jueves, 17 de noviembre de 2016

El motor de la Historia es la lucha de clases.




TESIS Nº 2:

John Lewis: El hombre hace la historia trascendiendo la historia.

Laclau : Los hombres construyen socialmente su mundo mediante su actividad práctica, elaborada bajo la forma de un discurso.

ML: El motor de la historia es la lucha de clases

La tesis fundamental del marxismo, que encabeza El Manifiesto Comunista, y a la que se someten el resto de tesis, es que “el motor de la historia es la lucha de clases”.

Es la viga maestra del materialismo histórico, la ciencia del marxismo, pero también del materialismo dialéctico, la filosofía del proletariado.

Partamos de cómo lo desarrolla Louis Althusser, para luego comprenderlo y enfrentarlo a las concepciones de John Lewis, o sobre todo al “posmarxismo” de Ernesto Laclau:

“Aquí las cosas se vuelven extraordinariamente interesantes.

Porque el M.L. desmonta el sistema filosófico de John Lewis. ¿Cómo?

John Lewis decía: “El hombre hace la historia”.

El M.L. acaba de responder: “Las masas”.

Pero si nos quedamos allí, se tiene la impresión de que el M.L. da una respuesta muy distinta pero a una misma pregunta. Esa misma pregunta es, ¿quién hace la historia? Esta pregunta presupone que la historia es el resultado de la acción (hacer) de un sujeto (¿quién?). Para John Lewis, tal sujeto es “el hombre”.

Para el M.L., este sujeto son las masas. Sí y no. (…)

Precisamente la Tesis del Manifiesto (la lucha de clases es el motor de la historia) desplaza la pregunta, y nos coloca frente al problema y al principio de su posición justa, vale decir de su solución. (…) el M.L. responde haciendo desaparecer las categorías filosóficas idealistas de John Lewis. Para imponer otras.

No se trata más de “el hombre”. Lo sabemos. Pero en “la lucha de clases es el motor de la historia”, no se trata más de “hacer” la historia. No se trata más de “hacer”, vale decir, no se trata más del problema del sujeto de la historia: ¿quién hace la historia?

El M.L. nos dice algo completamente distinto: la lucha de clases (concepto nuevo) es el motor (concepto nuevo) de la historia —mueve, hace avanzar, “menearse” a la historia, y realiza las revoluciones. Esta tesis tiene una importancia muy grande, puesto que coloca en el primer rango a la lucha de clases.

En la Tesis precedente, “las masas hacen la historia” se pone el acento: 1) sobre las clases explotadas reunidas alrededor de la clase... y 2) sobre su potencia de transformación revolucionaria de las relaciones sociales. Por lo tanto, las masas estaban en el primer rango.

En la Tesis del Manifiesto lo que adviene al primer rango no son ya sólo las clases explotadas, etc., sino la lucha de clases.

Tomemos un ejemplo sencillo, y supongamos que sólo existen dos clases en presencia.

Para el reformista, las clases existen antes de la lucha de clases, un poco como dos equipos de rugby existen, cada uno por su lado, antes del encuentro.

Cada clase existe en su propio campo, vive en sus propias condiciones de existencia; una clase puede incluso explotar a la otra, pero eso no es todavía la lucha de clases. Un día, las dos clases se encuentran y se enfrentan, y sólo entonces comienza la lucha de clases.

Ambas se van a las manos, el combate se torna agudo y finalmente la clase explotada se impone a la otra (es la revolución) o sucumbe en la lucha (es la contrarrevolución).

Que se dé vuelta a la cuestión tanto como se quiera, pero siempre se encontrará la misma idea. Las clases existen antes de la lucha de clases, independientemente de la lucha de clases y la lucha de clases existe sólo después.

Por el contrario, para los revolucionarios no es posible separar las clases de la lucha de clases. La lucha de clases y la existencia de clases son una sola y misma cosa. Para que en una “sociedad” haya clases es necesario que la sociedad esté dividida en clases; tal división no se hace a posteriori, pues lo que constituye la división en clases es la explotación de una clase por la otra, o sea la lucha de clases. Porque la explotación es ya lucha de clase. Para comprender entonces la división en clases, la existencia y la naturaleza de las clases, es necesario partir de la lucha de clases. Por lo tanto es preciso colocar la lucha de clases en el primer rango.

Pero, entonces, es preciso someter la Tesis 1 (las masas hacen la historia) a la Tesis 2 (la lucha de clases es el motor de la historia). Esto quiere decir que la potencia revolucionaria de las masas sólo es potencia en función de la lucha de clases. No basta entonces considerar lo que sucede del lado de las clases explotadas, sino que es preciso al mismo tiempo considerar lo que ocurre del lado de las clases explotadoras.

Mejor dicho, es necesario superar la imagen del campo de rugby, vale decir de dos grupos de clases que se van a las manos, para considerar lo que hacen las clases y las clases antagónicas, a saber, la lucha de clases. Primacía absoluta de la lucha de clases (Marx, Lenin). No olvidar jamás la lucha de clases (Mao).



- No es casual que la tesis más atacada del marxismo sea que el motor de la historia es la lucha de clases.

En el “posmarxismo” es explícito, cuando Laclau afirma que “ la noción fundamental de que el antagonismo crucial en la sociedad es la lucha de clase ha sido sobrepasado por una multiplicidad de antagonismos, plasmados en los diferentes movimientos de emancipación de los excluidos”.

- ¿Qué van antes, las clases o la lucha de clases?

Parece “rizar el rizo”, una pregunta sin sentido práctico. En realidad es la línea de demarcación fundamental entre el marxismo y la filosofía burguesa.

Las concepciones burguesas -sea bajo la forma del neoliberalismo más derechista o del revisionismo más a la izquierda- siempre colocan las clases antes y por encima de la lucha de clases.

¿Por qué para la burguesía hay conflictos entre obreros y empresarios? Porque existen, previamente y por separado, como los dos equipos de rugby que Althusser utiliza como imagen, y es luego, en su práctica, cuando entran en conflicto por diferentes motivos (salarios, condiciones de trabajo, decisiones políticas...).

La concepción del marxismo es antagónica a la burguesa. Hasta el punto de que es la lucha de clases la que genera las condiciones de existencia de las clases.

- La lucha de clases es la forma histórica de la contradicción en el modo de producción que divide a las clases en clases.

En El Manifiesto Comunista, Marx y Engels afirman que “Toda la historia de las sociedades humanas hasta nuestros días es una historia de lucha de clases.



Y como dice el propio Marx: “No es a mí a quien cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna, y tampoco la lucha de clases a que ellas se lanzan. Los historiadores burgueses han expuesto mucho antes que yo la evolución histórica de esta lucha de clases, y los economistas burgueses han descrito su anatomía económica.” La ruptura de Marx se materializa en afirmar que “el motor de la historia es la lucha de clases”, y colocar esto en el primer rango.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

“El Hombre, los hombres o las clases”



 En su libro, Althusser, va contraponiendo las tres tesis de John Lewis -que concentra los postulados del revisionismo de principios de los 70- con las tesis del marxismo leninismo. Nosotros hemos añadido las de Laclau, principal referencia teórica del “posmarxismo”.







TESIS Nº 1

John Lewis: El hombre hace la historia.

Laclau: Los hombres construyen socialmente su mundo.

ML: “Las masas hacen la historia.”

Las posiciones humanistas de John Lewis y Ernesto Laclau son casi literalmente idénticas.

Para ambos, el sujeto de la historia, quien “hace” la historia o “construye socialmente su mundo”, es “el hombre” o “los hombres”. El marxismo contrapone a esta concepción burguesa la posición y el punto de vista, materialista y revolucionario, de las clases y la lucha de clases. Siempre desde la posición ideológica de que son las masas -las clases explotadas- los hérores de la historia, los que hacen avanzar la historia.

Así lo desarrolla Althusser:

“¿Qué significa “el hombre” que “hace” la historia?

Para nosotros, que luchamos bajo la dominación de la burguesía, “el hombre” que hace la historia es un misterio. Pero este “misterio” tenía sentido cuando la burguesía revolucionaria luchaba contra la feudalidad que la dominaba. Proclamar entonces, como lo hicieron los grandes Humanistas burgueses, que es el hombre el que hace la historia, era luchar, desde el punto de vista burgués, entonces revolucionario, contra la Tesis religiosa de la ideología feudal: es Dios el que hace la historia. Pero ya no estamos en ese entonces y el punto de vista burgués siempre ha sido idealista en historia.

¿Qué significa las masas que “hacen la historia”?

En una sociedad de clases, son las masas explotadas, es decir, las clases, capas y categorías sociales explotadas, agrupadas alrededor de la clase explotada capaz de unirlas y ponerlas en movimiento contra las clases dominantes que detentan el poder de Estado.

La clase explotada “capaz de...” no es siempre la clase más explotada, o la “capa” social más miserable.

Así, en la Antigüedad, no son los esclavos, salvo en algunos períodos (Espartaco), los que han “hecho” la historia en sentido estricto, social y político, del término, sino las clases más explotadas entre los hombres “libres” (en Roma, “la Plebe” urbana o agraria).

A la Tesis de John Lewis (el hombre hace la historia), el M.L. siempre ha opuesto la Tesis: las masas hacen la historia. Y bajo el capitalismo, las masas no son “la masa” de los aristócratas de la “inteligencia” o de los ideólogos del fascismo, sino el conjunto de las clases, capas y categorías explotadas reunidas en torno a la clase explotada en la gran producción, única capaz de unirlas y conducir su acción al asalto del estado burgués: el proletariado. Comparad”.



¿Qué nos dice Althusser?

- Como clase explotadora, la burguesía no puede adoptar otra concepción que el idealismo ante la historia.

Tanto cuando fue una clase revolucionaria o luego como clase dominante, la burguesía coloca al hombre -el nuevo sujeto que “hace” la historia desde su libertad- en el lugar que antes ocupaba Dios.

- El marxismo no parte de la categoría de “hombre”, sino de las clases. Vivimos en una sociedad de clases; existen clases explotadoras y clases explotadas.



Las masas, como protagonistas de la historia, son las clases, capas y categorías sociales explotadas. Pero sólo estarán en condiciones de “hacer” la historia cuando se agrupan de forma consciente en torno a la clase explotada, capaz de unirlas y ponerlas en movimiento para tomar el poder del Estado.

lunes, 14 de noviembre de 2016

“La lucha de clase proletaria tiene necesidad de la filosofía”

En esta selección del capítulo introductorio del libro de Althusser, vemos argumentadas las tesis iniciales de nuestra definición: la filosofía es un cuerpo teórico, pero no es una ciencia, aunque está relacionada con ella. Su relación íntima es con la ideología, a la que da sustento teórico. Tiene carácter de clase, es, en última instancia, lucha de clases en la teoría. Y por supuesto, la filosofía, tiene consecuencias políticas.
De ahí que, como remarca Althusser, todos los grandes dirigentes de la revolución proletaria, hayan tenido que librar arduos combates teóricos contra las posiciones filosóficas burguesas en el seno del movimiento obrero y revolucionario.

Marx y Engels combatieron las posiciones idealistas en el seno del movimiento obrero y socialista. Lenin, dedicó varios meses a la redacción de “Materialismo y Empirocriticismo” para combatir las posiciones filosóficas de los revisionistas de su época, combate sin el cual no habría sido posible la Revolución de Octubre. Mao Tse Tung, contra las corrientes dogmáticas, escribió las Tesis Filosóficas de Acerca de la práctica, La Contradicción o Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo. Y el PCCH mantuvo en plena guerra contra el Japón una escuela de cuadros sobre filosofía, en Yenán. ¿Juegos teóricos? No, necesidad






“La lucha de clase proletaria tiene necesidad de la filosofía”







TESIS 2:
Todas las corrientes y tendencias filosóficas que han existido a lo largo de la historia pueden reducirse a la lucha entre dos tomas de posición antagónicas: Materialismo frente a Idealismo.
Todas las clases dominantes reaccionarias han adoptado siempre el idealismo. Por el contrario, las clases revolucionarias han empuñado el materialismo como arma de combate.



Mientras el Materialismo toma posición porque todo lo que existe es materia, porque la materia se puede conocer y se puede transformar de acuerdo con las leyes objetivas de su desarrollo, el Idealismo antepone la idea a la materia, lo subjetivo a lo objetivo, la conciencia a la práctica.

Todos hemos oído miles de veces la sentencia cartesiana del “pienso luego existo”. En ella está concentrada la esencia de la toma de posición del idealismo. Por el contrario Marx establece: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia”.


Todas las corrientes y tendencias filosóficas pueden reducirse en lo principal a la lucha entre estas dos tomas de posición antagónicas: Materialismo frente a Idealismo.

Lenin, citando a Engels dice:

"El gran problema cardinal de toda filosofía, especialmente de la moderna, es el problema de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la naturaleza [. . .]. ¿Qué está primero: el espíritu o la naturaleza? [. . .] Los filósofos se dividieron en dos grandes campos, según la contestación que diesen a esta pregunta. Los que afirmaban que el espíritu estaba antes que la naturaleza y que, por lo tanto, reconocían, en última instancia, una creación del mundo bajo una u otra forma [. . .], constituyeron el campo del idealismo. Los demás, los que reputaban la naturaleza como principio fundamental, adhirieron a distintas escuelas del materialismo". Todo otro empleo de los conceptos de idealismo y materialismo (en sentido filosófico) sólo conduce a la confusión.

Efectivamente, todas las filosofías idealistas se reducen a otorgar la supremacía al Espíritu, en cualquier forma que éste se manifieste: Dios, la Razón, el Alma, el Hombre,... Y a esto es a lo que se enfrenta rotundamente la primera toma de posición del materialismo.

Aquí debemos detenernos en qué entendemos, en el terreno filosófico, por materia. Una cosa es hablar de la materia en el lenguaje común, y que es todo aquello que podemos tocar o percibir por los sentidos. Otra cosa también distinta es lo que entiende la ciencia por materia: un concepto que permite definir todo aquello que tiene masa y ocupa un lugar en el espacio. En filosofía, “materia” es una categoría filosófica, es decir, una toma de posición en el terreno de la teoría. Y esta toma de posición se expresa en tres tesis que llamamos de materialidad:

LAS 3 TESIS DEL MATERIALISMO:

TESIS 1: Todo lo que existe es materia.
La materia es objetiva e independiente de la voluntad.

TESIS 2: La materia se puede conocer.
La materia se rige por leyes objetivas que son propias a cada proceso material.

TESIS 3: La materia se puede transformar.
La materia se transforma actuando de acuerdo a sus leyes objetivas de desarrollo.

En su primera tesis, el materialismo antepone la materia a la idea, lo objetivo a lo subjetivo. Por eso afirma la existencia de la materia objetiva e independiente de ninguna voluntad o percepción.

En su segunda tesis, el materialismo permite conocer las causas últimas de cada proceso material, porque, más allá de sus manifestaciones o de la percepción que de ellas tengamos a través de nuestros sentidos, afirma que cada proceso material se rige por leyes objetivas que le son propias. Y en consecuencia, que se pueden conocer.

Y por último, una vez conocidas estas leyes objetivas de desarrollo de la materia, la materia se podrá transformar si se incide en el curso de su desarrollo.

Tomar una u otra posición, la del materialismo o la del idealismo, tiene unas consecuencias prácticas de primer orden para el conocimiento del mundo y, por tanto, para su transformación.

El materialismo filosófico no es una ciencia, no da un conocimiento objetivo del mundo. Sin embargo, es una toma de posición en el terreno de la teoría que abre sin cesar el camino al conocimiento humano. El materialismo impulsa constantemente el avance de la ciencia y el conocimiento tanto en el terreno de la naturaleza como en el de la sociedad, mientras por el contrario el idealismo lo cierra, lo obstruye. Por eso las clases dominantes reaccionarias siempre han utilizado distintas formas de idealismo para mantener su dominio de clase, para impedir el conocimiento y la transformación. Mientras que las clases revolucionarias han tomado una posición materialista.

En el texto “Tres fuentes y tres partes integrantes del Marxismo”, Lenin dice: “La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia moderna de Europa, y en especial en Francia a fines del siglo XVIII, donde se desarrolló la batalla decisiva contra toda la escoria medieval, contra el feudalismo en las instituciones y en las ideas, el materialismo se mostró como la única filosofía consecuente, fiel a todo lo que enseñan las ciencias naturales, hostil a la superstición, a la mojigata hipocresía, etc. Por eso, los enemigos de la democracia empeñaron todos sus esfuerzos para tratar de "refutar", minar, difamar el materialismo y salieron en defensa de las diversas formas del idealismo filosófico, que se reduce siempre, de una u otra forma, a la defensa o al apoyo de la religión. Marx y Engels defendieron del modo más enérgico el materialismo filosófico y explicaron reiteradas veces el profundo error que significaba toda desviación de esa base.”

El idealismo de Sócrates, Platón y Aristóteles estaban en íntima conexión con los intereses de la aristocracia esclavista. El idealismo religioso medieval sostenía el poder de la nobleza feudal.

La burguesía, cuando fue una clase revolucionaria, empuñó y difundió el materialismo frente a las concepciones teocráticas feudales. Pero el materialismo burgués se limitó al campo de la naturaleza. En el terreno de la Historia de las sociedades humanas, su posición filosófica siempre fue idealista. El idealismo que encarna el humanismo está al servicio de los intereses de clase de la burguesía.

Sólo el marxismo toma una posición radical por el materialismo. Y esto es así porque sólo desde los intereses de clase del proletariado –acabar con cualquier tipo de explotación y opresión– puede desarrollarse hasta sus últimas consecuencias el materialismo, extendiéndolo a todos los ámbitos.

Lenin en “Tres fuentes y partes integrantes de marxismo” dice:

“Marx profundizó y desarrolló totalmente el materialismo filosófico, e hizo extensivo el conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico de Marx es una enorme conquista del pensamiento científico. Al caos y la arbitrariedad que imperan hasta entonces en los puntos de vista sobre historia y política, sucedió una teoría científica asombrosamente completa y armónica, que muestra cómo, en virtud del desarrollo de las fuerzas productivas, de un sistema de vida social surge otro más elevado; cómo del feudalismo, por ejemplo, nace el capitalismo.

La filosofía de Marx es un materialismo filosófico acabado, que ha proporcionado a la humanidad, y sobre todo a la clase obrera, la poderosa arma del saber”.

Veamos qué nos dice Althusser sobre esto. En su combate a John Lewis, sintetiza y contrapone las tesis de éste con las del ML. En la Tesis nº 3 dice:

TESIS Nº 3

John Lewis.: “El hombre conoce sólo lo que hace.”.

M.L.: “Sólo se conoce lo que es.”.

Para John Lewis “el hombre” conoce sólo lo que “hace”. Para el materialismo dialéctico, filosofía del M.L., no se puede conocer sino lo que es. Se trata de la Tesis materialista fundamental: “la primacía del ser sobre el pensamiento”.

Esta Tesis es a la vez Tesis de existencia, Tesis de materialidad y Tesis de objetividad. Plantea que no se puede conocer sino lo que existe; que el principio de toda existencia es la materialidad y que toda existencia es objetiva, es decir “anterior” a la “subjetividad” que la conoce e independiente de ella.

Se conoce lo que es. Esta Tesis, difícil de entender y fácil de desviar de su sentido, sostiene todas las Tesis marxistas acerca del conocimiento. (…)

“Sólo se conoce lo que es.” No deberían presentarse problemas en el caso de la naturaleza: ¡quién puede pretender que “el hombre” ha “hecho” la naturaleza que conoce! Únicamente los idealistas, una raza delirante de idealistas que daría al hombre la omnipotencia de Dios. Pero los propios idealistas no son tan tontos.

¿Y la historia? perdura una huella de su ilusión en la idea de que la historia sería más fácil de conocer que la naturaleza, puesto que todo en ella sería “humano”.

Pues bien, sobre este punto la posición del M.L. es categórica: la historia es tan difícil de conocer como la naturaleza, incluso, tal vez más difícil de conocer.

¿Por qué? Porque “las masas” no tienen con la historia la misma relación práctica directa que tienen con la naturaleza (en el trabajo de la producción), porque están siempre separadas de la historia por la ilusión de conocerla, puesto que cada clase explotadora dominante les ofrece “su” explicación de la historia, bajo la forma de su ideología que es dominante, que sirve sus intereses de clase, cimenta su unidad y mantiene a las masas bajo su explotación.

Veamos la Edad Media. La Iglesia, y sus ideólogos, ofrecía a todos los fieles —vale decir en primer lugar a todos los explotados, pero también a los señores feudales y a ella misma—, una explicación muy simple y muy clara de la historia: la historia estaba hecha por Dios y obedecía las leyes, es decir los fines, de la Providencia. Una “explicación” de masa.

Veamos el siglo XVIII en Francia. La situación es diferente, la burguesía no está todavía en el poder, es crítica y revolucionaria. Pues bien, ofrece a todos los hombres (¡sin distinción de clase!, a los burgueses y a sus aliados, pero también a sus propios explotados) una explicación “luminosa” de la historia: la historia está movida por la Razón y obedece las leyes, es decir los fines, de la Verdad, de la Razón y de la Libertad. Una “explicación” de masa.

Si la historia es difícil de conocer científicamente es porque entre la historia real y las masas hay siempre una pantalla, una separación; una ideología de clase de la historia, una filosofía de clase de la historia en la cual las masas humanas creen “espontáneamente” puesto que esta ideología les es inculcada por la clase dominante o en ascenso, sirve a la unidad de esta clase y asegura su explotación. Así, la propia burguesía es ya en el siglo XVIII una clase explotadora.

Para llegar a percibir esta “cortina” de humo ideológico–idealista de las clases dominantes fueron necesarias las circunstancias excepcionales de la primera mitad del siglo XIX: la experiencia de las luchas de clases de las revoluciones en Francia (1789, 1830) y las primeras luchas de clase proletarias, más la economía política inglesa, más el socialismo francés. El resultado del concurso de estas circunstancias fue el descubrimiento de Marx quien, abrió al conocimiento científico el “Continente–Historia”.

Pero en historia como en la naturaleza el hombre sólo conoce lo que es, y no lo que “hace”. Que sea necesario un enorme trabajo científico y gigantescas luchas prácticas para llegar a conocer lo que es, no cambia el fondo de las cosas para nada. Sólo se conoce lo que es, incluso si lo que es cambia, bajo el efecto de la dialéctica material de la lucha de clases, incluso si lo que es se conoce sólo a condición de ser transformado”.

El propio Marx habla de cómo él y Engels tuvieron que romper la pantalla, liquidar cuentas con su conciencia filosófica anterior, para abrir paso al conocimiento científico de la historia. En el Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política, texto que podemos considerar prácticamente como el inicio del materialismo histórico, Marx dice:

“Federico Engels, con el que yo mantenía un constante intercambio escrito de ideas, había llegado por distinto camino al mismo resultado que yo. Y cuando, en la primavera de 1845, se estableció también en Bruselas, acordamos contrastar conjuntamente nuestro punto de vista con el ideológico de la filosofía alemana; en realidad liquidar cuentas con nuestra conciencia filosófica anterior. (…) El manuscrito —dos gruesos volúmenes en octavo— llevaba ya la mar de tiempo en Westfalia, en el sitio en que había de editarse, cuando nos enteramos de que nuevas circunstancias imprevistas impedían su publicación. En vista de esto, entregamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones, muy de buen grado, pues nuestro objeto principal: esclarecer nuestras propias ideas, estaba ya conseguido. Entre los trabajos dispersos en que por aquel entonces expusimos al público nuestras ideas, bajo unos u otros aspectos, sólo citaré el Manifiesto del Partido Comunista redactado por Engels y por mí, y un Discurso sobre el librecambio, que yo publiqué.”

Sin romper con la concepción idealista sobre la historia, propia de la sociedad burguesa, no es posible conocer científicamente la realidad social y, ni mucho menos, acceder a su transformación revolucionaria. Este es el importantísimo papel que cumple el combate filosófico.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Materialismo Dialéctico Frente a Humanismo burgués





La Filosofía es, en última instancia, lucha de clases en la teoría




Dado que vamos a adentrarnos en el combate filosófico, comenzaremos en primer lugar por situarnos en qué terreno es el que pisamos.

Una rápida incursión en internet nos da la definición de filosofía más al uso: “La palabra filosofía, de origen griego, significa amor por la sabiduría. Es la ciencia que trata de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas”.
Si consultamos el diccionario de la RAE la filosofía es el: “Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano”.
Una y otra definición identifican a la Filosofía con la ciencia y eliminan cualquier carácter práctico o político de la filosofía.
Pero la filosofía NO es una ciencia, ni mucho menos es la “ciencia de las ciencias”. Y la filosofía tiene carácter práctico y carácter de clase.

TESIS 1: ¿Qué es la Filosofía? La filosofía es un cuerpo teórico abstracto, formado por categorías y tesis filosóficas que expresan, en el terreno de la teoría, una determinada toma de posición. Tiene carácter práctico, carácter de clase, y constituye el sustento teórico de la ideología. La filosofía es, en última instancia, lucha de clases en la teoría.

  • Según la definición arriba expresada, la filosofía es en primer lugar, un cuerpo teórico abstracto, formado por categorías y tesis filosóficas.
Una categoría filosófica es una abstracción general indemostrable, con la que se caracteriza la realidad. No es un concepto científico. Ejemplos de categorías: materia, idea, hombre, … Las tesis filosóficas establecen una determinada relación entre las categorías.
  • La definición sigue afirmando: [categorías y tesis filosóficas] que expresan, en el terreno de la teoría, una determinada toma de posición.
Desde estas tomas de posición, se desarrolla una u otra concepción del mundo, una posición y un punto de vista ante él. La filosofía NO es una ciencia, NO da conocimiento y NO es demostrable. Pero abre o cierra la vía para el conocimiento. Y se pueden demostrar sus consecuencias prácticas.
Ejemplo: las filosofías feudales que consideraban que la realidad se movía de acuerdo a la voluntad divina, obstaculizaron el avance del conocimiento científico, acusándolo de herejía. Por el contrario, las filosofías humanistas burguesas, dieron un gran impulso a las ciencias naturales.
  • Tiene carácter práctico y de clase y constituye el sustento teórico de la ideología.
Surge, en la Grecia antigua, como consecuencia directa e inmediata del elevado grado de desarrollo de la práctica social que la humanidad ha llegado a alcanzar en su lucha por la producción, por la experimentación científica y, sobre todo, por la lucha de clases.

Aparece al mismo tiempo que el Estado, y para dar sustento a la ideología esclavista. Cuando la sociedad griega ha adquirido un grado de complejidad en el que ya no bastan los mitos y los principios ideológicos prácticos para fijar y reproducir el complejo sistema de relaciones sociales existentes. Hay ya tres clases sociales claramente diferenciadas: 1. Los ciudadanos, los únicos que podían poseer tierras y participar en la gestión de la polis (ciudad), es decir los únicos con derechos políticos. 2. Los metecos, extranjeros residentes en Atenas, eran libres pero no participaban en la política ni podían poseer tierras, eran en su mayoría mercaderes, banqueros y comerciantes. 3. Los esclavos. No eran libres, no tenían derechos sobre sus personas, ya que sus cuerpos pertenecían a sus dueños o al Estado, por lo que estaban obligados a trabajar para ellos. Las mujeres no tenían derecho de ciudadanía. En una población de 250.000 habitantes, menos de 25.000 eran ciudadanos. Pero la lucha de clases más aguda se da entre éstos: sólo pueden acceder a los cargos públicos los terratenientes y los ciudadanos con menos propiedades pueden acabar siendo esclavos o teniendo que vender a sus hijos para sufragar sus deudas. Ya no hay dos categorías, hombres libres y esclavos, sino un complejo sistema social que precisa del Estado y de la Filosofía.
En última instancia, la filosofía no es otra cosa que lucha de clases en la teoría.
Frente a las concepciones burguesas de la filosofía como “especulación pura” o “tapahuecos de la ciencia”, el marxismo reivindica el carácter de clase, práctico y transformador de la filosofía.
Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, dice Marx.

Como hemos dicho, tomamos como base de las asignaturas de esta escuela el citado libro de Louis Althusser: “Para una crítica de la práctica teórica. Respuesta a John Lewis”. A partir de ahora, los párrafos textuales los pondremos entrecomillados y sobre fondo gris.



Veamos cómo lo argumenta Althusser:

“La mayoría de profesores de filosofía en nuestra sociedad burguesa afirman que ellos no hablan de política. No, ellos hablan de filosofía. Punto y aparte.

Por eso Lenin los trataba, citando a Dietzgen, de lacayos diplomados del estado burgués. ¡Qué miseria! Porque al fin de cuentas, desde Platón, todos los grandes filósofos han hablado de política, y también todos los grandes filósofos burgueses (…). No lo decían, pero todos sospechaban más o menos que hacer filosofía es hacer política en la teoría.

(…) Engels, Lenin por cierto, pero, ¡Stalin también! y, claro está, Gramsci y Mao lo han dicho: la lucha de clase proletaria tiene necesidad de la filosofía. No sólo necesita la ciencia marxista de la historia (el materialismo histórico), sino también la filosofía marxista (el materialismo dialéctico).

¿Por qué?

Séame permitido responder por medio de una fórmula que asumo el riesgo (personal) de escribir: porque la filosofía es, en última instancia, lucha de clase en la teoría.

Para orientar al lector a quien esta fórmula, en extremo condensada, pudiera desconcertar, he aquí tres referencias.

1) Por su abstracción, su racionalidad y su sistematicidad, la filosofía figura cabalmente “en” la teoría, en la vecindad de las ciencias, con la cual contiene relaciones específicas. Pero la filosofía no es (una) ciencia.

2) A diferencia de las ciencias, la filosofía mantiene una relación íntima con la tendencia de clase de las ideologías que, en última instancia, son prácticas y no pertenecen a la teoría.

3) En todas estas formulaciones, la expresión “en última instancia” designa “la determinación en última instancia”, el aspecto principal, el “eslabón decisivo” de la determinación. Implica por lo tanto la existencia de uno o varios aspectos secundarios, subordinados, sobredeterminados y sobredeterminantes, en tanto que otros. Así, la filosofía no es sólo lucha de clase en la teoría, y las ideologías no son sólo prácticas; pero sí lo son “en última instancia”.

Hay tres formas de la lucha de clase. La forma económica, la forma política y la forma teórica de la lucha de clase. O si se prefiere: la misma lucha de clase existe, y debe ser conducida por el proletariado, bajo la dirección de su partido, en la economía, en la política y en la teoría. En la teoría, el concentrado de la lucha de clase se llama filosofía.

Todo esto, se dirá, son palabras. Y bien, no. Estas palabras son justamente las armas para la lucha de clase en la teoría, y como la lucha de clase en la teoría es una “parte” de la lucha de clase a secas, y como la forma más alta de la lucha de clase es la lucha de clase política, las palabras de la filosofía son armas en el combate político.

(…) Lo demostraremos en seguida.

Por cierto, como cito a Engels y Lenin, John Lewis dirá seguramente, una vez más, que hablo como “el último campeón de una ortodoxia amenazada por graves peligros” ¡O.K.! Trataré de defender esta “ortodoxia” que se llama la teoría de Marx y Lenin. ¿Esta ortodoxia está amenazada, desde su nacimiento, por “graves peligros”? Sin duda, por los de la ideología burguesa. ¿John Lewis dirá que “predico en el desierto”?

¡No! Los comunistas, cuando son marxistas, y los marxistas cuando son comunistas, no predican jamás en el desierto. No obstante, pueden estar relativamente solos.

¿Por qué? Lo veremos.

Es pues sobre esta base teórica marxista, “ortodoxa”, puesto que corresponde a la teoría de Marx y de Lenin, que quiero explicarme, con John Lewis y con mis propios errores. Sobre la base de la necesidad de la lucha de clase en la teoría proclamada por Engels y Lenin —y sobre la base de la definición de filosofía que propongo hoy (junio, 1972): la filosofía es, en última instancia, lucha de clase en la teoría”.

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sábado, 5 de noviembre de 2016

"Cuatro libros de Louis Althusser"


Louis Althusser (1918-1990) 
fue un intelectual comunista francés, con cierta influencia en la década de los 60 y 70, y al que normalmente se le clasifica dentro de la llamada corriente estructuralista, junto con otros pensadores de lengua francesa tales como Lévi-Strauss, Lacan, Derrida, Deleuze, Foucault, etc., aunque el propio Althusser nunca aceptó ser calificado como "estructuralista", dado lo ambiguo del término, y las connotaciones formalistas que tiene, contrarias a sus pretensiones de elaborar una filosofía materialista.

Louis Althusser se propuso la tarea de devolver al marxismo el carácter científico que sus fundadores, Marx y Engels quisieron darle, mediante una nueva concepción de la filosofía marxista, a partir de una nueva lectura de las obras de Marx y Engels.

El pensamiento de Althusser fue la convergencia de dos vocaciones: la filosofía y la política. La militancia comunista y la lucha contra el capitalismo, y la filosofía marxista como arma teórica de lucha política.

Althusser tuvo una educación católica, y militó en organizaciones cristianas durante su juventud, hasta que el cautiverio que sufrió durante la II Guerra Mundial, le puso en contacto con militantes comunistas, de los que quedó admirado por su coraje y la profundidad y la coherencia de sus convicciones políticas, pese a que la mayoría de ellos apenas sabían nada de filosofía ni de teoría política, por lo que decidió convertirse en un militante comunista y en un filósofo marxista.



El Capital


Louis Althusser y Étienne Balibar

El capital (1965) es uno de los textos fundacionales del marxismo estructuralista, corriente de pensamiento que pretendía llevar a cabo una revolución intelectual contra las interpretaciones del marxismo dominantes, y que supuso una profunda transformación de la filosofía contemporánea y la teoría social.

La obra consta de dos partes: en la primera de ellas, Althusser realiza una lectura crítica intensamente detallada de El capital recurriendo a todos los recursos de las disciplinas lingüística, literaria y filosófica, con el fin de depurar a Marx de la impronta de Hegel y relanzar su pensamiento sobre una base rigurosamente científica; en la segunda parte, Étienne Balibar, uno de los discípulos más aventajados de Althusser, lleva a cabo una disertación sobre el materialismo histórico dentro de lo que podría denominarse metahistoria.

Para leer El capital inauguró una nueva forma de leer a Marx que fomentó el debate intelectual y generó una enorme controversia. Se trata de una obra clave para cualquiera que se interese por el marxismo y el pensamiento del siglo XX en general.

se puede leer y descargar en formato OCR - 273 páginas

http://es.scribd.com/doc/63788365/Althusser-Louis-Para-Leer-El-Capital-Ed-Siglo-XXI-1969-OCR





Maquiavelo y nosotros

Louis Althusser 

En este texto clásico sobre Maquiavelo, Althusser discurrre sobre la posibilidad de una política revolucionaria cuando se dan todas las condiciones para inventar nuevas formas de organización social, pero no logran perfilarse los protagonistas de dicha transformación: el problema radica entonces en la necesidad de pensar y organizar las nuevas máquinas políticas que habrán de desencadenar el proceso revolucionario en el vacío de la inexistencia de la política que conformará el futuro, y en la coyuntura presente de la dominación real. Maquiavelo responde a esta pregunta interrogándose sobre las características del Príncipe Nuevo que habrá de imponer las formas políticas democráticas y abrir las vías de la democracia absoluta del nuevo proceso constituyente, inaugurando así la tradición del materialismo moderno que con Spinoza y Marx desemboca en el marco teórico-práctico de la experiencia comunista contemporánea. El libro va precedido de una introducción de Antonio Negri.

se puede descargar desde el enlace: (96 páginas en formato pdf de muy buena calidad)

http://www.mediafire.com/view/?y51pr5idkr9r79w

La revolución teórica de Marx

Louis Althusser

Este libro recoge los ensayos sobre temas marxistas que Louis Althusser publicó de 1960 a 1964 en diversas revistas del Partido Comunista francés y en Esprit. «Casi todos estos textos —señala el autor— nacieron de una coyuntura: reflexión sobre una obra, respuesta a una crítica o a objeciones, análisis de un espectáculo, etc. Llevan en sí la fecha y la marca de su nacimiento, hasta en sus diferencias que no he querido corregir» (Prefacio, p. 13). El Prefacio de la obra está redactado en 1965, y en él advierte Althusser que dichos estudios reflejan la evolución de su pensamiento en estos años, por lo que se ve obligado a hacer precisiones sobre algunos puntos teóricos que aún no estaban perfilados cuando se publicaron. Ulteriores advertencias de este género se encuentran en el Prólogo a la segunda edición (pp. IX-XV), publicado en 1967, que encabeza la obra.
La postura «comprometida» del autor queda precisada sin ambages desde el primer momento: «Para comprender y juzgar estos ensayos es necesario tener en cuenta que fueron concebidos, redactados y publicados por un filósofo militante comunista en una coyuntura política, ideológica y teórica precisa» (Prólogo a la 2.ª ed., p. IX). Suponen el inicio de un proceso de investigación prolongado —del que su obra posterior Lire le «Capital» será un hito importante— referente a los principios de la ciencia y de la filosofía fundada por Marx. «Sin embargo, estos ensayos filosóficos no surgen sólo de una investigación erudita o especulativa. Son, al mismo tiempo, intervenciones de carácter político en una coyuntura definida»

se puede leer y descargar desde el enlace: (211 páginas escaneadas en formato OCR)

http://es.scribd.com/doc/63463452/Althusser-Louis-La-Revolucion-Teorica-de-Marx-OCR



Para una crítica de la práctica teórica (Respuesta a John Lewis)

Louis Althusser

En el curso de la primavera de 1972, el filósofo comunista inglés John Lewis consagró, en la revista del Partido Comunista británico, Marxism Today, dos artículos al “caso Althusser”. Diagnóstico: “dogmatismo agudo”. Pronóstico: “el enfermo no subsistirá demasiado tiempo”. El punto de ataque es el humanismo. Para John Lewis no existe ningún problema: la filosofía marxista es humanista. “El hombre hace la historia”. El hombre hace la historia “trascendiendo” la historia. “El hombre sólo conoce lo que él hace”. “La tesis de Althusser sobre la ruptura epistemológica” es una “pura invención”. Marx fue, desde el comienzo al fin, humanista y hegeliano. Creyente en el Hombre, en la Alienación y en la Negación de la Negación (=trascendencia). Yo respondí a John Lewis en un artículo publicado por Marxism Today en el otoño de 1972. Este libro es la versión castellana (tomada del francés) del texto inglés, corregido y desarrollado en algunos puntos. Además incluyo una nota política demasiado extensa como para aparecer en el artículo antes mencionado. Al idealismo de John Lewis opongo las tesis materialistas del marxismo-Ieninismo sobre la historia, la lucha de clases y la filosofía. De todo ello, deduzco conclusiones teóricas. A propósito de la “ruptura epistemológica”, mantengo mi tesis, si bien retomo mi “autocrítica” del 67: mi desviación teoricista me había llevado, fácilmente, en 1963-1965, a una concepción errónea de la filosofía. Y saco las primeras consecuencias referidas a la historia del pensamiento de Marx. Pero, fundamentalmente, me pregunto: ¿por qué este debate sobre el humanismo? ¿Por qué esta ola de ideología burguesa en el marxismo? Donde John Lewis se calla, yo hablo de política. En primer lugar: el XX Congreso, su explicación pseudo-marxista de las “violaciones de la legalidad socialista” por el “culto de la personalidad”. Los resultados. Pero es preciso ver más allá del XX Congreso: a la larga lucha del movimiento obrero por romper con la ideología burguesa y ocupar posiciones proletarias. Porque el corazón de la ideología burguesa es la pareja economicismo-humanismo. El humanismo, cuando no se reduce a un simple discurso general, sino que constituye un sistema coherente y durable, tiene siempre un reverso: el economicismo. Incluso en el movimiento obrero. La prueba: la Segunda Internacional. La lucha continúa.

se puede descargar desde el enlace:

http://www.uruguaypiensa.org.uy/andocasociado.aspx?246,733

jueves, 3 de noviembre de 2016

Escuela zonal 7





El Marxismo, una filosofía para transformar el mundo






“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo” (C. Marx. Tesis sobre Feuerbach)

“La única finalidad del proletariado en su conocimiento del mundo es transformarlo”
(Mao Tse Tung. ¿De dónde provienen las ideas correctas?)

El pensamiento dominante afirma que la filosofía es una mera especulación, desligada de la práctica y de la realidad, y sin ninguna incidencia en nuestras vidas. Podemos por tanto prescindir de la filosofía.

Sin embargo, la concepción que Marx y Mao plantean en las dos citas anteriores, está en abierta oposición a dicha afirmación. Nos llaman a empuñar la filosofía como un arma para transformar el mundo.

¿Quién tiene razón? ¿Qué intereses defienden una u otra posición?

No existen los filósofos en su torre de marfil, entregados a la “teoría pura” y desinteresados de la realidad política de su tiempo.

Platón construyó toda una filosofía que defendía conscientemente los intereses de la aristocracia esclavista dominante en la Grecia clásica. Concentrado en una de sus máximas: “mientras la rueca no se mueva sola, serán necesarios los esclavos”.

San Agustín o Santo Tomás levantaron una filosofía que, bajo las formas religiosas, defendía los intereses de la nobleza feudal.
La Ilustración francesa o Kant dan la batalla que, en el terreno filosófico, forma parte de las revoluciones burguesas.
Y el materialismo dialéctico abierto por Marx defiende los intereses del proletariado por conquistar una sociedad sin explotación ni opresión.

Nunca ha existido, ni puede existir, una filosofía “despreocupada de la realidad”, sin consecuencias prácticas, sin defender el interés de una u otra clase. No es una opinión. Es un hecho corroborado por toda la historia de la filosofía. Porque la filosofía, lejos de ser ese plácido remanso de “ideas puras” que nos dice el pensamiento dominante, es un territorio de lucha, de conflicto. Al adoptar una posición y un punto de vista en el terreno filosófico, por muy teórico que parezca, se está tomando una posición política con decisivas consecuencias prácticas. Se está dando una batalla que decide los futuros acontecimientos.

Marx y Engels combatieron sin cuartel las filosofías de su época para fundar la Filosofía del Materialismo Dialéctico. Lenin se recluyó durante meses en la biblioteca de Zurich para escribir “Materialismo y Empirocriticismo” dos voluminosos tomos sobre filosofía donde se combatían las concepciones que sustentaban el reformismo y llamaban a “revisar” el marxismo. Sin este combate filosófico de Lenin y los bolcheviques no hubiera sido posible la Revolución de Octubre. El Partido Comunista de China, en plena invasión japonesa celebraba en la retaguardia, en la base roja de Yenan, escuelas sobre filosofía marxista. Esta es la importancia vital que los principales dirigentes revolucionarios han dado al combate filosófico.

La filosofía marxista, el materialismo dialéctico, es una extraordinaria herramienta sin la cual no es posible cambiar el mundo de base. Tal y como plantea Mao: “una vez dominadas por las masas, las ideas correctas características de la clase avanzada se convertirán en una fuerza material para transformar la sociedad y el mundo”.

Este es el objetivo de esta Escuela de Marxismo sobre filosofía. Poner la filosofía al servicio de todos los que luchamos por transformar el mundo. Combatiendo a quienes pretenden utilizarla para salvaguardar el orden de explotación actual. Esta es la batalla, decisiva para nuestras vidas, que se da en el terreno de la filosofía.

Estudiaremos qué es la Filosofía, cuál es su carácter práctico y por qué es, en última instancia, lucha de clases en la teoría.
Y vamos también a comprender los fundamentos de la filosofía marxista, del materialismo dialéctico, y por qué es una formidable herramienta, en manos de las clases explotadas y oprimidas, para transformar el mundo de acuerdo a sus intereses.

La Escuela Zonal de Marxismo nº 7 se celebrará los días 4 y 5 de noviembre

Viernes 4 de noviembre: 19:30 a 21:30
Sábado 5 de noviembre: 17:00 a 21:30
Más información 609615971

Dirección:
Ateneo Barcelona XXI
c/Minería 28, Bajos
Estación ferrocarril Magoria-La Campana
Barcelona

martes, 4 de octubre de 2016

Quién y con qué objetivos ha forzado la dimisión de Pedro Sánchez



El golpe de los recortes se ha dado en Ferraz

Detrás de la planificada operación de acoso y derribo contra Pedro Sánchez están los principales centros de poder internacionales y nacionales, que han dado un auténtico golpe para vencer las resistencias a la imposición de un nuevo gobierno de los recortes.

La defenestración de Pedro Sánchez es un nuevo episodio del golpe ejecutado en el PSOE, una reconducción política detrás de la cual están, no dirigentes como Susana Díaz o Felipe González, sino sobre todo los principales centros de poder internacionales y nacionales. Con el indisimulado objetivo de imponer a toda costa un nuevo gobierno del PP, evitar la formación de un gobierno de progreso. La virulencia y las formas del golpe que ha provocado la dimisión de Sánchez evidencia la magnitud de los objetivos económicos, políticos y militares de Washington, Berlín y la gran banca para nuestro país. Para aplicarlos, están dispuestos a dinamitar al partido que más tiempo ha gobernado desde la transición.

Ante todo los recortes

En España se debe constituir un gobierno que ejecute los mandatos de Wahington y Berlín. Lo exigió con rotundidad Obama en su visita, y es la razón que explica la virulencia del golpe contra la dirección del PSOE encabezada por Pedro Sanchez, empeñada en mantener hasta el final el NO a Rajoy y apostar por un “gobierno transversal” con Unidos Podemos y Ciudadanos.

Los principales medios internacionales, portavoces autorizados de la gran burguesía norteamericana y alemana, así lo reconocen abiertamente.

Desde EEUU, The New York Times -que exigió a Pedro Sánchez una abstención el 1 de septiembre, y anticipó una “rebelión interna en el PSOE”- afirma ahora que “la disputa se debe a la estrategia de Pedro Sánchez de no abstenerse para permitir un gobierno de Rajoy”. Señalando que “la revuelta interna contra Sánchez son los primeros movimientos inesperados que podrían cambiar la política española desde las elecciones no concluyentes en diciembre pasado”.

"Se debe constituir un gobierno que ejecute los mandatos de Wahington y Berlín. Esta es la razón del golpe contra Sánchez"


Desde Alemania, el Frankfurter Allgemeine concluye que “a lo largo de nueve meses Pedro Sánchez bloqueó la formación de un gobierno de Mariano Rajoy y desató un debate interno dentro de su partido. Ahora ha dejado el camino libre”.

Es significativo que el FMI haya fijado, tras la dimisión de Pedro Sánchez, la llegada de los “hombres de negro” para el 13 de octubre, cuando la había aplazado hasta que se formara gobierno.

Los nódulos principales de la oligarquía española se han pronunciado en el mismo sentido. Concentrados en el editorial de El País posterior a la dimisión de Sánchez, en el que se afirma que "tras las ilusiones creadas estos días, toca ahora enfentar la dura realidad de que el PSOE que lega Sánchez tiene 52 escaños menos que el PP y ninguna posibilidad de armar un Gobierno alternativo".

Un golpe nada improvisado

El principal obstáculo para imponer un nuevo gobierno de los recortes, necesariamente nucleado en torno al PP, estaba en la dirección del PSOE. Para despejarlo se ha impulsado una operación política que ha ejecutado un plan previamente diseñado.

Lanzado por los cuadros más prohegemonistas, como Felipe González. Con una entrevista, donde acusaba a Pedro Sánchez de faltar a su promesa de abstenerse en segunda votación, grabada tres días antes y emitida en el momento justo para que actuara como la señal del asalto a Ferraz.

Ejecutada por una parte de la estructura dirigente del PSOE, dispuesta a pulverizar el partido para cumplir los mandatos del hegemonismo.

Susana Díaz es la apuesta de la oligarquía al frente del PSOE. Ana Patricia Botín la eligió para hacerse su primera foto institucional, y son conocidas sus habituales reuniones con Cesar Alierta, el presidente de La Caixa, o Francisco González.

Dos días antes de las elecciones vascas y gallegas, Susana Díaz se reunió en Benavente (Zamora) con el presidente de Castilla La Mancha, García Page, de Extremadura, Fernández Vara, con el de Asturias, Javier Fernández, que preside la gestora que ahora dirige al PSOE y con Zapatero. Allí se diseño la etapa final para "derrocar" a Pedro Sánchez.

Una operación jaleada y justificada, de forma unánime, por el conjunto de grandes medios de comunicación. Y complementada con otros movimientos políticos. Desde la agudización de las tensiones en Cataluña, con Puigdemont convocando un referéndum de ruptura para septiembre de 2017. Hasta la posición del PNV, planteando que "los socialistas deberían negociar una abstención digna".

Todo para imponer al precio que sea un nuevo gobierno de los recortes. Un nuevo Comité Federal debe refendar la posición del PSOE ante la formación de gobierno. Con importantes sectores -el PSC, el PSE en Euskadi, los socialistas balerares...- enfrentados a facilitar un gobierno de Rajoy.

Se ha formado una gestora encabezada por el presidente de Asturias, Javier Fernández, que en el mismo parlamento asturiano ha declarado que no existe otro camino que la abstención. Y ya se prepara el terreno para justificar -apelando a que en nuevas elecciones el PP saldría más reforzado- una abstención "técnica".

La posición del PP para formar gobierno ha salido totalmente reforzada. El Mundo anuncia que exigirá al PSOE condiciones que garanticen la gobenabilidad para aceptar su abstención. Bajo la amenaza de unas terceras elecciones que favorecería al PP (ABC publica una encuesta que otorga al PP 159 diputados).

Gracias a la operación contra Sánchez, el PP -que hace un mes perdió la investidura con Rajoy- tiene ahora "la sartén por el mango".

No es la alternativa más probable -el PP tiene ahora más cartas para ganar una investidura- pero la opción de unas terceras elecciones no es descartable.

La mayoria social contra los recortes también jugamos

Si ha sido necesario ejecutar un golpe tan virulento es porque, como afirma Luis García Montero, firmanante de los manifiestos "Por un gobierno de progreso" y poeta, "están dispuestos incluso a dinamitar al PSOE para evitar una posible alternativa".

El avance de la mayoría social contra los recortes, y la debilidad del PP -pilar imprescindible de un nuevo gobierno de los recortes- ha impedido imponer las alternativas de gobierno del hegemonismo y la oligarquía.

Abriendo la posibilidad de formar un gobierno de progreso, que supondría un contratiempo para los proyectos del hegemonismo. La triple publicación del manifiesto "Por un gobierno de progreso. Por un acuerdo PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos, ha jugado un papel clave". Permitiendo que se expresara políticamente la mayoría social que reclama un gobierno alternativo al del PP, y fortaleciendo la posición de sectores como el nucleado en torno a Pedro Sánchez.

El golpe no ha sido "limpio", como en otras ocasiones. Pedro Sánchez ha resistido hasta el final, situando el terreno en facilitar un gobierno de Rajoy o impulsar un gobierno alternativo. Fueron necesarias 11 horas de Comité Federal, y multiplicar las presiones, para conseguir la dimisión de Sánchez.

La resistencia del equipo nucleado en torno a Pedro Sánchez, y su progresiva radicalización, no se pueden separar de que el avance del viento popular sea la corriente principal.

Además de forzar un nuevo gobierno de los recortes, uno de los objetivos principales del hegemonismo es desalentar, desmovilizar, debilitar, el avance del viento popular contra los recortes y por la unidad que se ha convertido en la corriente política principal. Su avance ha impedido que el hegemonismo y la oligarquía hayan podido imponer, durante los ocho meses transcurridos desde el 20-D, su alternativa de gobierno. "Desinflarlo", para disminuir su influencia, es clave para garantizar la estabilidad del nuevo modelo político al servicio de Washington, Berlín y la gran banca española.

Aviso para navegantes

El golpe que ha provocado el cese de Pedro Sánchez es también un "aviso para navegantes", un recordatorio de que en el nuevo sistema de partidos que sustituya al bipartidismo, no es posible que existan posiciones autónomas que puedan disentir de los mandatos principales del hegemonismo y la oligarquía.

"Con el cese de Pedro Sánchez se pretende sellar que en el nuevo sistema de partidos que sustituya al bipartidismo, no es posible que existan posiciones autónomas que puedan disentir de los mandatos principales de Wahington o Berlin"


Pedro Sánchez, al que consideraban un títere maleable ha adquirido una peligrosa autonomía. No principalmente frente a los barones del PSOE, sino ante algunos de los principales mandatos del hegemonismo. Desde Washington -con la visita de Obama y los pronunciamientos de los grandes medios- han dejado claro que el PSOE debía abstenerse para facilitar un gobierno de Rajoy. Pedro Sánchez ha hecho todo lo contrario.

El avance del viento popular, y las contradicciones y dificultades del hegemonismo, han permitido que la línea que representa Pedro Sánchez adquiera una peligrosa autonomía. Eso es lo que le ha reportado el apoyo, no solo de los militantes, también de los votantes. Frente a la propaganda que culpa a Sánchez de la devacle electoral del PSOE la realidad es la contraria. Con Pedro Sánchez el PSOE ha duplicado sus alcaldías en capitales de provincia, y ha conseguido presidir 7 comunidades autónomas. Eludiendo en las generales un "sorpasso" por parte de Podemos que todas las encuestas daban por hecho.

En el nuevo sistema de partidos sigue prohibido que una linea o grupo de dirección pueda alcanzar cierta autonomía, y se dote de una base de masas. Solo desde aquí se entiende la virulencia de los ataques contra Pedro Sánchez.

Nuevas soluciones, viejos problemas

Con la exhibición pública del golpe en el PSOE, los principales centros de poder internacionales y nacionales pueden conseguir reconducir la situación, pero a costa de generarse mayores problemas y agudizar la crisis política.
Se ha "televisado" el golpe. Y gracias a la resistencia de Pedro Sánchez ha quedado claro que su objetivo era torcer la posición del PSOE para facilitar un gobierno de Rajoy.

La indignación de la mayoria social progresista ha ido pareja con la magnitud de esta operación.

Con ello Washington Berlín y la banca española se crean peores condiciones para los nuevos pasos que deben dar inevitablemente.

La abstención del PSOE va a tener que seguir siendo forzada, y se conseguirá a un precio mucho más alto que si se hubiera dado un "golpe límpio".

El nuevo sistema de partidos, que debía regenerar el dominio hegemonista y oligárquico, nace y marcado por el estigma de la reconducción, desprestigiado antes de comenzar su andadura.

Con la que debía seguir siendo la principal "pata izquierda" absolutamente triturada. Javier Solana, ex secretario general de la OTAN, ha publicado un amenazante tuit: "Cuando se tome conciencia del destrozo, todos preferirán 85 diputados".

Sigue existiendo una mayoria social contra los recortes y por la regeneración democrática, que rechaza un nuevo gobierno del PP. Por eso se ven obligados a reconducir de forma antidemocrática la vida política nacional.

Y, por mucho que se empeñen en debilitarla y encuadrarla, esa mayoría contra los recortes va a seguir jugando un papel político decisivo.