El valor de la unidad
Este fin de semana se han celebrado manifestaciones en 70 ciudades de toda España contra la política de recortes y ajustes del gobierno de Rajoy, coincidiendo con el segundo aniversario de su victoria electoral.
¿Qué balance podemos hacer de estos dos años?
¿En qué y cuánto ha avanzado el proyecto de nuestros enemigos?
¿En qué estado nos encontramos las fuerzas de las filas del pueblo?
Si algo ha quedado claro en estos dos años para la mayoría es que el de Rajoy es un gobierno duro con los débiles y blando con los poderosos. Además de provocar unos niveles de empobrecimiento impensables, su política de recortes y ajustes está conduciendo a la economía a una situación de auténtica ruina nacional. Bajo su mandato, España se ha convertido en el país con mayores desigualdades sociales de toda Europa.
Washington y Berlín aprietan, Rajoy ahoga
Para que bancos y monopolios nacionales y extranjeros recuperen su tasa de ganancia y multipliquen sus beneficios, están condenando a medio millón de españoles a caer cada año en la pobreza severa, es decir, viviendo con menos de 307 euros al mes.
Han favorecido que las multinacionales se hagan con el control del 40% de la industria española, mientras su política obligaba al cierre a más de 200.000 pymes y casi el doble de autónomos.
"El de Rajoy es un gobierno duro con los débiles y blando con los poderosos"
Para que los bancos alemanes y franceses pudieran cobrar los préstamos concedidos a la banca española, Rajoy es el presidente que más ha endeudado España en un siglo, atando una auténtica losa al cuello del bienestar de las futuras generaciones.
Rajoy reivindica como uno de sus mayores logros haber evitado el rescate de España, pero es para ocultar que los objetivos del rescate -el saqueo del 90% de la población y el trasvase de la riqueza nacional hacia el gran capital extranjero- se está ejecutando de manera implacable. Bajo formas distintas a las de Grecia y Portugal, como corresponde a un país del tamaño y el peso de España, pero igualmente eficaces.
“Merkel aprieta Rajoy ahoga” decían, en diversas variantes, multitud de carteles y pancartas exhibidas este fin de semana. Y ello es expresión de cómo entre las clases populares se ha ido abriendo la conciencia de que nos enfrentamos a un saqueo que viene del exterior, a un proyecto de intervención hegemonista del que si la banca, los fondos de inversión y las multinacionales extranjeras son los mayores beneficiarios, el gobierno (antes el de Zapatero, ahora el de Rajoy) es su más fiel gestor.
Una conciencia que se manifiesta de forma relativa en unas encuestas que anuncian una severo retroceso de las fuerzas políticas del modelo bipartidista (PP, PSOE, CiU), pero sin que, al mismo tiempo, emerja ninguna otra fuerza como una alternativa capaz de poner fin a este estado de cosas y cambiar el rumbo del país.
El valor de la unidad
A este respecto, la manifestaciones de este fin de semana son muy reveladoras y permiten sacar algunas conclusiones de calado acerca de cuál es el estado de las filas del pueblo y la alternativa que necesitamos.
"Donde la unidad ha prevalecido por encima de todo, las manifestaciones han sido un rotundo éxito"
En primer lugar que la conciencia política del pueblo avanza y cada vez son más sectores los que ven con relativa claridad la naturaleza de los enemigos a los que nos enfrentamos: la oligarquía financiera española (concentrada en la denuncia a la banca) y la intervención hegemonista de Washington y Berlín (expresada en las consignas contra la Troika y Merkel).
Al mismo tiempo que crece la exigencia de una política de redistribución de la riqueza como la única alternativa posible para hacer frente al empobrecimiento de la población y la degradación de la economía nacional. Este es un terreno abonado favorable para que nuestra política y nuestro programa se difunda y prenda entre sectores relativamente amplios de las masas. Sin embargo, a medida que crece la conciencia y el rechazo al saqueo, aumentan también las maniobras de las fuerzas del sistema para sembrar la división y la desmoralización entre las filas del pueblo. Lo ocurrido este fin de semana es una prueba elocuente de ello. Excepto en Murcia donde la masividad de la respuesta popular ha desbordado todas las previsiones- y, en menor medida en Barcelona y Asturias, las manifestaciones se han saldado con una más que pobre asistencia, a pesar del rechazo generalizado que la política del gobierno provoca incluso entre gran parte de sus votantes. La división inducida por los sindicatos mayoritarios en muchas de las convocatorias -como Madrid o Valencia, donde se llegó al extremo de hacer dos manifestaciones con idéntico recorrido, pero con media hora de distancia-, y que además esa división se hiciera pública y expresa en los días previos, ha provocado necesariamente el desconcierto y el retraimiento de muchos a hora de acudir.
Las resistencias de CCOO y UGT a ceder el protagonismo a las mareas ciudadanas y el 15-M -de donde había partido la idea original de las manifestaciones-, así como su negativa a incluir la consigna de “juicio a la banca” entre los lemas de la convocatoria (¿por qué, es que la actividad depredadora de la banca no les parece objeto de juicio y condena?) están en el origen de la división. Si a ello le sumamos que después de provocar la ruptura, ni CCOO ni UGT han hecho el más mínimo trabajo de difusión de la convocatoria y de organización de las manifestaciones, el resultado no podía ser otro. Las cúpulas dirigentes de los sindicatos mayoritarios deben reflexionar seriamente sobre su responsabilidad en esto. Y todos sus afiliados exigirles una rectificación inmediata y consecuente. Por el contrario, en aquellos lugares donde la unidad ha prevalecido por encima de todo, las manifestaciones han sido un rotundo éxito reuniendo a decenas o centenares de miles de personas. Es el caso de Murcia, donde las mareas ciudadanas han impuesto su criterio, su organización y su contenido al 23-N, buscando al mismo tiempo que las disensiones con los sindicatos no se hicieran públicas. El resultado, una espectacular marea humana de 70.000 personas llenó las calles de la ciudad el pasado sábado. O de Barcelona, donde de forma en gran medida espontánea y seguramente provocada por la peculiar situación política que allí se vive, se ha producido una masiva confluencia de 200.000 manifestantes mostrando su rechazo hacia la troika y las políticas de recortes llevadas a cabo tanto por el gobierno de Rajoy como por el de Mas, así como al apoyo de ERC a éste. Lo ocurrido este fin de semana pone de manifiesto, más que nunca, la urgente necesidad de que la alternativa y el programa de Frente Amplio de Unidad por la redistribución de la riqueza, la ampliación de la democracia y la defensa de la soberanía nacional se abra paso, se difunda y se extienda entre las masas.
Que el mayor número de luchadores activos de nuestro pueblo lo conozcan, lo hagan suyo, se agrupen en torno a él y pasen a difundirlo activamente entre las masas. Nuestros enemigos no pueden impedir que el malestar generalizado y el rechazo a sus planes aumente entre el pueblo. Y buscan evitar que el descontento social se transforme en fuerza política organizada. Para ello cuentan con poderosas herramientas, desde los medios de comunicación a su servicio hasta la fuerzas políticas y sindicales encargadas de hacer, objetivamente, una labor de zapa entre las filas del pueblo.
Nosotros, por nuestra parte, contamos con una alternativa y un programa que es expresión de los anhelos y las demandas más sentidas por nuestro pueblo. Unir y acumular fuerzas en torno a ese programa y esa alternativa es el arma más eficaz con la que contrarrestar sus maniobras y agresiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario