miércoles, 5 de junio de 2013

IU apoya el “derecho a decidir” enarbolado por Artur Mas



Ahogados en la “charca del nacionalismo burgués” 


No existe el “derecho de autodeterminación” como un principio abstracto. Depende de quién y para qué lo proponga. 




Al respaldar hoy el “derecho a decidir” de Cataluña, IU está fortaleciendo a Mas, el “gran recortador” a las órdenes de Merkel y el FMI.

Hace solo unos meses Cayo Lara, coordinador general de IU, manifestó que “los catalanes no pueden decidir su futuro unilateralmente, ya que la Generalitat forma parte del Estado”. Ahora, IU hace pública una declaración elaborada conjuntamente con Iniciativa per Catalunya-Verds (ICV) y Esquerra Unida i Alternativa (EUiA), que llama a “apoyar el ejercicio del derecho a decidir del pueblo de Cataluña” y reclama “la celebración de un referéndum”. Para Cayo Lara se trata de “reconocer un derecho”, y es únicamente una cuestión de “lógica democrática”. Pero al apoyar un “derecho a decidir” que lleva la marca de Artur Mas, lo que está haciendo es fortalecer a los sectores más reaccionarios y vendepatrias, dispuestos a convertir a Cataluña en el “protectorado de los recortes” de Merkel y el FMI. Dando un giro de 180 grados a su posición tradicional, Izquierda Unida apoya oficialmente la celebración de una consulta soberanista en Cataluña. Cayo Lara ha firmado una declaración sobre el “derecho a decidir” y “el modelo de Estado”, elaborado conjuntamente con ICV y EUiA, que reconoce el principio de soberanía de los catalanes para decidir su futuro, reclama “un proceso de negociación para acordar la celebración de un referéndum” y exige “al Estado español el compromiso político de acatar los resultados y respetar la voluntad de la ciudadanía”.


"Detrás de todos los proyectos más rabiosamente independentistas siempre ha existido la voluntad de entregar a Cataluña o Euskadi a las potencias imperialistas" 


Para la dirección de IU, esta declaración “no supone un respaldo directo al soberanismo”. Argumentando que “se trata de una decisión que busca desbloquear una situación enquistada a través del reconocimiento de un derecho”. Y justificando que “cuando una parte sustancial de la población de un territorio cuestiona el marco institucional existente y manifiesta su aspiración a la soberanía, en lógica democrática, es necesario establecer los mecanismos legales para conocer la voluntad de los ciudadanos”. Pero la política no existe en las alturas, sino a ras de suelo. La naturaleza de todas las alternativas y propuestas depende de quien lo dice, cuando lo dice y para qué lo dice. Y hoy, el “derecho a decidir” es la principal bandera política de los sectores más reaccionarios y prohegemonistas de Cataluña. ¿Es que acaso Cayo Lara defiende que la izquierda catalana se convierta en “telonera” de un Artur Mas que está aplicando a pies juntillas los dictados de Washington y Berlín, aunque eso suponga acribillar a recortes a toda la población? Al apoyar el “derecho a decidir” de Artur Mas, IU está colocándose exactamente en el campo opuesto al que siempre hemos defendido los comunistas y revolucionarios. Lenin defendió el derecho de autodeterminación de los pueblos y naciones oprimidas. En 1912, cuando Polonia era un país vasallo del imperio ruso, estableció que “los polacos detestan a Rusia y no sin razón. No podemos ignorar la fuerza de su sentimiento nacional. Nuestra revolución deberá tratarlos con mucho cuidado e incluso autorizarles a romper con Rusia si es necesario”. Pero, sobre todo, Lenin quiso dejar claro que “si el marxista ucraniano se deja llevar por su odio, muy legítimo y natural, a los opresores rusos, hasta el extremo de hacer extensiva aunque sólo sea una partícula de ese odio, aunque sólo sea cierto distanciamiento, a la cultura proletaria y a la causa proletaria de los obreros rusos, ese marxista irá a parar a la charca del nacionalismo burgués”. En su declaración de apoyo al “derecho a decidir”, IU da carta de naturaleza a la tesis de que es “la intransigencia de España” la que ha disparado el soberanismo en Cataluña.

Al establecer un antagonismo –definido como “una situación enquistada”- entre “España” y “Cataluña”, IU ofrece munición política a los Artur Mas y Oriol Pujol, que justifican sus recortes bajo el grito de que “España nos roba”. Y quiebran la unidad entre el conjunto del pueblo español, necesaria para poder enfrentar el saqueo y la intervención dictados por el FMI y Merkel.

Están cayendo, siguiendo las lúcidas palabras de Lenin, en “la charca del nacionalismo burgués”.

Y al hacerlo, IU está dando la espalda a las mejores tradiciones revolucionarias de la izquierda española.
En 1938, la editorial “Ediciones del Partido Comunista de España” publicaba un folleto elaborado por Vicente Uribe - miembro del Comité Central del PCE, ministro de Agricultura durante el Gobierno de Largo Caballero y de Instrucción Pública en el de Negrín- que sintetiza de forma admirable la posición que los comunistas debemos adoptar ante la cuestión nacional.
En él se establece con rotundidad que “el problema de las nacionalidades en España no puede ser examinado separadamente de la cuestión nacional general de España (...) Las cuestiones particulares nacionales de los catalanes, vascos y gallegos están ligadas vitalmente con la cuestión nacional de toda España. Se han convertido en cuestión particular de la guerra democrática de toda España por la independencia”. Remarcando, desde la posición de los comunistas, que “al mismo tiempo que los más consecuentes internacionalistas somos los más fieles luchadores y defensores de la República española; los más entusiastas defensores de la Patria española; los más fieles ardientes patriotas de la España democrática; los más decididos enemigos de toda tendencia separatista; los más convencidos partidarios de la Unidad Nacional, del Frente Popular, de la Unidad popular”. Durante la Guerra Civil, el PCE establece una línea justa ante el problema capital de la revolución: quienes son los auténticos enemigos y quiénes los verdaderos amigos.
 Colocando por primera vez, de forma absolutamente consciente, al imperialismo como enemigo principal.

 Mientras los franquistas se llamaban a sí mismo “los nacionales”, el PCE de José Díaz y Pasionaria desvelará su carácter vendepatrias, entregando España al fascismo hitleriano y mussoliniano. Y estableciendo, desde esta lucha por conquistar la independencia nacional frente al imperialismo, la defensa de la libre unidad del pueblo de las nacionalidades y regiones de España como una línea de demarcación entre los revolucionarios y los reaccionarios. Esta firme posición por la unidad permitió unir a la inmensa mayoría de los dirigentes y seguidores de los partidos nacionalistas, aunque ello les llevara a tener que abandonar o postergar indefinidamente sus proclamas soberanistas. Lluis Companys, que había proclamado en 1934 el “Estat Català” desde el balcón de la Generalitat, se convirtió durante la Guerra Civil en uno de los más firmes defensores de la unidad de Cataluña con el resto de España.

El PCE de José Díaz y Pasionaria estableció una clara línea divisoria entre los nacionalistas “honrados y amantes de su país”, con los que las diferencias pueden tratarse desde la unidad, y los “provocadores encubiertos”, “elementos que son enemigos del pueblo y actúan bajo la máscara de un nacionalismo cerrado y egoísta, pero de hecho reaccionario, que convierte los distintos párrafos de los estatutos o de la Constitución en sofismas reaccionarios”. Alertando de que “su tarea consiste en crear el mayor número de dificultades, introducir la disgregación, provocar discordias, debilitar la Unidad nacional de todos los pueblos de España”.

 Es, por ejemplo, el caso del sector de ERC agrupado en torno a Josep Dencàs, que impulsó contactos con los dirigentes alemanes instalados en Vichy para explorar la posibilidad de que la Alemania nazi, una vez ganada la guerra e impuesto su Nuevo Orden en Europa, apoyara la creación de un Estado catalán. Y que, concluida la Guerra Civil, traicionaron a Companys, delatándolo a la Gestapo para que fuera detenido en Francia y conducido a España, donde fue fusilado por Franco.

Podemos recordar también las maniobras del lehendakari Aguirre, que en plena IIª Guerra Mundial viajó a Berlín para proponer a Hitler convertir a Euskal Herria en un protectorado alemán independiente de España a cambio del apoyo de una división de voluntarios del PNV al ejército alemán en los frentes europeos.

Detrás de todos los proyectos más rabiosamente independentistas siempre ha existido la voluntad de entregar a Cataluña o Euskadi a las potencias imperialistas. Hay que aprender de las lecciones de la historia. Porque lo mismo está sucediendo hoy. El repentino “soberanismo” de Artur Mas esconde la intención de entregar a Cataluña a Washington y Berlín, convirtiéndola en un “protectorado” donde los recortes y ajustes dictados por Merkel y el FMI no se discutan, únicamente se apliquen.

En su comunicado IU, bajo la aparentemente “progresista” pretensión de que “se ejerza un derecho” o de que “la voluntad de los catalanes sea reconocida”, no está sino azuzando las divisiones y querellas que le interesa extender al hegemonismo para poder dominar, intervenir y saquear España.

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