Cien días de ‘Acampada Bankia’:
“Solo nos iremos si cambian la ley hipotecaria o por la fuerza”
En torno a un brasero, resguardados de la
intemperie por una carpa de plástico y comiendo gracias a la solidaridad de
vecinos y comerciantes. Así pasan las noches las cerca de 60 personas acampadas
frente a la sede de Bankia, en la madrileña plaza del
Celenque (a un paso de la Puerta del Sol). Allí
se plantaron en la tarde del 22 de octubre. Y allí seguían este martes,
luchando para que el Gobierno cambie la
ley hipotecaria y para que la entidad financiera renegocie las hipotecas de
personas al borde del desahucio.
Este martes, la Acampada
Bankia cumple 100 noches en la calle, aunque los integrantes de la
protesta temen que en cualquier momento los desalojen: “Solo nos iremos si
cambian la ley hipotecaria o si nos echan a la fuerza”, explica Carlos, uno de
los miembros más activos del campamento. En los últimos días, la Policía “ha
intensificado las visitas en plan intimidatorio, por lo que creemos que están
preparando un desalojo inminente“, explica otro de los
congregados.
Perder la casa no es solo algo material; también
provoca separaciones matrimoniales y exclusión socialSin embargo, pese a las
dificultades, son optimistas. La semana pasada, la Plataforma de
Afectados por la Hipotecapresentó en el Congreso más de 700.000 firmas para
solicitar la tramitación de una Iniciativa Legislativa Popular
(ILP), con el objetivo de cambiar la ley hipotecaria, introducir la
dación en pago y extender el alquiler social como alternativa a los desahucios.
“Tienen que entender que perder la casa no es algo solamente material… está
provocando separaciones matrimoniales, alcoholismo, mendicidad y solo conduce a
la exclusión social“, apunta Esther, integrante del 15-M, otro
de los colectivos promotores de Acampada Bankia.
Pasan frío, algunos han tenido que
abandonar aquejados por neumonías y otros han dejado de lado a
sus familias “por atender esta lucha”. Pero consideran que la protesta está
mereciendo la pena. “Poco a poco se van viendo los frutos: ya hemos conseguido
el alquiler social o la dación en pago para 15 familias que han
estado aquí acampadas. Aunque para lograrlo hemos tenido incluso que encerrarnos
en sucursales”, asegura Luis, que preside una asociación de desempleados.
Patricia, de 38 años y con un hijo de 11, ha
esquivado el desahucio de su vivienda gracias a un alquiler social. “Estaba a
punto de quedarme en la calle, sola con el niño, pero con el apoyo de todos
conseguimos negociar con Bankia. Ahora pago 190 euros de
alquiler; me cuesta un esfuerzo, pero al menos es asumible. No fue
fácil, fui a presionar a mi sucursal, pasé muchas noches aquí, pero así es como
se consiguen las cosas. Si no te mueves no consigues nada”, reivindica Patricia.
“Ahora lucho para que me condonen la deuda: todavía me queda
por pagar 251.000 euros. Es imposible”, añade.
Solidaridad de vecinos y comercios
Mientras, los acampados sobreviven con los
alimentos y objetos útiles que les dona la gente. En una pizarra indican lo que
necesitan: carbón para el brasero, agua, vasos de plástico y un
teléfono móvil viejo. “Los vecinos nos traen comida y a veces recibimos tantas
cosas que acabamos repartiéndola a personas necesitadas. También contamos con la
solidaridad de los comercios: la tienda de disfraces y la cafetería de al lado
nos dan cosas calientes por la mañana”, agradece Carlos mientras enseña
su improvisado hogar: “Aquí cocinamos, aquí dormimos y aquí
debatimos sobre las injusticias”.
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