jueves, 28 de noviembre de 2013

Una medida clave para la redistribución de la riqueza





Menos Botín, más banca pública










La creación de una banca pública con las cajas y los bancos rescatados por el Estado con dinero de todos, es una base esencial para poder liberar y disponer de los suficientes recursos, hoy en manos de una oligarquía bancaria corrupta y depredadora, reindustrializar el país, acabar con el paro, redistribuir los salarios, modernizar el tejido productivo y romper con la dependencia del capital extranjero.

No es posible acabar con el paro ni revertir el camino a la ruina hacia el que están conduciendo al país sin una activa política de reindustrialización, de modernización del tejido productivo, de recuperación de las industrias estratégicas entregadas y malvendidas al capital nacional o extranjero y de creación de nuevos sectores industriales y estratégicos que hagan a nuestra economía dinámica, eficiente, competitiva y con un alto valor añadido.

 ¿De dónde sacar los grandes recursos que esta política necesita? 

En primer lugar de crear, mediante los bancos y cajas rescatadas con dinero público, dinero de todos, una banca pública que se convierta en uno de los grandes motores de la inversión productiva.

Redistribuir la riqueza no es principalmente, como en buena medida cree hoy el pensamiento dominante en la izquierda, aumentar el gasto público, subvencionarlo todo o mantener eternamente subsidiada a la gente. Sino poner la gestión de los recursos fundamentales de la economía española, hoy en manos de una minoría oligárquica, al servicio de los intereses generales de todo el pueblo y de todo el país.

Lo que implica no sólo el aumento del gasto público o la ayuda social a las personas más necesitadas -algo imprescindible, pero insuficiente-, sino distribuir de otra forma la riqueza y los recursos del país, de forma que se pongan al servicio de crear nueva riqueza.

No sólo hay que redistribuir la riqueza actualmente existente, sino que hay que hacerlo de tal modo que esa redistribución permita multiplicar la capacidad de creación de nueva riqueza de la economía española. Esa es la única alternativa para salir de la crisis en beneficio de la mayoría porque,
de otro modo, lo que estaremos haciendo es consumir los recursos y la riqueza de una forma improductiva y acabar, como ocurrió en los países del antiguo bloque soviético, repartiendo la miseria en lugar de redistribuir la riqueza.

Las cajas rescatadas deben volver a manos públicas 

"La gestión y el control de los bancos y cajas rescatados debe volver a manos públicas, pues público es el dinero con el que se las ha rescatado"

La gestión y el control de los bancos y cajas rescatados debe volver a manos públicas, pues público es el dinero con el que se las ha rescatado. Estableciendo al mismo tiempo estrictas medidas de transparencia, auditoría, control y fiscalización de la gestión de esos recursos públicos que impidan, nunca más, que se repita el despilfarro, la corrupción y el latrocinio que ha imperado todos estos años en las cajas de ahorro, entidades de carácter semi-público y teóricamente sin ánimo de lucro, pero que la clase política del bipartidismo ha convertido en su particular patio de Monipodio.

Ellos quieren condenar a varias generaciones de españoles a tener que pagar -mediante los intereses de la deuda- el coste del rescate bancario. Pero entregan a precio de saldo los enormes recursos de los que disponen estos bancos y cajas a la gran banca nacional o extranjera.

Crear una gran banca pública con las cajas y bancos rescatados significa disponer de un potentísimo brazo financiero público, cuyos recursos no sólo se pueden dirigir hacia las necesidades del país, sino que además obligaría al resto del sector financiero a seguir su senda.

La experiencia del gobierno brasileño de Lula a este respecto es sumamente significativa. La existencia de una banca pública brasileña que controla el 27% de los depósitos y activos financieros del país ha sido en todos estos años una poderosa palanca financiera en manos del gobierno brasileño. Gracias a ella, no sólo ha podido dedicar grandes recursos públicos a erradicar la pobreza o industrializar el país, sino que le ha permitido al mismo tiempo contener la irrefrenable tendencia del capital financiero privado hacia la especulación improductiva.

 La formación de una gran banca pública española con los bancos y cajas rescatadas daría a un gobierno de Frente Amplio el control de prácticamente un tercio del total de los depósitos acumulados en todas las entidades financieras españolas. No estamos hablando siquiera de la nacionalización de toda la banca -una alternativa que no se corresponde hoy con la etapa de desarrollo del movimiento de lucha-, sino de disponer de un brazo financiero público tan potente que puede, por decirlo así, “dictar las reglas del juego” a las que deben someterse el resto de la banca privada.

Por ejemplo, si un gran banco público, que como los demás bancos, recibe dinero del Banco Central Europeo al 0,25% de intereses concede créditos a pymes para invertir o a familias para consumir al 1,5% -y aun así obtiene un margen de ganancia del 1,25%-, el resto de la banca privada necesariamente ha de rebajar los tipos de interés al que presta a sus clientes. De lo contrario los perderá rápidamente.

"Nos hablan de las pérdidas de estos bancos y cajas, pero no del enorme volumen de depósitos y de activos de los que disponen"

Lo mismo ocurre con la deuda pública. Si el nuevo banco público compra deuda al Estado al 1% de intereses (y aun así gana un margen del 0,75%), el negocio de los grandes bancos nacionales y extranjeros especulando a través de las agencias de calificación contra la deuda pública se viene inmediatamente abajo.

¿Por qué hemos de regalar nuestros bancos?

La falacia que han utilizado estos años los gobiernos de Zapatero y de Rajoy es hablar de las pérdidas de estos bancos y cajas, pero no del enorme volumen de depósitos y de activos financieros de los que disponen.

Y una vez que el Estado ha cubierto sus pérdidas y reparado sus agujeros financieros a costa del dinero de todos los españoles, entrega todo ese enorme volumen de capitales a la oligarquía bancaria por un precio de risa.

Sólo la CAM, Unnim y Banco de Valencia fueron entregados al Banco de Sabadell, el BBVA y La Caixa por 1 euro cada uno. El volumen de los depósitos que familias y empresas tienen en ellos asciende a cerca de 73.000 millones de euros.

Esta nueva banca pública se convertiría, de entrada, en el mayor banco español por volumen de depósitos. Casi 300.000 millones de euros. 

Una poderosa palanca para reactivar el crédito destinado a la inversión y el consumo, para invertir en industrias y sectores estratégicos de la economía que acaben con la dependencia del ladrillo y el turismo, para multiplicar la inversión en I+D+i y modernizar el conjunto del tejido productivo, para crear millones de puestos de trabajo públicos productivos y de utilidad social.

Por señalar sólo algunas de las potencialidades que encierra disponer de unos recursos financieros públicos de tanta potencia, una banca pública de este tipo puede jugar un papel fundamental en el cambio de modelo productivo de la economía española, favoreciendo la inversión en sectores como la industria agroalimentaria, las energías renovables, la construcción de material ferroviario, la construcción y reparación naval o impulsando la constitución de sociedades mixtas de financiación público-privadas que se pongan al servicio de crear un nuevo y amplio tejido productivo basado en empresas de base tecnológica: tecnologías de la información y las comunicaciones, servicios informáticos avanzados, microelectrónica, biotecnología, nuevos materiales, farmacéutica, electrónica, nuevas energías, nanotecnologia, automatización industrial, industria aeronáutica-aeroespacial, fotónica,...

Cae de su peso que una orientación de este tipo, y con estos instrumentos financieros, es una herramienta de primer orden no sólo para reducir rápida y masivamente el paro, sino para crear empleos productivos sostenibles y de calidad.

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