martes, 23 de octubre de 2012

Wert y la “españolización” de Cataluña

 
Catalán en Madrid, castellano en Cataluña
 
Las lenguas deben servir para fomentar la unidad, y no para sembrar una división de la que solo se benefician quienes pretenden degradar el país para imponernos saqueo e intervención
 
Vuelve a utilizarse la lengua como arma arrojadiza, como elemento de división. Cuando, por el contrario, la pluralidad lingüística de España es una riqueza que debería promover la unidad.
 
El ministro de Educación, José Ignacio Wert, “sacó la pata del tiesto” al clamar por la “españolización” de los alumnos catalanes. Es curioso que el Rey de España se viera obligado a darle un toque de atención, aprovechando precisamente los actos oficiales del día de la Hispanidad. Vuelve a utilizarse la lengua como arma arrojadiza, como elemento de división. Cuando, por el contrario, la pluralidad lingüística de España es una riqueza que debería promover la unidad.
La única propuesta concreta del ministro de Educación para ampliar la enseñanza del castellano en Cataluña fue la de llegar a acuerdos con los principales colegios privados.
¡Valiente propuesta! Abandonar a la mayoría que acude a los colegios públicos, y defender tan solo a la élite que puede permitirse pagar un colegio privado


"Que los niños madrileños aprendan catalán, gallego y rudimentos de euskera"

Eso sobra. Porque, además, en los colegios privados catalanes ya se imparten bastantes más horas de castellano que en los públicos.
Allí acuden los hijos de la burguesía catalana, a los que les interesa mucho dominar el castellano, porque es en el resto de España donde tienen sus principales nichos de negocio.
Afortunadamente, España es una nación plural. No hemos sufrido el proceso de uniformización impuesto en Francia, donde se ha extirpado cualquier rastro de las lenguas e identidades locales.
Quien no considere el castellano como una lengua propia de Cataluña, no entiende nada de lo que ocurre en Cataluña. Pero quien no defienda el catalán como una lengua española, no tiene ni idea de lo que es, realmente, España.
Rechazamos rotundamente la práctica de “escupir a los padres”. Esa perversión del nacionalismo excluyente, que obliga a los hijos de trabajadores llegados desde otros lugares de España, a renunciar a la lengua y la cultura de sus padres si quieren aspirar a ser considerados “buenos catalanes”.
Pero también nos negamos a que la expresión de la valiosa pluralidad lingüística española sea cercenada y relegada al olvido.
Defendemos que el gobierno catalán ponga todos los medios para que los padres catalanes puedan escolarizar a sus hijos en su lengua materna. Sea esta el catalán o el castellano.
Pero también defendemos que los alumnos madrileños y andaluces aprendan –como asignatura troncal- catalán, gallego y, como mínimo, una primera aproximación al euskera.
Para que las nuevas generaciones catalanas se eduquen en que el castellano es, desde hace varios siglos, un patrimonio cultural catalán. Y para que los niños de todos los rincones de España aprendan, desde su más tierna infancia, a valorar como una riqueza la pluralidad lingüística de España.
¿Qué conflicto hay en esto? Ninguno. Quien quiera crear un abismo de enfrentamiento donde solo hay unidad es porque defiende intereses más que turbios.

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