Merkel lleva a Europa hacia el IV Reich
El dictador libio Gadafi lo tenía muy claro: fue el primer líder del tercer Mundo en enfrentarse a las siete hermanas, las grandes del petróleo. Ahora bien, para nacionalizar el crudo no empezó con las grandes sino con pequeñas explotaciones. Luego fueron cayendo todas, una a una.
La canciller alemana, Angela Merkel, hace lo mismo con el euro: empieza su IV Reich por la pequeña isla de Chipre. Eso sí, se encarga de que los eurócratas de Bruselas, que trabajan para Berlín, aseguren que la confiscación de los depósitos, es decir, de los ahorros de la gente, formará parte de los nuevos ‘rescates’, es decir, de los futuros expolios de la Unión Monetaria (17 países miembros de la UE).
Hasta ahora, los depósitos siempre se habían considerado intocables. Una cuenta en un banco es el prototipo de propiedad privada. No son inversiones, son meras depositarías que, como su mismo nombre indica, el particular tiene en el banco para poder efectuar sus pagos en una sociedad bancarizada. Pues bien, por vez primera desde que se constituyera, no ya la eurozona, sino la misma Comunidad Económica Europea, ante una situación de impago no se hace responsable a contribuyentes e inversores, sino también a propietarios. Ese es el modelo Merkel
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¿Por qué le llamo IV Reich? Pues porque 17 países, entre ellos Chipre y España, tienen una sola máquina de hacer dinero, de dotar de liquidez.
Tengan en cuenta que el Gobierno chipriota ha cedido a la extorsión europea sólo cuando el Banco Central Europeo (BCE), la única máquina de hacer dinero existente en la Eurozona, amenaza con cerrarle a Chipre el grifo de la liquidez. Por orden de Merkel, claro está.
En definitiva, de la misma forma que el III Reich de Adolf Hitler creó un espacio político pangermánico, con países satélites que obedecían a Berlín, Merkel está creando un espacio monetario de 17 países y más de 300 millones de habitantes que tienen una máquina de hacer dinero, controlada por Alemania, y 17 tesoros distintos endeudándose a precios distintos... de los que se beneficia Alemania.
Si la Eurozona fuera una unión de 17 países, y no un país, Alemania, con 16 colonias monetarias, la deuda emitida sería conjunta -una sola soberanía financiera, una sola deuda- pero no: la cabeza Alemania, se beneficia de una deuda emitida a bajo precio, al tiempo que regula la masa monetaria en circulación. Así, cuando alguien no pasa por el aro se le somete a un rescate, que es algo parecido a una refinanciación: debes aún más de lo que debías y te hundes más deprisa de lo que pensabas.
Por cierto, ni corta ni perezosa, tras hundir a Chipre, Merkel ha dicho que de esta forma -metiendo la mano en los depósitos- pagan los responsables del desaguisado. ¿Los particulares son los responsables?
Lo dicho: caminamos hacia un IV Reich monetario y a una Europa, no de dos velocidades, sino de dos riquezas. Por un lado están los dominantes, Alemania, junto a su aliados del Eje central: Austria, Holanda y Finlandia, principalmente. Por otro lado el sur y el este de Europa, cuya situación no es necesaria describir. Dependen del BCE, y el BCE depende de doña Angela Merkel. Igual que Hitler sólo que sin panzer: con euro.
El modelo de Chipre que ahora la Unión Europea va a consolidar y exportar, supone el mayor ataque a la propiedad privada, no desde el nacimiento del euro sino desde el nacimiento de la Comunidad Económica Europea.
Francia, abocada a un rescate, lo ha aceptado y sólo se resiste el Reino Unido y los países que tomaron la inteligente decisión de no entrar en el euro. Aunque lo malo no es el euro: lo malo es este euro.
Por cierto, si Merkel mete la mano en los depósitos, como ya ha comenzado a ejecutar en Chipre, cabe esperar una desbancarización en Europa. La gente ya no se fiará de los bancos y guardará su dinero en el calcetín. Y esto no tendría por qué ser un problema... salvo por el detalle de que el sistema también intentará evitar la huida por esa vía: con la excusa de luchar contra el fraude fiscal cada vez se reducen más los pagos en metálico.
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