capitalismo por sí mismo crea la pobreza a través del descenso salarial”, incrementando con ello permanentemente las desigualdades sociales.
Y se ve obligado a reconocer nuevamente que Marx tenía razón al cuestionar las legitimidad del poder político, pues “la evidencia acumulada muestra que el maridaje del poder económico y político ha caracterizado la naturaleza de los Estados”.
No es la primera vez que Wooldridge reconoce los aciertos de Marx. En uno de sus principales libros reconoce que “como profeta de la interdependencia universal de las naciones Marx sigue siendo relevante. Su descripción de la globalización sigue siendo tan aguda hoy como hace ciento cincuenta años”.
No es el único economista burgués que está obligado a reconocer la molesta necesidad de recurrir a Marx para comprender los fundamentos del mundo actual. Paul Kurgman, Nobel de Economía y principal referencia de Obama en política económica, afirma que ha sido el pensamiento marxista el que mejor ha predicho las crisis cíclicas del capitalismo. Mientras Nouriel Roubini, uno de los totems del pensamiento económico liberal actual, confiesa que “Karl Marx tenía parte de razón cuando decía que la globalización, la intermediación financiera sin control y la redistribución de la renta y riqueza desde el trabajo al capital podría conducir al capitalismo a su autodestrucción”.
No se han vuelto locos. Los principales economistas burgueses no se han convertido al marxismo. Pero cuando reflexionan se ven obligados a reconocer que el marxismo, ese pensamiento declarado caduco y obsoleto, resulta que tenía razón en sus principales predicciones.
Por eso El Capital o el Manifiesto Comunista se reeditaron al estallar la crisis. Existía una demanda social de marxismo. Porque para comprender lo que hoy ocurre no hay más remedio que volver la mirada a Marx.
Lo reconocen incluso los grandes centros de poder que consideran, con toda la razón, que el marxismo es su principal enemigo.
El artículo de Vicenç Navarro (que se puede consultar en Público) tiene la virtud de poner de manifiesto cómo el marxismo (que como recuerda el economista catalán “ha sido definido por algunas voces como anticuado, irrelevante o cosas peores”) es un obligado punto de referencia incluso para sus más acérrimos detractores.
No es la primera vez que Vicenç Navarro nos recuerda cómo los hechos corroboran la validez del análisis de Marx sobre el capitalismo. También en su habitual columna en Público, publicó en agosto del pasado año el artículo “Marx llevaba bastante razón”.
Vicenç Navarro es una influyente figura en el ámbito progresista. Exiliado durante el franquismo, fue asesor del gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende y del gobierno cubano, pero también de algunos de los principales gobiernos socialdemócratas en Europa. Elaboró, junto a Juan Torres, una propuesta de programa económico para Podemos, y fue incluido en la lista presentada por Pablo Iglesias en su última asamblea general.
"Incluso los grandes centros de poder están obligados a reconocer que la validez de los fustes y las predicciones sobre el desarrollo del capitalismo establecidas por Marx"
Principalmente al seminario británico The Economist, portavoz de los intereses de la City londinense y del gran capital norteamericano, y considerado desde su fundación en 1843 poco menos que como la biblia del pensamiento liberal.
En una de las históricas columnas del seminario británico (llamada “Bagehot”, y que cumple el papel de un segundo editorial) uno de sus principales analistas -Adrian Wooldridge- nos presenta un título (“El momento marxista”) y un subtítulo (“Los laboristas llevan razón: Karl Marx tiene mucho que enseñar a los políticos de hoy en día”) sorprendentes en un medio tan conservador.
Cuando son las grandes burguesías las que avalan a Marx
La columna de The Economist tiene su origen en la política doméstica inglesa. En plena campaña electoral, para atacar al candidato laborista, algunos políticos y medios conservadores se han lanzado a lo que Vicenç Navarro define como “una burda, grosera e ignorante demonización de Marx y del marxismo”.
Pero el analista de The Economist se eleva por encima de las trifulcas partidistas... para dar la razón a Marx.
Adrian Wooldridge reconoce explícitamente que, como estableció Marx, “la presente crisis no se puede entender sin partir de los cambios dentro del capital, por un lado, y el crecimiento de la explotación de la clase trabajadora”.
Pero Wooldridge no se detiene aquí en su reconocimiento a los aciertos de Marx. Pone de manifiesto como una de las principales características del capitalismo es, como predijo Marx, “la creciente monopolización del capital, tanto productivo como especulativo, que está ocurriendo en los países capitalistas más desarrollados”.
El analista de The Economist vuelve a confirmar a Marx al corroborar que “el capitalismo por sí mismo crea la pobreza a través del descenso salarial”, incrementando con ello permanentemente las desigualdades sociales.
Y se ve obligado a reconocer nuevamente que Marx tenía razón al cuestionar las legitimidad del poder político, pues “la evidencia acumulada muestra que el maridaje del poder económico y político ha caracterizado la naturaleza de los Estados”.
"Existía una demanda social de marxismo. Porque para comprender lo que hoy ocurre no hay más remedio que volver la mirada a Marx"
No es la primera vez que Wooldridge reconoce los aciertos de Marx. En uno de sus principales libros reconoce que “como profeta de la interdependencia universal de las naciones Marx sigue siendo relevante. Su descripción de la globalización sigue siendo tan aguda hoy como hace ciento cincuenta años”.
No es el único economista burgués que está obligado a reconocer la molesta necesidad de recurrir a Marx para comprender los fundamentos del mundo actual. Paul Kurgman, Nobel de Economía y principal referencia de Obama en política económica, afirma que ha sido el pensamiento marxista el que mejor ha predicho las crisis cíclicas del capitalismo. Mientras Nouriel Roubini, uno de los totems del pensamiento económico liberal actual, confiesa que “Karl Marx tenía parte de razón cuando decía que la globalización, la intermediación financiera sin control y la redistribución de la renta y riqueza desde el trabajo al capital podría conducir al capitalismo a su autodestrucción”.
No se han vuelto locos. Los principales economistas burgueses no se han convertido al marxismo. Pero cuando reflexionan se ven obligados a reconocer que el marxismo, ese pensamiento declarado caduco y obsoleto, resulta que tenía razón en sus principales predicciones.
Por eso El Capital o el Manifiesto Comunista se reeditaron al estallar la crisis. Existía una demanda social de marxismo. Porque para comprender lo que hoy ocurre no hay más remedio que volver la mirada a Marx.
Lo reconocen incluso los grandes centros de poder que consideran, con toda la razón, que el marxismo es su principal enemigo.
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