martes, 23 de mayo de 2017

De la Guerra de la Independencia al desastre del 98 (3)




Crisis del 98: La última amputación







España cierra el siglo XIX con la amputación de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y varias islas del Pacífico por parte de EEUU, la nueva potencia en ascenso. El último acto del desmembramiento del imperio español no era la conclusión lógica de la liberación de los pueblos bajo dominio español. Cuba no era una colonia al uso, sino que en realidad formaba parte del territorio nacional.

El General en Jefe del Ejército Libertador de Cuba, al final de la guerra y cuando EEUU ha impuesto su dominio sobre la isla, afirma: “Tristes se han ido ellos y tristes nos hemos quedado nosotros; porque un poder extranjero los ha sustituido. Yo soñaba la paz con España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles, con los que siempre nos encontramos frente a frente en el campo de batalla. Pero la palabra, Paz y Libertad no debía inspirar más que concordia entre los encarnizados contendientes de la víspera. Pero los norteamericanos lo han amargado todo con su tutela impuesta por la fuerza”.

La pérdida de Cuba sería comparable a que en la actualidad se perdiera Andalucía o Canarias. No es sentida como la pérdida de una colonia, sino como la amputación de parte del territorio nacional.


I.- Las relaciones de Cuba con España durante el siglo XIX rebasan ampliamente las establecidas entre una metrópoli y sus colonias. En muchos aspectos el desarrollo cubano supera al de la España peninsular.
           
A lo largo de los siglos XVIII y XIX, Cuba alcanza un grado de dinamismo y desarrollo económico, industrial y comercial que la convierten en una plaza importantísima del mercado mundial.
Los once meses de dominación inglesa en 1762 introducen plenamente las relaciones capitalistas, abren el azúcar cubano al mercado mundial, y dinamizan drásticamente las estructuras económicas de la isla.
Cuba va a convertirse en el primer productor mundial de azúcar, pasando de aportar el 13% de toda la producción del planeta en 1800 al 31% en 1835. El azúcar era en esos momentos el primer producto básico del comercio mundial.
Así mismo, Cuba es también el primer productor mundial de bananas y posee una importante industria tabaquera.
·         Sobre esta base, Cuba emprende un fulgurante desarrollo económico, político y social, por encima de la metrópoli peninsular.
Diez años antes que la península, se levantan en Cuba las primeras vías férreas, así como las primeras comunicaciones telefónicas. Las universidades cubanas están mucho más avanzadas que las españolas. Y los salarios de los trabajadores en la isla son considerablemente más elevados que en España.
 A finales del siglo XIX, la renta per cápita de Cuba sólo era comparable en América a la de unos pocos Estados ricos de EEUU (Nueva York, Massachusets, Nueva Jersey,...), y muy superior a la de España o al de la inmensa mayoría del resto de Estados de EEUU.
·         El desarrollo cubano genera una oligarquía criolla dinámica y poderosa económicamente, que gobierna de facto la isla, con un grado de autonomía notable, y establece una nueva relación con la metrópoli.
La oligarquía criolla –una “sacarocracia” de grandes propietarios azucareros vinculados al mercado mundial– emerge como poder local. Se entronca familiarmente con los mandos militares peninsulares y las altas jerarquías de la administración colonial. Bajo la presencia de un capitán general, es la oligarquía local quien gobierna de facto la metrópoli, ennobleciéndose y acaparando los cargos políticos y militares. Cuba se convierte en un caso insólito de colonialismo: nunca antes –ni después– una colonia dispuso de un ejército colonial formado y dirigido por una burguesía criolla.
Es un triunfo económico y político criollo que arranca de España un régimen de autonomía de facto.
           
-Esta es una situación -donde la colonia se desarrolla a un nivel superior que la metrópoli y adquiere una notable autonomía política- incompatible con la lógica tradicional del imperialismo. Lo que lleva, por ejemplo, a  Adolphe Jovillet (uno de los más lucidos analistas franceses de la época) a afirmar, en 1841, que Cuba no era una colonia.

II.- El desarrollo económico cubano será una base fundamental de acumulación de capital para la oligarquía española. Pero los lazos de unidad entre Cuba y España sobrepasan con mucho el ámbito de las clases dominantes para impregnar al conjunto de la sociedad, a ambos lados del Atlántico.

El monopolio del comercio trasatlántico, los beneficios del mercado cautivo cubano, o los capitales invertidos en la isla, y posteriormente repatriados a España, serán la base del desarrollo de importantes sectores oligárquicos.
El Banco de Santander se funda en 1856 para financiar el comercio exterior, principalmente hacia Cuba. Y la repatriación de los capitales invertidos en Cuba serán la base de la creación del Banco Hispano Americano o la refundación de Banesto.
Muchas fortunas oligárquicas nacen y se desarrollan al calor del monopolio de sectores del comercio con Cuba. Y la burguesía catalana tiene en Cuba un mercado cautivo, que compensa el escaso desarrollo del mercado español, hacia el que se dirigen el 60% de sus exportaciones.
·         Pero los profundos lazos de unidad entre Cuba y España impregnan al conjunto de la sociedad, y se expresan en la masiva inmigración española.
Entre 1868 y 1894 llegan a Cuba un millón de peninsulares, para una población de millón y medio. No son una élite colonial -como es norma habitual en otras posesiones coloniales- sino la mitad de la población, procedente de todos los sectores sociales, desde élites comerciales a soldados o trabajadores atraídos por las mayores oportunidades de la isla. Se van a fundir con el pueblo, a través de numerosos matrimonios mixtos, formando parte integrante de la sociedad cubana y familias con ramas a ambos lados del Atlántico.
José Martí, líder de la independencia, declaró que no iba contra su padre valenciano y su madre canaria. Y la mayoría de los españoles emigrados -hasta  700.000- se quedarán en Cuba tras proclamarse la independencia.
Sólo desde aquí es posible entender que la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas sea percibida como la amputación de una parte del territorio nacional, y provoque una auténtica crisis de la conciencia nacional. Un fenómeno que no se había producido décadas antes, aunque las pérdidas territoriales fueran entonces mucho más numerosas.

III.- La independencia de Cuba es el resultado de un plan diseñado y ejecutado por los círculos más agresivos de la burguesía norteamericana (los “jingoes”, equivalentes a los actuales “halcones”). EEUU ocupará militarmente la isla, estableciendo los mecanismos de control e intervención imperialista que permitirán convertir Cuba en dominio exclusivo del capital norteamericano.

En 1885, los estrategas norteamericanos expusieron un plan que se cumplirá milimétricamente: el control del Caribe como escala imprescindible de la expansión norteamericana, y la construcción de un canal transoceánico que impulsara el comercio y le permitiera el control de los dos océanos.
Entre 1850 y 1857 se suceden diversos complots de sectores cubanos partidarios de la anexión, con el respaldo norteamericano. La presentación de un proyecto de amplia autonomía desde España precipitará la ejecución de los proyectos norteamericanos. Cuando Roosevelt –entonces secretario de Defensa, posteriormente presidente, y representante político de los “jingoes”– anuncia que “hemos construido una escuadra que arrasará el Caribe”, los acontecimientos se precipitan.
El hundimiento del Maine hará el resto. El primero de los autoataques norteamericanos será la bandera de una campaña: “Recordar el Maine”, que terminará con la declaración de guerra a España.

·         EEUU se había convertido, ya bajo la dominación española, en el poder económico dominante en Cuba.
EEUU compraba el 95% del azúcar cubano y el 87% de sus exportaciones. Y a Cuba acudían el 38% de las exportaciones norteamericanas.
La influencia norteamericana se apoya en sectores de la burguesía media-alta criolla. Influyentes en la vida económica y política de la isla,  se deslizan desde mediados del XIX hacia posturas próximas al anexionismo con EEUU. Estos sectores forman el partido de la burguesía criolla, el PLA, cuyo líder declarará que “el azúcar es el cordón umbilical que nos une a EEUU, y a través del cual éste nos envía su sangre, el dinero”.
Al mismo tiempo, Washington va a marginalizar a los sectores independentistas nucleados en torno al  Partido Revolucionario de José Martí, cuya base social está en los sectores populares, y la población negra, y que son un peligro tanto para EEUU como para los grandes propietarios azucareros.
Una vez concluida la guerra, EEUU dedicará sus esfuerzos a desarmar al ejército independentista de Martí, cuyos miembros se niegan, en una amplia mayoría, a aceptar el sometimiento a EEUU o las órdenes de generales norteamericanos.
·         Tras la “independencia”, EEUU impone en la constitución cubana la enmienda Platt, donde literalmente se establece que “el gobierno de Cuba consiente que los EEUU puedan ejercer el derecho de intervenir para preservar la independencia cubana y el mantenimiento de un gobierno adecuado para la protección de la vida, las propiedades y los intereses norteamericanos”.
Las tropas norteamericanas ocuparán el país durante tres años, y organizan un nuevo Estado bajo su completa dependencia. Ese “derecho a intervenir” volverá a ser utilizado por EEUU en 1922, permaneciendo otra vez varios años. Entonces formarán la Guardia Nacional, cuerpo del que surgirá la saga de dictadores de los Batista.
·         La agresión norteamericana, desgajando Cuba de España e imponiendo su dominio colonial sobre la isla, va a marcar el principio de una nueva relación de solidaridad entre España y el conjunto del mundo hispano.
Se recupera el sentido de una hispanidad compartida, sobre un profundo sentimiento antiimperialista común contra el dominio norteamericano.
Tiene su base en el rechazo a la intervención norteamericana. Así lo expresarán los miembros del Partido Revolucionario de Martí, una vez que se consuma que la independencia ha sido transformada en una relación colonial con EEUU.
Se produce entonces una corriente de solidaridad a ambos lados del Atlántico, con una profunda base antiimperialista, que exalta las bases de la hispanidad como bandera frente a EEUU. Un ejemplo destacado será Rubén Darío, en el terreno cultural, desde Centroamérica, que va a convertirse en el siguiente escalón de las agresiones norteamericanas en el continente

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