¡Unidad, unidad, unidad!
El amplio movimiento popular de rechazo a los recortes, que tan magnífico ejemplo de unidad dio el pasado 19 de julio, se halla ante una encrucijada. El país se fue de vacaciones –quien pudo hacerlo– con un objetivo claro: reunir a millones de personas en la Marcha a Madrid el próximo 15 de septiembre. Pero regresa de ellas entre atónito y confuso ante la proliferación de convocatorias paralelas que, como hongos, han surgido en torno, y en contra, del 15-S.
El movimiento 15-M, que recela de las últimas actuaciones de Toxo y Méndez entrevistándose con Merkel, Rajoy y el Rey, convoca su propia manifestación en Madrid para una semana después, el 22 de septiembre. La movilización de los jornaleros andaluces del SAT, incluidos los asaltos a dos supermercados, cuestiona en los hechos la efectividad de la convocatoria del 15-S, poniendo sobre la mesa la necesidad de alternativas de lucha más “radicales”.
Por su parte, los sindicatos nacionalistas vascos –haciendo gala de su habitual oportunismo y empecinamiento en dividir a la clase obrera– convocan una huelga general en Euskadi contra el último paquete de recortes para el día 26. Y como guinda al pastel de la confusión, una especie de convocatoria “fantasma” –pues no se sabe muy bien, al menos públicamente, quienes son sus promotores– llama a “tomar el Congreso” de los diputados el 25 de septiembre.
"Promover ahora la división es hacer el juego a nuestros enemigos"
Si alguien, desde algún oscuro sótano del ministerio del Interior, hubiera querido desactivar y dividir el amplio movimiento unitario de masas gestado en los últimos meses, no podría haber diseñado un plan mejor. Cómo en el célebre final del cuento de Kafka, El viejo manuscrito, podríamos decir, “hay cierta confusión, y esa confusión será nuestra ruina”.
Promover hoy la división del movimiento popular de rechazo es hacerle el mejor de los servicios a nuestros enemigos. Justo en el momento en que hemos acumulado numerosos elementos cualitativos de unidad, en la línea de avanzar hacia un frente amplio capaz de unir al 90% de la población, fomentar la confusión y azuzar la división es allanar el camino para que el FMI y Berlín puedan pasar sin cortapisas a la segunda fase de la intervención del país, multiplicando todavía mucho más los ataques y el saqueo sobre nuestro pueblo.
Unidad y lucha política
Promover hoy la división del movimiento popular de rechazo es hacerle el mejor de los servicios a nuestros enemigos. Justo en el momento en que hemos acumulado numerosos elementos cualitativos de unidad, en la línea de avanzar hacia un frente amplio capaz de unir al 90% de la población, fomentar la confusión y azuzar la división es allanar el camino para que el FMI y Berlín puedan pasar sin cortapisas a la segunda fase de la intervención del país, multiplicando todavía mucho más los ataques y el saqueo sobre nuestro pueblo.
Unidad y lucha política
Entre algunos sectores del amplio movimiento popular de rechazo, se argumenta esta oleada de convocatorias paralelas en el “recelo” que han levantado las sucesivas reuniones de los dirigentes de CCOO y UGT con Merkel, Rajoy y el Rey, en las que creen adivinar un posible deslizamiento de los sindicatos hacia la creación de un clima social de aprobación de “un gobierno de ‘concentración’ o ‘pacto nacional’ entre el PP y el PSOE”.
Pero, al margen de que en política lo que hay que juzgar son los hechos y no las intenciones, incluso aunque en el seno de las cúpulas dirigentes de CCOO y UGT existiera efectivamente esa tendencia vacilante, ésta es una razón de más para acudir en masa a la marcha a Madrid.
Los miles y miles de luchadores que van a estar en Madrid el 15-S, no van, desde luego, para dar ningún cheque en blanco a nadie, sino para manifestar su indignación y rechazo a la política de recortes y ajustes. Además, a día de hoy, no es ninguna fuerza sindical, política o social, sino esa enorme marea popular de rechazo la que en lo hechos se ha convertido en la punta de lanza de la lucha contra la intervención de FMI y Berlín y el saqueo al que nos están sometiendo. Es el movimiento de masas, su ampliación, extensión y radicalización la que marca el ritmo de la oposición a la política del gobierno. Permanecer al margen de él, o lo que es peor todavía, dividirlo es un gravísimo error que puede hacernos retroceder mucho más de lo que hemos avanzado estos meses.
¿Qué algunas, o muchas, organizaciones y personas tienen algunas, o muchas, diferencias con la convocatoria de los sindicatos, porque les parece vacilante y sin contenidos? Bien, ¿y qué? También las tenemos nosotros. Y sin embargo vamos a poner todos nuestros esfuerzos en convocar y acudir a la marcha sobre Madrid del 15-S. Y, desde todo lo que nos une, haremos oír en ella nuestra voz y nuestras diferencias. Porque cuanta más gente haya en Madrid el 15-S, mayor será el número de quienes podrán oír, conocer y hacer suyas otras políticas y otras alternativas. ¿Qué hay de malo en ello? Nada en absoluto. Al contrario, es una cosa excelente.
Pero, al margen de que en política lo que hay que juzgar son los hechos y no las intenciones, incluso aunque en el seno de las cúpulas dirigentes de CCOO y UGT existiera efectivamente esa tendencia vacilante, ésta es una razón de más para acudir en masa a la marcha a Madrid.
Los miles y miles de luchadores que van a estar en Madrid el 15-S, no van, desde luego, para dar ningún cheque en blanco a nadie, sino para manifestar su indignación y rechazo a la política de recortes y ajustes. Además, a día de hoy, no es ninguna fuerza sindical, política o social, sino esa enorme marea popular de rechazo la que en lo hechos se ha convertido en la punta de lanza de la lucha contra la intervención de FMI y Berlín y el saqueo al que nos están sometiendo. Es el movimiento de masas, su ampliación, extensión y radicalización la que marca el ritmo de la oposición a la política del gobierno. Permanecer al margen de él, o lo que es peor todavía, dividirlo es un gravísimo error que puede hacernos retroceder mucho más de lo que hemos avanzado estos meses.
¿Qué algunas, o muchas, organizaciones y personas tienen algunas, o muchas, diferencias con la convocatoria de los sindicatos, porque les parece vacilante y sin contenidos? Bien, ¿y qué? También las tenemos nosotros. Y sin embargo vamos a poner todos nuestros esfuerzos en convocar y acudir a la marcha sobre Madrid del 15-S. Y, desde todo lo que nos une, haremos oír en ella nuestra voz y nuestras diferencias. Porque cuanta más gente haya en Madrid el 15-S, mayor será el número de quienes podrán oír, conocer y hacer suyas otras políticas y otras alternativas. ¿Qué hay de malo en ello? Nada en absoluto. Al contrario, es una cosa excelente.
"¡Unidad, unidad, unidad! Esta es la consigna del momento"
En la lucha contra el proyecto de nuestros enemigos, la tarea de ganarse a todas las fuerzas que, aunque vacilantes, tienen contradicciones con él es de una importancia decisiva. Porque significa aislar al máximo al enemigo principal, dejarlo sin apoyos. Y esta es una precondición necesaria para librar la batalla con éxito.
Al hacer esfuerzos por unirnos en mayor o menor grado con ellas, estamos precisamente propinando golpes directos a la intervención del FMI y Berlín. Porque su proyecto de saqueo sólo pueden aplicarlo a condición de que el 90% estemos divididos. No trabajar concienzudamente por forjar esa unidad, no sólo debilita la lucha de nuestro pueblo, sino que objetivamente le hace el juego a ellos.
Por supuesto que esa unidad no podrá avanzar sino en medio de luchas y no podrá alcanzarse sino en el curso de la lucha. Es más, si la unidad se logra por medio de la lucha, vivirá; si se logra al precio de concesiones, morirá. Pero esta unidad no va a caer del cielo, sólo puede lograrse, fortalecerse y forjarse de manera gradual en el curso de la lucha común contra el proyecto de nuestros enemigos, luchando en el mismo seno del movimiento unitario de masas contra todas las posiciones vacilantes y cualquier tendencia al pacto y la conciliación con ellos.
Unir y no enfrentar al 90%
Al hacer esfuerzos por unirnos en mayor o menor grado con ellas, estamos precisamente propinando golpes directos a la intervención del FMI y Berlín. Porque su proyecto de saqueo sólo pueden aplicarlo a condición de que el 90% estemos divididos. No trabajar concienzudamente por forjar esa unidad, no sólo debilita la lucha de nuestro pueblo, sino que objetivamente le hace el juego a ellos.
Por supuesto que esa unidad no podrá avanzar sino en medio de luchas y no podrá alcanzarse sino en el curso de la lucha. Es más, si la unidad se logra por medio de la lucha, vivirá; si se logra al precio de concesiones, morirá. Pero esta unidad no va a caer del cielo, sólo puede lograrse, fortalecerse y forjarse de manera gradual en el curso de la lucha común contra el proyecto de nuestros enemigos, luchando en el mismo seno del movimiento unitario de masas contra todas las posiciones vacilantes y cualquier tendencia al pacto y la conciliación con ellos.
Unir y no enfrentar al 90%
A medida que la convocatoria del 15-S ha tendido a diluirse, los grandes medios de comunicación han volcado toda su atención en los asaltos a los supermercados protagonizados por los jornaleros del SAT y la “Toma del Congreso” convocada para el 25 de septiembre por grupos no bien definidos. Muchos luchadores se preguntan hoy si no ha llegado ya el momento de plantearse acciones “radicales” de este tipo como la única forma de lucha ante la agresividad de los ataques que sufrimos y la forma implacable en que el gobierno los ejecuta. Nuestra repuesta es doblemente no.
En primer lugar porque nuestra línea de actuación tiene que ser exactamente la contraria. En vez de acciones en las que, por su mismo carácter, sólo pueden participar sectores minoritarios y extraordinariamente radicalizados del movimiento de masas, lo que tenemos que impulsar son acciones que sean accesibles al nivel de conciencia del 90% de la población. Y que por tanto cualquiera pueda hacerlas suyas, tomarlas en sus manos y convertirlas en acción.
Cuanta más gente seamos capaces de sumar a la lucha, con acciones sencillas, de base, pegadas al terreno, fáciles de entender por una amplia mayoría, más gente elevará su conciencia, fortalecerá la firmeza de su rechazo y hará avanzar la lucha popular. Es, sí, un camino más largo y costoso, menos “espectacular”, pero infinitamente más provechoso para los intereses populares.
Pero en segundo lugar, también, porque de ningún modo nuestra línea de actuación puede basarse en acciones que son rechazadas por amplios sectores que forman parte del 90%, y que por lo tanto enfrentan y dividen a quienes, por el contrario, debemos estar cada vez más unidos.
¡Unidad, unidad, unidad! Esta es la consigna del momento. Nosotros somos el 90%. Tenemos un enemigo común. Tenemos unos mismos intereses. La unidad es lo que nos da la fuerza. La confusión y la división no hacen más que debilitarnos.
¡Unidad, unidad y todavía más unidad! Tenemos que convertir el 15-S en una demostración de fuerza. Todos tenemos que trabajar ahora por convertir la marcha a Madrid en un acto multitudinario que exprese de forma unitaria la oposición y el rechazo mayoritario de la sociedad a la política de recortes y ajustes que nos impone la intervención del FMI y Berlín.
Desde el primer manifiesto unitario firmado por cientos de sindicalistas de todo el espectro convocando la Huelga General del 29-S de 2010 hasta las manifestaciones del pasado 19 de julio, hemos ido acumulando fuerzas en el camino de la unidad en la práctica, en la lucha, del 90% de la población. El 19-J vimos cómo, por primera vez, todos los sindicatos, prácticamente sin excepción, marchaban unidos. Cómo en su preparación se puso en marcha una Cumbre Social que agrupa a más de 100 organizaciones de todo tipo. Su carácter ampliamente unitario permitió incluso que un buen número de gente que hace sólo 8 meses votó al PP, estuviera en la calle contra las medidas del gobierno de Rajoy. Cualquier paso atrás en este camino es un error. Es demasiado lo que nos estamos jugando para poner en peligro lo avanzado.
Todos los luchadores obreros y populares, todos los revolucionarios, todas las personas y las fuerzas progresistas debemos reflexionar sobre esto. Y actuar en consecuencia, convirtiendo Madrid el próximo 15-S en un gigantesco clamor contra la intervención y el saqueo.
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