martes, 24 de julio de 2012

Manifestaciones 19-J

 
 
 
 
Una marea popular desborda al Gobierno
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El gobierno de Rajoy, doblemente desbordado, se debilita a la misma velocidad con que se pliega a las exigencias exteriores y se enfrenta a un rechazo ciudadano que se extiende masivamente. La intervención parcial del país ha empezado a conducirnos por el mismo camino que inició Grecia con el primer rescate.
 
 
Con la quiebra pública de Valencia y Murcia, la prima de riesgo en 610 puntos y la bolsa hundiéndose en el abismo, el camino hacia la intervención total del país parece cada vez más rápido y directo. La cuenta atrás para la “helenización” de España ha comenzado.
El gobierno aparece hoy desarbolado, sin capacidad de iniciativa y plegado incondicionalmente a ejecutar las exigencias y mandatos impuestos por el FMI y Berlín.

Su mayoría absoluta se desgasta a una velocidad inusitada. Si por un lado no le sirve para frenar la virulenta ofensiva exterior que exige medidas cada vez mas duras, por el otro, la suya es una mayoría parlamentaria que en poco más de medio año se ha puesto enfrente y gobierna contra la mayoría social.

Hace sólo dos meses, en la cumbre del G-20, Washington impuso frente a Berlín su tesis de no proceder a una intervención total de España, a fin de evitar el riesgo de que la vida política y social española se deslizara por una pendiente similar a la de Grecia.

"La cuenta atrás para la “helenización” de España ha comenzado"

Sin embargo, ni todas las prevenciones de Washington han sido capaces de impedir la acelerada degradación de la economía española, sometida a unas exigencias que la condenan a la depresión y la ruina, lo que a su vez permite redoblar las presiones exteriores hasta extremos insoportables.

El propio ministro de Hacienda ha reconocido esta semana que en 2013 tendremos que pagar cerca de 40.000 millones de euros por los intereses de la deuda pública. Lo que quiere decir que ni siquiera la paga extra quitada a los funcionarios, el recorte del 15% a los parados o la subida del IVA van a ser suficientes para contentar la voracidad de las grandes oligarquías financieras de Wall Street o Francfort.

Pero tampoco han servido para evitar la multiplicación de la respuesta y el rechazo popular en las calles, ni para frenar los síntomas de descomposición del modelo político bipartidista y la aparición de grietas y fisuras en el seno de las dos fuerzas, PP y PSOE, que lo sostienen.

Con la espada de Damocles de la intervención total del país en un verano que se adivina de enormes tensiones y sobresaltos, el gobierno, a pesar de su mayoría absoluta, se ha quedado sólo para aprobar las durísimas medidas impuestas por la troika. Medidas que al mismo tiempo han levantado una oleada de indignación popular sin precedentes.
El 90% irrumpe en el escenario político

El hecho políticamente más relevante de las ultimas semanas se ha producido en las movilizaciones del 19-J. Y no principalmente por su masividad, aunque varios millones de personas recorrieran las calles de más de 80 ciudades de toda España.

El rasgo principal que ha caracterizado estas manifestaciones es que en ellas ha empezado a aparecer el 90% de la población protagonizándolas.

Hace ya más de 3 años que desde estas mismas páginas venimos advirtiendo cómo asistimos a un ataque que viene del exterior y que se dirige contra el 90% de la población. Hasta ahora, sin embargo, las respuestas a estos ataques habían sido predominantemente parciales, sectoriales, fragmentadas. El 19-J ha supuesto, a un primer nivel, la ruptura de esta situación.

Por primera vez, la movilización del pasado jueves ha sido una respuesta en torno a la cual se ha unificado una parte muy mayoritaria del 90% de la población. En ella han participado desde parados y pensionistas hasta jueces y fiscales, desde trabajadores manuales hasta profesionales, policías y militares. En ellas han tomado parte desde los jóvenes revolucionarios seguidores del 15-M hasta multitud de votantes del PP.

La composición social de las manifestaciones del 19-J es la expresión más acabada, hasta ahora, de cómo se abre paso la conciencia de que el 90% de la población tenemos unos mismos intereses comunes y debemos agruparnos y unirnos en la lucha para defenderlos. Esto puede suponer el principio de un salto cualitativo de enorme calado y trascendencia.

Los resultados de esta irrupción espontánea del 90% han sido tan fulminantes como inmediatos. Porque es ese factor el que ha impulsado la unidad a unos niveles también desconocidos hasta ahora.

Unidad de la inmensa mayoría de sindicatos. En la que no sólo los sindicatos minoritarios a nivel nacional como USO y CGT se sumaban a la convocatoria, sino que también lo hacían muchos sindicatos nacionalistas y sectoriales.

Unidad que, como una bola de nieve, se ha extendido al ámbito social. Más de 1.000 organizaciones se han unido a la convocatoria. Y en ellas podemos encontrar de todo: desde asociaciones de parados y plataformas de lucha obrera hasta sindicatos policiales, de la magistratura, del mundo de la cultura y el espectáculo,...

Unidad que ha abarcado también al 15-M, muchas de cuyas asambleas decidieron sumarse a las manifestaciones porque “cada vez somos más conscientes de que es necesaria la unidad de todas las personas que quieren cambiar las cosas”.


"Se abre paso la conciencia de que el 90% de la población tenemos unos intereses comunes"


Es una unidad que empieza a traspasar las artificiales fronteras entre izquierda y derecha con que los de arriba buscan dividir a los de abajo. Y por ello hay que valorarla como una conquista de primer orden. No hay que dar ni un paso atrás en este camino, sino fortalecerlo y ampliarlo todavía mucho más. Porque sólo desde la más amplia unidad del 90% podremos hacer frente a los ataques de nuestros enemigos.

Y no sólo avanza la unidad. Aunque de forma más contradictoria, la conciencia de que nos enfrentamos a un ataque que viene desde el exterior también se va abriendo paso.

Las consignas contra el FMI y Berlín, gritada por los “bloques rojos” de nuestro partido, Unificación Comunista de España, en 45 provincias han sido seguidas de forma entusiasta en cada una de las manifestaciones.

Y entre muchos de los sectores mas adelantados y combativos empiezan a surgir de forma espontánea consignas que dirigen sus dardos contra Washington y Berlín, contra el FMI y la UE.

Incluso los sindicatos mayoritarios se han visto obligados a radicalizar su discurso, adoptando como lema central de la manifestación “!¡Quieren arruinar el país! No podemos permitirlo. Somos más”. Sí, en efecto. Este es un ataque contra el país, contra España, contra el 90% de la población. Pero sólo con eso no basta. Hay que dar un paso más y precisar de dónde viene el ataque. Dando conciencia de cómo su origen está en el FMI y Bruselas, arietes de Washington y Berlín para saquear España.

Avanzar en la unidad, organizar la próxima batalla

El éxito popular del 19-J ha reafirmado en los sindicatos la urgencia de convocar una nueva huelga general en septiembre. Nos sumamos a ella incondicionalmente.

Sin embargo, las condiciones han madurado lo suficiente como para que esta huelga general tenga un carácter distinto, mucho mas amplia, extensa y mayoritaria de la que tuvieron, pese a su éxito innegable, las dos anteriores.

Por primera vez en dos años están dadas las condiciones para que la próxima huelga general se convierta en una verdadera jornada de lucha nacional en que todo el país, sin excepción, se movilice exigiendo otra alternativa y otro camino para salir de la crisis. Y para ello son imprescindibles dos cosas.

En primer lugar, ampliar todavía mucho más el radio de la unidad. Cuanto más amplio sea el abanico ideológico, sindical, social y político de la convocatoria, más respuesta y adhesión ciudadana encontrará.

En segundo lugar, y sobre todo, hay que ponerse desde ya mismo a organizarla, trasladando la unidad a cada barrio, a cada pueblo, a cada centro de trabajo y estudio. Creando miles de plataformas unitarias de base que impulsen y organicen la jornada nacional de lucha en cada localidad. Ni un ambulatorio, ni un mercado, ni un colegio, ni un comercio deben quedar al margen. Y eso sólo depende de nosotros, de la unidad que alcancemos y de la organización que sepamos crear. Esa es la clave de todo.

Nuestros enemigos aprietan, tanteando la posibilidad de una intervención total que les permita multiplicar y asegurar el saqueo. Entre el pueblo crece la indignación y el rechazo. De nosotros depende unir y organizar todo ese enorme caudal de energía y lucha para poder librar con éxito la batalla.

Ahora que ven la unión del 90% es posible,  la población tenemos que estar alertas ya que sus ataques seran mas violentos para romper esa unión, uno de los ataques lo podemos ver tras los incendios de Catalunya, donde pretenden abrir una guerra, lanzando toda clase de artimañas para romper a la sociedad.

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