Tras la II Guerra Mundial, inversionists de todo el mundo confiaron en el dólar estadounidense como una moneda segura.
Todo un ejercicio de confianza para que, en ciclos de crisis, todas las inversiones fuesen a parar a manos del Tío Sam en espera de que escampara el temporal. Pero todo puede cambiar y actualmente Washington no parece una plaza tan fiable.
Demócratas y republicanos lograron en el último minuto un acuerdo sobre el presupuesto. Sin embargo, la incapacidad mostrada para alcanzarlo mucho antes provocó el primer bloqueo de gobierno en 17 años. Al mismo tiempo, los republicanos perdieron su oportunidad de utilizar el margen de deuda como medio de presión contra Barack Obama, con la amenaza añadida de bancarrota.
Sin embargo, el aumento del margen de deuda hasta febrero de 2014 probablemente no sea suficiente para evitar el peligro. En verano de 2011, bastó la amenaza de la suspensión de pagos para que las agencias de calificación rebajasen la nota de Estados Unidos por primera vez en la historia. “Nadie sabe a dónde vamos”, dice Axel Merk, director de la consultora Merk Investments. “Con Lehmann nos arriesgamos y fue un fracaso”, aclara el experto a DW. Pero eso no es nada si lo comparamos con lo que podría pasar si EE.UU. no puede pagar sus cuentas, continúa el asesor.
Privilegios especiales
Tras la II Guerra Mundial, en el cenit de su poder, los Estados Unidos impulsaron un nuevo ordenamiento financiero apoyado en instituciones liberales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En este sistema, el dólar era la moneda por antonomasia con un valor de 35 dólares por onza de oro y todas las demás monedas tuvieron que adaptarse.
En los años 60, el entonces ministro de Hacienda francés Valery Giscard d´Estaing hizo la primera mención del “privilegio especial” del dólar. Se refería a que, con su moneda mundial, EE.UU. podía prestar dinero más barato que cualquier otro país, aclara Barry Eichengreen. “Los bancos y empresas estadounidenses podían actuar en cualquier país y eso es muy cómodo”, aclara el autor del libro “Privilegios exorbitantes: Crecimiento y caída del dólar y el futuro del sistema monetario internacional” a DW: “Estados Unidos tiene una póliza de seguros incluida: cuando algo va mal en el mundo y los sueldos bajan, entonces sube el dólar”. Es el mejor amortiguador contra los peores resultados, continúa Eichengreen
Tamaño, estabilidad y liquidez
El dólar, prosigue Eichengreen, tiene tres características únicas que no tiene ninguna otra moneda: tamaño, estabilidad y liquidez. Los Estados Unidos son una gran nación en la que circulan más dólares que otras monedas y el dólar siempre supo mantener su poder adquisitivo. Tradicionalmente, los inversionistas saben apreciar un tesoro público apoyado en un gobierno que paga puntualmente sus cuentas.
“En general, EE.UU. fue cuidadoso con sus inversiones politico-financieras”, aclara Axel Merk. Pero lo que más gusta a los inversionistas es la liquidez del dólar, continúa. En caso de crisis los bonos podrían ser vendidos rápidamente sin perder mucho valor. “En una crisis no hay nada mejor para los inversores que la solvencia”, explica Eichengreen. Quieren ser móviles y al mismo tiempo estar seguros de que las inversiones no van a caer.
“El mercado del crédito estadounidense ha sido históricamente el mercado financiero más solvente del mundo”.
Nuestro dólar, vuestro problema
De todas formas, aclara Merk, hoy ya no se trata solo de calidad. En otra época, Washington promocionaba una gestión financiera razonable para mantener el dólar fuerte. Hoy, los agentes de decisión imprimen simplemente más dinero y Estados Unidos queda a merced de la impresión de billetes del Banco Central, enviando así una señal a otros países: “es nuestro dólar pero es vuestro problema”, puntualiza Merk. Esta actitud se acepta, continúa el experto, pero a largo plazo los afectados buscarán otras soluciones.
Precisamente por esta razón, algunos Estados han comenzado a diversificar sus reservas de divisas para evitar la dependencia del dólar. Según datos del Fondo Monetario Internacional, 72% de las divisas globales en 2001 estaban en dólares. Actualmente esa cifra se sitúa en el 62%. “Hoy se actúa de una forma un poco más estratégica”, dice Merk: “Compran bienes reales que necesitan para cubrir sus necesidades de energía y alimentación. En la parte financiera, compran valores de Canadá, la Eurozona y Australia”.
Sin embargo, el Banco Central estadounidense compra cada mes valores de EE.UU. por valor de 85 millones de dólares. La Reserva Federal se ve obligada a comprar estos créditos porque los chinos y los japoneses ya no las compran”, explica Josef Braml, de la Sociedad Alemana de Política Exterior (DGAP).--
No hay alternativa
Según Eichengreen, aunque Estados Unidos solo suponga la cuarta parte de la economía mundial, el dólar continúa copando el 85 % del mercado de divisas. Es sorprendente la poca reacción que ha provocado lo acaecido en Washington”, aclara Eichengreen. Y lo atribuye simplemente a la incredulidad. “En Europa y Asia nadie cree que los políticos estadounidense estén locos”. No se quiere creer que el sistema político estadounidense esté tan destrozado y que “políticos irresponsables quieran llevar al gobierno a la bancarrota”, opina el autor.
Pero a pesar de todo, las alternativas son muy pocas. El Euro está sumido en su propia crisis, el Renminbi chino no está realmente internacionalizado y el yen japonés pierde valor continuamente. “Al dólar le favorece sobre todo la clara falta de otras opciones practicables”, asegura Eichengreen. Sin embargo. si se repite otra vez lo mismo y Estados Unidos acaba en suspensión de pagos a partir de febrero de 2014, caerá probablemente la confianza en el dólar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario