Los antecedentes del
siglo XIX español
I.- Desde mediados
del siglo XVII, y de forma todavía más aguda a lo largo del siglo XVIII, España
pasa de ser la potencia hegemónica en Europa y dueña del más vasto imperio, a
convertirse poco menos que en una colonia de las grandes potencias
europeas, y en el escenario donde éstas
-principalmente Francia e Inglaterra- libran sus disputas mientras ambicionan
apoderarse de las todavía inmensas riquezas del imperio español.
Tal y como plantea el historiador
español J. Vicens Vives: “España, juguete en la política
internacional de los ejércitos y en la vida económica de los mercaderes de Luis
XIV , se convirtió en presa fácil para la absorbente ambición de Versalles. (…)
Todos podían a España, no sólo en el campo de batalla, sino en las actividades
económicas, caídas tan bajo que la monarquía se había convertido en mera
colonia de las grandes potencias europeas”.
·
En 1640, Francia impulsará la
independencia de Cataluña y Portugal.
París se apoyará en un
minoritario partido profrancés en las clases dirigentes catalanas, que había
acordado un pacto secreto para asegurar la protección militar francesa en caso
de un levantamiento contra España. La república catalana desgajada de España se
colocará rápidamente bajo obediencia francesa.
Al mismo tiempo, Francia
alentará las ambiciones independentistas de los círculos de la nobleza
portuguesa nucleados en torno al Duque de Braganza.
La intervención francesa va a acelerar
la decadencia española, que pierde definitivamente su condición de gran potencia
europea.
El dominio francés acarreará nefastas
consecuencias a los territorios empujados hacia las aventuras secesionistas.
Cataluña perderá un tercio de su territorio, que pasará a manos francesas. Y el
Portugal independiente será inmediatamente transformado en una colonia
comercial británica.
·
La Guerra de Sucesión -entre 1701 y 1713- presentada como un
conflicto dinástico es en realidad la disputa entre las principales potencias
del momento, Francia e Inglaterra, por el dominio sobre España.
La incapacidad de Carlos II, que va a
morir sin descendencia, convertirá la designación de su sucesor en una batalla
entre los grandes de Europa. Francia respaldará la candidatura de Felipe de Anjou, futuro Felipe V y nieto del
monarca galo Luis XIV, mientras Inglaterra respalda la del archiduque Carlos de
Austria.
Las luchas por la supremacía europea
-en las que España participaba como potencia hegemónica- se trasladan ahora a
suelo español... y el dominio de España es el principal botín en disputa.
Las principales batallas se librarán
entre tropas, muchas de ellas extranjeras, al mando de generales galos y
británicos; la dirección política y la resolución del conflicto seguirán el
ritmo de la correlación de fuerzas entre París y Londres.
La resolución de la guerra -acordada
entre París y Londres- supone el definitivo abandono de las posesiones
españolas en Europa, la ocupación extranjera de parte del territorio peninsular
y la entrega del comercio con América a las grandes potencias.
·
Durante todo el siglo XVIII España se convierte poco más que
en un virreinato francés
La llegada de Felipe V al
trono español viene acompañada de un estrecho control desde París de todos los
asuntos españoles. Durante todo el siglo XVIII los sucesivos embajadores galos
en Madrid no actuaron como representantes legales de Francia en el sentido
estricto sino como auténticos ministros plenipotenciarios.
El dominio francés sobre
España se perpetúa a través de los “Pactos de Familia”, que supeditaban la rama
española de los Borbones a los intereses galos. Gracias a ellos París utilizará
a España como plataforma en su disputa con Inglaterra. Obligando a los
ejércitos españoles a participar, bajo mando galo, en sucesivos conflictos
bélicos.
A través de diferentes
vías, Francia e Inglaterra se hacen ya, en pleno siglo XVIII, con el control
del comercio con América.
España entra en el siglo
XIX, donde van a definirse un nuevo Estado y una nueva clase dominante,
sometida a una relación semicolonial, bajo la intervención política y militar
de las principales potencias y con una economía donde el grueso de las
ganancias emigraba al extranjero.
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