lunes, 4 de noviembre de 2013

NO olvidamos




LA JORNADA DE 8 HORAS, 94 AÑOS DE UN ÉXITO OBRERO QUE POCO A POCO SE VA METIENDO EN EL BAÚL DE LOS RECUERDOS CASI OLVIDADOS 









Hay diferentes fechas en cuanto a la implantación de la jornada laboral de 8 horas en España, pero lo que si es seguro es que 1919 supuso un antes y un después para la clase trabajadora en este país.

Todo comenzó con la famosa huelga de La Canadiense, una huelga iniciada originalmente en la empresa eléctrica La Canadiense —llamada así porque el principal accionista de la compañía era el Canadian Bank of Commerce of Toronto—
el 5 de febrero de 1919 en Barcelona, que se prolongó por 44 días convirtiéndose en huelga general paralizando Barcelona y el 70% de toda la industria catalana.

La huelga constituyó un gran éxito para el movimiento obrero español, pues tras el fin de la huelga se consiguieron mejoras salariales, la readmisión de obreros despedidos, la liberación de miles de obreros detenidos durante la huelga y el Decreto de la jornada de ocho horas de trabajo.

La jornada laboral de 8 horas siempre fue una reivindicación básica del movimiento obrero. la huelga de La Canadiense, no fue la única, recordemos el incidente de Haymarket o revuelta de Haymarket fue un hecho histórico que tuvo lugar en Haymarket Square (Chicago, Estados Unidos) el 4 de mayo de 1886 y que fue el punto álgido de una serie de protestas que desde el 1 de mayo se habían producido en respaldo a los obreros en huelga, para reivindicar la jornada laboral de ocho horas. Durante una manifestación pacífica una persona desconocida lanzó una bomba a la policía que intentaba disolver el acto de forma violenta. Esto desembocó en un juicio, años después calificado de ilegítimo y deliberadamente malintencionado, hacia ocho trabajadores anarquistas, donde cinco de ellos fueron condenados a muerte (uno de ellos se suicidó antes de ser ejecutado) y tres fueron recluidos. Fueron denominados Mártires de Chicago por el movimiento obrero.-

Posteriormente este hecho dio lugar a la conmemoración del 1 de mayo, originalmente por parte del movimiento obrero, y actualmente considerado en la gran mayoría de los países autodenominados democráticos (exceptuando los Estados Unidos, el Reino Unido y el Principado de Andorra), el Día internacional de los trabajadores.

En definitiva, han pasado 114 años de los sucesos de Chicago y 94 de la huelga de La Canadiense, y en España el Estatuto de los Trabajadores de 1980 no fue más allá de regular una jornada máxima de 40 horas semanales.

La historia posterior ya la conocemos tod@s, así que... ¡¡¡que os voy a contar yo que no sepáis!!!, hoy en día los avances tecnológicos permiten producir lo mismo, más y mejor con mucha menos gente. Y que en lugar de reducir la jornada laboral se ha optado por mantenerla, e incluso en algunos casos ampliarla (y cada vez más), y por generar cada vez más beneficios en el haber de las empresas y más paro en el debe de los trabajadores, en vez de hacer un reparto equitativo del trabajo con una reducción de jornada y un reparto de la riqueza más justo y solidario.

Hace no mucho todavía se discutía en la negociación colectiva la reducción de jornada laboral, y algunos colectivos iban acercándose a las 35 horas de trabajo semanal, una reivindicación que los sindicatos volvían a abanderar, generalmente en empresas grandes con fuerte implantación sindical, o entre los funcionarios, por ejemplo. Una reivindicación, que se ha perdido al tiempo que la farsa de esta "crisis" va creciendo. Sólo hay que ver los diferentes convenios firmados, siendo el más sangrante el del comercio y con su liberación de los horarios de apertura, teniendo a compañer@s trabajando de sol a sol, los 7 días de la semana.

Se han ido creando agravios comparativos entre trabajadores con condiciones más estables y beneficiosas y los cada vez más precarios que accedían al mercado laboral en peores condiciones que los primeros. Los trabajadores se dividían entre: los del trabajo fijo frente a los del precario; los fijos frente a los temporales; los viejos frente a los jóvenes. Pero la última reforma laboral firmada por el gobierno del Partido Popular de Mariano Rajoy ha igualado a todos o a casi todos, en sus condiciones, laborales y salariales. Con despidos más baratos, reducciones de salarios apoyadas en la estafa de la crisis, y con el movimiento obrero casi desarmado.

La precariedad en el empleo se ha ido instalando en todos los sectores. Incluso en las administraciones públicas, donde la interinidad ha dejado de ser el primer paso para llegar a ser funcionario, para ser un trabajo de usar y tirar.

El paro sigue creciendo, salvo las temporadas de verano o navidad, dónde el empleo esclavista y precario, da alas al gobierno de turno para cacarear el crecimiento irrisorio de empleo... ¡Ya está bien de decir que hay empleo sumergido y que los parados cometen fraude!, a lo mejor si no es por ese empleo sumergido (si es que lo hay), muchos de esos parados con el subsidio de desempleo no llegan ni para comer y mantener a sus familias. Porque... ¿a qué llaman empleo sumergido? ¿A la prostitución? ¿Al tráfico de drogas ilegales? ¿A la compra-venta de oro? A los contratados sin contratar, sin asegurar, sin existir. Eso no son «empleos» porque no son actividades legalizadas. Eso es ganarse la vida como se puede. Malamente.

Por esta razón, y con esto termino, quiero deciros que los logros sociales y laborales conseguidos hasta hace bien poco, no fueron fruto del buen hacer de algún empresario o gobernante, por su buena piedad o benevolencia, fue fruto de la lucha obrera que muchos otros encabezaron, de muchos sacrificios y de pérdidas en el camino, compañer@s que sacrigficaron sus vidas por el bienestar de generaciones venideras, las cuales, por nuestra apatía y conformismo estamos tirando al traste.

Hay una cosa que tenemos que tener clara, y es que más allá de lo que algún trasnochado o, por qué no, interesado pueda decirnos, es que lo que nos quiten ahora será muy complicado de reconquistar más tarde. Así que yo creo que es hora de mirarnos a los ojos, de reconocernos, ¡de levantar el puño!, cómo hace más de cien años hicieron los compañeros de La Canadiense en Barcelona o los mártires de Chicago en Haymarket, y unirnos, con una unión firme, lejos de ideologías que buscan confundirnos, y de solidarizarnos con nuestr@s compañer@s. De esta forma no habrá reforma laboral que nos tumbe, ni patrón que nos esclavice o humille. Recordemos que hace más de 100 años no se tenía nada y en nuestras manos está empezar de nuevo o coger el testigo de lo que entonces se comenzó.

El trabajo dignifica, no debe esclavizarnos y nosotros somos los que tenemos la llave para que nuestras vidas sean dignas, no la moneda de cambio de los poderosos.

¡¡¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!!!

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