¿Por qué ha estallado, precisamente ahora y con tanta virulencia, el “caso Bárcenas”? ¿Quién se beneficia de este incendio que amenaza con desestabilizar al gobierno? ¿Qué hay detrás de este inesperado terremoto político?
El “caso Bárcenas” ha entrado en otra dimensión. Con la implicación directa de Mariano Rajoy –que aparece en los libros contables de Bárcenas como uno de los dirigentes que cobraron sustanciosas comisiones a cambio de favores-, ha pasado de ser “un misil en la línea de flotación del PP” a convertirse en un ataque frontal al gobierno. En pocas horas se ha solicitado desde varios frentes la dimisión de Rajoy y la convocatoria anticipada de elecciones. La crisis política ha estallado por el lado más inesperado, colocando contra las cuerdas a un gobierno que hasta hace pocos días presentaba buena salud. ¿Por qué ha estallado, precisamente ahora y con tanta virulencia, el “caso Bárcenas”? ¿Quién se beneficia de este incendio que amenaza con desestabilizar al gobierno? ¿Qué hay detrás de este inesperado terremoto político?
La liebre saltaba cuando El País publicaba esta misma mañana las notas manuscritas del ex tesorero del PP, Luis Bárcenas.
En él aparecen documentados los pagos de comisiones ilegales a toda la plana mayor del PP.
El primer nombre es el de Mariano Rajoy, que según El País recibió 25.500 euros anuales durante once años. Entre los beneficiados también figuran Cospedal, Acebes, Rato, Cascos y Arenas. En 1990 y 1997 surgen pagos a “J.M”, siglas que harían referencia a Aznar.
El dinero habría sido entregado por grandes constructoras, como Sacyr Vallehermoso, OHL o FCC, a cambio de un tratamiento favorable por parte del PP.
El escándalo ha estallado, obligando a Maria Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, a comparecer en una rueda de prensa donde ha negado todas las acusaciones.
Luis Bárcenas ha difundido un comunicado donde niega autenticidad a los libros contables supuestamente escritos de su puño y letra. Pero Pio García Escudero, actual presidente del Senado, ha reconocido haber cobrado –como préstamo concedido por el PP- las cantidades que aparecen en los documentos publicados.
La noticia no ha tardado demasiado en cobrarse sus primeros efectos. Varias voces, entre ellas Rubalcaba, han pedido la dimisión de Cristóbal Montoro, que habría permitido a Bárcenas “lavar el dinero negro” acogiéndose a la amnistía fiscal. Otros, como el presidente de ERC o el portavoz de IC, han ido más lejos, exigiendo la dimisión de Rajoy y la convocatoria de elecciones anticipadas.
El melón de la crisis política está abierto. Y la primera víctima –sean o no ciertas las acusaciones- es la estabilidad y fortaleza del gobierno del PP.
Debemos exigir que se sepa toda la verdad, “caiga quien caiga”. Lo que se dibuja es una gigantesca trama de corrupción, financiada por grandes monopolios y amparada por los bancos, para comprar voluntades políticas a cambio de favores que habrían esquilmado las arcas del dinero público.
Debe realizarse una investigación independiente y a fondo. Donde paguen los corruptos, pero también los “corruptores”, las grandes empresas que habrían pagado las “mordidas” ilegales beneficiándose de ellas.
Aprovechando esta oportunidad para endurecer en el Código Penal las penas contra los delitos de corrupción, equiparando su tratamiento al crimen organizado.
¿Pero quién y por qué ha desatado, como alguien ha dicho, una auténtica tormenta “de mierda” ahora?
Resultaría ingenuo atribuir el estallido del escándalo a una “vendetta” personal de Bárcenas, tras haber sido abandonado a su suerte por la dirección del PP en la instrucción del caso Gürtell.
Cuando dos altavoces como El Mundo o El País –portavoces autorizados de la oligarquía y el hegemonismo- difunden en primera página una noticia como esta, capaz de provocar un terremoto político, es porque alguien –y alguien importante- busca sacar rédito del escándalo.
Como venimos reiterando en estas páginas desde marzo de 2010, nuestro país se enfrenta a un ataque masivo que viene del exterior. Un ataque que, capitaneado por el FMI y Bruselas (es decir, por Washington y Berlín) busca no sólo saquear los salarios e ingresos del 90% de la población mediante todo tipo de recortes y ajustes, sino también asaltar y apoderarse de las principales fuentes de riqueza del país.
Un proyecto de saqueo cuya realización plena exige el máximo grado de debilitamiento político del país. Lo hemos visto a lo largo de este año con los escándalos que han envuelto a la casa real, con la deriva soberanista de Artur Mas y ahora con la salida a la luz pública de la corrupción en las más altas instancias del PP. Uno tras otro, la jefatura del Estado, la unidad de España, el partido que gobierna con mayoría absoluta se ven sacudidos. Y a más desestabilización del país, a mayor debilidad del Estado y del gobierno, más facilidades para aumentar la intervención y el saqueo exterior.
La tormenta del “caso Bárcenas” ha estallado precisamente cuando el gobierno del PP comenzaba a expresar públicamente sus contradicciones con algunos dictados procedentes del exterior.
Rajoy llegó a enfrentarse públicamente a Merkel en Chile, durante la cumbre UE-CELAC, al exigir a Bruselas “políticas expansivas” que permitan a España un respiro en la aplicación de los ajustes.
La contestación de Bruselas ha sido una bofetada a Rajoy. Anunciando que “sólo los países con sus cuentas al corriente” podrán realizar inversión productiva sin que cuente como déficit. Lo que significa que Alemania podrá hacerlo… pero España no.
Al mismo tiempo, algunos españoles que ocupaban puestos de dirección en organismos europeos han sido destituidos, lo que provocado una protesta formal del gobierno de Rajoy, denunciando que “España está infrarrepresentada”. Y que ha culminado con la negativa española a votar al nuevo jefe del Eurogrupo, provocando que por primera vez este no salga elegido por unanimidad.
A lo largo del último año, el gobierno de Rajoy había salido fortalecido. Salvando, con buena nota, un año electoral especialmente difícil. Y ahuyentando los fantasmas de la intervención completa que pretendía Alemania, cuya intención era degradarnos al mismo nivel que Grecia o Portugal.
Ahora, Rajoy pretende utilizar esta fortaleza para “renegociar” la aplicación de los recortes que Merkel o el FMI exigen en unas condiciones más favorables.
Pero Washington y Berlín le exigen a Rajoy que 2013 sea el segundo año de los recortes en España. Apuntando especialmente hacia un hachazo a las pensiones que Rajoy pretende modular, dado el altísimo coste político que le supondría.
El caso Bárcenas va a provocar, inevitablemente, el debilitamiento del gobierno de Rajoy y del PP como partido.
Resulta muy reveladora la lectura del Frakfurter Allegemaine Zeitung, el portavoz de la oligarquía financiera alemana, sobre el caso Barcenas: “la reputación de la ‘clase política’ ya estaba por los suelos antes de que se descubrieran las arcas y cuentas clandestinas del tesorero del Partido Popular. No obstante, esto debilita ahora aún más a Rajoy, que de por sí, ya no puede concentrarse del todo en las reformas económicas porque tiene que ocuparse de las aspiraciones independentistas de los catalanes y con la causa Bárcenas, podrían volvérsele a abrir, incluso los conflictos en su partido”.
Y si Rajoy no puede “ocuparse” de los asuntos económicos porque otras cuestiones desvían su atención, ¿quién va a ocuparse de ellos, Berlín?
No es casual, además, que el disparo en la línea de flotación alcance directamente a la llamada “vieja guardia” del PP, precisamente los sectores que en el seno del gobierno han mostrado el pasado año una mayor resistencia a aplicar integralmente los mandatos del FMI y Berlín, por ejemplo en el rescate e intervención del sistema financiero. A eso se llama matar dos pájaros de un tiro.
En él aparecen documentados los pagos de comisiones ilegales a toda la plana mayor del PP.
El primer nombre es el de Mariano Rajoy, que según El País recibió 25.500 euros anuales durante once años. Entre los beneficiados también figuran Cospedal, Acebes, Rato, Cascos y Arenas. En 1990 y 1997 surgen pagos a “J.M”, siglas que harían referencia a Aznar.
El dinero habría sido entregado por grandes constructoras, como Sacyr Vallehermoso, OHL o FCC, a cambio de un tratamiento favorable por parte del PP.
El escándalo ha estallado, obligando a Maria Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, a comparecer en una rueda de prensa donde ha negado todas las acusaciones.
Luis Bárcenas ha difundido un comunicado donde niega autenticidad a los libros contables supuestamente escritos de su puño y letra. Pero Pio García Escudero, actual presidente del Senado, ha reconocido haber cobrado –como préstamo concedido por el PP- las cantidades que aparecen en los documentos publicados.
La noticia no ha tardado demasiado en cobrarse sus primeros efectos. Varias voces, entre ellas Rubalcaba, han pedido la dimisión de Cristóbal Montoro, que habría permitido a Bárcenas “lavar el dinero negro” acogiéndose a la amnistía fiscal. Otros, como el presidente de ERC o el portavoz de IC, han ido más lejos, exigiendo la dimisión de Rajoy y la convocatoria de elecciones anticipadas.
El melón de la crisis política está abierto. Y la primera víctima –sean o no ciertas las acusaciones- es la estabilidad y fortaleza del gobierno del PP.
Debemos exigir que se sepa toda la verdad, “caiga quien caiga”. Lo que se dibuja es una gigantesca trama de corrupción, financiada por grandes monopolios y amparada por los bancos, para comprar voluntades políticas a cambio de favores que habrían esquilmado las arcas del dinero público.
Debe realizarse una investigación independiente y a fondo. Donde paguen los corruptos, pero también los “corruptores”, las grandes empresas que habrían pagado las “mordidas” ilegales beneficiándose de ellas.
Aprovechando esta oportunidad para endurecer en el Código Penal las penas contra los delitos de corrupción, equiparando su tratamiento al crimen organizado.
¿Pero quién y por qué ha desatado, como alguien ha dicho, una auténtica tormenta “de mierda” ahora?
Resultaría ingenuo atribuir el estallido del escándalo a una “vendetta” personal de Bárcenas, tras haber sido abandonado a su suerte por la dirección del PP en la instrucción del caso Gürtell.
Cuando dos altavoces como El Mundo o El País –portavoces autorizados de la oligarquía y el hegemonismo- difunden en primera página una noticia como esta, capaz de provocar un terremoto político, es porque alguien –y alguien importante- busca sacar rédito del escándalo.
Como venimos reiterando en estas páginas desde marzo de 2010, nuestro país se enfrenta a un ataque masivo que viene del exterior. Un ataque que, capitaneado por el FMI y Bruselas (es decir, por Washington y Berlín) busca no sólo saquear los salarios e ingresos del 90% de la población mediante todo tipo de recortes y ajustes, sino también asaltar y apoderarse de las principales fuentes de riqueza del país.
Un proyecto de saqueo cuya realización plena exige el máximo grado de debilitamiento político del país. Lo hemos visto a lo largo de este año con los escándalos que han envuelto a la casa real, con la deriva soberanista de Artur Mas y ahora con la salida a la luz pública de la corrupción en las más altas instancias del PP. Uno tras otro, la jefatura del Estado, la unidad de España, el partido que gobierna con mayoría absoluta se ven sacudidos. Y a más desestabilización del país, a mayor debilidad del Estado y del gobierno, más facilidades para aumentar la intervención y el saqueo exterior.
La tormenta del “caso Bárcenas” ha estallado precisamente cuando el gobierno del PP comenzaba a expresar públicamente sus contradicciones con algunos dictados procedentes del exterior.
Rajoy llegó a enfrentarse públicamente a Merkel en Chile, durante la cumbre UE-CELAC, al exigir a Bruselas “políticas expansivas” que permitan a España un respiro en la aplicación de los ajustes.
La contestación de Bruselas ha sido una bofetada a Rajoy. Anunciando que “sólo los países con sus cuentas al corriente” podrán realizar inversión productiva sin que cuente como déficit. Lo que significa que Alemania podrá hacerlo… pero España no.
Al mismo tiempo, algunos españoles que ocupaban puestos de dirección en organismos europeos han sido destituidos, lo que provocado una protesta formal del gobierno de Rajoy, denunciando que “España está infrarrepresentada”. Y que ha culminado con la negativa española a votar al nuevo jefe del Eurogrupo, provocando que por primera vez este no salga elegido por unanimidad.
A lo largo del último año, el gobierno de Rajoy había salido fortalecido. Salvando, con buena nota, un año electoral especialmente difícil. Y ahuyentando los fantasmas de la intervención completa que pretendía Alemania, cuya intención era degradarnos al mismo nivel que Grecia o Portugal.
Ahora, Rajoy pretende utilizar esta fortaleza para “renegociar” la aplicación de los recortes que Merkel o el FMI exigen en unas condiciones más favorables.
Pero Washington y Berlín le exigen a Rajoy que 2013 sea el segundo año de los recortes en España. Apuntando especialmente hacia un hachazo a las pensiones que Rajoy pretende modular, dado el altísimo coste político que le supondría.
El caso Bárcenas va a provocar, inevitablemente, el debilitamiento del gobierno de Rajoy y del PP como partido.
Resulta muy reveladora la lectura del Frakfurter Allegemaine Zeitung, el portavoz de la oligarquía financiera alemana, sobre el caso Barcenas: “la reputación de la ‘clase política’ ya estaba por los suelos antes de que se descubrieran las arcas y cuentas clandestinas del tesorero del Partido Popular. No obstante, esto debilita ahora aún más a Rajoy, que de por sí, ya no puede concentrarse del todo en las reformas económicas porque tiene que ocuparse de las aspiraciones independentistas de los catalanes y con la causa Bárcenas, podrían volvérsele a abrir, incluso los conflictos en su partido”.
Y si Rajoy no puede “ocuparse” de los asuntos económicos porque otras cuestiones desvían su atención, ¿quién va a ocuparse de ellos, Berlín?
No es casual, además, que el disparo en la línea de flotación alcance directamente a la llamada “vieja guardia” del PP, precisamente los sectores que en el seno del gobierno han mostrado el pasado año una mayor resistencia a aplicar integralmente los mandatos del FMI y Berlín, por ejemplo en el rescate e intervención del sistema financiero. A eso se llama matar dos pájaros de un tiro.
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