Este producto financiero, que contó con las bendiciones de los organismos reguladores, era una inversión que tenía como principal gancho una alta rentabilidad, un 7%, pero también un riesgo elevado—así lo describía la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)—,
no estaba cubierto por el Fondo de Garantía de Inversiones y tenía caracter permanente.
Ni siquiera obligaba a pagar intereses cuando la empresa emisora tuviera pérdidas, lo que terminó ocurriendo.
Por todo ello, se obligaba a cumplir la normativa Mifid (unos test para evitar que unos clientes inadecuados opten por ese producto) e informar de los riesgos.
Solo la emsión de Caja Madrid de 2009 dejó unos 120.000 afectados, según los datos manejados por Adicae.
En resumidas cuentas las participaciones preferentes son productos financieros complejos que no hay que confundir con los depósitos. Se trata de inversiones de tipo perpetuo, es decir, sin una fecha de vencimiento determinada, y que cuentan con una liquidez muy reducida. Podríamos decir que son el eslabón perdido entre el depósito y las acciones.
Riesgo de las participaciones preferentes
Consideramos que las participaciones preferentes tienen riesgo por los siguientes motivos:
- El capital no está garantizado. Una vez se quiere recuperar la inversión hay que ponerlas en venta en un mercado secundario. Esto significa que su valor está sometido a cotización, por lo que cuando quieras tu dinero de vuelta puedes haber perdido una parte considerable
- El Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) no cubre las participaciones preferentes. Por tanto, si quiebra el banco, pierdes tu inversión (a no ser que haya rescate del FROB, como sucedió con la CAM)
- Tienen muy baja liquidez. Como son a perpetuidad, el proceso para recuperar la inversión depende de una compra-venta, así que es engorroso y puede demorarse incluso meses. Si tienes una urgencia, puede significar un problema
Rentabilidad de las participaciones preferentes
Dicho esto podemos preguntarnos, ¿por qué la gente contrata participaciones preferentes? La respuesta es sencilla: alta rentabilidad.
Este tipo de productos remuneran muy por encima de los depósitos, con cifras que superan el 7% anual (incluso en tiempos pasados llegaban a astronómicas cifras superiores al 15%).
Eso sí, hay que tener en cuenta dos “peros” importantes:
- La entidad se reserva el derecho de suspender estas participaciones preferentes al cabo de un plazo determinado si así le conviene (algo que puede hacer el banco, pero no tú)
- Si la entidad no ha tenido beneficios ni ha pagado dividendos ese año, puedes no cobrar tu cupón anual
En definitiva, si eres un inversor de tipo conservador y no buscas riesgos, te recomendamos alternativas a las participaciones preferentes, como los depósitos a plazo fijo.
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