miércoles, 9 de julio de 2014
La farsa de las explicaciones neoliberales de la crisis actual
El trabajador griego el que trabajaba más horas (2.038 horas al año, más de 40 horas a la semana), un 43% más que el trabajador alemán
Una constante en la explicación de la crisis económica y financiera actual que ha afectado de manera muy acentuada a los países periféricos de la Eurozona (GIPS, Grecia, Irlanda, Portugal y España) es la que atribuye esta situación a que los trabajadores de estos países reciben salarios demasiado altos, trabajan muy poco, reciben un número excesivo de prestaciones, tienen excesiva protección social y se jubilan demasiado pronto.
Esta percepción de los países GIPS, promovida por la Troika (el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) y por los gobiernos de carácter conservador, cristiano-demócrata, liberal y socioliberal que dominan la gobernanza de la Eurozona, ha alcanzado la categoría de dogma. En realidad, esta percepción viene ya de lejos, y fue la que motivó que el Banco Central Europeo, presionado por el Banco Central Alemán, forzara la adopción de los criterios de Maastricht como condición de pertenencia al euro: un déficit público de no más del 3% del PIB y una deuda pública no superior al 60% del PIB (ver el libro de John F. Weeks, Economics of the 1%, 2014, p. 175). La intención de estas condiciones era disciplinar a estos países y evitar excesos de gasto público resultantes de unos comportamientos irresponsables, evitando así que se gastara más de lo que se tenía. Ni que decir tiene que estas normas de Maastricht aplicaban a todos los países de la Eurozona, pero, desde el principio, se pensó en los países GIPS como los que necesitaban de mayor disciplina fiscal, por considerarlos excesivamente despilfarradores.
Las falsedades del establishment neoliberal europeo
Lo que es digno de mención es que cada uno de estos supuestos es falso, como es fácilmente demostrable con los datos. Veamos. Todos estos países GIPS tenían, antes de la crisis, una protección social y gasto público social por debajo (no por encima) del promedio de la Unión Europea de los Quince (UE-15), el grupo de países más ricos de la UE, al cual pertenecen. El país que tenía mayor gasto público en protección social de la Eurozona era Alemania. Todos los países GIPS (Grecia, Irlanda, Portugal y España) tenían, cuando se estableció la Eurozona, y continúan teniendo, un gasto público social muy inferior al alemán y muy inferior al promedio de la UE-15. Igualmente, la edad de jubilación en estos países (en el año 2010) era idéntica, no inferior, que la de los hombres de Alemania y Francia, excepto en Grecia, donde podían jubilarse a los 60 años.
La misma falsedad se da en cuanto al número de horas trabajadas por trabajador. En realidad, en todos estos países se trabaja más horas al año por trabajador que en Alemania, siendo el trabajador griego el que trabajaba más horas (2.038 horas al año, más de 40 horas a la semana), un 43% más que el trabajador alemán.
En cuanto a la excesiva irresponsabilidad de los dirigentes gubernamentales que se gastaron más de lo que tenían, generando enormes déficits y deuda pública, los datos muestran también la falacia de este supuesto. El Estado español estaba en superávit, no déficit, y la deuda pública era menor que el promedio de la UE-15, incluyendo Alemania. Grecia era el país que tenía déficit y una deuda pública elevada (80% del PIB en 2007). Ahora bien, Irlanda tenía, como España, un superávit en sus cuentas del Estado, mientras que el déficit en Grecia estaba solo 3 puntos de PIB por encima del de Alemania, lo cual no era exagerado.
La situación de las cuentas del Estado en estos países no puede presentarse como causa de la crisis. El famoso dicho de que estos Estados de los países GIPS se gastaban más de lo que tenían, despilfarrando recursos, no es sostenible. Los que sí contribuyeron de una manera notable a la crisis y al aumento del déficit y de la deuda pública, fueron los enormes rescates a la banca y la bajada de ingresos al Estado, resultado, este último, del enlentecimiento del crecimiento económico causado por la bajada de la demanda, consecuencia del descenso salarial y reducción del gasto público, todas ellas políticas de austeridad impuestas por la Troika. Ahí están las causas, silenciadas en los mayores medios de información y persuasión.
Lo que se calla u oculta
¿Por qué las políticas neoliberales, con sus recortes de gasto público y reducción de salarios, se promovieron y continúan promoviéndose en la Eurozona? La respuesta es extraordinariamente clara, aunque usted, lector, no lo leerá en los mayores diarios ni lo verá en televisión. La crisis que ha dañado enormemente a las clases populares de los países GIPS se programó para aumentar los beneficios del aparato financiero –la banca- y muy en especial de la banca alemana y también del sector exportador alemán. Tome el lector nota de que no hablo de Alemania, sino de las élites financieras, económicas, políticas y mediáticas dominantes en Alemania, pues no se entiende lo que pasa en la Eurozona sin entender la alianza que se ha establecido entre estos componentes de las clases dominantes de cada país y el sistema de gobierno de la Eurozona, incluyendo la Troika. Estas élites están imponiendo un enorme sacrificio (con reducción de salarios y gasto público social) a las clases populares, incluidas las alemanas, cosa que ha sido facilitada por el dominio que aquellas élites tienen sobre el diseño y promoción de las políticas públicas de la Eurozona.
En realidad, la reducción de la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora alemana (resultado de las reformas Schröder y Merkel) disparó las exportaciones en aquel país, creando un enorme superávit de la balanza de pagos, causa de que las balanzas sean negativas en los países GIPS, forzando que los salarios de estos países bajen para poder competir con Alemania y aumentar las exportaciones, y con ello reducir su balanza negativa. Durante el periodo 2008-2010 Alemania consiguió un superávit de 523.000 millones de euros, mientras que los GIPS tenían un déficit de 623.000 millones de euros. Este enorme desequilibrio es lo que creó la sensación de que el euro estaba en peligro (percepción, por cierto, que era errónea, pues el euro nunca estuvo en peligro). (Ver mi artículo “Falsedades del conocimiento económico ortodoxo sobre Europa”. Público, 22.05.14). Los que sí estaban en peligro, y continúan estándolo, son las clases populares de los países GIPS, como resultado de las políticas públicas del gobierno Merkel (que consisten en bajadas salariales y subsidios al capital exportador), que favorecen los intereses de los grupos económicos y financieros que representan. Es la victoria del 1% (la población más pudiente del país que genera sus rentas de la propiedad del capital financiero y exportador) sobre todos los demás. Si usted va a Alemania y lee los mayores medios de información (controlados todos ellos por el 1% más pudiente de Alemania), verá que presentan la crisis como resultado de la holgazanería de las clases populares del Sur. Intentan que el trabajador alemán vea al trabajador del Sur como su enemigo. El nacionalismo intenta movilizar a la población para que vean sus intereses ligados a los intereses del 1%. Su temor es que las clases populares en la Eurozona se alíen y rompan con su dominio y control. Con ello se iniciaría la Europa de los pueblos, que entraría en clara contradicción y como alternativa a la Europa del capital hegemonizado por el financiero, que es la Europa actual. Así de claro.
Vicenç Navarro, catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra
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