Entre el ‘regicidio’ y la reconducción
Uno tras otro, los pilares del régimen político surgido de la Transición se desmoronan a ojos vista. Desde la Monarquía hasta el sistema de partidos pierden crédito y legitimidad a un ritmo nunca antes visto. Los españoles piden transparencia y rendición de cuentas. Y en medio de una auténtica oleada de escándalos, hay fuerzas que parecen empeñadas en empujar hacia un abrupto final del actual régimen. ¿Para ir hacia dónde?
Más allá de un caso de corrupción de altos vuelos, la imputación de la Infanta Cristina se ha convertido en una bomba de relojería política de consecuencias tanto más imprevisibles cuanto que sus salpicaduras alcanzan a una jefatura de la Casa Real ya contaminada por casos como el de la cacería de elefantes en Botswana, las “relaciones peligrosas” con Corinna o el reciente descubrimiento de cuentas opacas al fisco en Suiza. Sin embargo, creer que son los e-mails de Diego Torres, el socio de Urdangarín, la causa última de la desestabilización de la monarquía, como pretenden los grandes medios de comunicación, roza el esperpento.
¿Es ni siquiera pensable que un oscuro e irrelevante personaje de quinta categoría como Diego Torres tiene la capacidad de poner en cuestión la jefatura del Estado de la quinta nación europea? Si todo esto está siendo posible, si el caso Nóos y la imputación de la Infanta Cristina se está convirtiendo en la punta de lanza de una desatada ofensiva contra la figura del Rey, necesariamente hay que concluir que poderes situados por encima del propio Rey han dando luz verde para que suceda. Si no fuera así, ¿alguien de verdad cree que no existen múltiples medios para “silenciar”, de grado o por fuerza, por medios naturales o “sobrenaturales”, a Diego Torres? Antes no, ahora sí
Que la Corona esté implicada en actividades poco claras no es nada nuevo.
Antes de que fuera coronado, el aristócrata y amigo íntimo del Rey Manuel Prado y Colón de Carvajal –condenado años después por corrupción– encabezó una trama para dotar a Don Juan Carlos de la fortuna personal que necesitaba para poder codearse, de igual a igual, con los exquisitos miembros de la oligarquía financiera española. Y nadie dijo nada. Aunque todo el stablishment político, judicial y mediático lo conocía perfectamente. Si hacemos memoria, en1996 se impulsó una operación de “acoso y derribo” para desalojar a Felipe González de la Moncloa. Sus estrechas relaciones con el eje franco-alemán, y en especial su íntima cercanía al entonces canciller germano, Helmut Kohl, estaba teniendo el efecto de desplazar gradual e imperceptiblemente el centro de gravedad del sistema de alianzas español desde Washington hacia Berlín. Algo que en su desarrollo atentaba gravemente contra los intereses norteamericanos en España y en Europa.
"Todo el stablishment político, judicial y mediático lo conocía perfectamente"
Había que frenar en seco esa deriva y “devolver” las aguas del sistema de alianzas y dependencia de España al cauce marcado por EEUU. Y se frenó: un verdadero diluvio de dossieres que afectaban a algunas de las instituciones más relevantes del Estado (servicios secretos, Guardia Civil, Banco de España, la alta dirección de la policía,...) inundó durante años la prensa española. Pero la sola aparición de algunos dossieres que implicaban, mucho más tangencialmente que ahora, al Rey provocó la reacción de importantes núcleos de la clase dominante encarnados en Luis María Anson –entonces director de ABC–, que concedió varias entrevistas para denunciar “la conspiración” en la que él mismo, junto a otros destacados directores de relevantes medios de comunicación del país, había participado para derribar por otros medios a un Felipe González que hasta entonces se mostraba imbatible en las urnas. Lo que vino a decir Ansón, y los sectores de la oligarquía que representaba, es que EEUU, como gran patrón de la política española, estaba en su derecho de intervenir en España… Pero que esa intervención debía tener ciertos límites y guardar determinadas formas.
Y que una vez consumado el objetivo, la sustitución de González por Aznar y la reconducción de la política española nuevamente hacia Washington, había que hacer públicas y quemar las cartas usadas para que no se pudieran utilizar en el futuro para seguir torpedeando a la Corona, clave de bóveda del Estado. Pues bien, poco mas de 15 años después, ahora sí se puede golpear al Rey como a un muñeco de feria, como el muñeco del pinpanpúm. Y no sólo nadie dice nada. Sino que destacados portavoces de esa misma oligarquía como El País o El Mundo son los primeros en difundir en portada los ataques contra la Corona. ¿Hacia una nueva reconducción? La aceleración de los ataques contra la monarquía, pilar básico de la arquitectura del Estado español, no pueden estar al margen del salto cualitativo en el proyecto de intervención y saqueo sobre Europa que Washington y Berlín han impuesto al descuartizar Chipre…
Y anunciar que esta receta “se extenderá a más países”, señalando a España como uno de los primeros candidatos.
"España no puede entrar en un periodo de desestabilización"
Como tampoco puede ser casual que en medio de la oleada de escándalos, la Fundación Ebert publique un “informe” donde se contempla que la desmembración de España, separando Cataluña para transformarla en un satélite de Berlín, es “uno de los escenarios posibles” donde podría desembocar la crisis europea. La Corona no sólo ha actuado todos estos años como un elemento de equilibrio y estabilidad del régimen político, sino que ha sido históricamente un símbolo privilegiado de la unidad de España. Poniendo en cuestión su figura, se tambalean también ambas, se provoca la mayor crisis política de la historia reciente de España y se ven afectadas la propia fortaleza del Estado y la unidad de la nación. La Corona, el gobierno nacional, los principales gobiernos autonómicos, el PP, el PSOE, CiU, todo el sistema de partidos, el posible “delfín” de Rajoy en el PP, la justicia, la CEOE, los sindicatos mayoritarios,… Todos los aparatos principales del Estado aparecen implicados en una vorágine de escándalos. ¿A quién le interesa que todo esto salga a la luz, estallando al mismo tiempo? ¿Qué objetivos se persiguen? Informe confidencial para el embajador USA Hace sólo unas semanas aparecía en el periódico decano de la prensa digital
española un artículo titulado “Informe Confidencial para el embajador Salomon”, en el que se recoge el informe de un destacado ex-agente de la CIA que “en tiempos de la transición española anduvo por Madrid influyendo en los altos salones de la capital para controlar el difícil proceso de cambio de régimen del dictador Franco, aliado de USA, a la monarquía parlamentaria del Rey Juan Carlos, amigo de USA”. Informe redactado para “una gran multinacional americana” y que ha acabado finalmente en la mesa del embajador norteamericano en España, Alan Salomon, el mismo que dijo en Barcelona que ante los casos de corrupción había de que actuar de forma “rápida y concluyente”. El informe pronostica que “España está al borde de un cambio de Régimen”; que se “corre el riesgo de una explosión social parecida a la primavera árabe”; que, “como ocurrió en Italia, los dos grandes partidos PP y PSOE podrían desaparecer; y que eso mismo podría ocurrir con la Monarquía”. El informe, del que no se dan más datos, concluye diciendo que, “en el delicado momento estratégico por el que atraviesa el norte de África, un país como España, determinante en la zona, no puede entrar en un periodo de desestabilización política, social y económica”. Y propone que, como ocurrió al inicio de la transición, “las potencias aliadas del Gobierno de Madrid –EEUU, Gran Bretaña, Francia y Alemania– establezcan un ‘grupo de trabajo’ y concertación para ‘ayudar y controlar’ la situación española y en su caso pilotar esta ‘segunda transición’ en favor de salvar y reconducir el vigente régimen partitocrático, articulado a finales de los años setenta o influir en la reforma de la Constitución en pos de un modelo democrático presidencialista y ‘mayoritario’, con o sin la monarquía, a la vista de cómo se vayan decantando los acontecimientos”. El informe, al parecer, estudia y analiza los protagonistas del momento español, líderes políticos, sociales y del mundo de la economía, y avisa sobre “la ausencia de nuevos dirigentes no contaminados con el régimen hoy fallido”, aunque asegura que, “llegado el momento, los nuevos protagonistas de la reforma aparecerán”. ¿Es descartable suponer que la evidente degradación hacia una posición de tercera fila a la que las grandes potencias quieren someter a nuestro país requiera también de un profundo cambio o una reconducción del actual régimen político español? Reconducción en el sentido de eliminar a una clase política con demasiados intereses propios creados a lo largo de 35 años, y por tanto con la necesidad de poseer un cierto grado de autonomía para preservar su poder y sus privilegios, y sustituirla por una nueva elite dirigente más orgánicamente vinculada, dependiente y comprometida con los nuevos proyectos del hegemonismo.
"Un Estado español mucho más débil, desestructurado y dividido"
Poner de manifiesto esos “intereses creados”, sacar a la luz las múltiples tramas de corrupción que a lo largo de todo este tiempo ha urdido la clase dirigente de nuestro país se está revelando como un medio sumamente eficaz de ponerla en la picota. ¿O nos quieren hacer creer ahora que todo esto era desconocido para los grandes medios de comunicación, que nadie sabia nada de los trapicheos de la Casa Real o de la financiación irregular del PP? La hipótesis de un posible plan B del hegemonismo yanqui que pudiera estar apostando, según como se desarrollen los acontecimientos, por una nueva transición se ve reforzada por los acontecimientos de Grecia y de Italia. Allí, el descrédito y el desmoronamiento del modelo bipartidista ha tenido como consecuencia directa que fuerzas antihegemonistas hasta ahora inexistentes o relativamente marginales –Syriza en un caso, el Movimiento 5 Estrellas en el otro– hayan sido capaces de recoger todo el descontento social. Tranformándolo en incipientes movimientos políticos de masas que cuestionan todo el sistema político de dominio sobre el continente europeo construido por EEUU desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La profundización de la recesión en España, con el previsible empeoramiento de las condiciones de vida de amplios sectores de la población en los próximos años, unido a la emergencia de movimientos de lucha como el 15-M, no controlados por los partidos y sindicatos del actual régimen, apuntan a que también en nuestro país pudieran estar gestándose las condiciones para el surgimiento de una fuerza de características similares. Adelantarse a una posible situación de este tipo en un país de la importancia de España, actuar antes de que pueda aparecer nada parecido a una Syriza a la “española” podría estar empujando a EEUU a incluir en su agenda un plan B que contemple pilotar algún tipo de transición desde el actual régimen político hacia otro de nuevo tipo. No podemos afirmar con certeza todavía cuáles los objetivos últimos de quienes están induciendo el caos y la desestabilización política en que se ha instalado el país. No sabemos cual es su alternativa al actual régimen pítico, ni que protagonistas tienen preparados para un posible relevo. Pero tampoco nadie podía imaginar en 1973 qué diseño concreto tenia Washington y de qué piezas en la recámara disponía para sustituir el viejo régimen franquista. Y sin embargo ellos no dudaron en “volar” a Carrero Blanco para abrir todo el proceso de la Transición. Y 30 años después, nadie puede dudar de que tenían una claridad absoluta y un diseño perfectamente perfilado de hacia dónde querían conducir la vida política española.
Si hay una cosa clara en estos momentos es que el resultado real que se está dibujando de toda esta sucesión de escándalos es el agotamiento del actual modelo político y una situación de un Estado español mucho más débil, desestructurado, dividido y, sobre todo, dotado cada vez de menos capacidad y recursos para enfrentarse, o siquiera negociar en mejores condiciones, las exigencias cada vez más desmesuradas de Washington y Berlín. En cualquier caso, la enseñanza que se desprende para nosotros es que si ellos están moviendo piezas ante el temor de que la respuesta popular a la degradación y el empobrecimiento del país se les escape de las manos, nosotros, el 90% de la población, tenemos que aprovechar la situación y trabajar activamente porque sus temores se hagan realidad. De la necesidad de levantar un Frente Amplio de Unidad capaz de recoger los intereses y demandas del 90% venimos advirtiendo en estas páginas desde hace más de tres años. De las posibilidades reales y cada vez mayores de que cuaje y se haga realidad una alternativa de este tipo lo están advirtiendo ahora, con alarma, nuestros enemigos.
No es el momento de perder el tiempo ni regatear esfuerzos para avanzar en ese camino de unidad.
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