lunes, 1 de mayo de 2017

HISTORIA DEL CAPITALISMO A TRAVÉS DE SUS CRISIS




El salto al imperialismo 
y Iª Guerra Mundial






El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países "avanzados". (El Imperialismo, fase superior del capitalismo (Lenin)

El Imperialismo, fase superior del capitalismo

La asignatura con la que empezamos esta Escuela sobre la historia del capitalismo a través de sus crisis, está basada en el texto de Lenin que hemos elegido como título, “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, y del cual se cumple este año el centenario de su primera edición.
Como muestra de la rabiosa actualidad del texto unas palabras del prólogo del autor:
“La propiedad privada fundada en el trabajo del pequeño patrono, la libre concurrencia, la democracia, todas esas consignas por medio de las cuales los capitalistas y su prensa engañan a los obreros y a los campesinos, pertenecen a un pasado lejano. El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países "avanzados". Este "botín" se reparte entre dos o tres potencias rapaces de poderío mundial, armadas hasta los dientes (Estados Unidos, Inglaterra, Japón), que, por el reparto de su botín, arrastran a su guerra a todo el mundo”.

Más allá de que los cambios en la correlación de fuerzas entre las potencias mundiales, (Estados Unidos aupada al rango de superpotencia, Inglaterra o Japón relegados al segundo orden) ningún revolucionario o progresista pone en duda que vivimos bajo este “sistema universal de opresión colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países "avanzados". Ni de que dichas potencias (especialmente la norteamericana) están armadas hasta los dientes y por el botín,

“arrastran a su guerra a todo el mundo”.
Su actualidad no debe provocar sorpresa, ya que se trata de un texto científico. Y lo mismo que nadie
dudaría de la validez de la ley de la gravedad, pese a su longevidad, nadie debería hacerlo con las leyes que vamos a estudiar y que siguen rigiendo el desarrollo del modo de producción capitalista. Es más, Lenin demuestra cómo son las leyes descubiertas por Marx, las que han provocado el salto de la nueva fase capitalista.

Dice así:
“Medio siglo atrás, cuando Marx escribió "El Capital", la libre concurrencia era considerada por la mayor parte de los economistas como una "ley natural". La ciencia oficial intentó aniquilar por la conspiración del silencio la obra de Marx, el cual había demostrado, por medio del análisis teórico e histórico del capitalismo, que la libre concurrencia engendra la concentración de la producción, y que dicha concentración, en un cierto grado de su desarrollo, conduce al monopolio. Ahora el monopolio es un hecho. Los economistas escriben montañas de libros en los cuales describen manifestaciones aisladas del monopolio y siguen declarando a coro que "el marxismo ha sido refutado". Pero los hechos son testarudos –como dice un refrán inglés- y, de grado o por fuerza, hay que tenerlos en cuenta. Los hechos demuestran (…) que el engendramiento del monopolio por la concentración de la producción es una ley general y fundamental de la fase actual de desarrollo del capitalismo”.

El autor, nos advierte que para burlar la censura zarista, tuvo que centrarse en los aspectos económicos del Imperialismo en detrimento de los políticos y militares, pero aun así, marca tajantemente la denuncia de aquellos que, en nombre del socialismo y la clase obrera, se dedican a establecer la más absoluta conciliación con el Imperialismo. En su crítica a Kautsky, líder alemán de la IIª Internacional, y que tomó la posición contraria a los bolcheviques llamando a los obreros alemanes a la participación en la IIª GM, Lenin dice:
“Será preciso que nos detengamos en esta "teoría del ultraimperialismo", con el fin de hacer ver en detalle hasta qué punto Kautsky rompe irremediable y decididamente con el marxismo. ¿Es posible el
"ultraimperialismo", o es un ultradisparate?

También llama la atención la actualidad de sus críticas, nos servirán para deslindar los campos con las
teorías que en nombre de haber descubierto novísimos cambios en la globalización, se dedican a ocultar la naturaleza antagónica del capitalismo monopolista y ocultar a las potencias imperialistas tras la cortina de humo de la llamada “dictadura de los mercados” o el “gobierno mundial de los monopolios”.

Pero a ajustar cuentas a estas posiciones nos podremos dedicar después de haber estudiado y comprendido
los rasgos que Lenin nos muestra.

1º.- De la libre competencia al monopolio.
El primer rasgo, que desde el punto de vista de la base económica, caracteriza al Imperialismo es la
eliminación de la libre competencia entre los pequeños patronos y su sustitución por los monopolios.

Veamos cómo lo explica Lenin en el primer capítulo del texto:




I.- LA CONCENTRACION DE LA PRODUCCION Y LOS MONOPOLIOS


El incremento enorme de la industria y el proceso notablemente rápido de concentración de la
producción en empresas cada vez más grandes constituyen una de las particularidades más características del capitalismo. Las decenas de miles de grandes empresas lo son todo; los millones de pequeñas empresas no son nada.

El capital monetario y los bancos, como veremos, hacen todavía más aplastante este predominio de un puñado de grandes empresas, y decimos aplastante en el sentido más literal de la palabra, es decir, que millones de pequeños, medianos e incluso una parte de los grandes "patronos" se hallan de hecho completamente sometidos a unos pocos centenares de financieros millonarios.

La concentración, al llegar a un grado determinado de su desarrollo, por sí misma conduce, puede
decirse, de lleno al monopolio, ya que a unas cuantas decenas de empresas gigantescas les resulta fácil ponerse de acuerdo entre sí, y, por otra parte, la competencia, que se hace cada vez más difícil, y la tendencia al monopolio, nacen precisamente de las grandes proporciones de las empresas. Esta transformación de la competencia en monopolio constituye de por sí uno de los fenómenos más importantes –por no decir el más importante-- de la economía del capitalismo moderno.

En las manos de los cartels y trusts se encuentran a menudo las siete o las ocho décimas partes de toda la producción de una rama industrial determinada. Los cartels se ponen de acuerdo entre sí respecto a las condiciones de venta, a los plazos de pago, etc. Se reparten los mercados de venta. Fijan la cantidad de productos a fabricar. Establecen los precios. Distribuyen las ganancias entre las distintas empresas, etc. El monopolio constituido en esta forma proporciona beneficios gigantescos y conduce a la creación de unidades técnicas de producción de proporciones inmensas.

Esto no tiene ya nada que ver con la antigua libre concurrencia de patronos dispersos, que no se
conocían entre sí y que producían para un mercado ignorado. La concentración ha llegado hasta tal punto, que se puede hacer un cálculo aproximado de todas las fuentes de materias primas (por ejemplo, yacimientos de minerales de hierro) en un país, y aun, como veremos, en varios países, en todo el mundo. No sólo se realiza este cálculo, sino que asociaciones monopolistas gigantescas se apoderan de dichas fuentes. Se efectúa el cálculo aproximado del mercado, el que, según el acuerdo estipulado, las asociaciones mencionadas se "reparten" entre sí. Se monopoliza la mano de obra calificada, se toman los mejores ingenieros, y las vías y los medios de comunicación –las líneas férreas en América, las compañías navieras en Europa y América- van a parar a manos de los monopolios citados. El marco general de la libre concurrencia formalmente reconocida persiste, y el yugo de un grupo poco numeroso de monopolistas sobre el resto de la población se hace cien veces más duro, más sensible, más insoportable.

El economista alemán Kestner ha consagrado una obra especial a la “lucha entre los cartels y los
outsiders”, es decir, empresarios que no forman parte de los cartels. El autor ha titulado dicha obra: “La organización forzosa”, cuando hubiera debido hablar, naturalmente, para no embellecer el capitalismo, de la subordinación forzosa a las asociaciones monopolistas. Es instructivo echar una simple ojeada aunque no sea más que a la enumeración de los medios a que acuden dichas asociaciones en la lucha moderna, novísima civilizada por la “organización”. 
1) privación de la materias primas (… “uno de los procedimientos más importantes para obligar a entrar en el cartel”)
2) privación de mano de obra mediante “alianzas” (esto es, mediante acuerdos entre los capitalistas y los sindicatos obreros para que estos últimos acepten trabajo solamente en las empresas cartelizadas); 3) privación de medios de transporte
4) privación de mercados
5)acuerdo con los compradores para sostener relaciones comerciales únicamente con los cartels
6) disminución sistemática de los precios (con objeto de arruinar a los “outsiders”, es decir, a las empresas que no se someten a los monopolistas, se gastan millones para vender, durante un tiempo determinado, a precios inferiores al coste: en la industria de la bencina se ha dado el caso de bajar el precio de 40 a 22 marcos, es decir, ¡casi a la mitad!);
7) privación de crédito
8) declaración del boicot.

Nos hallamos en presencia, no ya de una lucha de competencia entre grandes y pequeñas empresas,
entre establecimientos técnicamente atrasados y establecimientos de técnica avanzada. Nos hallamos ante la estrangulación, por los monopolistas, de todos aquellos que no se someten al monopolio, a su yugo, a su arbitrariedad.
Los grandes monopolios capitalistas van surgiendo y desarrollándose, por decir así, a toda máquina,
siguiendo todos los caminos “naturales” y “sobrenaturales”. Se establece sistemáticamente una determinada división del trabajo entre algunos centenares de reyes financieros de la sociedad capitalista actual.







SÍNTESIS Y EJEMPLOS ACTUALES SOBRE EL PRIMER RASGO DEL IMPERIALISMO:


1º.- La concentración del capital y de la producción la que conduce, al llegar a un muy elevado grado de desarrollo, al monopolio que pasa a desarrollar un papel decisivo en la vida económica.

1. El monopolio es fruto de la competencia, pero a la vez representa la sustitución de la libre competencia por los monopolios capitalistas.

2. Este salto del capitalismo de libre cambio al capitalismo monopolista es consecuencia inevitable de las leyes objetivas, universales e inherentes al capitalismo.
La base de la aparición de los monopolios está en la competencia capitalista. Como hemos estudiado en anteriores escuelas, la competencia obliga a ampliar, incrementar y concentrar constantemente el número y el volumen de los capitales.

Pero a su vez, “la aparición del capitalismo monopolista significa, desde el punto de vista económico, la sustitución de la libre competencia por los monopolios capitalistas”.
Esta sustitución de la libre competencia no la anula, por el contrario, la vuelve aún más antagónica: “los monopolios, que se derivan de la libre concurrencia, no la eliminan, sino que existen por encima y al lado de ella, engendrando así una serie de contradicciones, rozamientos y conflictos particularmente agudos”.

El capitalismo monopolista se caracteriza por que gigantescas empresas se reparten entre sí los mercados, las fuentes de materias primas, fijan los precios, monopolizan la mano de obra cualificada, … Y si esto era así en 1916, el proceso de concentración no ha hecho más que aumentar.
En la actualidad, sólo los 10 mayores monopolios mundiales del automóvil concentran más del 70% de la producción mundial. ¡Un mercado mundial de 6.000 millones de consumidores controlado por 10 gigantescas compañías! Otro tanto ocurre en la industria química, donde los 10 mayores monopolios acaparan el 50% de la producción mundial. O en el del petróleo, donde las 10 mayores compañías petroleras tienen un valor de mercado de más de dos billones de dólares, casi el doble que el PIB español.

Con estos datos, se entiende mucho mejor la tesis de Lenin cuando afirma “decenas de miles de grandes empresas lo son todo, millones de pequeñas empresas no son nada”.
También en nuestro país tenemos sangrantes ejemplos de las consecuencias del monopolio, por ejemplo en el sector de la electricidad, tres monopolios, Endesa (italiano), GN-Fenosa e Iberdrola, controlan el 85% de la venta y comercialización en España. Y han impuesto que su precio esté muy por encima del coste de producción medio, haciendo que el recibo de la luz para los españoles sea el segundo más caro de Europa.
En los combustibles, sólo 3 grandes monopolios, Repsol, Cepsa (kuwaití) y BP (británica), copan el 90% del mercado español. Ellos imponen los precios y las condiciones a las gasolineras “independientes”.
Esto es lo que significa el capitalismo monopolista: que unos cientos de grandes empresas lo son todo, mientras millones de pequeñas empresas no son nada.
“Nos hallamos ante la estrangulación, por los monopolistas, de todos aquellos que no se someten al
monopolio, a su yugo, a su arbitrariedad.”
2º.- La formación del capital financiero y de las oligarquías financieras.
El segundo rasgo económico que caracteriza al Imperialismo es la aparición del capital financiero en
manos de las oligarquías financieras, y cómo éstas imponen su dominio sobre el capital en general y el resto de clases burguesas
El segundo y tercer capítulos del texto están dedicados a clarificar este rasgo:



II. LOS BANCOS Y SU NUEVO PAPEL

La operación fundamental y primordial de los bancos consiste en servir de intermediarios para los
pagos. En relación con ello, los bancos convierten el capital monetario inactivo en activo, esto es, que rinde beneficio; reúnen toda clase de ingresos metálicos y los ponen a disposición de la clase de los capitalistas.



A medida que van desarrollándose los bancos y que va acentuándose su concentración en un número
reducido de establecimientos, de modestos intermediarios que eran antes, se convierten en monopolistas omnipotentes que disponen de casi todo el capital monetario de todos los capitalistas y pequeños patronos, así como de la mayor parte de los medios de producción y de las fuentes de materias primas de uno o de varios países. Esta transformación de los numerosos y modestos intermediarios en un puñado de monopolistas constituye uno de los procesos fundamentales de la transformación del capitalismo en imperialismo capitalista, y por esto debemos detenernos, en primer término, en la concentración de los bancos.

Es evidente que un banco que se halla al frente de un grupo tal y que se pone de acuerdo con media
docena de otros, casi tan importantes como él, para operaciones financieras singularmente grandes y lucrativas, tales como, por ejemplo, los empréstitos de Estado, ha superado ya el papel de "intermediario" y se ha convertido en la alianza de un puñado de monopolistas. (…)


Al llevar una cuenta corriente para varios capitalistas, el banco, al parecer, realiza una operación
puramente técnica, únicamente auxiliar. Pero cuando esta operación crece en proporciones gigantescas, resulta que un puñado de monopolistas subordina las operaciones comerciales e industriales de toda la sociedad capitalista, obteniendo la posibilidad –por medio de sus relaciones bancarias, de las cuentas corrientes y otras operaciones financieras–, primero, de enterarse con exactitud del estado de los negocios de los distintos capitalistas, y, después, de controlarlos, de ejercer influencia sobre ellos mediante la ampliación o la restricción del crédito, facilitándolo o dificultándolo y, finalmente, de determinar enteramente su destino, de determinar su rentabilidad, de privarles de capital o de permitirles acrecentarlo rápidamente y en proporciones inmensas, etc. (…) el resultado es una dependencia cada día más completa del capitalista industrial con respecto al
banco.

Paralelamente se desarrolla, por decirlo así, la unión personal de los bancos con las más grandes
empresas industriales y comerciales, la fusión de los unos y de las otras por la posesión de las acciones, la entrada de los directores de los bancos en los consejos de vigilancia (o administración) de las empresas industriales y comerciales, y viceversa. (…)
La “unión personal” de los bancos y las industrias se completa con la “unión personal” de ambas
con el gobierno. “Los puestos en los consejos de administración –escribe Jeidels- son confiados
voluntariamente a personalidades de renombre, así como a antiguos funcionarios del Estado, los cuales pueden proporcionar no pocas facilidades (¡!) en las relaciones con las autoridades… En el consejo de administración de un banco importante hallamos generalmente a un miembro del parlamento o del ayuntamiento de Berlín”. (…)

En resumen, el siglo XX señala el punto de viraje del viejo al nuevo capitalismo, de la dominación
del capital en general a la dominación del capital financiero.




III.- EL CAPITAL FINANCIERO Y LA OLIGARQUÍA FINANCIERA.

“Una parte cada día mayor del capital industrial no pertenece a los industriales que lo utilizan. Pueden disponer del capital únicamente por mediación del banco, que representa, con respecto a ellos, al propietario de dicho capital. Por otra parte, el banco también se ve obligado a colocar en la industria una parte cada vez más grande de su capital. Gracias a esto, se convierte, en proporciones crecientes, en capitalista industrial.



Este capital bancario, por consiguiente, capital en forma de dinero, que por este procedimiento se trueca de hecho en capital industrial, es lo que llamo capital financiero. El capital financiero es el capital que se halla a disposición de los bancos y que es utilizado por los industriales”. (Hilferding, El capital financiero).
Esta definición no es completa, por cuanto no se indica en ella uno de los hechos más importantes, a
saber: el aumento de la concentración de la producción y del capital en un grado tan elevado, que conduce y ha conducido al monopolio.

Concentración de la producción; monopolios que se derivan de la misma; fusión o ensambladura
de los bancos con la industria: he aquí la historia de la aparición del capital financiero y el contenido de dicho concepto.

La experiencia demuestra que basta con poseer el 40% de las acciones para disponer de los negocios de una sociedad anónima, pues cierta parte de los pequeños accionistas dispersos no tienen en la práctica ninguna posibilidad de tomar parte en las asambleas generales, etc.

El capital financiero, concentrado en un puño y que goza del monopolio efectivo, obtiene un
beneficio enorme, que se acrecienta sin cesar, de la constitución de sociedades, de la emisión de valores, de los empréstitos del Estado, etc., consolidando la dominación de la oligarquía financiera, imponiendo a toda la sociedad los tributos en provecho de los monopolistas.

Si durante los períodos de auge industrial los beneficios del capital financiero son inconmensurables,
durante los períodos de decadencia se arruinan las pequeñas empresas y las empresas inconsistentes, mientras que los grandes bancos "participan" en la adquisición de las mismas a bajo precio o en su "saneamiento" y "reorganización" lucrativos.

El monopolio, una vez que está constituido y maneja miles de millones, penetra de un modo
absolutamente inevitable en todos los aspectos de la vida social, independientemente del régimen político y de otras "particularidades" (…) ¿Qué se puede decir de la incorruptibilidad del funcionario de Estado cuya secreta aspiración es a un cómodo puesto en la Behrenstrasse?" (Calle de Berlín en la que se ubica la sede central del Banco Alemán).

Una característica del capitalismo en general es que la titularidad del capital se halla separada de
la aplicación del capital a la producción; que el capital financiero está separado del capital industrial o productivo, y que el rentista que vive enteramente del ingreso obtenido del capital financiero está aislado del empresario y de todos aquellos que se encuentran directamente involucrados en la administración del capital. 

El imperialismo, o el dominio del capital financiero, es aquella fase superior del capitalismo en la cual esta segregación alcanza grandes proporciones. La supremacía del capital financiero por sobre todas las otras formas de capital significa el predominio del rentista y de la oligarquía financiera; significa la separación de un pequeño número de Estados financieramente "poderosos" de todo el resto, se destacan en nítido relieve los cuatro países más ricos (…). De estos cuatro países, dos, Inglaterra y Francia, son los países capitalistas más antiguos y, como veremos, poseen la mayoría de las colonias. Los otros dos, los Estados Unidos y Alemania, son países capitalistas líderes en lo que respecta a rapidez de desarrollo y grado de extensión de monopolios capitalistas en la industria. En conjunto, estos cuatro países poseen 479.000 millones de francos, esto es, cerca del 80% del capital financiero mundial. De un modo o de otro, prácticamente todo el resto del mundo es más o menos deudor y tributario de estos países banqueros internacionales que constituyen los cuatro "pilares" del capital financiero mundial.
Es particularmente importante examinar el papel que juega la exportación de capital en la creación de la red internacional de dependencia y las conexiones del capital financiero.



SÍNTESIS Y EJEMPLOS ACTUALES SOBRE EL SEGUNDO RASGO DEL IMPERIALISMO:


2ª).- Lo característico del capitalismo monopolista es la formación del capital financiero y de las
oligarquías financieras y su dominio sobre el capital en general y el resto de clases burguesas.
· Los bancos se convierten de modestos intermediarios en monopolistas omnipotentes.
· El capital financiero es fruto de la fusión del capital bancario con el capital industrial.
· Fusión que conlleva la “unión personal” entre banqueros y grandes industriales.
·
Y que a su vez se completa con la unión personal de ambos con el Estado y el gobierno, que deja de
ser “el consejo de administración de los intereses de la burguesía” para estar controlado en exclusiva
por las oligarquías financieras.

Es a través de la exportación de ingentes cantidades de capital por la banca alemana – acumulados
gracias a las relaciones de intercambio desigual establecidas en el seno de la UE– como Berlín ha conseguido dotarse de mecanismos de intervención y saqueo sobre los países del sur de Europa. Entre 2000 y 2008, la banca alemana prestó a los bancos y grandes empresas españolas más de 700.000 millones de euros. Esta enorme deuda se ha convertido en un mecanismo de extorsión financiera por arte del gran capital germano. Como afirmó un alto ejecutivo de un gran banco alemán: “Los españoles no sólo compran nuestros coches, sino que además les prestamos el dinero para comprarlos”. Negocio redondo, le faltó decir.

El primer paso consiste en la concentración de los bancos: Hace sólo tres décadas, en España existían
más de 300 entidades financieras (bancos y cajas de ahorro). En la actualidad han quedado reducidas a menos de 20. Y tras el último asalto al sistema financiero español, el ministro de Guindos, Botín y Francisco González anunciaron que en el curso de unos pocos años deben quedar reducidos a 6 o 7.
Los 10 mayores bancos españoles concentran ya hoy un volumen de activos de más de 3 billones de euros, es decir la suma de todo el PIB de España durante tres años y el equivalente, aproximadamente, al PIB anual de Alemania. Tienen el poder económico total de nuestra economía, todo pasa por sus manos.

Es evidente que una concentración tal fuerza, como dice Lenin, la “centralización de todos los capitales e ingresos monetarios, convirtiendo a millares y millares de explotaciones dispersas en una explotación capitalista única, subordinando a un centro único de un número cada día mayor de unidades económicas que antes eran relativamente independientes”.

Son los bancos quienes han decidido la quiebra de las grandes constructoras e inmobiliarias (Martinsa, Reya Urbis, Colonial,...) al negarse a refinanciar sus préstamos. Por contra, mantienen vivos a grandes medios de comunicación que son auténticos “zombies empresariales” como PRISA (editora de El País), o Vocento (editora de ABC), pese a mantener unas deudas incobrables que les refinancian año tras año.




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