jueves, 18 de mayo de 2017

De la Guerra de la Independencia al desastre del 98 (Introducción)




Los antecedentes del 
siglo XIX español





I.- Desde mediados del siglo XVII, y de forma todavía más aguda a lo largo del siglo XVIII, España pasa de ser la potencia hegemónica en Europa y dueña del más vasto imperio, a convertirse poco menos que en una colonia de las grandes potencias europeas,  y en el escenario donde éstas -principalmente Francia e Inglaterra- libran sus disputas mientras ambicionan apoderarse de las todavía inmensas riquezas del imperio español.
           
Tal y como plantea el historiador español J. Vicens Vives: España, juguete en la política internacional de los ejércitos y en la vida económica de los mercaderes de Luis XIV , se convirtió en presa fácil para la absorbente ambición de Versalles. (…) Todos podían a España, no sólo en el campo de batalla, sino en las actividades económicas, caídas tan bajo que la monarquía se había convertido en mera colonia de las grandes potencias europeas”.

·         En 1640, Francia impulsará la independencia de Cataluña y Portugal.

París se apoyará en un minoritario partido profrancés en las clases dirigentes catalanas, que había acordado un pacto secreto para asegurar la protección militar francesa en caso de un levantamiento contra España. La república catalana desgajada de España se colocará rápidamente bajo obediencia francesa.
Al mismo tiempo, Francia alentará las ambiciones independentistas de los círculos de la nobleza portuguesa nucleados en torno al Duque de Braganza.
La intervención francesa va a acelerar la decadencia española, que pierde definitivamente su condición de gran potencia europea.
El dominio francés acarreará nefastas consecuencias a los territorios empujados hacia las aventuras secesionistas. Cataluña perderá un tercio de su territorio, que pasará a manos francesas. Y el Portugal independiente será inmediatamente transformado en una colonia comercial británica.

·         La Guerra de Sucesión -entre 1701 y 1713- presentada como un conflicto dinástico es en realidad la disputa entre las principales potencias del momento, Francia e Inglaterra, por el dominio sobre España.
La incapacidad de Carlos II, que va a morir sin descendencia, convertirá la designación de su sucesor en una batalla entre los grandes de Europa. Francia respaldará la candidatura de  Felipe de Anjou, futuro Felipe V y nieto del monarca galo Luis XIV, mientras Inglaterra respalda la del archiduque Carlos de Austria.
Las luchas por la supremacía europea -en las que España participaba como potencia hegemónica- se trasladan ahora a suelo español... y el dominio de España es el principal botín en disputa.
Las principales batallas se librarán entre tropas, muchas de ellas extranjeras, al mando de generales galos y británicos; la dirección política y la resolución del conflicto seguirán el ritmo de la correlación de fuerzas entre París y Londres.
La resolución de la guerra -acordada entre París y Londres- supone el definitivo abandono de las posesiones españolas en Europa, la ocupación extranjera de parte del territorio peninsular y la entrega del comercio con América a las grandes potencias.
           
·         Durante todo el siglo XVIII España se convierte poco más que en un virreinato francés
La llegada de Felipe V al trono español viene acompañada de un estrecho control desde París de todos los asuntos españoles. Durante todo el siglo XVIII los sucesivos embajadores galos en Madrid no actuaron como representantes legales de Francia en el sentido estricto sino como auténticos ministros plenipotenciarios.
El dominio francés sobre España se perpetúa a través de los “Pactos de Familia”, que supeditaban la rama española de los Borbones a los intereses galos. Gracias a ellos París utilizará a España como plataforma en su disputa con Inglaterra. Obligando a los ejércitos españoles a participar, bajo mando galo, en sucesivos conflictos bélicos.
A través de diferentes vías, Francia e Inglaterra se hacen ya, en pleno siglo XVIII, con el control del comercio con América.
España entra en el siglo XIX, donde van a definirse un nuevo Estado y una nueva clase dominante, sometida a una relación semicolonial, bajo la intervención política y militar de las principales potencias y con una economía donde el grueso de las ganancias emigraba al extranjero.

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