lunes, 18 de marzo de 2013

Rebelión europea contra el diktat alemán

 
De euro-narcotizados a
 euro-indignados
 
 
 
 
 
 
 
El futuro de los países del Sur esta sellado por Bruselas: “no hay alternativa a la austeridad. Los ajustes serán los mismos gobierne el partido que gobierne”. Con estos mimbres, no es extraño que mientras en 2007 dos de cada tres españoles decía confiar en la UE, en el último eurobarómetro sean el 72% los que desconfían de ella. Todo un síntoma de cómo amplias capas de la población tienen cada vez más conciencia de la intervención y el saqueo dictados por el FMI y Berlín.


La perspectiva la resumía un asesor de Merkel: “a España le esperan 10 años más de austeridad” y una rebaja de salarios e ingresos del 30%. ¿Puede entonces extrañarle a alguien que en apenas dos años la confianza en Bruseas se haya desplomado entre los españoles? ¿O que el 61% señale a Alemania como principal responsable de la intervención y el saqueo?
 
El espejo roto

El eurobarómetro certifica que el 60% de los españoles tienen en la actualidad una imagen negativa de Europa, un 72% desconfía de la UE y un 61% considera a Merkel como responsable directa. Unos resultados que reflejan la evolución de una población que ha pasado de estar euro-narcotizada a euro-indignada.

Durante años, la sociedad española ha sido “narcotizada” con un euro-entusiasmo acrítico que ocultaba el verdadero carácter de esta Unión Europea. Ahora Merkel lo ha desvelado por completo.

En todo este tiempo, PP y PSOE, respaldados por los medios de comunicación, han abonado una política a la que podríamos calificar como de “actos de fe”. Y que, básicamente, consiste en aceptar cuestiones de vital importancia para la vida del país como un dogma incontestable, sin ningún tipo de debate ni balance de sus ventajas e inconvenientes.


"La Troika dice que para limitar el déficit hay que recortar las pensiones"


Es lo que el profesor Gustavo Bueno calificó de “papanatismo europeísta”, según el cual todo lo que venía de Europa era, por definición, bueno, avanzado y progresista. Mientras que todo lo que existía en España era, por contra, y también por definición, malo, atrasado y perjudicial.

A lo largo de más de 25 años se ha conducido a la sociedad española a aceptar pacientemente, con la promesa de que todo sería para un futuro mejor, desde la destrucción del tejido productivo hasta el endeudamiento masivo con los grandes bancos alemanes y franceses.

Al llegar la crisis, y con ella la evidencia de que estamos en manos de una gran potencia que domina la UE y cuyos dictados producen un deterioro brutal del nivel de vida de la población, el espejo se ha roto. Y de la idílica y falsa visión de una unión entre socios iguales empieza a surgir el verdadero rostro de una Europa alemana.

Hundir a Europa para rescatar a Alemania

Si uno quiere saber lo que pasa en la iglesia, tiene que dirigirse al Vaticano. Si uno quiere saber lo que pasa en Europa, tiene que prestar oídos a lo que se dice en Berlín. Uno de los máximos asesores de Merkel, Peter Bofinger, expresó con exactitud la raíz del asunto: “los rescates no son, ante todo, para los países con problemas, sino para nuestros propios bancos, que tienen grandes cantidades de préstamos concedidos allí”.

Desde la instauración del euro, los bancos alemanes fueron los principales financiadores y beneficiarios de la burbuja inmobiliaria española.

Entre 2000 y 2009, los bancos alemanes prestaron a los bancos de los países despectivamente llamados PIGS (es decir, cerdos en inglés, a saber Portugal, Italia, Grecia y España) 704.000 millones de euros. Por su parte, sólo dos bancos franceses prestaron otros 477.000 millones.

La estafa de los derivados financieros de Wall Street provocó enormes pérdidas y agujeros a la banca franco-alemana. Para reponerlos, entre 2008 y 2010, los bancos alemanes habían repatriado ya más de medio billón de euros, dejando atrapados a los bancos de los países periféricos en una trampa mortal.

Estos se habían endeudado con los bancos alemanes o franceses en cantidades ingentes que debían devolver en el corto plazo, pero gran parte de ese dinero lo habían dedicado a financiar hipotecas cuyo dinero tiene que devolverse a largo plazo.

Esa masiva repatriación de capitales es la que está en el origen de que, primero Zapatero y después Rajoy, hayan inyectado enormes cantidades de dinero público para transformar la deuda privada de los bancos españoles con la banca alemana o francesa en una gigantesca deuda pública.

Como consecuencia, la deuda y el déficit público español se dispararon. Y entonces desde Berlín se dictaron drásticas medidas de rebajas de salarios y pensiones y recortes sociales. ¿Por sadismo? No, simplemente porque a sus bancos les quedan otros 400.000 millones de euros por cobrar a la banca española.


"De cada euro de los fondos de la UE, las multinacionales europeas han obtenido un beneficio de 4"


Al intervenir un país, Berlín y el FMI no tienen otro objetivo que rescatar a sus bancos. Asegurarse, mediante el control político y económico que el Estado, es decir, los contribuyentes, todos nosotros, nos haremos cargo de pagar hasta el último euro de esa deuda, a costa de nuestros salarios y pensiones, de nuestra salud y la educación de nuestros hijos.

Ese es el centro oculto, el objetivo no declarado de cualquiera de los “rescates” ejecutados hasta la fecha, incluido el de España aunque haya sido parcial. Es la estrategia de hundir al sur de Europa para rescatar a Alemania y sus bancos.

Con un diseño impuesto por la hegemonía alemana y al servicio de sus intereses, la moneda única
está irremediablemente condenada a transmitir turbulencias constantes a los eslabones más débiles de la cadena de la que forman parte los diferentes países que la usan.

Es posible que sea cada día más fuerte en relación con otras monedas, pero sólo a base de fortalecer el centro de gravedad (es decir, de poder) político y económico a base de absorber de forma permanentemente los recursos y la riqueza de la periferia.

“Alemania es la gran beneficiada de la Unión Monetaria”

Para Juan Francisco Martín Seco –subsecretario de Hacienda en el primer gobierno de Felipe González y autor del libro recientemente publicado Contra el euro. Historia de una ratonera–, “Alemania y los países del norte son los beneficiarios de la Unión Monetaria”.

Economista opuesto a las doctrinas neoliberales dominantes en el stablishment académico, recuerda en una entrevista concedida a nuestra revista Chispas que ya advirtió, cuando se firmó el Tratado de Maastrich, “que era un proyecto totalmente cojo y que iba a tener muchos problemas, como así ha sido”.

La política seguida por el BCE –“una institución no democrática que además es irresponsable políticamente”– desde la instauración del euro ha provocado que al “mantener el tipo de cambio fijo les hace a ellos [Alemania y los países del norte] mucho más competitivos, y eso destruye empleo y riqueza en el resto de países, y crea empleo y riqueza en sus propios países”.

Para ilustrarlo, recurre al ejemplo de lo que le ocurrió a América Latina: “los países iberoamericanos se habían endeudado en una divisa que no era la suya, y quedaban presos de lo que llamaban mercados, que se concretaba en el FMI y que les prestaba en unas condiciones durísimas, precisamente para salvar a los propios acreedores”. Esto es lo que se está repitiendo ahora en Europa entre Alemania y los países periféricos.

Por eso, afirma, la Troika “no se limita a decir que hay que reducir el déficit publico, sino que para hacerlo hay que recortar las pensiones”.

Merkel, ¿dónde está nuestro dinero?

Los datos del eurobarómetro muestran cómo un número creciente de españoles empiezan a pensar, como nuestras publicaciones venimos denunciando desde 1986, el carácter de una UE bajo hegemonía alemana y las nefastas consecuencias de vivir sometidos a sus dictados.

El ingreso de España en la UE trajo consigo la destrucción de una parte sustancial de nuestro tejido productivo, la ocupación intensiva de nuestro mercado por las multinacionales europeas y la aceptación de unas cuotas de producción por debajo de nuestras necesidades nacionales.

La clase política española, bajo directrices precisas de la oligarquía financiera, aceptó eliminar o vender todos aquellos sectores industriales en los que nuestro país podía competir y ser un rival para los grandes monopolios europeos, a cambio de reservarse para si el control del sistema bancario, la grandes constructoras, el sector energético y poco más.

Como consecuencia, las reconversiones en la siderurgia, la minería o la construcción naval se llevaron por delante más de 200.000 empleos industriales directos –y hasta un millón indirectos–, arrasando comarcas enteras.

Las mejores empresas de la industria automovilística pasaron directamente a manos de grandes multinacionales, llegando hasta extremos como vender SEAT por una peseta a Volkswagen.

En la construcción naval pasamos de ser la tercera potencia mundial a tener una cuota de mercado insignificante. Miles de vacas tuvieron que ser sacrificadas y otros tantos barcos desguazados para satisfacer las cuotas de producción impuestas por Bruselas.

15 años después, la instauración de una moneda única lastró nuestra competitividad, disparando el déficit de la balanza de pagos y forzándonos a un gigantesco endeudamiento. Como en un espejo invertido, el déficit exterior de la economía española creció en la misma proporción en que aumentaba el superávit alemán.

Desde que formamos parte de esta Europa alemana, nuestra economía ha ido perdiendo tanto su capital propio como las principales empresas y canales de distribución que forman el esqueleto en que se sostiene cualquier economía nacional.


"Ha llegado el momento de gritarle a Merkel: ¿Dónde está nuestro dinero? ¡Devuélvannos nuestro dinero!"


Como dice el catedrático de Economía Juan Torres, “prácticamente han dejado de ser intereses españoles los que predominan en la inmensa mayoría de los sectores económicos y apenas si quedan empresas que decidan y actúen fortaleciendo nuestra demanda nacional o el mercado interno”.

El timo de los fondos

Muchos arguyen que, a cambio, España ha recibido muchos recursos de Europa en forma de fondos estructurales y de cohesión. Pero hay que hacer bien las cuentas y comprobar que es lo que hemos entregado por ellos.

Entre 1988 y 2004, los fondos estructurales y de cohesión llegados a España desde Bruselas sumaron un total de 90.000 euros. Pero en ese mismo período, la balanza comercial de nuestro país con Alemania y Francia arrojó un déficit conjunto de 150.000 millones de euros.

Pero además, a ello hay que sumar que, como reconoció en 2005 el entonces ministro español de Exteriores Miguel Ángel Moratinos, citando informes de la propia Comisión Europea, “hasta el 40% de los fondos europeos que llegan a España terminan en las empresas de los países contribuyentes netos, con Alemania y Francia a la cabeza, a través de las infraestructuras que realizan en España”.

Ateniéndonos pues sólo a las cifras oficiales, la resultante final es que por cada euro invertido desde Bruselas en España, los grandes monopolios y multinacionales europeas han obtenido un retorno de cuatro euros. ¡Un 400 % de ganancia! Y además, mientras que los fondos desaparecerán en 2020, su ocupación del mercado español es permanente. Han venido para quedarse.

Mientras la economía española se ha visto cada vez más lastrada y dependiente de las potencias europeas, sus banqueros y grandes empresarios han ocupado el suculento mercado español.

A principios de los años 80, Margaret Tatcher se presentó en una cumbre gritándole a los burócratas de Bruselas “¿Dónde está mi dinero? ¡Devuélvanme mi dinero!” Gracias a ella, la vieja y resabiada burguesía inglesa consiguió acceder a todas las ventajas del Mercado Común, sin compartir apenas ninguno de sus inconvenientes.

El pueblo español, evidentemente, nada tiene que ver con la burguesía inglesa. Pero como Tatcher, muchos consideran que ha llegado el momento de gritarle a Merkel: ¿Dónde está nuestro dinero? ¡Devuélvannos nuestro dinero!

Porque, en contra de lo que engañosamente quieren hacernos creer, no somos nosotros, el 90% del pueblo español, los que hemos vivido de su dinero. sino que son ellos, los banqueros y grandes empresarios alemanes, franceses y norteamericanos los que han vivido de apropiarse el nuestro.

Esta es la certera conclusión que, de acuerdo con los datos del eurobarómetro, cada vez empieza a sacar más gente: que a mayor dependencia del imperialismo, mayor es el saqueo al que nos someten.

“El gobierno actúa como un súbdito de Alemania”

“Esto es como la continuación de una novela ya escrita, una posición del gobierno súbdito a las presiones alemanas. No hacen frente a la crisis y se supeditan a cualquier cosa que nos pidan desde fuera. Lo único que hay es un “sí señor, mande usted”, y así no sabemos qué es lo que nos pueden pedir mañana. Es un nuevo orden mundial y una crisis que no es crisis. Y lo peor es que nos quieren hacer creer que es un problema interno que se les escapa como agua entre los dedos. Todo por no hacer frente a estas imposiciones que vienen desde fuera.”
Iaofl@utas de Barcelona
(entrevista a De Verdad. 21-2-2013)

Portugal
¡Abajo el gobierno de la Troika!
La intervención de la Troika en Portugal empezó en 2009, y no fue la primera vez que el FMI entraba en Portugal, poniendo “reglas” y “rescatando” dinero. Actualmente esta intervención se ha vuelto mucho más violenta (...)

El homicidio premeditado de un pueblo fue planeado en reuniones del gobierno y la Troika (...) El dinero que entra de los “préstamos” de la Troika es canalizado directamente hasta la banca para pagar los intereses de la deuda. De los 78 mil millones de euros de préstamo, 12 mil millones fueron para “rescatar” a la banca, 45 mil millones para pagar los intereses de la deuda, y los restantes 31 mil millones no fueron aún transferidos… y la deuda ¡no para de subir!
Los responsables principales deben empezar a emerger, y al final vamos a atacar el corazón de la bestia: la UE, el FMI, y el BCE.
Paulo Raposo. Que se Lixe a Troika
(Entrevista en la revista Chispas. Octubre 2012)

Estar en la eurozona no puede significar sacrificar al pueblo
No vamos a tolerar que el crecimiento de Alemania o Francia se haga a costa de la supervivencia de Grecia u otros pueblos, como España. Estar en la eurozona no puede significar sacrificar al pueblo, que la gente se muera de hambre (...)

Pedimos una auditoría internacional de la deuda (...), que nadie sabe cómo se formó o qué se está pagando. También debe haber una investigación política: ¿se gastó en lo que se dijo? Sabemos, por ejemplo, que la empresa alemana Siemens logró contratos en Grecia pagando un sobreprecio porque sobornó a los políticos. Todo tiene que ser investigado (...)
Sofía Sakorafa, diputada de Syriza
(Entrevista reproducida en De Verdad Digital. 16-5-2012)

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