domingo, 13 de octubre de 2013

Crisis y abismo social



Nunca como hasta ahora la humanidad ha poseído tanta capacidad de producir y acumular nueva riqueza. Y nunca como hasta ahora ha estado tan desigualmente repartida. 





Dos informes aparecidos en las últimas 48 horas revelan la magnitud del abismo social que el estallido de la crisis no está haciendo más que profundizar hasta extremos insultantes.
De acuerdo a los datos recopilados por el banco Credit Suisse, la riqueza global en el mundo ha aumentado un 68% en la última década, hasta alcanzar un nuevo máximo histórico de 241 billones de dólares. Pero el 86% de toda esa riqueza está en manos del 10% de la población mundial. Y sólo el 1% de los más ricos, una ínfima minoría, posee la mitad de toda la riqueza del planeta. Pero además, paradójicamente, el país que ha fabricado la crisis, EEUU, es el que más riqueza ha concentrado en este período, muy por delante de Francia, Alemania o Inglaterra. Por su parte, España es el sexto país del mundo en que más ha crecido el número de ricos en este tiempo. 500.000 españoles, poco más de un 1% de la población, disponen de una riqueza superior al millón de dólares.
Por otro lado, la organización Cáritas acaba de revelar que la pobreza severa, es decir, las personas que viven con menos de 307 euros al mes, se ha duplicado en España desde que estalló la crisis, hasta alcanzar los tres millones de personas. Una pobreza severa, además, que se está volviendo crónica. Una de cada tres personas atendidas por Cáritas en 2012 lleva más de tres años pidiendo ayuda. Y la razón es que la renta disponible por persona ha caído en nuestro país un 11% en los últimos 5 años. La implacable pérdida de poder adquisitivo de la población provocado por la caída de los salarios, las rebajas de las pensiones, los recortes sociales y el aumento abusivo de los precios y tarifas de los servicios básicos están debilitando los factores que hasta ahora habían podido contener la extensión de la pobreza. Y ésta empieza a propagarse de forma cada vez más rápida entre parados de larga duración, inmigrantes, ancianos y mujeres jóvenes con niños.
Enriquecimiento de unos pocos explotadores y empobrecimiento de la mayoría son dos caras de una misma moneda. Tras el estallido de la crisis de las hipotecas subprime en Wall Street, con la consiguiente destrucción de capital y el descenso de la tasa de ganancia capitalista, una minoría de banqueros y grandes monopolistas está imponiendo que la mayoría de la población se empobrezca y los pequeños y medianos productores se arruinen para ellos poder seguir acumulando y concentrando más y más riqueza. Esto es lo que estamos viviendo en los últimos cinco años: un gigantesco trasvase de salarios e ingresos, de ahorros y rentas desde el 90% de la población hacia un puñado de oligarcas, de aquí y, sobre todo, de fuera.
Han impuesto dos reformas laborales para rebajar salarios, abaratar el despido, alargar la jornada de trabajo y eliminar derechos laborales. Y cuanto más descienden nuestros salarios, más se recupera la tasa de ganancia de los grandes capitalistas. El salario más frecuente de los trabajadores españoles está ya, según el INE, muy lejos de los 1.000 euros mensuales y la última Encuesta de Población Activa revela que cada semana se hacen en España 3,18 millones de horas extras no pagadas. Pero las ganancias de las grandes empresas del Ibex 35 han aumentado un 25% sólo en el primer trimestre del
año. Mientras los beneficios de las grandes corporaciones norteamericanas, según la revista Fortune, alcanzan un récord histórico tras otro desde 2011.
Nos han obligado a un rescate bancario que lleva consumidos 300.000 millones de euros de dinero público y ha elevado la deuda pública hasta el 94% del PIB. Cada euro quitado a cada pensionista, cada euro recortado en sanidad, educación, dependencia o ayudas sociales, cada euro del copago farmacéutico u hospitalario es un euro que va destinado a pagar los 40.000 millones que cada año se llevan, directa o indirectamente, los grandes banqueros alemanes, franceses y norteamericanos en pago por los intereses de la deuda pública.
El estallido de la crisis, y la política de intervención y saqueo sobre los países del sur de Europa dictada por Washington y Berlín, no ha hecho más que agudizar y acelerar una doble tendencia hacia la desindustrialización del país y hacia el trasvase al capital extranjero de la industria nacional. Según el Instituto Nacional de Estadística, mientras más de 200.000 pequeñas y medianas empresas han desaparecido desde el estallido de la crisis, las filiales de multinacionales presentes en España han aumentado casi en un tercio desde 2008. Y aunque representan sólo el 1,75% del total de empresas existentes, controlan ya el 40% del volumen de negocio de la industria española. Lo que quiere decir que, en paralelo a su penetración, se está produciendo un acelerado proceso de concentración monopolista en sus manos. Este es el mayor botín que el gran capital extranjero está sacando a base de redoblar la explotación y aumentar la plusvalía que extraen a la clase obrera española.
Pobreza y padecimientos sin medida para los más, beneficios y riqueza sin fin para unos pocos. Se ahonda el abismo social que separa a la inmensa mayoría de la población de un puñado de bandidos financieros y crece, a la vez, el poder de éstos sobre la mayoría de la sociedad. La dominación del capitalismo monopolista se revela más y más antagónica e incompatible con los intereses del 90% de la humanidad. Organizar la fuerza consciente de la clase obrera y del pueblo, acrecentando las filas del proletariado revolucionario, nuestro partido, para dirigir la lucha por arrebatarles el poder y poner toda esta riqueza al servicio de las necesidades de la mayoría, se ha convertido en la más urgente y vital de nuestras tareas.

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