¿Fin del recate a la banca?
Con aire satisfecho, el ministro de Guindos anunciaba ayer el fin del programa de rescate europeo para la banca española: “Se ha acordado en el Eurogrupo que cuando el programa expire, a principios de enero, se acaba. En estos momentos no se prevé ninguna necesidad adicional para los bancos españoles”. Pero ni hay motivos para la satisfacción, ni muerto el perro se acabó la rabia.
En otras palabras, que se acabe el rescate no significa el fin de la intervención de los 'hombre de negro' de la troika sobre la economía española, a la que seguirán fiscalizando entre dos y cuatro veces al año hasta que no hayamos devuelto el 75% de los 41.000 millones de euros usados en el rescate, lo que no ocurrirá hasta el 2025.
Los datos del rescate
Primero, los datos. España ha usado finalmente 41.300 millones del fondo de rescate, de los que acabará perdiendo tres de cada cuatro euros, puesto que difícilmente obtendrá 10.000 millones -como mucho- de su privatización y venta a la banca privada nacional o extranjera. Dinero que los españoles tendremos que devolver de nuestros bolsillos en forma de pago de la deuda pública.
Por el camino, han desaparecido decenas de cajas de ahorro y el país ha vivido el mayor proceso de concentración monopolista del sector bancario de toda su historia. Mas de 50 entidades financieras se han visto reducidas a poco más de 10.
Y en este proceso, una pequeña oligarquía bancaria (BBVA, La Caixa, Sabadell,...) ha visto enormemente fortalecido su poder y su control sobre la riqueza al serle regaladas (o vendidas por un euro) entidades financieras que poseen decenas de miles de millones en depósitos y activos financieros. Y aún quedan por repartir las tres grandes “joyas de la corona” (Bankia, Novagalicia y Caixa Catalunya) por los que los grandes bancos nacionales y los fondos extranjeros se pelean a dentelladas.
Tras el rescate, los mandatos de Bruselas -sumisamente ejecutados por el gobierno- han hecho que decenas de miles de pequeños ahorradores hayan perdido la mayor parte de su dinero en la estafa de las preferentes.
Y el memorandum de entendimiento que acompañó al programa de rescate ha sometido a la economía española en su conjunto a una implacable intervención y una estricta vigilancia por parte de la troika, es decir, de Washington y Berlín, que ha exigido acometer duros ajustes y recortes que van desde la reforma laboral, la de las pensiones o los recortes en sanidad, educación, dependencia, etc.
Empobrecer al país para salvar a los bancos
Elena Salgado, ministra de Economía de Zapatero, afirmó en 2011: “la reestructuración del sector la pagará el sector y no los contribuyentes”. Un año después, Luis de Guindos, ministro de Economía de Rajoy, ratificó ese mismo discurso: “los contribuyentes no pondrán ni un euro en la reestructuración”.
La realidad, unos años después, es que el conjunto del rescate bancario ha costado ya a los españoles 260.000 millones de euros en forma de inyecciones de liquidez, compras de capital, creación del banco malo y avales y garantías para el sector bancario de los que nadie sabe cuántos se perderán o se recuperarán.
Como consecuencia del rescate a la oligarquía bancaria, la deuda pública española -deuda que
estamos pagando ahora nosotros y será una losa para varias generaciones en el futuro- se ha disparado hasta alcanzar cerca del 100% del PIB. Ha habido que hundir la economía del país y empobrecer al 90% de la población para salvar el negocio de unos pocos banqueros españoles y que éstos pudieran hacer frente a las ingentes cantidades de deuda que tenían contraída con los grandes bancos internacionales, principalmente alemanes, franceses y anglosajones.
Al final, el grueso del dinero de los recortes y ajustes y del pago de los intereses de la deuda pública (convertida en el mayor gasto del Estado) ha ido a engrosar las cuentas de resultados de unos cuantos bandidos financieros de las bolsas de Wall Street, Frankfurt o París.
Este es el lado oculto, invisible, el gran saqueo exterior de las cuentas del rescate bancario: al final, es la banca extranjera la que termina ganando. Tanto porque el dinero del rescate público ha servido para que ella se cobrara sus deudas, como por la compra masiva de deuda pública cuyos intereses, al 40%, van ya a sus manos, como por la compra a precio de saldo que están haciendo de la economía española. Para lo cual, además, han tenido que degradar políticamente al país, someterlo a un rescate aunque fuera parcial para poder incrementar el grado de intervención y control que les está permitiendo intensificar el saqueo.
Sí hay alternativa al rescate
Que los hombre de negro de la troika continúen tutelándonos e interviniéndonos hasta 2025 es más de lo mismo, continuar por el camino de empobrecer a la población y hundir la economía nacional, entregándola y malvendiéndola al gran capital extranjero. Y para hacerle frente sólo cabe una alternativa: acumular fuerza política organizada en torno a un programa de Frente Amplio por la redistribución de la riqueza, la ampliación de la democracia y la defensa de la soberanía nacional.
Porque no será posible acabar con el paro ni revertir este camino a la ruina y el empobrecimiento sin una política activa de reindustrialización del país, de modernización del tejido productivo, de recuperación de las industrias estratégicas entregadas y malvendidas al gran capital nacional o extranjero y de creación de nuevos sectores industriales y estratégicos que hagan de la nuestra una economía dinámica, eficiente, competitiva y con un alto valor añadido.
Y los recursos que esta política necesita están al alcance de la mano.
La primera clave de una política de redistribución de la riqueza es crear, mediante los bancos y cajas rescatadas con dinero público, dinero de todos, una banca pública que se convierta en uno de los grandes motores de la inversión productiva.
La gestión y el control de los bancos y cajas rescatados debe volver a manos públicas, pues público es el dinero con el que se las ha rescatado. Estableciendo al mismo tiempo estrictas medidas de transparencia, auditoría, control y fiscalización de la gestión de esos recursos públicos que impidan, nunca más, que se repita el despilfarro, la corrupción y el latrocinio que ha imperado todos estos años en las cajas de ahorro, entidades de carácter semi-público y teóricamente sin ánimo de lucro.
La nacionalización de todas las cajas y bancos rescatados y su fusión en un único banco estatal de carácter público crearía el mayor banco de España, dotado de unos depósitos cercanos a los 300.000 millones de euros, prácticamente el doble de los que hoy disponen cada uno de los gigantes como el Santander, el BBVA o La Caixa.
Es necesario poner todos esos enormes recursos al servicio de reactivar el crédito destinado a la inversión y el consumo, de invertir en industrias y sectores estratégicos de la economía que acaben con la dependencia del ladrillo, el turismo y el capital extranjero, de multiplicar la inversión en I+D+i y modernizar el conjunto del tejido productivo, de crear millones de puestos de trabajo
públicos productivos y de utilidad social.
Esa es nuestra alternativa al actual rescate bancario, la alternativa que se corresponde a las necesidades del país y a los intereses del 90% de la población española.
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